habitos en blanco y negro. Distingui detras a la familia del hermano Cristobal. Lloraban. Aunque llevara ya varios dias muerto, solo ahora su cuerpo se alejaria del mundo de los vivos, por siempre jamas. A crear una atmosfera solemne contribuia tambien el armonio, y cuando empezo a sonar, el canto gregoriano del potente coro masculino.

– ?Que maravilla! -le susurre a Garzon.

– Dan ganas de morirse -contesto el, en voz demasiado alta para mi gusto.

Durante la homilia las cosas se estropearon. La musica enardece las ideas propias, mientras que la palabra expresa las ajenas. Toda aquella retorica sobre el Cielo, el alma, el servicio a Dios y la resurreccion, momento en que todos amaneceremos felices y contentos, me daba la impresion de un viejo tema que pedia a gritos una renovacion. Aun asi, oir decir que el hermano Cristobal era un hombre sencillo y humilde que habia vivido alejado de vanidades, me conmovio. Realmente, reflexione, habia que ser bestia para haberselo cargado de un zambombazo en el occipucio. Entonces la furia de la investigacion renacio en mi, y el resto de exequias se me hizo interminable. ?Ya estaba bien de espiritualidad! Nuestro reino si era de este mundo y debiamos encontrar pronto al asesino. Un asesino sin duda repugnante cuando se habia atrevido a quitarle la vida a dos seres inocentes: un fraile y una mendiga, personas sin dinero ni poder. Probablemente aquella era la caracteristica mas llamativa del caso, los moviles tradicionales parecian estar lejos de las victimas.

Cuando todo concluyo hubo que esperar a que los frailes desfilaran. Vimos como los padres y hermanos del difunto se retiraban, compungidos y en soledad. Me parecio muy triste su papel. A pesar de ser los mas cercanos al muerto, ocupaban un segundo lugar, siempre por detras de toda la familia eclesiastica. Baje la vista para no tener que saludarlos, no hubiera sabido que decir. Al final nos quedamos en la iglesia Garzon y yo, completamente solos.

– ?Que hacemos ahora? -pregunto el.

– Hay que regresar a la porteria y avisar de que queremos hablar con el hermano Magi.

– Nunca me acostumbrare a esta movida de los permisos para cualquier cosa. ?Eso de que aqui dentro no tengas libertad para entrar o salir a tu antojo o para hablar con quien sea me pone frenetico!

– Esta claro que usted nunca va a profesar, Fermin.

– ?Pues no!, la vida es demasiado bonita para perderla de esta manera.

– Nunca esta claro como se pierde la vida.

– Dejese de misticas y llame al monje. Como se pongan a rezar los maitines esos de los cojones no les podremos interrumpir y nos daran las tantas.

Fermin Garzon era la realidad en estado puro, sin tintes ni fisuras, sin matiz. Si alguna vez me sentia flotar en la duermevela de lo imposible, del absurdo o la sinrazon, no tenia mas que recurrir a el.

El hermano Magi llego tras media hora de espera. Se disculpo.

– Perdonen, pero he hecho un rato de meditacion.

– Claro, claro -afirmo Garzon como si estuviera por completo al tanto de las practicas meditativas.

– Hermano, ?le han informado de los ultimos acontecimientos?

– Vemos los telediarios a la hora de cenar.

– En ese caso ya sabe lo de la mutilacion del beato.

– Lo se. Hicieron un tratamiento de la noticia que de ningun modo puedo aprobar. Parecia que estuvieran hablando de un pasatiempo detectivesco.

– Siempre es asi. La gente ya no pide informacion, sino espectaculo.

– Puede estar seguro de que todo el mundo esta esperando que aparezca cortada la otra pata -solto el subinspector de modo gratuito. Temi que le hubiera ofendido el comentario. Sin embargo, me parecio entrever que el monje sonreia levemente.

– Se habra percatado de que el miembro ha sido hallado en uno de los lugares que figuran en su lista de la Semana Tragica.

– Si, no pude por menos de pensarlo; justamente donde estaba el convento de frailes de Sant Felip. El convento conserva la estructura exterior, pero ahora esta vacio. Pertenecio a los clerigos seculares del oratorio, que se dedicaban a la caridad.

– Comprendera que nos resulta imprescindible hablar con usted para que nos ayude, tambien con la hermana Domitila. Quiza entre los dos sean capaces de elaborar alguna hipotesis, proyectar cierta luz sobre este hecho.

– Inspectora, lo intentare. ?Donde y cuando debo acudir?

– Manana mismo. Lo ideal seria que pudieran presentarse ambos en comisaria, pero dudo de que se lo permitan a la hermana.

– Podemos sugerirle que venga acompanada de aquella novicia a quien ensena -tercio el subinspector.

– La hermana Pilar, no es mala idea. Hablare con la superiora.

– Yo procurare recabar mas datos sobre aquel convento quemado.

– ?A las once de la manana es buena hora para usted?

– Pedire permiso al prior; no creo que haya ningun inconveniente.

A la vuelta conducia yo y mi companero, libre ya de extasis espirituales, tenia puesta en la radio una emisora deportiva a toda castana. Varios comentaristas que charlaban entre ellos aludian a la Liga de futbol llenandola de intrigas y pasiones hasta el punto de hacerla parecer la historia de Inglaterra en manos de Shakespeare. Yo habia llegado a un notable grado de autoconcentracion, de modo que no me molestaba en absoluto. Ni siquiera proteste por que el volumen estuviera demasiado alto. Habia llegado a comprender que a todos los hombres, sin ninguna excepcion, las noticias sobre deporte les resultaban imprescindibles. Me parecia bien, se trataba de una antigua tradicion, inocua por otra parte. Ademas, tras aquella ceremonia funeraria tan alejada de la vida real, un bano de mundo cotidiano me sentaba bien. Pense en mi marido y tuve la impresion de que hacia siglos que no lo veia. Si era cierto que el roce hace el carino cualquier dia de aquellos nuestro matrimonio se iria al carajo.

Primero deje a Garzon que, medio zombi por el cansancio acumulado, se limito a decir: «La veo en el convento». Despues llegue a mi casa y encontre a Marcos cenando en la cocina.

– No te he preparado nada -confeso, y anadio luego con un leve deje de reproche-: Como no sabia nada de ti…

– He ido al entierro de la victima. De la primera, porque como bien sabes, ya acumulamos dos.

– Yo tampoco he tenido un buen dia.

– ?Pasa algo con los ninos?

– No, es el proyecto. Un socio del cliente ha impugnado una parte de los planos y hay que replantearla.

– ?Y eso no es algo usual?

– Mas o menos, pero me fastidia porque los motivos en los que se basa la impugnacion son absurdos.

– ?El absurdo esta por todos lados! ?Que estas comiendo?

– Un poco de rosbif que habia en la nevera. Por cierto, Jacinta ha dejado una nota diciendo que, como no hagamos pronto la compra por Internet, tendra que cocinar tortas de harina.

Me deje caer en una silla. No conseguia ordenar en mi mente todos los planos interpuestos que la realidad ofrece: en la misma epoca y casi el mismo lugar hay monjes que entierran a sus muertos entre canticos, asesinos extranos que recurren a la historia para matar, policias que investigan, arquitectos que disenan, asistentas que dejan notas y, por encima de todo, hay que comer, siempre hay que comer.

– Quiero meterme monja -bisbisee.

– ?Que has dicho?

– Nada, una gilipollez. Ya lo hare yo.

– ?Que?

– Comprar por Internet. Manana ire un rato mas tarde a comisaria. Total…

Me miro y sonrio.

– Lo siento, te he hecho un recibimiento bastante malo, pero es que la vida a veces se pone turbia, ?verdad?

– Mas que un charco con ranas. Hoy en ese entierro he pensado que los sacrificios que impone ser fraile no tienen merito en el fondo.

– ?Lo piensas de verdad?

– Si, en la capilla de Poblet habia muchos monjes cantando. ?Que significa eso? Que tienes un monton de tios que te hacen las veces de familia. ?Un dia te encuentras pocho y proteston? ?Bueno, pues entre cuarenta

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