ser, ya se yo como soy… Estoy medio borracha, Tito.

– Anda, pues echate un poco, reposa.

– Si, Tito, gracias – se tendia en el suelo -. Oye, tu no haras caso a las cosas que digo, ?verdad? Casi todo es mentira. Voy a hablar por derecho y se me tuerce la raya de lo que quiero decir. Vaya un debu que te estoy dando – sonreia -. Bueno, no importa, asi nos divertimos. ?Que chalada!, ?verdad? ?Tu que opinas? – Nada, mujer, que te encuentro simpatica esta noche.

– Vamos teniendo suerte, menos mal. Salvo que ahora en lugar de ir en barca, me parece que voy en un tiovivo.

Acomodaba la cabeza sobre un bulto de ropa; se puso de costado:

– Ya si que cae la noche-anadio-. Se echo encima de veras.

Desde el suelo veia la otra orilla, los parpados del fondo y los barrancos ennegrecidos, donde la sombra crecia y avanzaba invadiendo las tierras, ascendiendo las lomas, matorral a matorral, hasta adensarse por completo; parda, esquiva.y felina oscuridad, que las sumia en acecho de alimanas. Se recelaba un sigilo de zarpas, de garras y de dientes escondidos, una noche olfativa, voraz y sanguinaria, sobre el pavor de indefensos encames maternales; campo negro, donde el ojo de ciclope del tren brillaba como el ojo de una fiera.

– Bueno, cuentame algo.

Aun habia muchos grupos de gente en la arboleda; se oia en lo oscuro la musiquilla de una armonica. Era una marcha lo que estaban tocando, una marcha alemana, de cuando los nazis.

– Anda, cuentame algo, Tito.

– Que te cuente, ?el que?

– Hombre, algo, lo que se te ocurra, mentiras, da igual. Algo que sea interesante.

– ?Interesante? Yo no se contar nada, vamos, que ocurrencia. ?De que tipo? ?Que es lo interesante para ti, vamos a ver?

– Tipo aventuras, por ejemplo, tipo amor.

– ?Huy, amor! – sonreia, sacudiendo los dedos -. ?No has dicho nada! ?Y de que amor? Hay muchos amores distintos.

– De los que tu quieras. Con que sea emocionante.

– Pero si yo no se relatar cosas romanticas, mujer, ?de donde quieres que lo saque? Eso, mira, te compras una novela.

– ?Bueno! Hasta aqui estoy ya de novelas, hijo mio. Ya esta bien de novelas, ?bastante me tengo leidas! Ademas eso ahora, ?que tiene que ver?, que me contaras tu algun suceso llamativo, aqui, en este rato.

Tito estaba sentado, con la espalda contra el tronco; miro al suelo, hacia el bulto de Lucita, tumbada a su izquierda; apenas le entreveia lo blanco de los hombros, sobre la lana negra del banador, y los brazos unidos por detras de la nuca.

– ?Y quieres que yo sepa contarte lo que no viene en las novelas? – le dijo -. ?Que me vas a pedir?, ?ahora voy a tener mas fantasia que los que las redactan? ? Entonces no estaba yo despachando en un comercio, vaya chiste!

– Por hacerte hablar, ?que mas da?, no cuentes nada. Pues todas traen lo mismo, si vas a ver, tampoco se estrujan los sesos, unas veces te la ponen a Ella rubia y a El moreno, y otras sale Ella de morena y El de rubio; no tienen casi mas variacion…

Tito se reia:

– ?Y pelirrojas nada? ?No sacan nunca a ningun pelirrojo?

– ?Que tonto eres! Pues vaya una novela, una en que figurase que El era pelirrojo, que cosa mas desagradable. Todavia si lo era Ella, tenia un pasar.

– Pues un pelaje bien bonito – se volvia a reir -. ?Pelo zanahoria!

– Bueno, ya no te rias, para ya de reirte. Dejate de eso, anda, escucha, ?me quieres escuchar?

– Mujer, ?tambien te molesta que me ria? Lucita se incorporaba; quedo sentada junto a Tito; le dijo:

– Que no, si no es eso, es que ya te has reido; ahora otra cosa. No queria cortarte, solo que tenia ganas de cambiar. Vamos a hablar de otra cosa.

– ?De que?

– No lo se, de otra cosa. Tito, de otra cosa que se nos ocurra, de lo que quieras. Oyes, dejame un poco de arbol, que me apoye tambien. No, pero tu no te quites, si cabemos, cabemos los dos juntos. Solo un huequecito queria yo.

Se respaldo contra el arbol, a la izquierda de Tito, hombro con hombro. Dijo el:

– ?Estas ya bien asi?

– Si, Tito, muy bien estoy. Es que creo yo que tumbada me mareaba mas. Asi mucho mejor – le dio unos golpecitos en el brazo-. Hola.

Tito se habia vuelto:

– ?Que hay?

– Te saludaba… Estoy aqui.

– Ya te veo.

– Oye, y no me has contado nada, Tito, parece mentira, como eres, hay que ver. No has sido capaz de contarme algun cuento y yo escuchartelo contar. Me encanta estar escuchando y que cuenten y cuenten. Los hombres siempre contais unas cosas mucho mas largas. Yo os envidio lo bien que contais. Bueno, a ti no. O si. Porque estoy segura de que tu sabes contar cosas estupendas cuando quieres. Se te nota en la voz.

– ?Pero que dices?

– Tienes la voz de ello. Haces la voz del que cuenta cosas largas. Tienes una voz muy bonita. Aunque hablaras en chino y yo sin entenderte, me encantaria escucharte contar. De veras.

– Dices cosas muy raras, Lucita – la miro sonriendo.

– ?Raras? Pues bueno, si tu lo dices, lo seran. Yo tambien estoy rara esta noche, y lo veo todo raro a mi alrededor, asi que no me choca si digo cosas raras, cada uno se apana con lo que puede, ?no crees? ?Demasiado hago ya!, con un tiovivo metido en la cabeza…

– Pues lo llevas muy bien, di tu que si, estas la mar de salada y ocurrente esta noche.

– ?Esta noche? Si, claro, la media trompa, simpatia de prestado. Cuando se pase, se acabo. En cuanto que baje el vino, vuelta a lo de siempre, no nos hagamos ilusiones. ?Ay, ahora que mareo me entra, tu! Se conoce que es el tiovivo que se pone en marcha. Si antes lo mencionamos… ?Que horror, que de vueltas, vaya un mareo ahora de pronto!…

– ?Mucho? – Tito se habia canteado hacia ella y la abarco por la espalda, echandole el brazo encima de los hombros -. Ven, anda, recuestate contra mi.

– No, no, dejame, Tito, se pasa, pasa en seguida, no merece la pena, es como el oleaje, viene y se va, viene y se va…

– Tu, recuestate, mujer, por mi no lo hagas, ven.

– ?Dejalo, estoy bien aqui, se me quita ello solo, ?por que me insistes?, estoy bien como estoy…

Se sostenia los ojos y la frente con las manos. Tito dijo:

– Lo decia por tu bien, no es para impacientarse, Lucita. Vamos, ?se pasa ese mareo? le ponia una mano en la nuca y le acariciaba el pelo -. ?Se va pasando ya? ?No quieres que te moje un panuelo en el rio? Eso te alivia, ?voy?

Lucita denego con la cabeza.

– Bueno, como tu quieras. ?Vas a mejor?

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