Salio casi corriendo. Algo en su actitud me hacia pensar que, al mismo tiempo que todo aquello la incomodaba, estaba pasandolo bien. Volvio, acompanada, al cabo de cinco escasos minutos. La contable rondaba los setenta, y me sorprendio la pregunta que me planteo nada mas llegar:
– Si tiene preguntas de contabilidad que hacerme, puedo sacar una copia de la hoja Excel correspondiente a las fechas que quiera conocer.
– Veo que utiliza usted los mas modernos metodos.
– Yo siempre usaba los libros del debe y haber con rayitas, pero la madre superiora me dijo que tenia que modernizarme.
– Hay mucha gente que no lo consigue.
– Yo, humildemente, esto de la informatica me lo encuentro hecho.
– Perfecto, hermana, pero no es eso lo que nos interesa en este momento. Hoy quiero que me hable de Juanito Lledo.
– ?Del chico de El Paraiso?
– Creo que tenia cierta relacion con usted.
– Le pagaba el pedido semanal.
– Quiero que me cuente todo lo que pueda sobre ese joven.
Estaba perpleja, pero intentaba no dejar entrever su curiosidad; supongo que por la presencia de la madre Guillermina; sin duda, en la orden manifestar curiosidad estaba considerado como una especie de falta grave.
– Es un chico normal, tirando a timido, reservado. A mi me caia muy bien porque no era como esos repartidores que no paran de hablar y hacen preguntas sobre todo. Desde que el ha dejado de venir lo ha sustituido un pakistani que apenas si abre la boca; eso esta bien, pero nunca sonrie. Juanito si, Juanito sonreia y siempre decia que le encantaba venir al convento.
– ?Alguna vez sucedio algo con Lledo que le llamara la atencion?
– No, no creo. Me acordaria; aunque sea mayor conservo muy buena memoria, gracias a Dios.
– ?Recuerda si en alguna ocasion alguien le mostro a ese chico la momia del beato?
– Que yo sepa, no. A no ser que viniera por su cuenta como visitante algun domingo.
– Me alegro de que tenga buena memoria, hermana, porque la pregunta que voy a hacerle ahora exige que la piense en profundidad. Tanto es asi, que a lo mejor necesita de mas tiempo del habitual para rebuscar en su mente. ?Cree que Juanito pudo entrevistarse con alguien mas del convento que no fueran usted, la cocinera y la hermana portera?
– ?Que entiende por «entrevistarse»?
– Tener algun tipo de relacion como conversaciones, comentarios, incluso algun altercado.
– No hace falta que piense demasiado para contestarle. Conversaciones repetidas una y otra vez, no, descartado. El chico a veces tenia que esperar en el pasillo un rato y como no es zona de clausura total, por alli podia haber pasado alguna hermana y saludarlo, poco mas. En cuanto a altercados… ni se me pasa por la imaginacion.
– Sin embargo, si pudo coincidir con alguna de las monjas en el pasillo.
– Pero eso…
– Contesteme, por favor.
– Si, le contesto encantada; pero lo que quiero decir es que, si coincidio con alguna de las hermanas, no le dio tiempo a hablar demasiado. Yo tampoco solia hacerlo esperar mucho rato.
Le di permiso para marcharse y, naturalmente, espero a que tal permiso emanara tambien de la madre Guillermina. Esta me miro con actitud retadora.
– No ira a decirme que quiere interrogar de nuevo a todas las monjas de la comunidad.
– No se lo digo porque ya lo ha hecho usted. En efecto, quiero interrogar al grupo.
– ?Vamos, inspectora, valgame Nuestro Senor! Por cinco minutos, como maximo, que haya podido hablar cualquier hermana con ese chico ?quiere interrogarla? ?Que es lo que busca en este convento? Digamelo.
– Busco aclarar la verdad.
– Sus verdades, que despues resulta que no lo son, quiza nos hayan costado la subvencion de los Pinol i Riudepera. ?Que pretende ahora, acusar de asesinato a alguna de mis monjas?
– Dos personas muertas significan menos para usted que estas malditas paredes, ?verdad? -le solte, indignada de pronto por su actitud.
– ?Retire lo de «malditas paredes»!
– Lo retiro, madre. ?Como prefiere que les llame: sagrados muros de ocultacion?
Nos quedamos ambas calladas, desfondadas, hartas de batallar, de no movernos de nuestros absurdos roles, de chocar abruptamente, cornamenta contra cornamenta, en una inutil pelea de renos. La mire a los ojos sin vislumbre de amenaza; no era necesario, la mayor fuerza la tenia yo, y ella no podia hacer sino obstaculizarla.
– Volvere manana, madre Guillermina. A las nueve de la manana tenga a toda la comunidad reunida.
– A las nueve estan rezando, venga usted a las diez. Y sola, por favor; mejor que no la acompane su amigo policia.
Le permiti aquella pataleta final. No queria hablar mas, ya solo deseaba salir del edificio, respirar aire fresco.
En la calle tuve la sensacion de volver no solo a la vida normal, sino tambien a la epoca contemporanea. Tenia unas ganas locas de parar en un bar y tomar una cerveza, fumar un cigarrillo. De pronto recorde que estaba casada y un amoroso marido me esperaba en el hogar. No es que lo hubiera olvidado, sino que la fuerza de mi concentracion mental me habia llevado hasta la negacion de mi misma. Corri a casa, y me lance a los brazos de Marcos en cuanto lo vi.
– Hoy no quiero hablar -le dije. Habia esperado que me llevara en eroticas volandas hasta la habitacion, donde liberaria mis tensiones con su cooperacion marital, pero me equivoque. En vez de ejecutar esa sencilla maniobra que mi silencio le pedia, se puso frente a mi y me solto:
– ?Pero tu te has visto, Petra?
– No, no me he mirado al espejo en las ultimas doce horas. ?Por que?
– Estas palida, tienes dos cercos morados bajo los ojos… ?te encuentras mal?
– No, de hecho hace tiempo que no me encontraba mejor.
– ?Has comido algo en todo el dia? ?Cuantas horas has estado trabajando sin parar?
– ?Te has convertido en mi padre?
– Me preocupo por tu salud.
– ?Acaso me preocupo yo por la tuya?
– No, por cierto, en absoluto. No te preocupas por nada que me concierna.
– Antes de venir a casa he estado dudando entre ir a tomarme una cerveza o venir aqui, ?y sabes lo que te digo?: que he resuelto mal la duda. ?Adios!
– Este maldito caso te esta trastornando. ?Por que no dimites de una vez?
– No me apetece hablar, ni dimitir, ni discutir. De modo que voy a tomar una cerveza a uno de esos bares solitarios que siempre han sido mi verdadero hogar.
Antes de que pudiera contestar, abri la puerta y luego la cerre de golpe. De entre todas las modalidades de bronca que en el mundo pueden existir, probablemente la conyugal es la que mas rapidamente se arma, la mas tonta tambien.
15
Sonia salio del hospital, recuperada pero triste. Estaba en mi despacho escribiendo informes cuando entro Yolanda para darme tal nueva. Crei que debia ser expeditiva.
– En este momento, que Sonia este triste o no es la ultima de mis preocupaciones. ?Y tu, que haces aqui. No deberias estar buscando a los Lledo?
– He tenido turno de noche, y antes de irme para casa queria avisarla de lo de Sonia; pero si no le