directamente del Cuerpo. A mi, la posibilidad de casarme con un colega me habia puesto siempre los pelos de punta. No podia concebir una sobremesa con un tipo que te habla de las neuras de su comisario o, mucho peor, te comenta las incidencias del caso que tiene encomendado. Por eso y por otras muchas cosas alli estabamos Marcos y yo, unidos por la ley, pero separados por los tan diferentes universos de nuestros trabajos. El parecia llevarlo bien, pero yo no podia quitarme de la mente la sensacion de ser una rareza en su vida. Quiza por eso nunca le contaba nada de las investigaciones, aun arriesgandome a que tomara mi hermetismo como una falta de confianza en su discrecion.

– ?En que estas pensando? -me pregunto de pronto.

– No se, se me habia ido el santo al cielo.

– ?El caso del monje?

– ?No! -exclame riendo-. Estoy tan harta de ese caso que me fuerzo a no pensar en el. Pensaba en Garzon - menti.

– Si no le conociera a fondo estaria celoso. Pasas mas tiempo con el que conmigo.

– Le ha cambiado un poco el caracter.

– ?Para bien o para mal?

– Para bien, supongo. Desde que esta enamorado no le afectan tanto los reveses del servicio. No creo que eso incida negativamente en la calidad de lo que hace; pero produce el efecto de que le apasiona menos trabajar.

– Siempre he pensado que el amor es menos versatil en el hombre que en la mujer. Las mujeres podeis amar muchas cosas, y cada una de un modo diferente. Sois capaces de amar el trabajo, a los ninos, a los animales, a la pareja… Los hombres es como si tuvieramos una cantidad limitada de amor, y todo del mismo tipo. Por eso lo que pones aqui lo quitas irremediablemente de alla.

– Pues no me hace maldita gracia oir eso.

– ?Por que?

– Porque tu amas muchisimo tu trabajo, de lo cual se infiere que a mi…

– ?Alto ahi! Tu eres lo primero, lo unico, lo mas importante. El trabajo era antes basico para mi, y ahora lo contemplo como un medio de subsistencia, muy grato, si, pero prescindible si tuviera que hacer una eleccion. Es mas, a veces he llegado a pensar que trabajo para no entorpecerte mientras lo haces tu, como una especie de entretenimiento mientras no estas en casa.

– ?Basta, basta!, porque de verdad no se si me estas tomando el pelo.

– Debes ser la unica mujer del mundo que rechaza las declaraciones amorosas.

– Soy pudorosa, ya me conoces.

Me lleno la copa de un excelente cava y me propuso brindar.

– Por el pudor, el amor y el trabajo.

– Y por la Policia Nacional -anadi en tono de broma.

– Oye, Petra, poniendonos menos teoricos. Se me ha olvidado decirte que el proximo fin de semana viene de Londres mi hijo mayor.

– ?Viene Federico?

– Tiene una semana de vacaciones y quiere pasar un par de dias con nosotros.

– Bien, asi lo conocere mejor. Nunca nos hemos visto de modo tranquilo.

– Ya sabes que tiene un humor un tanto especial.

– Me gustan los ironicos, no te preocupes. ?Se lleva bien con sus hermanos?

– Se quieren mucho. A los gemelos les toma el pelo sin compasion, pero ellos se defienden. Y en cuanto a Marina… bueno, la diferencia de edad ha propiciado que se adoren mutuamente.

– ?Hay que hacer algo extraordinario?

– No, nada, el sabado saldremos a cenar.

En realidad, no me parecio una noticia baladi. Ahora que habia logrado un equilibrio convivencial con los tres pequenos, llegaba el enigmatico mayor. En fin, la vida de mujer casada con un padre reincidente se veia jalonada de dificultades que era necesario sortear. Veriamos como se me daba un chaval de diecinueve.

Aquella comida de celebracion habia sido maravillosa, pero en cuanto empezo la tarde de trabajo la maldije mil veces. Y no porque algo me hubiera sentado mal, sino por el contraste tan hiriente que supuso volver a la realidad del caso. Garzon, que habia comido un menu en La Jarra de Oro, no se veia obligado a adecuar su mente a lo cutre, como me pasaba a mi. No le habia informado de que mi mediodia seria especial; de modo que me miro con cara de aburrimiento latente y dijo:

– Inspectora, ya tengo la lista de los tios con los que hablaron los companeros en la calle Escornalbou. Cuando quiera nos largamos para alla.

Aquel somero informe fue un trallazo inmisericorde para mi sensibilidad, adormecida por los placeres de la mesa y la conversacion amorosa. Como una artista interrumpida en pleno acto creativo, deje caer las palabras con indolencia tragica.

– Bien, Fermin. Vaya a buscar usted el coche, por favor.

Ahora sabia que sentia Beethoven cuando, liado con la Heroica, su asistenta le preguntaba que queria para cenar.

10

En la calle Escornalbou empezamos a visitar las casas que figuraban en nuestra relacion. Como ya habian sido interrogados con anterioridad, la reaccion de los vecinos era normalmente de cierta impaciencia, bordeando en algunos casos la exasperacion. Lejos quedaban los tiempos en los que a la gente le gustaba cooperar con la policia o ser entrevistado en la calle por un encuestador profesional. Desconfianza o desinteres, eso era lo que encontrabamos la mayor parte de las veces. Intentabamos llegar a una mayor profundidad de la que habia alcanzado el operativo, pero por mas que nos demorabamos, las conclusiones eran parcas. Si, muchos vieron a la mujer merodeando por el barrio, pero eso era todo, ?que mas podian anadir?

Acabamos con el cometido que nos habiamos fijado para la jornada, aproximadamente la mitad de las referencias testimoniales con las que contabamos, sin obtener el mas minimo resultado. La fe del subinspector se tambaleo.

– Oiga, Petra, ?de verdad cree que esta revision nos conducira a alguna parte?

– Debemos completarla. Ya que no tenemos ideas, debemos confiar en la tenacidad. Asi es como triunfa la gente que carece de talentos especiales.

– Pero aun reconociendo que somos torpones, estos testigos tan circunstanciales no nos estan aportando nada.

– Basta de saltos en el vacio, Garzon, seamos protocolarios por una vez. A lo mejor asi Dios nos lo premia. Dios es amante del orden.

– Hablando de Dios, ?a que hora tenemos la reunion con los eclesiasticos?

– Ya mismo, ponga rumbo al convento.

– Pero, inspectora, yo he comido poquisimo. Llevo el dia entero con una birria de menu.

– Ya comeremos despues de la reunion.

– ?Es que Dios tambien premia pasar hambre?

– ?No lo sabe usted bien! De hecho es la segunda cosa que mas premia. Adivine cual es la primera.

– Me lo imagino; y con esas premisas, estoy casi deseando que Dios me castigue, la verdad.

Domitila y Magi habian estado trabajando duramente. Los encontramos en la biblioteca, enfrascados en sus deliberaciones y sus documentos. Formaban una imagen casi pictorica. Lamentablemente el iba vestido de calle, habiendo dejado su habito en la abadia. De no ser asi, hubieramos podido estar perfectamente ante una imagen medieval. Una monja y un fraile, rodeados de legajos y libros, con los ojos fijos en su labor intelectual.

Nos recibieron con noticias en principio alentadoras. Al parecer, habian llegado a una especie de conclusion provisional. El hermano Magi se erigio en portavoz con enorme entusiasmo.

– Nuestro trabajo ha partido de una base teorica. Cuando ustedes nos encomendaron esta tarea, la hermana y yo barajamos la hipotesis de una venganza tal y como se nos sugirio. Y bien, hemos buscado en todos los

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