– Tambien servira -sentencie satisfecha.
– Para hacerse policia hace falta ser muy valiente, ?verdad, Petra?
– Ser policia es muy duro, un oficio de locos, creeme.
– Pues a mi me gustaria.
Recorde los ruegos de su madre.
– ?Ah, no, Marina, eso si que no! Puedes llegar a ser cualquier cosa: ingeniera aeronautica, gondolera, fotografa especializada en avestruces… lo que quieras, pero policia, no. Es mi consejo, hazme caso.
Se quedo un rato callada y luego replico con toda tranquilidad:
– Entonces a lo mejor puedo estudiar para bombera de las que apagan fuegos peligrosos, o para agente secreta, o tambien para medica de las que hacen autopsias, o para detective privada, ?no, Petra?
Di un sorbo resignado a mi cafe. ?Dios mio, ya no tenia animos para impartir mas doctrina didactica!, asi que, mirando sus ojos inquisitivos y a la vez serenos, respondi:
– Mejor, mucho mejor.
Corrio a su habitacion para rematar el cuadro con el titulo y yo subi al estudio de su padre a fin de saber que planes teniamos para aquel dia libre.
Exhausta y tan harta del caso como estaba, los planes me parecieron deliciosos y consiguieron que las horas transcurrieran a toda velocidad. Fuimos al mercado de la Boqueria, vimos una exposicion de fotografia en el Palau de la Virreina y comimos en un restaurante aleman. Luego, mientras Marina pasaba la tarde en casa de una amiga, hicimos tranquilamente el amor. Despues de tan placenteras actividades me sentia como una nueva mujer. Incluso me aplique una mascarilla hidratante y tarde un monton de tiempo en decidir que vestido me pondria para la cena en casa de Beatriz y Fermin.
A las siete llegaron los gemelos y media hora mas tarde Marina regreso de casa de su amiga. Los tres crios estaban entusiasmados con la invitacion. Hugo y Teo habian comprado una caja de lenguas de gato; al parecer Garzon les habia comentado que eran sus bombones preferidos. Fui a vestirme y maquillarme mientras los ninos se quedaban en el salon, charlando. La situacion era nueva y divertida para mi. Acudiamos a casa de unos amigos en plan familiar. Oia desde mi habitacion el parloteo de los chicos y me parecia agradable saber que el espacio en el que vivia era compartido por gente tan extremadamente joven. Claro que no cabia la idealizacion, si los ninos hubieran sido propios y no postizos, en aquel momento no hubiera estado tan tranquila, sino preocupada por el monton de cosas que conlleva la responsabilidad: saber si los ninos iban adecuadamente vestidos, si les gustaria la cena que nos ofrecieran, si se portarian bien. El ser humano es extrano, pense, el unico animal que compone cuadros idilicos con la realidad que no le ha tocado vivir. Yo misma habia visitado a veces paisajes y lugares en los que me habia dicho a mi misma: «Aqui seria feliz». Solo el tiempo me habia ensenado que no acudes a un sitio nuevo, siendo tu nuevo tambien. Al contrario, alla donde vas arrastras contigo tus preocupaciones y neurastenias, tus complejos y traumas, tu tozudo mundo interior, que resulta tan dificil de reinventar aun deseandolo. Asi conclui que no debia dejarme llevar por las sensaciones demasiado agradables. Yo no era una madre feliz, sino solo una madrastra. Era inutil intentar impostar una familia modelica, de modo que continue embadurnando rimel en mis pestanas con total dedicacion.
Elegi un vestido de punto verde musgo que realzaba los contornos de las caderas y producia en el pecho un efecto «balconet». Habia que dejar bien sentado que era al menos una madrastra sensual y abierta, no amargada y llena de huesos como la de Blancanieves. Entonces me di cuenta de lo tarde que era y le pegue un grito a Marcos para que abandonara su estudio y bajara a arreglarse. El era sin duda un hombre encantador, pero su ritmo lento y, sobre todo, su calma paciente ante la vida podian llegar a exasperarme en ciertos momentos; como por ejemplo aquel. Cuando se presento en el dormitorio vestido aun con sus viejos pantalon y jersey le hubiera tirado algo contundente a la cabeza.
– ?Que guapisima estas! -me dijo.
– ?Pero, Marcos! ?Sabes la hora que es?
– ?Tarde?
– ?Por que no te vistes de una maldita vez? No se te habra pasado por la imaginacion ir a casa de Beatriz y Fermin con esa pinta.
– ?Tampoco vamos a una
– Cualquiera que se moleste en ofrecerte una cena debe ser tratado como los marqueses de Colmenar; que por cierto, no tengo ni idea de quien demonio puedan ser.
– Era una metafora. Pero no te preocupes, hay tiempo, todo el tiempo del mundo.
Baje al salon con los nervios levemente alterados. Los gemelos me contemplaron con cierta sorna. Teo pregunto con retintin:
– ?Aun no esta listo mi padre?
– ?Hay tiempo, todo el tiempo del mundo! -imito Hugo con acierto. Conocian la formula perfectamente, porque los tres se echaron a reir.
– Vuestro padre es como un monje budista.
Aquello les hizo reir aun mucho mas. Me pregunte si habia sido oportuno animarlos con mi broma, porque empezaron a hacer tonterias.
– Petra -decia Teo con ganas de tomarle el pelo a su hermana-. Marina no quiere ensenarnos el regalo que le lleva al subinspector.
Marina apretaba una carpetilla en torno a la cual habia colocado un lazo primoroso.
– Hace muy bien -replique. Entonces Hugo empezo a burlarse de Teo por haber recibido aquella contestacion, y este intento darle un cachete y se reian y forcejeaban al mismo tiempo mientras Marina gritaba: «?Parad, brutos!». La situacion estaba completamente fuera de control cuando bajo Marcos, muy bien arreglado, y se dirigio a la puerta con paso atletico.
– ?Aun estais asi? ?Vamos, os estoy esperando!
Con la boca abierta a causa de su desfachatez apresure a los ninos hacia el garaje. Una vez alli, hubo nuevos amagos de pelea para determinar quien ocuparia la plaza central del asiento trasero del coche. Marina porfiaba, testaruda y cargada de razon.
– ?Por que he de ser yo siempre la que vaya en medio?
– Eres la que abulta menos.
– ?Y quien dice que quien abulta menos tiene que ir en medio?
– Lo digo yo, que soy tu hermano mayor -dijo Hugo. Entonces Teo se apresuro a soltar.
– ?Un momento! Yo soy su hermano mayor tanto como tu y la verdad es que la ultima vez fue ella la que se sento en el centro.
– Pues entonces ponte tu porque…
Marcos ya estaba al volante y yo observaba la disputa bastante estupefacta, sin que se me ocurriera ninguna solucion. Entonces oi la voz de mi marido clamar:
– Os doy cinco segundos para sentaros.
Se produjo una breve revolucion trasera que no nos volvimos para contemplar y al cabo de cinco segundos exactos, la expedicion estaba lista para partir. Atisbe de reojo con el fin de comprobar en que habia acabado la contienda. Hugo estaba en el centro, con cara de fastidio, mientras que Marina y Teo, ambos en las ventanillas, exhibian en sus bocas una sonrisita triunfal. Aquella escaramuza me sirvio para aprender dos cosas: una, si hubiera tenido hijos mi vida hubiera sido sutilmente mas complicada. Y dos, la paciencia de Marcos parecia infinita pero tenia limitaciones. Esto ultimo ya debian de saberlo los chicos, porque su obediencia a la primera voz de aviso se habia revelado como ejemplar; si bien, por lo bajo, oi a Hugo decir: «No es justo», protesta que quedo perdida en el vacio.
Nos abrio la puerta el propio subinspector y me quede patidifusa ante su aspecto. Lucia una camisa a pequenos cuadros, informal pero elegante, y un cardigan de cachemir gris que le sentaba genial. ?Que lejanos quedaban los tiempos en los que, para tener una pinta desenfadada se limitaba a quitarse la corbata! Era obvio que Beatriz habia obrado maravillas en su apariencia y, seguramente tambien en su caracter. Una amplia sonrisa se dibujo en las caras de los hijos de Marcos, el idolo se materializaba en toda su grandeza. El les dio la mano como si se tratara de adultos y todos pasamos al salon sin mas preambulos. Habia olvidado lo elegante que era la nueva casa del subinspector: enorme, decorada con un gusto un tanto estandar, pero llena de calma y placidez ambiental. Aparecio Beatriz, vestida con un sencillo traje azul marino, y tan encantadora como siempre solia ser. Cubrio a los ninos de besos, atenciones y arrumacos, y despues de despojarlos de sus abrigos, se los llevo para