Yolanda.

– A Sonia le dara otro ataque de nervios cuando le diga que tiene que seguir buscando locos.

– No importa, teniendo un psiquiatra a mano siempre podra hacer algo por ella.

– Bien, de ese modo tenemos en marcha dos lineas de investigacion, pero no me ha contestado: ?que hacemos usted y yo?

– Iniciar la tercera, por supuesto. Pero antes nos vamos a tomar la tarde libre.

– ?No me diga!

– Lo que oye. Le he prometido a Marcos que me hare cargo de los ninos.

– ?Quiere que vaya con usted?

– No, gracias, Fermin. Declino su ofrecimiento en esta ocasion. No quiero que me robe todo el protagonismo frente a mis hijastros.

– Es usted peor que la monja Domitila. ?Ha visto con que apasionamiento se negaba a verse apeada del carro?

– Monjes o seglares, todos nos parecemos, creame.

Servirles de canguro a mis hijastros era una actividad que me convenia. Sin duda encontraria la manera de poner mi mente en blanco y descansar de las incidencias de un caso tan correoso. Estaba un poco harta de correr tras los acontecimientos sin que estos generaran hipotesis aceptables sobre las que ponerse a trabajar en serio. Yo misma me habia ofrecido a Marcos para quedarme con los chicos. La cita era a las cinco y llegaron los tres con maxima puntualidad.

– Hemos ido a buscar a Marina a su casa en un taxi -me informo Hugo.

– Luego hemos venido los tres solos -anadio la nina, contenta con la hazana.

– Eso indica lo mayores que sois ya -respondi intentando halagarlos.

– Yo ya habia ido solo en taxi otras veces -tercio Teo, siempre superior.

Se quitaron los abrigos y empezaron a moverse por el salon en plan tranquilo, pero enseguida les hice saber que era su anfitriona de modo especial.

– Vuestro padre no llegara hasta las ocho y yo no ire a trabajar esta tarde, de modo que podeis disponer de mi. Si os parece bien, nos vamos al cine.

Este planteamiento les sorprendio. Se miraron entre ellos sin saber que contestar. Por fin Teo tomo la palabra.

– ?Y que pelicula iriamos a ver? Porque para ponernos de acuerdo entre nosotros siempre hay follon.

– ?Que tipo de follon?

– Marina quiere ver peliculas de dibujos o cursiladas de princesas.

– ?No es verdad! -solto la nina sin anadir ninguna explicacion.

– Y a Hugo le gustan las americanas de beisbol o de pandillas de jovenes que dicen horteradas.

– ?Vaya, ya salio el listo! -protesto el encartado.

– ?Y a ti, que te gusta a ti?

– Las de miedo con fantasmas que revientan a la gente y le sacan las tripas -se apresuro a puntualizar Marina, vengativa.

– Las que mas me gustan son las de crimenes, en realidad -respondio Teo.

– Todas son iguales, y al final siempre atrapan al asesino y no te lo crees ni de cona -finalizo Hugo.

– ?Pues si que estamos buenos! -resumi-. Ya que es tan dificil ponerse de acuerdo, voy a mirar la cartelera y la escogere yo.

Por sus caras de pasmo colegi que no esperaban una conclusion tan tajante, pero nadie protesto. Busque en el periodico y me incline por una solucion eclectica.

– En el Capitol hacen un documental sobre los animales del Artico. Como a mi me chiflan los animales iremos a verlo.

Seguramente pensaban que mi estilo despotico era consecuencia directa de mi profesion, y yo no me entretuve en desmentirlo. Solo el discolo Teo aventuro un comentario cinico que se parecia ligeramente a una protesta.

– Seguro que esos animales estaran todos en vias de extincion por el cambio climatico y la culpa la tendremos nosotros que gastamos demasiada agua caliente en la ducha. Siempre es asi.

Hice como si no lo hubiera oido y me prepare para salir de casa encabezando la expedicion. Me sentia rarisima caminando por la calle con tres ninos. Era una sensacion nueva. A ratos pensaba que seria divertido encontrarme con algun conocido, y otros esa misma posibilidad me producia autentico horror. Pero no encontre a nadie, como era de prever.

Entramos en la sala y en cuanto se hizo la oscuridad, fuimos trasportados por un universo de hielo donde el juego de la vida y la muerte, tan presente siempre en todo, se materializo ante nosotros en forma de animales que luchaban por la supervivencia. En algunos momentos duros de la vida natural, por ejemplo cuando un oso atacaba a un monton de pacificas morsas, temi que la pelicula no fuera adecuada para los ninos. Luego recapacite sobre la noneria de ese pensamiento y me di cuenta de hasta que punto es facil volverse hiperprotector y retrogrado cuando se tienen hijos pequenos. Debia dar mil veces gracias al cielo por haberme librado de semejante responsabilidad. En cualquier caso, cuando salimos del cine, los ninos se encontraban tan pimpantes, mientras yo tenia un mal cuerpo horroroso despues de haber contemplado los excesos propios de la vida salvaje: lucha entre especies, hielos deshaciendose y padres oso que agredian a sus propias crias para no tener competencia entre machos. Mas valia no establecer comparaciones con el reino de los humanos, por lo que pudiera pasar.

– Vamos a tomar algo -les propuse a los chicos, y paramos en una cafeteria de la Diagonal donde sirven bollos deliciosos y chocolate caliente. La iniciativa les complacio y se libraron a la degustacion de dulces con autenticas ganas. Yo me limite a sorber un bourbon como saludable medicina para mi animo, conturbado por las bestias polares.

– ?Que os ha parecido la pelicula? -pregunte en tono casual.

– Bien -limitaron los tres el cineforum a la minima expresion.

– A mi no me ha gustado que los osos fueran tan malos con sus hijos -dijo Marina por fin.

– A mi tampoco, carino -abunde sintiendo una gran solidaridad femenina.

– Ya se sabe que los animales son asi -sentencio Hugo, muy suficiente.

– Yo ya me imaginaba lo que iba a pasar en cada momento -fue la aportacion de Teo.

– A ti te gusta que te sorprendan, ?verdad? -le pregunte de modo un tanto envenenado.

– Pero casi nunca me sorprenden.

– Pues eso es muy grave.

– ?Por que, es que a ti te sorprenden siempre?

– No, pero yo tengo cuarenta y pico anos, mientras tu tienes doce. Y si a los doce anos ya nada consigue sorprenderte, te espera una vida francamente aburrida.

– Pero eso pasa porque a los ninos siempre nos cuentan lo mismo, y lo demas siempre nos lo ocultan.

– ?Lo demas? ?Y que es lo demas?

– Lo demas de la vida.

Le pegue un trago reflexivo a mi whisky. ?Joder!, encima probablemente lo que decia aquel avispado chaval era cierto. ?Toma con las tiernas criaturas!, pense, algunos de ellos poseen una mente tan sagaz que resulta ridiculo intentar enganarlos, o conformarlos con una pequena parte del pastel. Pero me faltaba escuchar lo mas comprometido, porque Teo, lejos de callarse tras aquella profunda declaracion, la remacho afirmando:

– Tu misma no nos quieres contar nada de tus investigaciones porque piensas que no son buenas para los ninos… total, que nunca nos enteramos de nada y lo unico que pillamos es siempre igual: que si animales, que si dibujos animados, que si Indiana Jones… hasta que nos lo sabemos de memoria.

Agite los cubitos en el vaso, carraspee. Llevaba tanta razon que me entraron ganas de reir, pero no era el momento. Al contrario, la conversacion nos habia llevado a un punto en el que si yo me decidia a agarrar el toro por los cuernos, podian surgir soluciones para malos entendidos que no haciamos sino arrastrar desde el principio. Le eche valor.

– A lo mejor estas equivocado. Quiza si no os cuento nada no es porque crea que en el caso que investigo hay cosas que no podeis saber. Puede que solo tema que os vayais de la lengua y corrais a repetirles mis confidencias a vuestras madres, como ya ha sucedido alguna que otra vez.

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