– Pero tu lo descubriras todo, Petra, ya veras -intervino Marina, llena de fe.
– Yo no trabajo sola, hay un equipo grande conmigo. Y esta el subinspector, no te olvides.
– Pues claro, ya me acordaba de el.
Federico me miro con ojos ironicos.
– Esa es la version politicamente correcta, ahora dime lo que piensas de verdad.
– ?En serio quieres saberlo? De acuerdo, te lo dire. Este es el caso mas odioso, enrevesado y ridiculo en el que he trabajado jamas. Cada vez que pienso en esa momia y en su absurda pata cortada me dan ganas de encontrarla solo para poder hacer picadillo con el resto del cuerpo.
Se echaron los dos a reir. Ni siquiera me atrevia a preguntarle a Federico que comentarios incluian los periodistas ingleses en sus cronicas, mejor no saber demasiado. Solo pedia al cielo que mis superiores no se enteraran de la difusion que habian alcanzado nuestras andanzas; los juzgaba capaces de organizar una rueda de prensa diaria con Beltran y Villamagna. Ademas, era facil colegir que si en Gran Bretana se habian hecho eco de la momia, lo mismo sucederia con los diarios de cualquier otro pais. Lejos de sentirme una
– Yo de ti, no me preocuparia demasiado por los periodistas. Lo que vosotros no les digais, ellos se lo inventaran.
Le sonrei, y agradeci oir la puerta de la calle abrirse. Marcos habia llegado en el momento oportuno, porque yo no sabia que contestar. Venia con los gemelos, de modo que el ambiente de la casa se animo de improviso y no volvimos a hablar de momias ni de asesinos. Hubo bromas, gritos, saltos, y comprobe como Federico se convirtio en un nino mas como por arte de magia. Tomaba el pelo a sus hermanos, hacia con ellos amagos de lucha libre… aquel era su rol en la familia, imagine, mientras que conmigo se comportaba como el adulto que ya era en realidad.
Salimos a cenar a un restaurante, donde continuo el ambiente de fiesta. Me divirtio observar como todos adecuabamos nuestra personalidad al grupo, todos menos Marcos, que continuaba fiel a si mismo con su calma habitual. No era mi caso. Yo, abrumada por los sinsabores de la investigacion, demasiado acostumbrada a la soledad, senti unos deseos locos de evadirme de mi propia piel, de convertirme en un miembro mas de aquella familiastra, pero no como madre, sino como una especie de hermana mayor. Bebi cerveza, rei, dije tonterias y participe en las algo enloquecidas conversaciones de los chicos con la mayor naturalidad. Federico era un eslabon que propiciaba un acercamiento a los mas pequenos dandome la oportunidad de huir de un papel demasiado formal. Marcos me miraba, divertido, quiza comprendiendo en aquel momento lo dificil que me resultaba normalmente oficiar de madre cuando no lo habia sido jamas.
En la cama, aquella misma noche, me pregunto:
– ?Que tal con Federico?
– Es genial. ?Crees que le he caido bien?
– Estoy convencido.
– Resulta mas facil tratar con el que con los ninos. Supongo que siempre sucede eso: te relajas con quien no espera nada de ti. ?Piensas que soy una inmadura por pensar de esa manera?
– Quiza, no me he parado a pensarlo. Aunque a lo mejor la inmadurez consiste en esperar algo de los demas.
Me quede pensativa.
– ?Yo espero algo de los demas?
– No lo se. ?Esperas tu algo de mi?
– ?Eso es trampa, no estabamos hablando de nosotros dos!
– Cuando los pensamientos tienen que ser diferentes al hablar de la pareja… mala senal.
– Marcos, ?puedo pedirte un favor?
– Adelante.
– Olvidate de filosofias y durmamos de una vez.
Se echo a reir y me abrazo, como si todo fuera una broma; pero yo estaba un poco enfadada. No queria pensar en nada con seriedad aquella noche y lo que menos necesitaba era una voz exterior que me obligara a escarbar en mi mente. Por un rato habia conseguido comportarme como una inconsciente, y no pensaba estropearlo ahora dando rienda suelta a una retahila de preguntas y respuestas analiticas. Me dormi. En mis suenos tenia quince anos y todo me divertia, sin mas.
11
La visita a los Pinol i Riudepera no podia posponerse mas. Si de verdad nuestros detectives eclesiasticos estaban avanzando en alguna direccion que valiera la pena, nosotros debiamos o descartar sus hipotesis o apuntalarlas. Naturalmente no me hacia maldita la gracia tener que acercarme a un notable catalan como aquel. Sobre todo porque imaginaba que a su alrededor habrian tejido una coraza del mas resistente material. Por desgracia, no solo no me equivoque sino que mi intuicion se vio superada por la realidad.
Garzon y yo nos personamos en las oficinas de los Pinol a media manana. Estaban situadas cerca de Barcelona, en un poligono industrial de Montcada i Reixach. Nuestra calidad de policias nos abrio las puertas justo hasta llegar al propio nieto de don Heribert, que se llamaba Joan. Por descontado, estaba al tanto de las «dificultades», como el las denomino, de las corazonianas. Sin embargo, que pretendieramos interrogar a su padre le parecia algo asi como ciencia ficcion.
– Eso es imposible -dijo como primera linea de dialogo.
– ?Podemos saber por que?
– Porque mi padre esta retirado, aquejado de algunos brotes de demencia senil. Tampoco creo que les sirviera de mucho hablar con el. No recuerda la mayor parte de las cosas y otras, las confunde.
– Dicen que los mayores con problemas de ese tipo suelen recordar bien el pasado remoto, aunque olviden lo que han cenado el dia anterior. Si a usted le parece bien, insisto en charlar con su padre.
Tenia pinta de relamido ejecutivo licenciado en Economicas por una universidad privada y se notaba la profunda repulsion que le provocaba el hecho de que la pasma tuviera la mas minima relacion con su familia.
– Todo eso esta muy bien, inspectora; pero tendre que conocer al menos los motivos por los que es tan importante que hablen con el, ya que de momento le aseguro que no entiendo nada.
Soltarle a Pinol junior las hipotesis completas de nuestros detectives aficionados me parecia en aquel momento como una especie de broma universal; asi que las sintetice, pero ni siquiera aquel procedimiento abreviado evito que el soltara una carcajada taladradora, casi cruel. Procure no inmutarme y prosegui con toda la calma de la que fui capaz.
– Quiza el guarda en la memoria algo que le haya contado su abuelo y que puede ser interesante para la investigacion que llevamos entre manos.
Una mueca que queria ser ironica y era deforme se instalo en su boca de labios finos y palidos.
– ?Y si le repito que no pueden verlo?
– Pedire una citacion por via judicial.
– Dudo mucho que le permitan entrevistarse con mi padre si la familia se opone por motivos de salud.
– En ese caso convocare a los periodistas y les dire que Heribert Pinol i Riudepera se niega a declarar en el caso de la momia, sin mas explicaciones. Puede estar bien seguro de que lo publicaran, andan faltos de novedades.
La cara del heredero de los Pinol se contrajo en un gesto de odio que no parecia adecuado para alguien que