– ?Y aqui no llega la ronda, Marcial? ?O es que esto ya pilla fuera del Termino?

–  ?Nada! Tu ahi castigado. Eres muy chico tu para fumar. Le tiro la petaca.

– Toma, anda.

Reboto la petaca con ruido de pelota, sobre el marmol, y cayo al suelo, sin que las manos de Coca-Cona tuviesen tiempo de atraparla.

– ?Cogemela! – gritaba.

Don Marcial se acerco a recogerla.

– Das mas guerra que un hijo tonto.

– Pues el arroz, como esta rico es con la liebre – decia Carmelo, lleno de fruicion -. Con una buena liebrona.

No le hizo caso nadie y se volvia hacia la liebre pintada de los cromos, al fondo del local, desvaidos y opacos, bajo la luz amarillenta.

– Con una buena liebre…

– Hay personas que son muy especiales – decia el Chamaris -. Y las mujeres son ya de suyo mas amigas de guardar que de gastar. A menudo ellas mismas no lo saben por que ni para cuando te guardan una cosa, como esto del arroz. Lo hacen nada mas por la mania esa que tienen, o porque les parece, que se yo, que les van a dar mas provecho las cosas el dia de manana; vaya, que van a lucir mas que consumiendolas al pronto.

– Si. A eso es a lo que le llaman ser previsoras – dijo Mauricio -; y yo no niego que eso no tenga sus ventajas en un momento dado, pero las mas de las veces es puro emperramiento y pura obcecacion.

– Que duda cabe.

– ?Ajay! ?Las que tiene con la suya mi vecino por esa misma cosa! – reia el alcarreno – El, que es un poco rumboso demas y que le gusta de aqui – hizo signo con el pulgar hacia la boca -, y ella que hasta la sal yo creo que la tiene contada los granitos; pues no quieran ustedes saber cada trifulca que tienen. Me arman cada trifulca por las noches, que ni Corea. ?Donde se queda Corea? ?Corea es una partida de parchis! ?Y amistosa!

– ?Mira este! ?Y tu tambien eres radioescucha?

– ?Este? – dijo el pastor -. De eso no sabe usted nada. Este siempre el oido bien pegadito a la pared.

– ?Ya estas tu faltando! ?Como si hiciera falta arrimar el oido! Si se los oye en el Casino de Guadalajara.

– ?Ya sera una chispita de menos! – dijo Claudio. Los otros se reian.

– ?Sss!, la pura verdad. Tampoco voy a decirles una cosa por otra…

– Vaya intrigante que estas tu – dijo el carnicero-. Anda, que no te gustan las habladurias.

– Y en este caso – reforzaba el pastor -, desde luego que dispara con su chispilla de malicia.

El alcarreno lo miraba con su unico ojo.

– ?Por que? ?Por que disparo con malicia? A ver.

– Esta mas claro que el agua. No es ningun misterio. Si no hubieras estado trabajando con el hasta hace poco…

– Anda con lo que sales ahora. Ya lo tengo yo aquello archiolvidado. Si que soy yo para rencores. Di tu que lo he sacado a colacion por ser un caso que ilustraba lo que veniamos hablando. Como te podia haber sacado otro cualquiera. No me gasto yo el tiempo en rencores. Asi que en eso vas equivocado, Amalio. No me conoces a mi.

– Ah, pero, ?ya no esta usted en la huerta de Eliseo? – pregunto don Marcial.

El alcarreno denego con la cabeza.

– Ya cerca un par de meses.

– ?Y eso?

– Las cosas.

– ?Tuvieron algunas cuestiones por causa el dinero?

– No. Que va. Por ahi no fue. Desde el punto de vista monetario, las cosas como son, en eso el hombre se portaba.

– ?Pues entonces?

– La posicion que ocupaba yo alli. O sea, que no me daba a mi la gana de aguantarle mas tiempo comodidades que tenia y demas. Vas a la parte con alguien, pues no lo tengas como si fuera un criado. Total, que yo me levantaba al ser de dia, y hasta dormia en la huerta las mas de las noches, por lo retirado que te coge aquello para ir por la manana, y el se pasaba los dias y casi las semanas sin personarse por alli. Obligacion ya se comprende que no tenia ninguna, porque el trabajo corria todo de mi cuenta, segun la aparceria que llevabamos, y el no ponia mas que el terreno y los nitratos; pero, senor, luego no vengas poniendole pegas y peros a todo lo que uno hace. ?No le parece a usted?

– Si, claro; en esas cosas conviene llevar a diario una consulta, un conciliabulo. Formar los planes de comun acuerdo.

– Pues eso es lo que yo digo. Y si uno quiere desentenderse, como el hacia, muy bien, pero tienes que darle al otro carta blanca. Y no venirme luego con reclamaciones, criticandole a uno si lo haces asi o asao, si derecho o torcido. Callarse y nada mas, si queria estar comodo y no ocuparse de nada, ?no?

Don Marcial asentia:

– Natural.

– Pues luego con la comida, esa es otra, cuando se fue mi mujer a pasarse mes y medio en el pueblo. Con la comida, tres cuartas de lo mismo. Daba hasta pena de ver las meriendas que me echaba en su casa la senora de el, que ni el ultimo peon de por ahi creo yo que le ponen unas tarteras como aquellas. No es que vaya uno tampoco a pedir gollerias, eso tampoco, pero siquiera, cono, una cosita regular.

Coca-Cona levanto la cabeza del periodico.

– Di tu que no le hagas caso, Marcial, que ese no es mas que un escogido y un propagandista. Pues nada que no te lleva rato calentando la cabeza y llorandote las penas de la huerta de Eliseo. Algo querra sacarte; tenlo por seguro.

– Tu te callas cuando hablen las personas mayores – le dijo don Marcial.

– ?El cuarto kilo este! – comento el alcarreno y luego proseguia-: Asi que ya le digo: no tenia maldita la gracia que me tuviese yo que jorobar para que el se pasase el dia papando moscas por ahi y luego venirme a echar la reganina cuando mejor le emparejaba. Hasta que un dia tuvimos el episodio y se las solte todas juntas en medio del altercado y le dije que de criado que nones, que de eso ni hablar. Y asi marcho la cosa.

– Pues es lastima, porque economicamente le venia a usted muy bien esa aparceria, ?no es asi?

– Ya, si por eso, si por eso me estuve contuviendo todo el tiempo que pude. Diga usted que si no llega a ser por eso, a buenas horas duro yo tanto alli con el. Pero lo que no ser no puede ser y llega un dia que las cosas acaban saliendose a flote quieras que no. ?Que va usted a hacerle?

– Ya lo comprendo. ?Y ahora que tal le marcha?

– Pues defendiendose uno malamente.

– ?Colocalo tu, Marcial! – interferia Coca-Cona -. Buscale una colocacion a traves de tu senorito. ?No ves que es eso lo que anda buscando, con tanto contarte su vida?

El alcarreno replico:

– ?Estas al periodico o a que estas, mala hierba? Menos mal que ya te tienen

Вы читаете El Jarama
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату