Al meter la llave en la cerradura de mi casa me pregunte a quien encontraria en su interior. Era algo a lo que no me acostumbraba, antes nunca habia nadie, pero ahora… aunque no me importaba; al contrario, aquella incertidumbre ponia en mis entradas un punto de suspense y aventura. En efecto, esta vez fue Federico quien me sorprendio. Leia un libro sentado en el sofa del salon y llevaba un iPod insertado en la oreja.

– ?Petra, amada madrastra!

– Vengo medio muerta, hijastro de mi corazon. ?Estas solo?

– Mas solo que la una. He hablado con mi padre y dice que no llegara hasta la hora de la cena.

– ?Vaya desastre de familia!, ?verdad?

– ?Que va, al contrario! Soy yo quien no deberia estar aqui sino en casa de mi madre, pero se puso en plan de adulta concienciada que da consejos por mi bien y hui diciendo que habia quedado con vosotros. Me abrio Jacinta y me he refugiado en vuestro sofa. ?Nos arreamos un whisky? Tu lo estas necesitando y yo no voy a dejar que bebas sola, porque soy un caballero.

Me derrumbe en un sillon frente a el, me quite los zapatos, suspire.

– Venga ese whisky. Me encanta ser una mala influencia para la juventud.

Observe su figura filiforme y nerviosa preparando las bebidas con escasa ortodoxia. Me paso la mia, volvio a sentarse.

– ?No voy a preguntarte por la momia, lo juro! Yo soy mas civilizado que mis hermanos.

– Tus hermanos son muy buena gente. Lo que ocurre es que se les hace dificil pensar que tienen una madrastra policia. Y no me extrana, todos los cambios de pareja de tu padre deben de haberles creado cierta inestabilidad.

– No lo creas. Los adultos subestimais las capacidades de los ninos. Yo, que lo tengo fresco aun, recuerdo perfectamente como sabia que mis padres se iban a separar. Te vas dando cuenta de las cosas, sabes como son los dos, lo bueno y lo malo de cada uno, sus manias, sus defectos, lo que intentan ocultarte sin conseguirlo. Pero los mayores pensais que solo somos enanos que vivimos en un mundo mejor.

– Eres muy inteligente.

– Si, no estoy mal. Me acuerdo de que un dia cai en que ser hijo de padres separados me daba un monton de posibilidades que no habia tenido jamas.

– ?Como por ejemplo?

– Te sientes mas libre, menos cautivo dentro de la familia, mas responsable de tu propia vida, con mas facilidad para pensar, para elegir…

– Lo malo es que te percatas de eso cuando ya tienes cierta edad, pero al principio debe ser diferente.

– Al principio es un poco duro, lo reconozco, empiezas a pensar si tu has tenido la culpa de algo, si te has portado siempre bien, si hubieras podido aportar mas a la paz familiar. Pero una vez que todo se ha reorganizado y vuelves a tener una rutina y ves que todo sigue mas o menos colocado en su lugar, entonces lo que te preocupa es pasarlo lo mejor posible y no sufrir incomodidades. Porque tus padres son tus padres, algo muy importante, pero tu eres tu.

Lo mire con simpatia. Quiza producia en los demas la sensacion de tomar poco en serio la vida, pero Federico distaba mucho de ser un joven frivolo e inconsciente. Despues de pegarle un buen trago a su whisky, continuo.

– Me alegro de que estes casada con mi padre. Me parece que, de todas sus mujeres, tu eres la mejor para el.

Solte una breve risotada que intentaba ocultar mi embarazo.

– ?Puedo preguntar por que? Me interesa mucho tu opinion. A tu padre no le gusta hablar del pasado.

– Es un tipo muy reservado, ya lo se. Y yo tampoco sabria hacer una lista de las razones exactas que explican lo que acabo de decirte; pero tengo la impresion de que tanto mi madre como su segunda mujer esperaban demasiado del matrimonio. Y claro, mi padre se sentia agobiado. Eso de que el amor es basico esta muy bien, pero hay otras cosas, ?no? Entonces tu, con ese rollo de que eres policia y de que te has divorciado tambien varias veces…

– Solo dos.

– Las que sean; pero el caso es que tienes tu vida, tus problemas, tus historias, y no te pasas el dia dandole la vara con que lo amas y todas esas cuestiones tan cursis. El es muy independiente, y tu tambien.

Me eche a reir.

– No se como tomarme eso, la verdad.

– Tomalo bien. Tampoco es que yo sea un psicologo magnifico ni un consejero sentimental, pero me gusta fijarme en lo que pasa y sacar conclusiones.

– ?Tu sales con alguna chica?

– A veces si, pero aun no me apetece meterme en lios. De todas maneras, no pienso casarme. Vuestra generacion siempre esta casandose y descasandose, yo no tengo ganas de tanto embrollo sentimental.

– Me parece una sabia postura.

– Igual algun dia cambio por completo y me enamoro; pero no me casare, te lo aseguro. Y nunca tendre hijos.

– Bien hecho, es una responsabilidad excesiva.

– Y un conazo.

– Eso, tambien.

– Cuando estoy unos dias con mis hermanos acabo hasta las narices.

– A mi me hacen gracia.

– Ya lo se. Tu a ellos les caes bien. Flipan con eso de que seas policia y lleves casos de asesinos locos y todo lo demas.

– Me alegro. Ha habido algunos momentos en los que pense que nunca me aceptarian como soy.

– Tonterias, ganas de jorobar y hacerse los importantes.

Ambos oimos claramente la puerta de la calle abrirse y cerrarse despues. Marcos se acercaba. Precipitadamente le pregunte:

– ?Cuando vuelves a Londres?

– Manana.

– Por si no volvemos a estar solos quiero que sepas que estoy muy contenta de tener un hijastro como tu.

No le dio tiempo a contestar; tanto mejor, me horroriza la exhibicion de los sentimientos. Marcos se sorprendio al vernos sentados alli, en actitud de descanso total.

– ?Eh!, ?que haceis aqui casi sin luz? -Encendio una lampara-. ?Y bebiendo como cosacos! ?Celebrais algo?

– Queria ligarme a Petra, pero me ha dicho que no.

Marcos tomo un cojin del sofa y lo lanzo encima de su hijo.

– ?Calla, monstruo!

Se dejo caer pesadamente en un sillon.

– ?Te preparamos una copa?

Nego con la cabeza, se restrego los ojos y suspiro.

– ?Sabeis que ocurrira si ahora me tomo una copa? Pues que me quedare dormido como una marmota. Os propongo algo mejor: vamos a cenar al italiano de la esquina. No sera una gran celebracion, pero podremos comer y charlar tranquilos.

– ?Y que celebramos? -pregunto Federico.

– ?Que te vas de una vez! No hay motivo mejor.

Cuando nos arreglabamos para salir me dio la impresion de que Marcos estaba tan mortalmente cansado como yo. Al tiempo se le veia feliz, porque habia comprendido que su hijo mayor y su mujer habian congeniado sin ningun genero de dudas. Por supuesto, no me hizo ningun comentario al respecto, ni tampoco yo a el. Hay cosas que resulta casi obsceno subrayar.

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