– Pero hay que intentar comprender por que los hilos han llegado hasta donde estan…

– Deje, deje, pasemos a la accion.

El inspector jefe me sonrio.

– He estado revisando los informes que han elaborado hasta dia de hoy y la verdad es que todo esta bien encajado; solo se me ocurre un reproche: la investigacion ha pecado de ser excesivamente teorica e intelectual: historia, psiquiatria… claro que se han movido en un terreno muy inusual que justifica todos los metodos.

– Senor, hemos seguido los hilos, como dice el comisario, pero al final, el ovillo parece estar tan enredado como si un gatito hubiera estado jugando con el. Y encima, ahora sale de la madriguera este tipo al que no sabemos donde colocar.

Coronas me interrumpio.

– Petra, centremonos. ?Que ordenes practicas daria usted en este momento?

– Una orden general de busca y captura para que se pasara a todos los cuerpos policiales.

– Correcto, hace un rato que la he dado. ?Que mas?

– Una orden de registro en el domicilio de los Lledo, tambien en el almacen de verduras.

– Perfecto; pues hagalo. Primero ordene y luego comprenda. No se ha inventado nada mejor en cuestiones de investigacion policial.

Salimos del despacho con un monton de deberes por hacer. Garzon estaba contento, porque los jefes abonaban y bendecian su estrategia de actuar ante todo. Yo me encontraba de mal humor.

– Eso, pongamonos todos en movimiento, que no se quede nadie quieto, ?a trabajar! ?Y quien trabaja poniendo su caletre a funcionar? ?Los guionistas de cine, es bien sabido!, a los guripas no nos hace maldita falta la logica ni el pensamiento. ?Y este es el mismo comisario que nos obligo a meter al psiquiatra en la investigacion, el mismo que alentaba las pesquisas historicas?

– No sea insubordinada, Petra. Si cazamos a uno de esos chicos Lledo, enseguida se hara la luz.

– Eso puede llevarnos meses, ?se da cuenta, Fermin?, igual estan metidos en un agujero. Lo que deberiamos hacer es hostigarlos, conseguir que salgan.

– Si, pero ?como?

– No lo se. Llame a Villamagna, que convoque a los periodistas y les diga que estamos tras la pista segura del asesino. Sin mas aclaracion.

– De acuerdo, esa es una presion que puede contribuir a que se entreguen.

– Llame tambien a Yolanda y ordenele que se comunique con la hermana Domitila y el hermano Magi: de momento pueden abandonar la investigacion en la Biblioteca Balmesiana.

– Muy bien. ?Y nosotros?

– Usted se encarga de ejecutar estas ordenes mas las que he mencionado delante de los jefes.

– ?Y usted?

– Yo me voy al convento.

– ?A que?

– A profesar; en medio de todo este pandemonium, me he dado cuenta de que tengo una vocacion religiosa del carajo.

– Oiga, inspectora, ?por que no me espera y vamos los dos?

– Frailes y monjas hacen los votos por separado. Luego nos vemos aqui.

No tome el coche para ir a las corazonianas. Tenia la esperanza de que, al caminar, las ideas irian aflorando a mi mente. La escuela peripatetica quiza podia echarme una mano, convocariamos a la filosofia ya que la historia y la psiquiatria habian fallado. Aunque lo mas probable era que necesitara las tres disciplinas, quiza mas, para poner cierto orden en mi cabeza para aquella visita al convento. Sabia que debia ir sin mas tardar, pero no sabia como ni por donde comenzar los interrogatorios.

Cuando ya avistaba la hermosa y discreta portada, pense en llamar antes al doctor Beltran. Me contesto desde su movil.

– ?El retrato de su sospechoso? Si, mas o menos lo tengo bastante definido, pero estoy redactando un informe.

– Hagame un resumen de urgencia, se lo ruego.

– Bueno, el individuo que ustedes me describen no sufriria una patologia mental determinada. Para que un profano me pueda entender dire que no seria un loco. Sin embargo, si tiene una personalidad conflictiva. Hay muchos sujetos asi, en ausencia de la madre durante el crecimiento y la educacion experimentan carencias que se agravan cuando la persona no es capaz de elaborar una estrategia social adecuada. Los hay agresivos y los hay regresivos. Su sospechoso seria del segundo grupo.

– Disculpe, doctor. Se que no podra responderme taxativamente, pero ese sujeto no agresivo, ?seria incapaz de matar?

– Como muy bien deduce, no existe una respuesta definitiva para eso. Sin embargo, si podriamos aventurar, con las convenientes salvedades, que llegaria a matar si le impulsara a ello un motivo emocional muy fuerte.

– ?Como por ejemplo?

– No se que decir: mucho amor, mucho odio, el deseo de proteger a alguien a quien amara, la deificacion de alguien con quien hubiera simpatizado de modo especial… o todo lo contrario, la venganza contra alguien que lo hubiera ofendido. Y piense, inspectora, que una personalidad de ese tipo puede derivar en cualquier momento hacia lo patologico. En ese caso, los motivos que a usted o a mi nos parecerian triviales, impensables como para cometer un crimen, serian suficientes para ese hombre; depende de lo que se obsesionara con ellos.

– Comprendo.

– Pero le ruego que no haga un uso frivolo de lo que le he dicho, quiero presentar un informe con una documentacion mas exhaustiva y razonada, que pueda ir firmado con mi nombre.

– Yo nunca he hecho nada frivolo en toda mi vida, doctor. No esta en mi naturaleza.

Sin duda lo desconcerte con mi tono tranquilo y educado pues, tras una pausa, se rio tontamente por toda respuesta a mi boutade. En condiciones normales despues de haber colgado, me hubiera puesto a despotricar en un alarde de mala uva ocasionada por la vanidad del interfecto; pero en aquellos momentos tenia la mente tan embebida en el caso y sus meandros que enseguida olvide a nuestro doctor Narciso. Aunque del mismo modo, tambien habia olvidado la visita que me disponia a hacer y, por tanto, la puerta del convento se me antojo algo amenazante y abstracto. ?Que les diria a las monjas? Ni siquiera habia decidido por donde empezar. No tenia una estrategia, ni un orden de prioridades, ni lista de posibles sospechosos, ni sabia que ligaba a Lledo con las corazonianas. Respire hondo y camine. Si era verdad lo que mis avezados colegas policias repetian, el movimiento daria lugar a la explicacion. Ademas, habia un pequeno inicio logico que acometer: la hermana portera era quien trataba con Juanito, y ella seria la primera con quien cruzaria la palabra.

Pero el destino me nego toda facilidad; tras haberme presentado a traves del interfono, me abrio la puerta una monja a la que no conocia.

– ?Donde esta la hermana portera? -pregunte.

– En la capilla, es su hora de rezar.

– Esperare -respondi muy convencida. La monja, mas joven y mucho menos fea que la portera, me hizo pasar al consabido saloncito. Unos minutos despues, y tal como esperaba sin duda alguna, aparecio la madre Guillermina.

– ?Inspectora! ?Como no me ha dicho que estaba aqui?

– Intuia que no hacia falta, madre; como bien se ve.

– ?Ah, es verdad que mis hijas espirituales me informan de todo! Y eso, creame, a veces representa una carga; aunque no en este caso, naturalmente, porque estoy encantada de verla.

– Yo tambien.

– ?Quiere que vayamos a mi despacho?

– La verdad es que no era con usted con quien queria hablar, madre.

– Si, ya se que quiere ver a la hermana portera; pero, si le parece, dejaremos que acabe sus rezos y luego la hare venir.

– Quiza tenga que hablar con ella a solas.

Su rostro afable y franco exhibio un fogonazo de sorpresa.

– ?Con la hermana portera? ?Que ha pasado?

Me debati durante un instante entre confiar o no en aquella mujer; pero estaba vendida; tarde o temprano se

Вы читаете El silencio de los claustros
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату