– Creo que le deje muy claro que debia mantener tranquilos a los frailes y a las monjas, ?no?

– Sigo sin saber que quiere decir -conteste empezando a cabrearme.

– La madre superiora ha llamado al jefe idem para decirle que una monja ha desaparecido y que usted no le hace caso.

Una oleada de indignacion me nublo la vista:

– ?Esa dichosa monja del demonio! La novicia no ha faltado mas que cuatro o cinco horas del convento, senor. En condiciones normales…

– ?Como que en condiciones normales? ?Desde cuando un convento envuelto en un crimen tiene condiciones normales? Eso es, por definicion, lo mas anormal que ningun ser humano puede encontrar en el mundo. ?Lo entiende?

– Creo que el caso nada tiene que ver aqui. Pero no se preocupe, ire a ver a la madre Guillermina e intentare tranquilizarla.

– Haga lo que considere oportuno, Petra: tranquilice a esa monja, o anestesiela si es necesario; pero quiero que aparte de mi a las corazonianas, los cistercienses, los trapenses o los capullos de Getsemani, ?me oye?

– Muy bien, senor, a sus ordenes.

Mire a Marcos a los ojos y el se hizo cargo rapidamente de la situacion. No solo no hizo ningun gesto de desagrado o protesta, sino que salio inmediatamente en mi ayuda.

– Tienes que irte, ?verdad? No te preocupes, querida, no sufras por nosotros. Lo unico que siento es que ni siquiera te dejen cenar en paz. Espero que despues de este caso te concedan quince dias extra de vacaciones.

Sonrei sin animo, pero en mi fuero interno, lo adore. Los ninos ponian cara de circunstancias, aunque mas de curiosidad. Me puse en pie como una automata. Di besos a todos y sali del restaurante despues de haber declinado el ofrecimiento de mi marido para acompanarme en coche o llamar a un taxi. Solo en la calle mi enojo se vio libre para crecer. Como no tenia a nadie en quien volcarlo, todo se fue en pensamientos insultantes contra la madre Guillermina que, dado el caracter religioso de su condicion, tomaron un oportuno sesgo sacrilego. Cuando yo misma empezaba a asustarme de mi imaginacion para el escarnio, me vi como por arte de magia frente a la puerta del convento. Eran las diez y media de la noche. Llame con la esperanza de que nadie me abriera; pero no, la madre superiora lo hizo en persona.

– Todas las hermanas duermen ya -dijo como bienvenida. De repente tuve la desquiciada idea de intentar imaginarme que atuendo llevarian las corazonianas para dormir. ?Un largo camison de algodon blanco como Mr. Scrooge? ?Irian todas de uniforme? ?Llevarian redecillas en el pelo? Luego recorde por que estaba alli.

– Madre Guillermina, le dije muy claramente que…

Me interrumpio pidiendome con gestos que bajara la voz.

– No se enfade conmigo, inspectora. Lo se, se lo que me dijo, pero estoy enferma de preocupacion. Se me ocurrio que quiza el jefe superior pudiera hacer algo y en un arranque, le llame.

– Lamento comprobar que usted tambien se permite mentir, madre. Llamo al jefe superior para que el se quejara al comisario y el comisario me hiciera venir.

– Dios, que conoce mis motivos, sabra perdonarme.

– Puede que Dios la perdone, pero yo…

– Dejemos de discutir inutilmente. Pase a mi despacho, por favor.

Comenzo el ritual de fumar. Le temblaba la mano al sujetar el cigarrillo. Nunca la habia visto tan nerviosa, ni siquiera el dia en que fue encontrado el cadaver del hermano Cristobal. Decidi tomar en serio lo que decia, en el tiempo en que la conocia me habia parecido que muchos defectos desdoraban su personalidad, pero uno de ellos no era alarmarse sin razon.

– Cuenteme lo que ha sucedido, madre.

– Nada, nada anormal. La hermana Pilar fue esta manana a sus clases como de costumbre. Esta tarde, pasadas las tres y media, la hermana Domitila vino a verme y me informo de que no habia regresado.

– ?Cual es su hora normal de volver?

– Sobre las dos. La hermana Domitila habia estado intentando localizarla por telefono sin ningun resultado. Enseguida se asusto, por supuesto.

– ?Se ha acostado la hermana Domitila?

– Le dije que se quedara despierta porque quiza usted quisiera hablar con ella. De cualquier modo, estaba tan inquieta que dudo que hubiera podido dormir.

Llego un minuto despues y me costo reconocerla. Su rostro, siempre tranquilo y relajado, se habia tensado hasta el extremo de hacerla parecer mucho mayor. Tenia los ojos enrojecidos de tanto llorar.

– Estaba en la capilla, rezando -musito. La superiora intento animarla en su estilo castrense.

– ?Dios del Cielo, hermana Domitila! ?Quiere dejar de comportarse como si la hermana Pilar estuviera de cuerpo presente? ?No ha sucedido nada como para que lo tome asi! ?Conservemos la calma!

– Temo que… -no pudo articular ni una palabra mas. Saco del habito un panuelito arrugado y se froto los ojos.

– ?Encontro normal a la hermana esta manana cuando se fue?

– No la vi, inspectora. Ella sale muy pronto.

– ?Habia estado normal en los ultimos dias, no le noto ningun indicio de preocupacion, de inquietud, algo que la hiciera reaccionar de modo distinto?

– En absoluto. Anteayer mismo estuvimos repasando sus tareas, un tema sobre la Reconquista. Le indique varios libros de consulta para completar los que le habian recomendado en la universidad. Estaba atenta, motivada, serena como siempre.

– Sin embargo… -tercio la superiora -… yo he preguntado en la cocina y me han dicho que hacia unos dias que devolvia los platos desde la mesa casi sin tocar. Tanto es asi que la cocinera estaba ya a punto de comentarmelo, por si habia que avisar a un doctor.

– ?Bah, seria un malestar pasajero! -comento Domitila-. Animicamente estaba perfecta.

– La experiencia me dicta que cuando una monja joven no come es que algo rebulle en su interior.

– Esa puede ser una tendencia general, madre, pero no es una norma exacta -se atrevio la otra monja a contradecirla.

– Miren, en cualquier caso, a la hora que es resulta imposible hacer ninguna comprobacion ni iniciar una busqueda. Lo mejor es que se queden tranquilas y vayan a la cama. Todo esto debe tener alguna explicacion, y lo mas probable es que manana la hermana Pilar aparezca sana y salva. Nadie se esfuma en el aire asi como asi. Les prometo que manana bien temprano ire a la universidad y reconstruiremos todos los pasos de Pilar; suponiendo que para entonces no este ya en el convento.

– Pero yo tengo miedo de que…

Mire a Domitila, que no parecia nada reconfortada por mis palabras.

– ?De que tiene miedo, hermana?

– ?Y si Pilar esta en poder de ese tal Lledo que parece ser el asesino?

– No hay ninguna razon para pensar eso.

– Si, inspectora; dicen que ese chico esta loco y si se le ha ocurrido rondar por el convento, pudo ver a la hermana Pilar cuando iba a sus clases. Es la unica que sale sola de estas paredes.

– Hasta los locos se mueven por motivos concretos, hermana. No me parece probable esa opcion. Ademas, la zona esta vigilada por la policia.

– Sin embargo, pudo seguirla hasta la facultad.

– No lo creo, sinceramente. No se para que haria algo asi.

– Vayase, inspectora. Comprendemos lo que dice; pero manana mantenganos informadas -sentencio la superiora.

– ?Puedo acompanarla manana cuando vaya a la facultad?

– No creo que sea buena idea, hermana.

– Pero yo siempre les he ayudado, inspectora.

La superiora la miro con severidad.

– Hermana Domitila, si la inspectora no juzga necesaria su presencia, sera mejor que se quede aqui; quiza en su estado de nerviosismo no haria mas que entorpecer.

– Pero…

Вы читаете El silencio de los claustros
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату