podido pronunciar una vez en la vida una frase de pelicula. Hubo que esperar mas de media hora a que llegara el maldito abogado, el cual resulto ser un cuarenton con pinta de hortera a quien tuvimos que relatar todo desde el principio, esta vez sin pararnos a mirar si heriamos o no la sensibilidad del auditorio. Por fortuna, el hortera aconsejo a su cliente que contestara a todas nuestras preguntas y por fin pudimos saber en primer lugar la direccion de Juanito.
– Vive conmigo, muy cerca de aqui.
– ?Tiene inconveniente en que enviemos alguien a su casa a buscarlo?
– En absoluto, pero no esta, no contesta al telefono.
– Lo investigaremos.
– Pero no pueden entrar si yo no estoy presente.
– Claro que no, solo pretendemos vigilar las inmediaciones.
Garzon dio, via movil, las ordenes pertinentes, y continuo nuestro interrogatorio, al que Lledo respondia con toda normalidad; tener a su abogado junto a el parecia haberlo librado de cualquier desconfianza. Gracias a su colaboracion pudimos hacernos una idea bastante clara de las circunstancias de la familia. Lledo era viudo y sus dos hijos, Juanito y Miguel, tenian veintisiete y veinte anos respectivamente. Solo el primero continuaba en la casa paterna; el benjamin era tambien soltero, si bien se habia independizado. Ambos trabajaban en el negocio familiar.
– Miguel lleva todo el tema de numeros. Juanito es mas timido. No quiso estudiar y bueno, prefiere repartir los pedidos y tratar con los clientes a meterse en temas de mas complicacion. Al principio me senti un poco decepcionado de que fuera tan poco ambicioso, pero cada uno es como es.
– ?Tienen a su nombre usted o sus hijos algun otro almacen, algun inmueble o local industrial?
– No, no lo tenemos.
– Necesitamos saber que tipo de amistades frecuentan sus hijos, que aficiones se les conocen.
– Van con amigos, a veces con novias… ?yo que se, inspectora! Si mi esposa continuara con vida ella le diria, pero yo bastante tengo con organizar la casa y el trabajo para que funcionen un poco decentemente. Me case y tuve hijos siendo ya bastante mayor. Luego fue mi mujer, mucho mas joven que yo, la primera que falto por culpa de un cancer y me dejo con dos chavales adolescentes. Asi que ya me dira, he hecho lo que he podido. Aunque una cosa le puedo asegurar: los dos son buenas personas, tanto el uno como el otro: trabajan y no dan que hablar. El pequeno sale mas con chicas, eso si lo se; pero a Juanito la unica aficion que le conozco es ir de excursion los domingos con un grupo de jovenes que se ha formado en la parroquia. Hable con el cura de Santa Madrona, el le informara mejor que yo.
El abogado tomo la palabra.
– Inspectora, comprenda que debo pedirle que le concrete a mi cliente de que se acusa a su hijo.
– De momento, solo de haber atacado a una policia; pero tenemos la sospecha fundamentada de que puede estar implicado en algo mas grave.
Le lance una mirada de entendimiento pidiendole que no me hiciera hablar mas. El la capto. A la salida vino corriendo tras nosotros. No hizo falta que me preguntara nada, enseguida lo informe.
– El hijo de su cliente puede estar metido en un caso de asesinato.
– ?Imposible! Deme mas detalles.
– Se los dare cuando lo hayan encontrado y pese algun cargo concreto sobre el.
Apostamos un hombre cerca del almacen, otro frente al domicilio de los Lledo y otro en casa del hermano mas joven. Estaba convencida de que ninguno de los dos vastagos apareceria, pero podian cometer un fallo e ir a recoger algo a sus domicilios. Cuando acabamos de hablar con el padre se le veia muy afectado. Sin duda empezo a tomar en serio la posibilidad de que sus chicos estuvieran en problemas. En cualquier caso, aquel hombre no era su complice ni su encubridor.
– ?Hay alguna noticia de la furgoneta? -le pregunte a Garzon. El nego con la cabeza. Estaba muy callado, como ausente.
– ?Pobre senor Lledo! Me daba pena, inspectora: tan mayor, viudo y ahora este palo con su hijo…
– Aprecio mucho su gran sensibilidad, pero en vez de estar compadeciendo al padre de un sospechoso haria bien en buscar por donde cae la parroquia de Santa Madrona.
– La buscare manana; no se si se ha fijado en la hora que es.
– Esto no tiene espera, Fermin.
– Al contrario, inspectora. Detesto contradecirla, usted lo sabe muy bien, pero lo que debemos hacer es justamente esperar. Necesitamos que localicen esa furgoneta, necesitamos que Juanito lleve un tiempo perdido para poder pedir una orden de captura en su contra y, por ultimo, necesitamos dormir. Yo, ademas, que como ha comprobado tengo reblandecidas las neuronas debido a mi sensibilidad enfermiza, ardo en deseos de ver a mi mujer. Asi que si usted da su permiso…
– Estoy segura de que si no se lo diera se largaria igual; de modo que…
Se alejo a paso ligero. Entonces le grite:
– ?Garzon, a primera hora de la manana quiero saber donde esta esa maldita parroquia! ?Y lo quiero a usted alli para hablar con el cura!
Asintio pesadamente con la cabeza, sin siquiera volverse. Lo oi rezongar cada vez mas lejos.
– Parroquias, frailes, curas, monjas, beatos… ?La de Dios, este caso es la de Dios!
14
Regrese a casa con la sensacion de que estaba faltando al deber de policia. Marina me salto al cuello tras haber cruzado la puerta, abrazandome con fuerza.
– ?Marina, carino! ?Como estas? ?Cuanto tiempo sin verte!
– Si, nunca nos veiamos. Papa dice que estos dias teneis mucho trabajo.
– Es verdad. Ultimamente ni siquiera nos vemos el y yo. ?Que desastre!
– Bueno, el tiene que hacer casas y tu tienes que coger a un asesino.
Me hizo gracia aquella sintesis imposible. Le sonrei.
– ?No estaras sola!
– No, Jacinta esta planchando ropa hasta que alguien viniera.
– ?Y tus hermanos?
– Llegaran con papa a las diez.
Fui a decirle a Jacinta que podia marcharse. Por el pasillo me puse a pensar y se me ocurrio un ingenioso plan para poder compatibilizar el trabajo y la familia. Eran las nueve menos cuarto; teniamos tiempo aun.
– Marina, ?quieres acompanarme a una mision oficial?
– ?De tu trabajo?
– ?Claro! Iremos a visitar al hospital a una policia que ha sido agredida por un malhechor.
Se le pusieron los ojos como lunas llenas. Asintio para preguntar enseguida:
– ?Agredida con una pistola?
– Le dio un fuerte golpe en la cara, quiza con una pistola. No lo sabemos aun.
– ?Iremos antes de que lleguen Hugo y Teo?
– Si, y estaremos de vuelta al mismo tiempo que ellos.
Desaparecio, y al cabo de un segundo la tenia delante de nuevo, abrigada con su grueso anorak de color rosa.
La llevaba de la mano cuando entre en la habitacion 22 del hospital Clinico. La pobre Sonia tenia un aspecto llamativamente malo: los pomulos hinchados, dos grandes marcas negras alrededor de los ojos y una ferula blanca que le cubria la nariz. Mire de reojo como Marina la devoraba con la mirada.
– ?Inspectora!, ?como esta?
– Bien, Sonia, bien. ?Y tu?
– Yo estoy bien; cuando usted diga puedo reincorporarme.
– Tendras que esperar un poco para eso.
– ?Y esta nina?