hermanos siempre habra alguno dispuesto a sacarte del mal trance! Mientras que en el matrimonio…
De pronto, Marcos se echo a reir.
– Para ti, todos los males de la creacion estan sintetizados en el matrimonio. Y sin embargo, ?te has casado tres veces!
– Tres malos dias los tiene cualquiera. Ademas…
– ?Ademas…?
– Ademas si vuelves a meterte conmigo haras la compra tu en Internet.
– Te toca a ti.
– Me da igual.
Nos miramos, ironicos y cansados.
– Vamonos a dormir -propuso el. Y acepte. Dormir en soledad era uno de los pocos inconvenientes que le encontraba a la vida monastica.
9
La punetera madre superiora no queria conceder su permiso para que la hermana Domitila acudiera de nuevo a comisaria. Le propuse que la acompanara la hermana Pilar como carabina, pero tampoco se avino.
– Incluso la hermana Domitila, con muy buen criterio, considera que debido a su juventud, no es conveniente que la novicia visite un lugar asi.
Perdi la paciencia y eleve la voz.
– Madre Guillermina, ?se da cuenta de que tengo la facultad de llamarla a declarar de modo oficial y no podria negar su consentimiento?
– Lo siento mucho, inspectora; pero da la casualidad de que usted no la llama para declarar en calidad de testigo ni nada por el estilo, sino para que, con sus conocimientos de historia, la ayude a desentranar ciertos aspectos del caso.
?Joder con la monja! Con toda seguridad habia llegado a ser superiora por algo. De modo inopinado vislumbre la solucion ideal.
– ?Y si la acompana usted? Naturalmente no tendria que esperar en un pasillo, sino que podria estar presente en las deliberaciones.
Al otro lado del telefono hubo un silencio prolongado. Oi una especie de pequeno bufido. Estaba exhalando el humo de un cigarrillo. Por fin dijo:
– ?A que hora?
– Dentro de un par de horas.
– Esta bien -dejo caer desmayadamente como si se tratara de una autentica concesion.
– Un taxi pasara a recogerlas, ?le parece?
– Ya le he dicho que si -exclamo fingiendo mal humor, y luego anadio con una resignacion que sono a pura falsedad-. Todo sea por colaborar con la policia. No quiero que nadie pueda afirmar que las corazonianas no hicimos todo lo posible en este trance.
Dos horas mas tarde, me alegre de ver a las dos monjas contrastando vivamente con sus habitos en el entorno policial. La madre Guillermina no podia evitar de ningun modo que su enorme curiosidad por el lugar no aflorara a sus ojos vivos e inteligentes. Mientras Garzon disponia la sala y recibia al monje, me ofreci a llevarlas de visita por las instalaciones. La superiora ni siquiera se molesto en negarse y ambas me siguieron por despachos y archivos, mientras yo les daba explicaciones que intentaba dotar de cierto interes. Les dije:
– Si quieren, cuando acabemos, nos damos una vuelta por la policia cientifica. Incluso podriamos hacer algo mejor: usted, hermana Domitila, empieza a trabajar con el hermano y el subinspector, mientras la madre Guillermina y yo hacemos esa visita.
En los ojos de la superiora observe que no habia nada en el mundo que hubiera podido hacerle mas ilusion. Se le ilumino la cara, pero enseguida volvio a ensombrecerse.
– No se si es correcto, inspectora.
– ?Por supuesto que lo es!, puede que en el convento se encuentre todo reglamentado, pero ahora no esta usted alli.
– Se supone que el convento esta donde haya una sola monja corazoniana.
– De acuerdo, ?y por que no llevar un poco de la paz del convento a la policia cientifica?
Se echo a reir. Entonces intercedio la hermana Domitila:
– Vaya usted, madre, es una buena informacion que despues puede trasmitir a la comunidad.
Acepto por fin, y se la veia feliz y contenta mientras caminabamos por la calle. Hacia un sol radiante, y saco una pequena funda de gafas de donde extrajo un anticuado par que se coloco.
– Con esas gafas de sol parece usted una actriz del Hollywood clasico -le dije. Se rio.
– Tiene usted ideas de casquero, como se decia en mi pueblo. Estas gafas llevan un monton de anos en mis bolsillos, y deben durar hasta que me muera, que pido a Dios que no sea pronto.
– ?No tiene usted derecho a comprarse nada?
– Solo lo que sea necesario, y estar a la moda no es necesario.
– La verdad es que, si empiezas a entrar en detalles, es obvio que llevan ustedes una vida llena de sacrificios.
Se quedo callada. Aquella mujer me caia bien. Hubiera podido en aquel momento soltarme una soflama sobre las personas mas necesitadas o el amor de Dios, pero se limito a callar, mientras seguia mirandolo todo con interes y una media sonrisa en los labios. De repente hubo algo que le llamo la atencion: un joven ejecutivo que, aparentemente, hablaba solo mientras andaba a toda prisa. Me miro como buscando una explicacion.
– Habla por el telefono movil, y lleva un artilugio insertado en su oido -le aclare. Se volvio un poco para seguir observando.
– Eso no lo habia visto aun. Produce una sensacion de locura, ?verdad?
– Hay veces en que a mi todo me produce una sensacion de locura.
De pronto se quedo mirando el escaparate de una tienda de deportes. Me sorprendio. Se vio en la necesidad de explicarse:
– Esas mancuernas parecen de un material nuevo. Las que yo uso son metalicas.
Me sorprendio de nuevo y de nuevo me puso en antecedentes.
– Muchas monjas hacemos gimnasia; es una buena manera de cuidar nuestra salud. Nos ponemos bombachos y una camiseta, un panuelo en la cabeza.
Sonrei, intentando que no se notara lo mucho que me chocaba aquella noticia, pero era muy lista y se percato.
– Le parece ridiculo, ?a que si?
– No, en absoluto.
– Si que se lo parece. Estoy segura de que enseguida ha pensado en una monja con bombachos hasta la rodilla como aquellos levantadores de pesos antiguos.
No pude evitar una carcajada.
– ?Lo ve?
– No, solo me hace gracia una cosa: a la gente le intriga saber como viven tanto los monjes como los policias, y nosotras no somos ninguna excepcion. A usted le pica la curiosidad lo policial y a mi lo eclesiastico.
– Eso significa que ambos colectivos vivimos un poco al margen de la sociedad.
– Pues me alegro.
– ?De vivir al margen?
– De que usted y yo tengamos un punto en comun. Quiza nuestras vidas no son tan diferentes como parecen.
– Quiza no -respondio, y nos sonreimos.
La excursion a la policia cientifica resulto un exito total. Deje a la monja en manos de mis companeros y mas tarde la recogi. Se mostraba impresionada.
– Inspectora, nunca le agradecere suficientemente esta asistencia. Todo me ha resultado novedoso; mas que