– Pues vaya un par. ?Que querran que les cuente?
– Bebes para olvidar.
– Bebo porque se tercia, porque me habre levantado de una manera, esta manana.
– ?De que manera?
– Calla, loco…,
– Si que se sabe, si.
– ?Si? Bueno, pues yo mismo, venga. Echame el vino para aca.
– Tomalo, hermano, a ver si te pones peor.
– O mejor. Eso no se sabe. Tito asentia:
– Ah, pudiera. Despues se vera. Los hay que sanan.
– Vamos alla. Arriba con el nene.
Empino el vidrio, hasta que el culo de la botella quedo mirando el cielo, y glogueo largamente.
– Y menos mal que no tiene ganas – le decia Tito a Lucita, dandole con el codo.
Daniel bajo la botella y respiro. Luego dijo, mirandolos, con una risa en toda la cara:
– Que pase el siguiente.
– Lucita, te toco. Vamos a ver como te portas. Ella cogia el vino y decia antes de beber:
– De esta sanamos los tres, o nos volvemos de remate. Tito y Daniel la jaleaban mientras bebia:
– ?Hale, macha! ?Ahi tu! Lucita bajo la botella y les dijo:
– Bueno, luego vosotros os encargais de llevarme a mi casa, ?eh?
– A saber… A saber quien llevara a quien. Estaban ahora los tres muy juntos; Lucita en el medio. Bebio Tito tambien. Daniel dijo:
– Ahora es cuando comienzo yo a disfrutar.
Juntaron las cabezas y se cogieron los tres, con los brazos cruzados por las espaldas. Se reian mirandose. Proseguia Daniel:
– ?Pues sabes que eres tu una chica estupenda, Luci? Mira, palabra que hasta hoy no te habia conocido en todo lo que vales. Eres lo mejorcito de la pandilla, para que tu veas. Como lo digo lo siento. ?No te parece, Tito? ?A que si? ?A que estas conmigo en que Luci, con mucha diferencia, ?eh?, con mucha diferencia…?
Los tres se columpiaban agarrados, con las cabezas juntas.
– Ya simpatica – continuaba Daniel -, y a guapa…
– ?Huy, guapa, hijo! ?Guapa yo? ?Este ve doble ya! ?No te lo digo? Tu ves visiones, chico, para decir que soy guapa.
– ?Tu a callar!, ?no te han pedido la opinion! He dicho guapa y se ha concluido. Y ademas, eso si, se me ocurre una idea. Te vamos a nombrar… veras; te vamos a nombrar nuestraaa… Te vamos a nombrar… Bueno, es lo mismo. Algo.
Justina depositaba a Petrita en el suelo:
– Dejame ahora, bonita, que es mi turno.
La nina corrio hacia la mesa donde estaban sus padres. Claudio contaba los puntos, recogiendo los tejos. Se los paso a Justina:
– Anda, campeona, a ver si ahora haces lo de antes. Felipe Ocana se miraba las unas. Petrita queria sentarse en la misma silla de Amadeo.
– Tonta, ?pero no ves que no cabemos los dos? Petrita cogio las manos de Amadeo y jugaba con ellas:
– Tu deja la mano muerta – le decia. Sergio callaba.
– La Singer mia, que me dejo mi madre, en paz descanse – decia Nineta -, la tengo todavia en Barcelona, casa mi hermana. Se cree que va a quedarse con ella, ?sabes? Pero en esto se equivoca, te lo digo.
– ?No se la has mandado a pedir?
– Se lo dije por carta dos veces y la vez que estuvimos y se hace la desentendida. Pero esto no, ?eh?, mira, esto no. En septiembre, si vamos quince dias, yo me la traigo, has de ver.
– Una maquina de coser, y mas siendo una Singer, es una alhaja en cualquier casa. Di que no andes con miramientos y traetela como sea.
– Ah, tu veras que si. Lo has de ver que en septiembre viene a Madrid esta maquinita. Por descontado.
– Y para la casa y para todo, ?que duda cabe? – seguia diciendo Petra -. Una maquina de coser no puede renunciarse a ella asi como asi. Capaz de venirle a la casa un reves cualquier dia y ya tienes ahi algo para sacarle unos duritos cosiendo para la calle, y defenderte un poco mientras que quieren y no quieren arreglarse las cosas. Naturalmente. Con una maquina en casa ya no te coge tan desprevenida un bandazo cualquiera que pueda sobrevenir.
Se arreglo las horquillas en el pelo revuelto. La cunada asentia:
– Y en este sentido que tu dices, igual. Como si fuera una maquina de fabricar billetes. En casi dos anos que me la tiene, unas pocas pesetas me quito la hermana con solo coser para ella.
– Pues por eso. Tu no seas tonta y arrancasela de las manos en cuanto que puedas. ?Se va a aprovechar nadie de lo tuyo! Solo lo que te hubieras ahorrado de modista, mujer. Y que tampoco son eternas, asi que sean de la casa Singer. Todo tiene un desgaste, y cuanto mas tarde te la devuelva, en peores condiciones te la vas a encontrar. Eso tambien.
– Mama, que me aburro – dijo Juanito revolcandose en la silla.
– Iros a ver la coneja, andar.
– Ya la hemos visto.
Petra no le hizo caso; atendia a su cunada.
– Es egoista, ?sabes? Es por esto que nos hemos llevado siempre medio mal. Mira, es mas pequena que yo, para que veas, ?eh?, y tuvo que casarse antes de mi. Esto un ejemplo. Y otras cosas, ?me comprendes? Y todo que yo me puse en relaciones con Sergio antes de ella conocer al esposo.
– Ya. Los hermanos pequenos siempre son mas egoistas que los mayores.
– Y mira, otra cosa – le puso a Petra la mano en la rodilla -; por cada quince dias que el hermano Ramonet se pasa en casa suya en Barcelona, esta por lo menos un mes en casa nuestra.
Petra miro un momento a sus hijos, que seguian revolviendose en las sillas.
– Ya te entiendo, Nineta – suspiro -. Pues hija, la mia es una Sigma, que no tiene tanto renombre ni muchisimo menos, porque quien dice Singer dice garantia, pero fallar no me ha fallado hasta ahora y no te quiero decir el avio que me da. Pocas prendas les veras a mis hijos que no se las haya confeccionado yo solita con estas manos.
– Ah, es que tu vales, Petra. ?Que es que no sabes hacer tu? Coses, cortas; para ti es igual. ?Que eres buena mujer de la casa, mira!
– Oy, tampoco me pongas tan alta, Nineta, tampoco me subas ahora por las nubes – dijo Petra riendo en la garganta -. Ahora, eso si, sin que me sirva de inmodestia, desde luego, pero como tuviese cualquier dia que coser para fuera, no creas que yo seria de las que lo hacen peor. Mira…
Se volvio a Felisita y la levanto de su asiento, para mostrarsela a su cunada:
– ?Ves?, esto mismo. Vuelvete, hija. Esto, ?te das cuenta? Es un vestido que no