expresion apasionada.
– ?Nada, mujer, nada; ni sombra del de entonces! ?Ni color!
– Te estas desorientando, Zacarias – replicaba la rubia -. ?No me pretenderas que te lo aclare?
– Dejarle ya – dijo Samuel. Zacarias se reia.
– Tienes malas ideas – le dijo Mely -. Ya querias malmeterlo con la novia.
– ?A mi? Por aqui me entra y por aqui me sale. Lo pasao pasao. Si que me van a entrar celos de Samuel, a estas alturas, por lo que diga ese, o deje de decir.
Zacarias bebio de su vaso; luego dijo:
– Tu, Marialuisa, lo que me has quitado es el mejor amiguete que tenia, te lo llevaste para siempre. Esa es la cosa. Y eso no creas que yo te lo perdono asi como asi.
– Ah, pues mira, eso tambien tiene arreglo, y bien facil. Si tanto echas de menos a Samuel, te buscas una novia, y formamos compania los cuatro juntos, ?te hace?
– No es tan facil – contesto Zacarias.
– ?Tu crees? – dijo la rubia -. Yo opino que si. Mely dijo:
– Voy a sacar mis Bisontes. ?Os apetece fumar? Tenia la bolsa colgada en el respaldo de la silla. Miguel y Alicia bailaban en silencio.
– Echale un poco mas de brio – le decia la de negro a Ricardo -. ?No ves el tren a que me llevas?
– Hay que tener las piernas de Molowny para bailar contigo, hija mia.
– Exageras un poco.
– ?Que?, ?lo estiramos otra vez? – les decia Fernando al cruzarse.
– Te estas buscando la ruina tu con ese. ?Te mata, si vuelves a tocarle la gramola! Fernando se reia.
– Lo dejaremos consumirse…
Y se aparto con Mariyayo, volviendo a bailar mas aprisa. Ellos daban mas vueltas que ninguno, y se reian, y perdian todas las figuras alrededor. Habia dicho Mariyayo:
– ?Conque esa es la celebre Mely? Le contesto:
– ?Habias oido hablar?
– No sabia yo que tanto.
– Pues a mi muchas veces, Alicia sobre todo, me hablaba, y se ve que la quiere por la vida. Asi que yo, con tanto bombo y tanta cosa, me figuraba mucho mas. ?Uh, la Mely!
– ?Pero mucho mas que?
– Pues, chico, una mujer fascinadora, alguna cosa ya excepcional.
– ?Conque te ha defraudado la Mely?
– Hombre, es guapa, desde luego. Pero vamos. No es…
– ?Que?
– No es aquello.
Y la habian estado mirando los dos, en pasadas veloces, mientras hablaban de ella, bailando. Despues no hablaron mas, pero aun Mariyayo seguia mirando a Mely: ahora habia encendido un cigarrillo.
La musica ceso. Quedo la aguja del gramofono rayando en la espiral. Lucas se apresuraba a levantarla.
– ?Que tal?
– Superiormente.
Volvian hacia la mesa. Alicia se sentaba a la izquierda de Mely; le dijo:
– ?Tanta gana que traias de bailar…?
Mely hizo un gesto elusivo y se encogio de hombros.
– ?No quieres un cigarrillo? – pregunto.
– Gracias, Amelia; despues – dijo Alicia mirandose los brazos.
Mely abria la boca y se dejaba salir el humo lentamente, sin soplarlo siquiera.
Dijo Petra a sus hijos:
– Vestiros, hijos mios. Vais a cogeros lo que no teneis. Ya nos ponemos en marcha en seguida, en cuanto venga papa. ?Encima de eso, Amadeo? ?Que cosas se te ocurren!
Se estaba poniendo los pantalones encima del traje de bano; le dijo:
– Si ya esta seco, mamita. Tocalo, mira, toca…
– Ay, que pundonoroso eres tu tambien. Anda, desnudate aqui tras de la silla, si es por eso. Y cuidado, escondete bien, que no te lo vean, no vayan a asustarse y salir corriendo todo el mundo, ?figurate! ?Si te creeras que tienes algo, para andar con esa verguenza que andas…!
Juanita se habia venido junto a Petra y se hacia dar los tirantes por encima de los hombros. Se le oia cantar a inedia voz a una chica, en la mesa de los cinco.
– ?No acabas?
Amadeo no respondio. No se movia de la penumbra, detras de las sillas; estaba llorando.
Ahora en la carretera habia un mendigo, junto al paso a nivel. Al aire los munones de los muslos, sobre las grandes hojas de un periodico extendido. El cielo estaba amarillo verdoso por detras de la fabrica en ruinas de San Fernando de Henares.
Faustina limpiaba lentejas sobre el hule, bajo la luz de la ventana. Le llegaban las voces del jardin.
Los ladrillos del puente se habian ensombrecido poco a poco y la raya del sol ya se alejaba por la otra ribera. Los ojos de Paulina la seguian mas alla de los eriales, hacia las mesas de Alcala, donde las ultimas cotas blanquecinas se tenian de cobre, asandose en un fuego polvoriento y opaco.
– ?Que miras?
– Nada.
Sebastian levantaba la mano hasta tocar la cara de Paulina. Ella dijo:
– ?Estas bien?
Le metia los dedos entre el pelo.
– ?Mucho he corrido encima de esa marca…! ?Mire usted: Santander, Valladolid, Medinalcampo, Palencia – contaba con los dedos -, Burgos, Astorga, Toro, la Corvina, toda la parte de Galicia, Ponferrada, el puerto de Pajares, Oviedo, todo eso me lo tengo yo corrido en Peugeot, y Zamora y Penaranda y Salamanca…! ?El mapa!, ?voy a andar diciendo! No me asustaba a mi la carretera, ni de dia ni de noche, con mis veinte y veinticinco anos que tenia por las fechas aquellas. Son edades que ya sabe usted, pretende uno abarcar mucho mas de lo que puede, te crees que el mundo es chico para ti. Con que a la hora que fuese y podian venirme con un viaje; no andaba preguntando, me tiraba de la cama, una manita de agua fria, ?y al camion! Lo mismo si era a por ajos a Zamora que a Vascongadas a por hierro. ?Que mas me daba a mi! Ponerme el cuero y arreando. Llene, Mauricio, haga el favor. Tenia un perro lobo, mire usted, ?una lamina! ?Una lamina aquel perro! ?Una preciosidad! No se me olvida a mi el animalito. ?Y que dientes tenia! Asi que ya le digo, lo que es el Peugeot, de eso que no me venga nadie a mi con que si tal.
Junto al paso a nivel el mendigo se sobaba los munones, salmodiando a las gentes que subian del rio hacia el coche de linea y la estacion.
Crecian las sombras entre las hojas de las madreselvas y la vid americana.
– Senor, ?en que estara pensando? ?Las horas que son ya…!
Felisita miraba hacia la mesa de Miguel y Zacarias; los observaba a todos, estaba pendiente de cada palabra y cada movimiento.
– ?Pues venga el que sea! ?Si todos son lo mismo! ?Bailamos igual…!
Las chicas mostraban los brazos, movian los brazos una y otra vez, se miraban los brazos, se pasaban la mano por la piel de los brazos. Alguien habia cerrado los postigos, hacia un momento,