creemos.
– Las guerras civiles dejan secuelas durante anos, muchos anos. Sin embargo, yo de ti no me preocuparia demasiado. Los que continuan con ese tipo de dialectica son cuatro marginales a quienes nadie da credito.
– ?Pues hay un monton de entradas en Internet!
– En Internet esta lo bueno y lo malo, pero sobre todo hay pirados que se suman a los
– ?Tu crees que nuestro asesino puede ser uno de esos marginales obsesionados con la historia?
– Puede ser.
Nos quedamos mirandonos en silencio. Sonrei con cansancio. Entonces Marcos me tomo de la mano y me arrastro.
– Basta. ?A la cama!
– No conseguire dormir.
– ?Por supuesto que dormiras! Te hace falta descanso y dejar de pensar en el caso durante al menos unas horas. Afortunadamente manana es fiesta.
– Es verdad, no me acordaba.
– Y cenamos en casa de Garzon, con los ninos.
– ?Como?
– De eso tampoco te acordabas, por lo que veo. Me ha llamado Beatriz, nos esperan a las nueve.
– ?Ahora si que no dormire!
– Mejor, pasaremos toda la noche haciendo el amor.
Pero me dormi enseguida, abrazada a su pecho. Es dificil pensar en guerras fratricidas cuando el calor de otro cuerpo te envuelve.
8
Marina me dio un buen susto cuando la encontre deambulando por el pasillo.
– ?Eh, no sabia que estabas aqui!
– Me trajo anoche papa. Pero como tu llegaste tan tarde no pudiste verme.
– Claro.
Me desplace cansinamente hacia la cocina con la intencion de prepararme un cafe y ella me siguio como un perro faldero.
– ?Tienes sueno?
– Estoy cansada. Ayer fue un dia muy duro.
– ?Ya vais a coger al asesino?
– Si, esta al caer.
– Ha matado a una senora, ?verdad?
– ?No crees que ves demasiada television?
– Yo no lo vi, lo vio Hugo y me llamo por telefono para contarmelo.
– ?Ah, vaya, que detalle! ?Tu has desayunado ya?
– No.
– Te preparare un vaso de leche.
Se sento a la mesa de la cocina y puso dibujos animados en la television. Coloque nuestros desayunos sobre el mantel y me sente a su lado.
– He sacado muy buenas notas en el colegio -exclamo por las buenas.
– ?Ah, que bien!
– Como ayer no nos vimos no habia podido decirtelo aun.
Estaba segura de que su tono aparentemente neutro contenia cierto reproche y senti un subito cabreo. Ninguna mocosa iba a pedirme cuentas en mi propia casa sobre mis horarios de llegada. Me disponia a contestarle algo impertinente, pero decidi callar. Ella era lista como una gata salvaje y noto perfectamente mi cambio de humor. Anadio cautamente:
– Claro que, como tienes tanto trabajo, no me extrana que llegaras tarde.
Cambie de conversacion.
– ?Donde esta tu padre?
– Ha subido a su estudio. A pesar de estar cansada, ?te encuentras bien, Petra?
No sabia adonde queria ir a parar, pero decidi bloquearle todos los caminos.
– Me encuentro a la perfeccion. Es mas, se trata de una de las mananas de mi vida en las que me he encontrado mejor, ?de acuerdo?
Sonrio imperceptiblemente y siguio desayunando, mientras yo me concentraba en mi cafe intentando no oir las voces atipladas y estridentes de los personajes televisivos. ?Cielos!, si alguien me hubiera dicho solo un ano atras que pasaria una manana de sabado sentada junto a una ninita rubia viendo un programa infantil le hubiera dicho que estaba en fase de
– ?Y el subinspector, se encuentra bien el subinspector?
– ?Marina! ?Se puede saber a que viene todo este interrogatorio sobre los estados de salud?
– Es que pense que si los dos habiais tenido mucho trabajo esta semana y estabais flojos, a lo mejor no iriamos a cenar a casa de el y Beatriz esta noche.
– ?Ah!, ?es eso? Si, si que iremos.
– ?Bien! ?Les vais a llevar algun regalo?
– Flores, supongo, y quiza una botella de champagne o cava.
– Yo he hecho un dibujo para el. ?Quieres que te lo ensene?
Salio a toda prisa hacia su habitacion y yo aproveche para tomarme una aspirina porque habia empezado a dolerme la cabeza. Al cabo de un instante regreso con una hoja de papel en la mano que me mostro, muy orgullosa. Habia dibujado para el subinspector un hermoso cuadro alusivo, pintado con profusion de colores. En el se representaba a un hombre regordete y de poblado bigote, pertrechado con un pistolon como aquellos con los que se batian en duelo los antiguos. El hombre en cuestion lanzaba desde su arma una rafaga de llameante fuego contra el que parecia ser un ladron con gorra, antifaz y que iba cargado con un saco. El pobre caco recibia el impacto en plena cabeza y, para que no quedaran dudas sobre el resultado que provocaban las balas, un surtidor de materia inconcreta coloreada de gris subia hacia las nubes esparciendose en diversas direcciones. Debian de ser los sesos. Todo el conjunto habia sido orlado con gotas de sangre muy roja, de la que tambien podia verse un charquito en el suelo. Observe el dibujo, impasible.
– Es el subinspector -aclaro Marina ante mi falta de reacciones.
– Ya. ?En acto de servicio?
– Si -contesto muy ufana.
Hubiera debido disuadirla de que se presentara en casa de nuestros anfitriones con semejante obsequio. Seguramente era mi deber recalcarle por enesima vez que la labor de un policia no es matar, y mucho menos a un ladron desarmado e incapaz de defenderse debido al tremendo lastre de un saco lleno de mercancia. Sin embargo, no lo hice. Decidi que Garzon probara los cruentos frutos de su peculiar «instruccion pedagogica». Le resultaria muy util comprender lo peligroso que es jugar con ninos en temas de trabajo. Ademas, yo lo pasaria en grande asistiendo a la entrega del obsequio. Asi que, maquiavelica, me limite a preguntar:
– ?No le has puesto ningun titulo?
– ?Tiene que tener titulo?
– Los cuadros suelen llevarlo.
– No se me ocurre ninguno.
– ?Que te parece
Se quedo un buen rato pensativa. Luego dijo:
– Me gusta mas lo que habias dicho antes: