– Que ya viene.
Habian dejado atras la carretera y la voz del mendigo. Santos pedaleaba, encorvado, con su mejilla pegada a la de Carmen.,
– A ver si nos perdemos – dijo ella.
– ?Te importa a ti que nos perdamos?
– Pues no mucho – sonreia, frotandose la cara en la barba de Santos-. Estando contigo, me da igual. De perdidos al rio.
Ahora el camino cruzaba entre unos huertos, a las afueras de Coslada. Los arbolitos se ennegrecian contra el crepusculo rojo. Coslada quedo atras.
– Mala cosa, nos fallo el hombre este – dijo Tito.
– Alla vea. Tu no te preocupes.
– Me preocupo. Lo siento que se haya separado. Sentia el brazo de Lucita contra el suyo. Ella dijo:
– No va a pasar nada por eso, se pasa bien igual. ?Tampoco es imprescindible?, ?o si?
– Mujer, estabamos los tres juntos.
– Pues ahora estamos dos. Contra menos bultos, mas claridad, ?no crees?
– ?Mas claridad? Hija mia, yo lo veo todo turbio. Con el vino que tengo, no te creas que veo ya nada claro.
– Ah, ni yo – dijo ella riendo. Le acercaba la cara y anadia:
– Estoy un poco alegre, ?sabes? – le brillaban los ojos -. Tu dejalo al Dani, si tiene ganas de echarse un suenecillo, alla el. Ha dicho que le estorbamos. Oye Tito.
– ?Que hay?
Se veia la torre de Vicalvaro, desde la luz indecisa de la vaguada, la chimenea de Cementos Valderribas. Todo estaba manchado de humo. La bici no hacia ruido por el polvo; solo el empalme de la cadena repetia un pequeno crujido a intervalos iguales. Carmen sentia el aliento de Santos, a un lado de su cara. Tuvieron que apearse, para cruzar las vias de la linea de Arganda. Alguien llamaba a alguien por el campo.
Arrastraron la bici por el talud arriba. Se detuvieron en lo alto, junto a la via del tren.
– Dame un beso.
Se veia la sombra de Almodovar, una meseta solitaria que se erguia alli enfrente, cercana y oscura, a contraluz de la baja claridad verdinosa del cielo occidental.
– ?La musica es de todos! ? Podra ser la gramola de quien sea, pero la musica de nadie! ?La musica es de todo el que la escucha!
Ya no brillaban las botellas en las estanterias. Mauricio bostezo. Decia el alcarreno:
– Habria probado el queso, si no hubiera estado usted ahi tan enzarzado con el amigo, pero un quesito de oveja cosa especial. De aqui – senalo hacia el pastor -, que eso si sabe hacerlo, aunque no valga para mas.
Y el pastor asentia:
– Si que me hubiera gustado lo catase. Para que usted vea las cositas de por aqui, que no todas son malas. Lo que es que no me atrevi a distraerlo de la conversacion.
El chofer intervino:
– Despacio, che, si este senor tiene que volver forzosamente. ?Como no habia de volver otro dia? Pero el solo, sin familias ni enredos. Avisando con tiempo, se le mata un cabrito, ?eh, senor Claudio?, y se lo preparamos pero bien. Con el coche no existe problema de venir. Ya vera, ya vera… No solamente en Madrid se pasan buenos ratos, ?que se cree? Que tambien en los pueblos se organizan unos zafarranchos bastante regulares.
Poso una mano cordial, solo un momento, sobre el hombro de Ocana.
Faustina se dio cuenta de pronto de que ya apenas distinguia las lentejas encima del hule. Alzo los ojos hacia la ventana: en la luz del jardin ya se habian consumido los colores; se iban apagando y enfriando uno a uno y se fundian en el gris de sus cenizas. Faustina se quitaba sus lentes y los dejaba sobre el hule.
«… en las aguas – turbulentas – perecio el lobo de mar.»
Los lentes tenian una montura de celuloide negro. Faustina se levanto de la silla, para ir a encender la luz electrica.
– Pues ya lo sabe, eso el dia que quiera usted. No tiene mas que mandar recado con un par de dias, y de golpe se le arma todo el tinglado. Ya vera usted lo que es bueno.
– Si, pero va a ser dificil por ahora. Ya lo sabe Mauricio, ?no es verdad? No vaya usted a creer que por falta de ganas, que pudiendo ya lo creo que me animaria encantado. Pero se le agradece a ustedes igualmente la voluntad de agradar.
– ?Que es eso de agradecimiento? Nada de agradecer. De eso nada. Lo unico, venirse. De lo contrario, no…
– ?Aqui no se ve ni torta, tu! – prorrumpia Coca-Cona -. ?Yo ya no veo tres curas en un monton de yeso! ?A ver que va a pasar aqui! ?Un poco mas de asistencia al parroquiano y menos querer ser tan economico con la Electrica, Mauricio! ?Que me lo tienes aqui al pobre senor Esnaider teniendo que levantar las fichas a la luz, para poder saber lo que juega! ?La doble de pitos creo ya que la confunde con los ojines de Carmelo!
– ?Pero callate ya, fenomeno de feria! – lo reprendia don Marcial -. ?Con esa trompeta que tienes que parece que le hincas a uno una cana en los oidos cada vez que levantas la voz!
– ?Quien sera mas fenomeno de feria?, ?pies planos! ?Que se te marcha un pie para Francia y el otro a Portugal!
– ?Miren ahora este estrujo de bayeta mal escurrida! ?Tendra valor todavia para sacarle faltas a su projimo! ?Pero cuidado lo que tendrian que estudiar tus progenitores para sacar al mundo un producto tan dificil! ?Sabes que nos mandaron un regalito!…
Mauricio le habia dado a la llave de la luz.
Habia salido al jardin la luz de la cocina, desde el cuadro de la ventana iluminada. Aun se deshacia en la difusa claridad crepuscular.
– Fijate – dijo Petra -; si se va a hacer de noche en seguida. Ya es.
Aparecio Felipe Ocana en la puerta del jardin y venia hacia la mesa de los suyos.
– Nosotros, pues por aprovecharnos del cachillo musica.
Como eso no le hace gasto a nadie, ademas. Asi no hay desperdicio y trabaja la gramola con mas rendimiento.
– Si, hombre, si no era mas que por meter un poco de barullo. ?Quien os lo iba a estorbar?
– Nada, nosotros le damos a la manivela, esta pieza que viene, y asi se reparten las fatigas, y quedamos cumplidos como nos pertenece, ?no es un arreglo?
Samuel habia sacado una pipa de kif y ahora se la pasaba encendida a Zacarias.
– ?El par de moranganos! – dijo Loli -. ?Que gusto le sacais a la canita?
– Mirar Fernando, ya hizo las migas con aquella gente.
– En donde no meta ese las narices…
– ?Y tu le consientes de que fume esos venenos? Marialuisa se encogia de hombros:
– ?Pues por que no?
– Y a lo mejor te hace hasta ilusion. Te creeras que vas con un hombre de mas