– Yo no critico; yo solo digo que no teniamos precision de revolvernos con nadie, para pasarlo bien nosotros y nosotros. Asi es como se forma el follon, nada mas. Y luego surgen los lios.
– Venga, no seas tu tampoco exclusivista.
– Nada de exclusivismos. No los conocemos de nada, pues dejalos quietos. ?Quien te manda de hacer amistades con nadie? A rio revuelto, ya sabes, ademas.
Eran dos chicas y tres chicos; se habian sentado.
– Pues mira – corto en voz baja Samuel -, ahora ya esta hecho; asi es que ya calla la boca y no metas la pata, no vayas a ser tu el que suscite el conflicto.
– Claro; ahora a ponerles buena cara. Encima eso. Miguel les habia preguntado:
– Del Matadero. Legazpi. Digo, menos este; este no, que este vive por ahi, por Atocha. Los demas todos Legazpi.
– Un barrio que le tengo simpatia. Y conozco yo un Eduardo, alli del mismo Legazpi, Martin Gil de apellidos, ?le habeis oido nombrar?
– Eduardo… Si, Eduardo tengo ya uno, pero ese no va a ser; no, este es otro apellido; se llama Eduardo tambien, pero es otro apellido. ?Como era ese?, has dicho, ?Martin que?
– Eduardo Martin Gil.
– No, pues no es ese, seguro que no es. Creo yo que este tuyo no lo tengo yo catalogado, o no me lo parece. A ver este – se dirigio a su companero -. Tu, ?no te suena a ti alguno mas?, echa un poco memoria.
– Eduardo, pues veras…- reflexionaba -. Si, hombre, hay ese otro que le llaman Dua, ?no es Eduardo de nombre ese tambien?
– Ah, si, es verdad, ya salio otro, mira. Vamos, que de pila tambien se llama Eduardo, ?no me entiendes?, no es mas que le dicen de esta otra manera, o sea como un apodo, ya sabes tu la gente, o incluso los mismos familiares; de Eduardo, pues Dua, se saca facil.
– Pues como no sea este, no se yo cual mas. ?Como hace aquel de apellido, tu te acuerdas?
– ?Apellidos del Dua?, espera a ver; si, hombre, ?como era?; vaya, si lo dire… Bueno, en este momento a punto fijo no te se yo decir, pero es igual. Tampoco son los que este dice, de eso estoy seguro, son otros que no tienen nada que ver; si me acordara…
– Bueno, no preocuparos- dijo Miguel -; si es lo mismo. No le deis mas vueltas, ?que mas da?
– Ya, si estamos. No, porque es que todavia si supieramos algun otro Eduardo, sin nosotros conocerlo los apellidos, muy bien podria ser ese que tu dices, casi seguro que iba a ser el. Pero ya te digo, el caso es que de Eduardos no nos constan a nosotros mas que estos que te cuento; asi como de Pepes, ya ves, en cambio de esos hay un carro, asi de Pepes todo Legazpi, la invasion. Pues ese amigo tuyo, es raro, porque aunque nada mas fuese de oidas, dificil que se nos haya podido escapar. Me extrana un rato que nos falte a nosotros esa filiacion, mas todavia al tratarse de un chico joven. Di, tu, ?y es seguro que es de alli de por Legazpi?
– Si, si, seguro. Quiero decir, no siendo que se haya mudado en fecha reciente, porque yo desde luego debe de hacer ya mas de un ano que no lo he vuelto a ver.
– Bueno, hijo, venga, dejaros de Eduardos y a ver lo que hacemos. ?Se baila o no se baila?
– Que si, mujer, que ya hemos terminado. ?Y seguimos sin vino?
– Esa botella que han traido estos tendra todavia, mira a ver.
Miguel levanto la botella de los de Legazpi y la miraba al trasluz, hacia el cuadro de la ventana iluminada; dijo:
– Total nada, una birria de vino es lo que hay.
– Se pide mas – dijo Fernando -. Dar palmadas, a ver si viene alguien.
– Dalas tu, ?es que no tienes manos?
– Anda, Luquitas, se buen chico, ponnos en marcha la gramola, anda ya.
Lucas se levantaba de la silla, afectando un suspiro y un gesto de paciencia, y se iba hacia el gramofono. Juanita comento:
– ?Que trabajo mas terrible! Que barbaridad, ni que le fueras a dar cuerda a un tranvia, los aspavientos que le echas – se volvia hacia Loli -. Chica, hay que ver las fatigas que le entran a este hombre, no se ni como vive.
Sonaban las palmadas de Fernando. Mariyayo dijo:
– Vaya manos que tienes, hijo mio. Casi que estoy tentada de alquilarte para llamar a mi sereno, que esta pero fatal, el pobre, de sordera.
– ?Mira, y me pones rumba, Lucas, si me haces el favor! – le grito Marialuisa.
– ?A ti sola? Sera para todos.
– ?Que rumba ni que rumbo! – decia el otro desde alli -. ?Si aqui no veo ni lo que cojo!
– ?Hombre, vente a la luz y
Lucas no respondio; se veia su sombra arrodillada junto a la gramola, y el oscilar de los brillos metalicos, al mover la manivela.
– Tu no lo apures, que es capaz que lo deja inmediato, ya sabes como es el.
– ?Yo quiero bailar!, si no ?que? ?Quiero bailar!
– Aguanta, pies de fuego, aguanta, tu no te aceleres, tiempo hay.
– No es que sobre, tampoco, Samuel.
– ?Ya empezamos? – protesto Zacarias.
– ?A que?
– A hablar de cosas feas.
– ?Cosas feas?
– ?El tiempo, mujer!
Se volvia de nuevo hacia Mely, sonriendo:
– Continua.
– Bueno, conque con eso ya se hicieron en seguida las diez y media de la noche, que serian, y se presenta mi padre, riiin, el timbrazo; yo un miedo, hijo mio, no te quiero decir, aterrada. Salgo a abrirle, ni mu; una cara mas seria que un picaporte, yo ya te puedes figurar. Conque ya nos sentamos todos a la mesa; aqui mi padre, la abuela ahi enfrente, mi tia al otro extremo, tal como ahi, y mi hermano asi a este lado, a mi izquierda, no veas tu cada rodillazo que yo le pegaba por debajo del hule; chico, los nervios, que es que ya no podia contenerme los nervios, te doy mi palabra. Bueno, y sigue la cosa; nos ponemos a cenar, y mi padre que persevera en lo mismo, pasa la sopa, ni despegar los labios, pero es que ni mirarnos siquiera de refilon; pasa lo otro, lo que fuera, lo que venia despues, y lo mismo, mirando a la comida. Figurate tu, el, que tampoco es que vayas a decir que sea ningun hombre demasiado hablador, pero vamos, que en la mesa, eso de siempre, le gusta rajar lo suyo, y preguntar y contar cosas, pues una persona que tiene buen humor, que esta animada, ?no? Pues date una idea de lo que seria aquella noche, asi que alli ni la abuela, como te lo digo, se atrevia a decir una palabra. Y eso que ella no estaba al tanto del asunto, ?sabes?, pero se ve que no esta tan chocha como nosotros nos creemos, no esta tan chocha, ?que va a estar!, ella en seguida debio de olfatearse, viejecita y todo, lo que alli se barajaba. Bueno, abreviando, una cena espantosa de verdad, pero una situacion de estas que sientes que es que vas a estallar de un momento a otro, ?que rato, no quieras tu saber! Mucho peor, muchisimo peor que la bronca mas bronca que te puedas figurar. Fijate tu, mi tia, con toda la inquina y el coraje que tenia contra nosotros, y estaba negra, se la veia que lo estaba, que tampoco podia aguantar aquello; tanto es asi, que a los postres, se pone, ya se conoce que incapaz de resistirse, se pone, le dice a mi padre: «?No tienes nada que