– Es Marina, mi hijastra.
– ?Que mona!
Marina, de reacciones mucho mas adultas que las de Sonia, le alargo la mano y dijo bajito:
– Mucho gusto.
– Lastima, inspectora, mi madre acaba de bajar a la cafeteria para tomar algo de cena, si hubiera sabido que venia se la hubiera presentado. ?Quiere que la llame?
– No, no la molestes, es igual. Ademas, debe estar enfadada conmigo.
– ?Porque me hayan pegado? ?Que va, hasta estan casi contentos! Piense que yo se lo he puesto todo un poco bonito a la familia. Para que esten orgullosos de mi les he contado que estuve a punto de atrapar a un asesino.
– Lo cual es una absoluta verdad.
– ?Usted cree? De todas maneras, inspectora, le aseguro que ese tio se libro de mi por el golpe tan fuerte que me arreo en la cara, que si no… alli sigo amarrada a la furgoneta aunque se hubiera puesto a mil por hora.
Marina, que se habia mantenido callada con su prudencia habitual, no pudo resistir por mas tiempo la curiosidad y le pregunto directamente:
– ?Ibas cogida a una furgoneta en marcha?
– Si, a la ventanilla del conductor; pero el tipo me pego con toda su fuerza y cai hacia atras.
– ?Que guay! -exclamo la nina lejos de cualquier conveniencia social.
– ?Te fijaste que utilizo para pegarte? -intervine.
– Yo diria que era la empunadura de un cuchillo, pero no estoy segura.
– ?Te dolio mucho? -se intereso Marina haciendome quedar mal por no haberseme ocurrido esa pregunta a mi.
– No mucho, bonita, me dolio mas el que se me escapara. Claro que ahora me viene el dolor a rachas, pero me dan calmantes -respondio sonriendo como pudo.
– ?Observaste algo durante la persecucion que deba figurar en el informe?
– En fin, inspectora, como para figurar en el informe oficial… pero ya le dije a Yolanda que tuve tiempo de fijarme en que era un tipo raro.
– ?Que tipo de rareza?
– No se, tenia la mirada como la de un perro apaleado. Hasta cuando me estaba dando hostias… -se interrumpio, miro a Marina, arrepentida de haber soltado un taco en su presencia. Senti el primer indicio de impaciencia, me contuve.
– Adelante, prosigue, esta bien.
– Pues hasta cuando estaba en plena agresion me miraba con unos ojos que no tenian odio dentro, parecia como si me pidiera disculpas. A lo mejor me hice esa idea solo porque los tenia bonitos, asi como azules tirando para grises.
– ?Lo reconoceras si vuelves a verlo?
– Claro, claro que si.
– Esta bien, Sonia, tomate tu tiempo y recuperate. ?Yolanda ha estado contigo?
– Toda la tarde, hace solo un ratito que se marcho y tambien ha venido su marido, el agente Dominguez. ?Son mas amables, me trajeron una caja de dulces! ?Y tu, peque, te portas bien en el colegio? -le pregunto de pronto a Marina en un ridiculo tono infantiloide. Ella se limito a asentir y dijo muy formal, empleando la formula protocolaria:
– Adios, y que se mejore.
– ?Que educada es! -exclamo Sonia-. Eso es lo que nos haria falta a Yolanda y a mi, inspectora, tres o cuatro crias como esta y dejar el trabajo. Aunque ya sabe que hablo de broma, yo ni siquiera estoy casada. Ademas, a mi lo que me gusta mas en la vida es ser policia, ya lo sabe usted.
Antes de que nos despenaramos por la peligrosa vertiente de lo personal solte dos carcajadas a destiempo y le di unos golpecitos en la cabeza. Luego hice correr a Marina por los pasillos del hospital.
– ?Por que vamos tan deprisa? -quiso saber.
– No quiero que nos enganche la madre de Sonia; debe de ser pesadisima.
– Ya -dijo laconicamente mi hijastra, y anadio con cierta censura-. Pues ella es muy valiente.
– Si que lo es -afirme, y pensaba de verdad lo que decia.
Nos recibieron los gemelos y Marcos, ya preocupados.
– No te he llamado porque no queria molestar, pero me preguntaba donde podiais estar metidas.
– Estabamos en el hospital, viendo a una policia que tiene la cara machacada por un asesino muy peligroso - contesto Marina de corrido, dirigiendose a la galeria boquiabierta de sus hermanos.
Le conte a mi marido las incidencias que nos habian llevado hasta el Clinico, mientras Marina hacia lo propio, sin duda en una version mas florida, con los chicos, camino de sus dormitorios.
– ?Has cenado? -pregunto Marcos.
– No he comido nada en todo el dia.
Me abrazo de pronto, me beso.
– ?Tengo tantas ganas de estar contigo!, pero ahora… en compania de los ninos…
– No pasa nada. Cuando todo esto acabe, nos fugaremos a una isla desierta.
– Sera un placer.
Hugo carraspeo en la puerta antes de hacerse visible.
– Hay una nota de Jacinta en la cocina. Dice que en el horno tenemos una lasana, y en la nevera una ensalada sin alinar.
– ?Adelante, pues! Id poniendo la mesa.
En ese momento entro Teo, ayudo a su hermano a sacar los cubiertos del cajon. Tras unos instantes de silencio dijo:
– Petra, ?a nosotros tambien nos llevaras a ver a la agente machacada? -Note un claro reproche en su voz.
– ?Por supuesto! -respondi con toda naturalidad. Y anadi-: No se me habia ocurrido que ver a personas machacadas os hacia ilusion.
Nos sentamos a la mesa. Marcos empezo a servir los platos y, de modo absolutamente fatal, mi telefono sono. Marina salto como un resorte y corrio a traermelo, como una ayudante consumada. Descolgue. La blasfemia que oi correspondia sin duda a un muy enfadado Garzon.
– ?Han encontrado la furgoneta, inspectora!
– ?Donde?
– En un aparcamiento de Montjuic.
– Voy para alla.
– ?Tiene cojones, la cosa; estamos en mitad de la cena!
– Dichoso usted, Fermin; yo no he probado bocado aun.
Me levante y Marcos lo hizo conmigo.
– No puedes marcharte sin tomar nada, Petra.
– Comere un tentempie por ahi. De todas maneras no creo que tarde. Han encontrado la furgoneta y habra que llevarla a analizar. Hago cuatro formalidades y regreso. Guardadme un trocito de lasana.
– ?Puedo acompanarte? -inquirio Marina, dispuesta a cualquier cosa.
– No querida, ahora no -le sonrei.
Mientras cogia mi gabardina oi como Teo y Hugo se metian con ella.
– Claro, ya va a ir la inspectora jefe Marina a detener al asesino. ?Y todo sin pistola, a pelo!
No pude distinguir en la replica iracunda de la nina mas que la palabra «gilipollas», pero si entendi a la perfeccion la llamada a la calma de Marcos y su colofon imperativo, que tan bien conocia.
– ?Y ahora todos callados de una vez!
Tuve la sensacion de estar abandonando un lugar calido y amistoso, a pesar del jaleo.
La furgoneta de Frutas y Verduras El Paraiso habia sido abandonada en una zona de aparcamiento cercana a la Fundacion Miro. No era un lugar concurrido, sobre todo por la noche; pero aun asi, un muchacho que pasaba haciendo