– ?Que va, te encanta! Has nacido para ello.

– Algun dia me las pagaras, Petra Delicado, te lo juro.

A las ocho en punto regrese a casa. Lo habia prometido y lo cumpli. No dejaba de ser un atrevimiento por mi parte el hecho de tener empantanada la ciudad con policias en busca de sospechosos mientras yo me dedicaba a velar por la armonia de mi hogar y mi nueva familia. Pero en fin, tampoco hubiera hecho gran cosa metida hasta los ojos en el lodazal en que se habian convertido los informes de investigacion, cada vez mas ambiguos, mas erraticos, mas carentes de objetivo final.

Los chicos me demostraron gran alegria cuando llegue. Marina corrio hacia mi y me abrazo; los gemelos me besuquearon ambas mejillas. Luego, en cuanto concluyo la efusion de bienvenida, no se recataron en preguntar:

– Petra, ?como va el caso?

– ?Todo el mundo habla de eso otra vez!

– Una nina de mi clase dice que ella ya sabe quien es el asesino, que si quieres te lo dira.

Ante tal avalancha no supe por donde tirar. Les sonrei, los mire con cara de madrastra arrobada por la emocion y dije:

– Bueno, queridos, cada cosa a su tiempo. ?Por que no me contais vosotros primero como os ha ido durante todos estos dias?

– A mi, fatal -respondio Marina.

– ?Por que?

– Porque no me han escogido para la funcion de danza.

– ?Y como es eso?

– La profesora dice que lo hago bien, pero que otro dia lo hare mejor y que entonces ya me escogera.

– Si, te escogera cuando la obra sea El lago de los cisnes muertos -intervino malevolamente Teo. Marina se solivianto.

– Imbecil, tu eres un sapo muerto.

La replica provoco un efecto comico sobre Teo, que empezo a reirse a carcajadas. Entonces Marina, furiosa ante esta reaccion, empezo a dar punetazos en el torso de su hermano, que solo conseguian hacerlo reir aun con mas fuerza. Hugo, lejos de mediar, habia adoptado la postura de un espectador de lucha libre y vociferaba:

– ?Dale, fuerte, tu puedes tumbarlo por KO!

Sobrepasada por aquel inmenso alboroto, cansada, con los nervios a flor de piel, di un grito enorme.

– ?Basta, basta ya!

Mi berrido debio de tener el componente de las serias reprimendas, porque de pronto mis tres hijastros dejaron de pelear y me miraron sorprendidos.

– ?Me gustaria que supierais que he abandonado mi trabajo antes de hora para estar aqui, con vosotros! Pero ?que me encuentro cuando llego? ?A tres ninos mimados haciendo sus gracias, incapaces de comprender, de quedarse tranquilos para agradar! ?Deberiais daros cuenta de los esfuerzos que los demas hacen por vosotros!

Se les dibujo en la cara una expresion de susto y antes de que hubieran proferido ni una palabra, di media vuelta para salir del salon. Entonces sono mi movil. Un mal momento, pero no podia dejar de responder. Era la madre Guillermina y su voz sonaba llena de angustia.

– ?Que ocurre, madre?

– Se trata de la hermana Pilar, ha desaparecido.

– Un momento. ?Que entiende usted por desaparecer?

– Deberia haber vuelto a las cuatro de la facultad y ya son las ocho y media.

– Eso no es desaparecer, madre Guillermina. Se habra entretenido, le habra surgido algo extraordinario en clase, otro examen, quiza.

– No sabe usted de que esta hablando. La hermana Pilar nunca vendria tarde sin haberlo advertido. No lo ha hecho en todo el tiempo que han durado sus estudios hasta hoy. Ademas, ella tiene un movil al que hemos llamado repetidamente y nunca contesta.

– ?Y que quiere que haga yo?

– ?Como que que quiero que haga? Cuando alguien desaparece se avisa a la policia, asi que yo la he avisado a usted. ?No ha pensado en que puede haber sido ese horrible asesino quien…? ?Dios mio, no quiero ni imaginarlo!

– Madre, no nos pongamos nerviosos; la probabilidad de que la hermana Pilar haya desaparecido es minima; no se considera que alguien esta desaparecido hasta que no hace al menos un dia que no se tienen noticias de el. Pues bien, la posibilidad de que la ausencia, he dicho ausencia, de la hermana Pilar tenga algo que ver con el caso es aun menor. De modo que no se preocupe.

La oi refunfunar un rato antes de cortar la comunicacion. Luego volvi la vista al campo de batalla que se habia formado en mi propia casa y observe que los tres hermanos me miraban sin pestanear.

– No habia sido culpa mia -exclamo Marina, al borde de las lagrimas.

– Lanzarse sobre los demas a punetazo limpio nunca ha solventado ningun problema, deberias saberlo ya.

– ?Quien ha desaparecido? -pregunto Teo con toda desfachatez.

– Y tu deberias saber que los chicos de tu edad no pueden andar metiendo las narices en el trabajo de los mayores. Es mucho mas importante que un juego, ?comprendes?

Apenas habia pronunciado la ultima silaba de mi filipica cuando se abrio la puerta del salon y aparecio un increiblemente sonriente Marcos.

– ?Bueno, veo que hay reunion familiar! ?Y hoy estamos todos!

Una simple mirada a sus hijos basto para que preguntara:

– ?Pasa algo?

Pero yo estaba dispuesta a variar la situacion y casi grite:

– ?Que va!, estabamos charlando. Y ?sabes a que conclusion hemos llegado? Pues que nos gustaria salir a cenar. ?Verdad, chicos?

Los aludidos, entre sorprendidos y remolones, respondieron con afirmaciones desvaidas. Marcos sonrio de nuevo.

– Estupendo. Justamente a mi tambien me apetece salir. Hay un restaurante chino que han abierto hace poco, creo que os gustara.

Se preparo la expedicion, siempre disimulando la escaramuza que acababamos de tener. En el coche, Teo, dando una vuelta de tuerca mas, pregunto en tono desenfadado:

– Petra, ?cuanto tiempo hace falta que alguien este desaparecido para que lo busque la policia?

Lo mire con ojos asesinos que eran una amenaza y conteste:

– ?Lo dices por algo en concreto?

– No, nada, una cosa que lei.

– Te recomiendo que leas a los clasicos. Un poco de Quevedo y Lope de Vega seran buenisimos para tu formacion.

Marcos rio tontamente, lejos de sospechar la verdad.

Pedimos rollitos de primavera, chop suey de pollo, cerdo agridulce y muchisimo arroz cantones. Marina se mantenia silenciosa. Su padre quiso saber por que.

– Nada, me duele un poco la cabeza.

– A lo mejor es que se ha peleado a punetazos con alguien en el colegio -apunto Hugo.

– No lo creo. Marina no hace esas cosas, ?verdad, carino? -replico su padre demostrando debilidad por la pequena. Mientras, los gemelos intentaban sofocar la risa. Incluso yo tuve que hacer lo mismo. La tonteria infantil me habia contagiado, lo cual era bueno, porque aquella complicidad de silencio habia propiciado cierto deshielo entre los chicos y yo. Pero no tuve tiempo de disfrutarlo, el movil volvio a sonar. Era Coronas. ?Coronas a aquellas horas? Justamente el que fuera a aquellas horas contribuia a ponerlo fuera de si.

– Inspectora Delicado. Sabe usted perfectamente cuales fueron mis primeras ordenes para el caso que llevan, ?no?

Me cogio despistada por completo.

– No se a que se refiere, senor.

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