– ?Yo nunca me he chivado! -salto Marina como un guepardo, demostrando que seguia perfectamente los giros del dialogo. La expresion de Teo acuso con claridad el golpe, la de Hugo tambien. El ultimo remoloneo, dando vueltas innecesarias con la cucharilla a su taza de chocolate. Teo enrojecio, trago la amarga bilis de la verdad y, por primera vez desde que lo conocia, se mostro sumiso y compungido.

– No sabiamos que era tan importante guardar el secreto.

– En todo lo que tiene que ver con la policia es crucial. Porque si yo veo que repetis lo que os digo a vuestras madres, siempre puedo pensar que hareis lo mismo con vuestras profesoras, con vuestros companeros en el colegio, con cualquiera que os pregunte.

– ?Eso, no! -exclamo Hugo.

– ?Por que no? Si se pierde el credito se pierde para todo.

Siguio un silencio meditativo y abochornado. La mente de Teo trabajaba rapido y al fin declaro:

– ?Y si nosotros te aseguraramos y te juraramos…?

– Esta bien -lo interrumpi-. Trato hecho. ?Que quereis saber?

Teo no se inhibio lo mas minimo e inmediatamente pregunto:

– ?Es verdad eso del fanatico religioso?

– Lo estamos investigando, pero yo creo sinceramente que no existe tal fanatico. Sin embargo, hemos vuelto a solicitar la ayuda de un psiquiatra, lo vereis de nuevo en television, pero es mas una maniobra para que los medios de comunicacion se queden tranquilos y nos dejen en paz.

Un ramalazo de satisfaccion recorrio a mis tres interlocutores de modo visible.

– Tambien hay dos monjes expertos en historia que estan estudiando si es posible que se trate de una venganza por algo que sucedio hace muchisimos anos. Alguien que sufrio represalias legales por los sucesos de la Semana Tragica. Uno de sus descendientes hubiera podido decidir ahora ajustar cuentas de manera que todo el mundo llegara a enterarse.

– ?La Semana Tragica es de la guerra civil? -pregunto Hugo.

– Anterior.

– Ya lo buscaremos en Internet -tercio Teo, temiendo que mi arranque de sinceridad se viera frustrado por precisiones eruditas.

– Es algo de Franco, ?verdad? -pregunto Marina, que habia empezado a perderse.

– Algo asi. Quemaron muchos conventos.

– ?Pues vaya! Un chico de mi clase dice que los de Franco no eran tan malos -solto Hugo. Pero Marina estaba alli para reivindicar.

– El chico de tu clase no tiene ni idea. A mi, papa me dijo que Franco era lo peor, peor que los osos que hemos visto hoy.

No salia de mi asombro al comprobar como el eterno conflicto de la historia espanola habia llegado de oidas, y con opinion incluida, hasta aquellos ciudadanos en plena ninez. Pero Teo no estaba dispuesto a soltar la presa largamente acechada.

– ?Y que mas? -inquirio mirandome a los ojos.

– ?Y que mas que?

– ?Que piensas tu, tu crees que es verdad lo de la venganza?

– Todas las pruebas parecen llevarnos hacia eso; pero si he de deciros la verdad, a mi instinto de policia le cuesta creerlo. En este caso debe existir un motivo mas concreto, mas cercano, mas material. Siempre es asi en todo asesinato.

Mis palabras se balancearon en el aire y de alli las absorbieron los oidos hambrientos de los chicos. Continue antes de que reemprendieran sus preguntas.

– Y ahora os dire lo que he decidido hacer; pero me gustaria que fuerais conscientes de que nadie lo sabe aun. Ni siquiera se lo he comentado al subinspector Garzon.

– ?Ni siquiera a el? -dijo Hugo, francamente impresionado.

– No, se lo dire manana por la manana. Creo que debemos investigar mas a fondo el entorno de la testigo que han asesinado.

– ?La mendiga?

– Si. Al tratarse de una vagabunda, hemos pasado demasiado deprisa por ella y temo que no hayan sido atados todos los cabos que su personalidad sugiere.

– Pero ya hace unos dias que la mataron. ?Por que no lo hicisteis enseguida?

– Eso ocurre mucho en los casos complejos como este, se va detras de las nuevas pistas y se aparca la profundizacion de las anteriores. Pero luego hay que rectificar y volver atras. Resulta una practica bastante comun.

Por supuesto, habia gran cantidad de cosas en cuanto les habia relatado que no podian entender. Poco importaba, sin embargo; prevalecia en ellos la sensacion de haber sido objeto de confianza, de lo cual me alegre, porque si me hubiera visto obligada a explayarme en las explicaciones, probablemente no hubiera sabido por donde salir.

– Si habeis acabado con el chocolate podemos marcharnos ya. Seguro que vuestro padre debe de estar en casa.

En silencio solemne empezaron a ponerse los abrigos. Entonces, Teo dijo, como al desgaire:

– Gracias, Petra.

– ?Como? -reclame sutilmente una confirmacion.

– Que gracias por habernos contado todo esto.

– Pero vosotros…

Marina me corto para afirmar con fuerza:

– Si alguno de vosotros le dice algo a vuestra madre os prometo que no sere vuestra hermana nunca mas.

– No seas boba, no vamos a decir nada. Pero si descubris algo ?nos lo contaras, Petra?

– Si es interesante, si.

Regrese a casa con la impresion de haber firmado la paz en una guerra no declarada, o al menos un armisticio. Al meternos en la cama se lo comunique a Marcos.

– Tanto mejor -dijo escuetamente, y un segundo mas tarde anadio-: Le preguntare a Teo como han conseguido sacarte tantas informaciones. Ahora ellos ya saben mas que yo.

– Te lo contare todo por la manana, hoy estoy cansada de actuar como portavoz familiar de la poli. ?Sabes que me da por pensar algunas veces? Que te has casado con una policia para entrever un poco el rostro del mal. Eras demasiado perfecto sin mi y lo que represento.

– Eso me suena tan complicado que necesitaria pensarlo un rato para saber si es verdad. Y yo tambien estoy cansado. Manana sera otro dia.

– Si -musite, y nos abrazamos en silencio.

Al dia siguiente todas nuestras vias de investigacion estaban en marcha. El doctor Beltran habia aceptado regresar a la asesoria del caso, no sin antes declarar altaneramente que siempre habia estado convencido de que volveriamos a llamarlo. Empezo a pergenar nuevos retratos de locos religiosos como lo hubiera hecho un pintor de corte paranoica. Yolanda y Sonia le fueron adjudicadas como vinculos policiales, y yo me encontraba perfectamente dispuesta a pasarle a Villamagna todos sus informes despues de haberlos filtrado, y tirarlos mas tarde a la basura.

En cuanto a los monjes, sabia que el hermano Magi pasaba casi todo el dia en el convento de las corazonianas, trabajando junto a la hermana Domitila. Seria suficiente con reunirse con ellos una vez cada dos dias para controlar sus avances, a no ser que nos convocaran puntualmente por haber descubierto algo espectacular, cosa de la que dudaba.

Ya estabamos solos Garzon y yo, como siempre, como quiza hubieramos debido estar desde el principio en aquel caso con demasiada participacion foranea. Me puse frente a el y le sonrei.

– ?Vamos al albergue donde dormia Eulalia Hermosilla, Fermin?

– ?Cielos, ni siquiera recordaba el nombre de esa mujer, han pasado tantas cosas…!

– Me apena que diga eso, al final esa mujer ha resultado lo menos importante de todo este embrollo. Da la impresion de que hasta la pata del santo, como usted le llama, haya sido mas crucial.

– Ya sabe como funciona la frivolidad del ser humano, el mero analisis cuantitativo: hay mas mendigas que

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