primero en llegar a las reuniones y el ultimo en dejarlas, cuando se lo permitiera el servicio.

Por las actas que llevaba tan al dia Nero Wolfe, se sabe que ese 23 de febrero asistieron a la reunion del Comercial, Spade, Perry Mason, Milagros, Poe, Miss Marple, el propio Nero Wolfe, el padre Brown y Marlowe. Un tercio de los integrantes de los ACP, pero tambien los mas asiduos. Faltaban Max Cuadrado, un joven ciego bautizado asi en memoria del insigne detective ciego Max Carrados que resolvia los casos con la ayuda de los ojos de su amigo Parkinson; Nestor Burma, pieza ornamental del grupo, en cama con una gripe, como tantos por aquellos dias; Mike Dolan, alias de Lolita Chamizo, redactora de El Caso, otro miembro mas de los que fumaban en pipa, aparte de su atuendo enteramente masculino, con trajes, chalecos, camisas de cuello blando y corbatas de aspecto judicial, y, por ultimo, el miembro mas viejo de la tertulia, don Julio Corner, que a la manera del personaje de la baronesa de Orczy se ufanaba de resolver todos los casos sin salir de su rincon. Este, que era un sabio, solia decir que para comprobar que el cielo es azul en todas partes no hace falta dar la vuelta al mundo, teoria plenamente secundada por Sam Spade, que la llevaba a la practica escribiendo de ciudades en las que jamas habia puesto el pie y con tanta fiabilidad como un cronista oficial de las mismas. En cuanto a las actas no figura ese dia el nombre de Maigret, pero la realidad se encargaria de contradecirlas, porque Maigret finalmente aparecio. Y si no figura en el libro de asiento es, sin duda, porque Nero Wolfe se lo llevo antes de que Maigret asomase por alli.

Sherlock Holmes seguia junto al ventanal, sin encontrar el momento propicio para levantarse, marcharse y no parecer un cobarde.

– Tendriamos que ir a aprovisionarnos, por lo que pueda pasar.

Fue Nero Wolfe el de la sugerencia. Nero Wolfe tenia un restaurante, y el instinto hizo que se acordara de avituallarse.

A la cara equina de Sherlock asomo el hambre sufrida en la guerra y en la posguerra.

– Donde hay que estar ahora es en casa, con la familia -advirtio.

– Como en Nochebuena.

Ese era el humor caustico de Spade. Inconfundible. Lo sacaba tambien en las novelas. La discusion con Espeja el viejo, mucho mas que por el golpe de Estado, se lo habia afilado.

– Tu haz lo que quieras, pero yo me voy a ir.

Sherlock se levanto, molesto por primera vez en su vida por el comentario de su amigo y con el semblante borrascoso. El padre Brown, a quien tampoco le gustaba que la gente cargara cruces en solitario, se levanto por hacerle a Sherlock de Cirineo, pero estaba tranquilo: si iba a haber de nuevo persecucion religiosa, el debia ir corriendo a quitarse el alzacuellos y ponerse otra ropa, aunque tal como pintaban las cosas temio que fuese lo contrario: tendria que sacar la sotana de la sacristia.

– Yo tambien me voy. En la parroquia pueden necesitarme.

Tampoco faltaba nunca el padre Brown. Eso era mas explicable que lo de Maigret: estaba convencido de que la feligresia siente mayor y mas natural propension al mal que al bien. Miss Marple apago el transistor que habia tratado de meterse por la oreja, lo guardo en el bolso y se dispuso a marcharse tambien. Mason se colo en su abrigo sin decir nada y Nero cerro con parsimonia el libro de asientos, como maestro de ceremonias, dando la reunion por finalizada, sumandose al grupo de los desertores. La preocupacion y la inquietud se habian generalizado, pero no iba a suceder nada por que un dia, despues de quince anos, no se celebrase la tertulia.

Se quedaron solos Spade, Marlowe, Poe y Milagros.

Milagros, la mujer de negro, tampoco decia nunca nada. Era muy reservada. Todo lo que se le habia escuchado en aquellas tertulias de los ACP hubiera podido memorizarlo un loro. No bebia alcohol ni refrescos ni agua, solo un cafe tras otro. Se estaba con la espalda recta como una tabla, escuchando atenta, y moviendo la cabeza sin despeinarse. Aunque se la tuviera de frente, parecia de perfil, como las egipcias faraonicas. Hieratica, con su cara fina, larga, palida, con los labios descoloridos y unas ojeras como dos lirios para dos ojos de color azabache incognita. Fumaba con la misma voracidad con la que trasegaba los cafes cortados, pero tampoco expulsaba el humo, se lo tragaba y parecia que se lo quedaba dentro por no llamar la atencion. Vestia siempre de negro vernaculo, y nunca faldas, siempre pantalones, veranos incluidos, blusas negras, diademas negras y panuelos oscuros. Solo en los zapatos o en las sandalias se permitia agudas audacias, y eran estos a veces de color crema, rosa o blancos. Eso en cuanto a su aspecto exterior, pero por dentro solo perseguia una cosa: ser real, es decir, una de las heroinas de las novelas de su amigo. Si se lo hubiesen preguntado a Sam Spade, lo hubiese confirmado, porque era el unico que lo sabia, y nadie sino ella llevaba peor el hecho de que toda la realidad que habia en las obras de Spade se decantara siempre del lado de Dora, la mujer oficial, y no de ella.

Milagros habia sido novia de Spade antes de que este conociese a Dora de casualidad un dia en la comisaria de la calle de la Luna y se casase con ella a los tres meses. No acogio ni mucho menos bien la noticia, pero acabo aceptandola. Despues de aquella boda, Milagros, conocida en los ACP como Miles, en recuerdo del personaje de Patricia Highsmith, dejo de acudir al Comercial. Nadie le pregunto a Spade, porque todo el mundo sobrentendio que las cosas no debian de poder ser de otra forma. Pero cuando Dora y Spade se separaron, Miles aparecio de nuevo. ?La llamo Spade? ?Se entero la propia Miles, como esas golondrinas que llegan de Africa y van directas al nido viejo? Tampoco nadie se atrevio a preguntarle nada en la reaparicion, si habian o no reiniciado la relacion. El mismo hieratismo en ella, la misma indiferencia en el. Al salir del Comercial, terminada la tertulia, ella solia quedarse a veces con el. Otras, paraba un taxi con dos dedos en cuyas puntas ardia siempre un cigarrillo, y se metia en el coche sin decir nada ni despedirse de nadie. Se diria que hubiera querido aparecer y desaparecer como los espiritus. Y jamas una palabra de mas, una broma, una frase de complicidad. Sofisticada y muda como una esfinge. Tampoco sabia nadie a que se dedicaba. No trabajaba en nada. Vivia de rentas. Habia estado casada con un hombre muy rico, pero su fortuna era propia, de familia.

– Paco, no tenias que haberte metido con Sherlock. Es muy buena persona.

Este Paco, no oido jamas en el Comercial referido a Spade, devolvio tono de intimidad a la conversacion, un aire de familiaridad que extrano a Marlowe y a Poe, porque igual que de las reuniones estaba excluida la politica, todos alli se llamaban por el apodo, sin excepcion, y muchos se trataban de usted, otra de las normas, raramente acatadas, de los ACP.

Si, Sherlock era una buena persona, pero Spade no tenia la culpa de lo que habia ocurrido con Espeja.

Se hizo un desmesurado silencio. Marlowe y Poe no se atrevieron a romperlo, y solo Spade, al cabo de unos minutos, por animar el cotarro, pregunto de que se hablaba antes de que se hubiese sabido lo de los guardias civiles en el Congreso.

– Fijabamos una vez mas las reglas de la verdadera novela policiaca -dijo Poe timidamente, como un alumno aplicado.

Para todos Poe era, antes de que se sumara a la tertulia, un estudiante como otros muchos que repasaba los temas y apuntes en una de las mesas del cafe, y al que a veces se veia hablando con una chica algo mayor que el. Se acerco a ellos una tarde y les dijo: Siempre hablan ustedes de novelas policiacas y a mi me gustan las novelas policiacas, ?les importa que me siente a oirles?

Se quedaron al mismo tiempo sorprendidos y halagados de aquella buena disposicion y de la naturalidad con que formulo el ruego. Sherlock pregunto, ?que novelas le gustan a usted? Poe, oyendose tratar de usted, vacilo. No habia leido muchas. El estudiante dijo la primera que se le vino a la cabeza: Los crimenes de la calle Morgue, y fue Spade el que le puso el nombre. Dijo, mire, aqui todos tenemos un nombre. A usted le vamos a llamar Poe, ?le parece bien? Se da un aire romantico, tan palido, tan delgado. ?Y por que no Dupin?, dijo Poe. ?Prefiere Dupin?, le respondio reconciliador Spade. Poe se lo penso bien y dijo, no, Poe esta bien, me gusta.

Fue el primer neofito de su iglesia en todos aquellos anos, nacido al menos de aquella manera tan espontanea, y se mostraron no solo de acuerdo, sino encantados, sobre todo algunos como Marlowe o el propio Spade, ya que a ninguno de los ACP se le habia pasado por alto la presencia de aquella joven bellisima que le acompanaba algunas tardes, extraordinariamente hermosa, como un angel.

Se llamaba Hanna y era danesa. Ese dia 23 de febrero no estaba con el. Poe la habia conocido en la academia a la que iba entonces. Era una academia general y se encontraba justo encima del cafe, en el tercer piso. Despues de trabajar en un banco, Poe preparaba su acceso a la Universidad. Hanna daba en la misma academia clases de ingles y era diez o doce anos mayor que Poe.

A Spade le caia bien Poe. Le cayo tambien bien Hanna. Para ella no buscaron nombre. Nunca mostro interes

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