decalogo se resumiria en un unico mandamiento: el Bien es el Bien y el Mal el Mal; nada de que el Bien pase a ser el Mal ni al reves, ni que los buenos se hagan malos ni los malos buenos; los crimenes de las novelas son un juego de ninos, y a los ninos les gusta en los cuentos que les cuentan saber de que lado ponerse. Y sobre todo no hay que olvidar que el crimen perfecto no es mas que una metafora extrema de la lucha por la vida, donde aflora lo mejor y lo peor de la naturaleza humana; por eso hay tanta gente intrigada con el asesinato como una de las bellas artes: tras la gracia del angel, la importancia de Lucifer.

Spade despues de esa parrafada bebio otro largo trago de su gin-tonic y Marlowe se arranco con cinco o seis palmadas de aplauso, aprovechando las dos ultimas, batidas con mas fuerza, para atraer la atencion de Tomas, a quien nada podia molestar mas que se le llamase como a los serenos. Llego refunfunando y Milagros, cuando lo tuvo delante, pidio otro cafe.

– Hemos desenchufado la maquina. Se va a armar una buena y ustedes estan tan tranquilos…

No espero a que le dijeran nada, se dio media vuelta y se largo en direccion a la barra.

Spade agradecio con una reverencia la retirada del camarero y con una ligera sonrisa el favor de su publico, especialmente el de Marlowe, a quien desde luego no aclaro que algunas de aquellas normas las habia tomado del Codigo de Van Dim, a quien no cito por lo mismo que Virgilio no citaba sus fuentes. Pero al mismo tiempo no pudo evitar pensar que quiza aquella ultima sesion de la tertulia habia sido el canto del cisne. Se puso ligeramente triste. Tristeza sobre tristeza. Espeja, ACP. Todo llegaba a su final. ?Que iba a ser de los ACP? ?Que iba a hacer el mismo? ?Y si en Espana sucedia lo que en Chile? Novelas policiacas siempre tendria que haber. Pero el ya no era novelista. Lo sabia. Comprendio que lo sabia desde hacia ya algunos anos. Se habia estado enganando. Le costaba trabajo no pensar en si mismo como habia pensado en los ultimos veintidos anos. Acaso no fuese una simple cuartelada. Se disolverian los ACP, prescindirian de sus preciosos apodos, se concluiria el modo de vida que habia conocido hasta ese momento. Quiza Espeja le estuviera telefoneando a su casa. Todo habia llegado al final. Otra vez sintio el insidioso e intimo convencimiento de su fracaso.

Spade era clarividente y columbro que aquel dia era la tumba de la democracia y de Sam Spade, de Miss Marple, de Nero Wolfe, de Nestor, de Perry Mason, de Poe…

Tampoco dejo traslucir ninguno de sus temores.

– Alli viene Maigret -exclamo de pronto Marlowe.

Miraron todos a un tiempo a traves de la cristalera. Se habia confundido. Era alguien que se le parecia y que paso de largo.

– Tenia que verle -recordo un Spade apesarado. Ninguno de los que le acompanaban podia ni siquiera sospechar las turbulencias que lo sacudian por dentro.

– La verdad es que los nombres que tenemos estaban bien puestos -dijo de pronto Spade.

– ?Y eso a que viene ahora, Sam? -pregunto Marlowe.

– Se me ha pasado por la cabeza.

– A mi el mio no me gusta -disintio Marlowe-. Hubiera preferido otro. Yo soy mas guapo que Humphrey Bogart.

Marlowe hizo uno de sus gestos caracteristicos, se llevo la mano derecha al pecho y la deslizo lentamente de arriba abajo, como si llevase corbata y quisiera alisarla, al tiempo que adelantaba la mandibula y abria la boca en un «ahi queda eso».

Se llamaba Isidro Rodriguez Revuelto, y se habia puesto Marlowe por ninguna razon detectivesca en particular. En el fondo, acaso, porque le gustaba la mano que Marlowe se daba con las mujeres, como las llamaba muneca, preciosa, flaca, chatilla, pequena, y las besaba sin que le respondiesen, sosteniendolas por el talle con una mano, doblandolas hacia atras y atornillandoles la boca con la lengua, y sin soltar el cigarro de la otra, y como se las llevaba a la cama sin que se enterase nadie, a veces ni siquiera los lectores, y sin tener que hablar luego de todo ello, cada cual por su camino, una noche de frenetica y cinica pasion, y a la manana siguiente adios, el largo adios, sin rencor, como buenos amigos, cada cual por su camino, como los perros callejeros. Eso le parecia poetico.

Spade se le quedo mirando y sonrio. Al contrario que a Mason, a el Marlowe le hacia gracia, la gracia del pueblo de Madrid.

Spade contaba entonces treinta y ocho anos. Perry Mason, segun la ficha, habia nacido quince antes. Marlowe tenia veintidos, Poe veinte, y Milagros, treinta y siete.

Todas las fichas tienen su fotografia. Spade en la suya no parece de treinta y ocho anos, sino mucho mas joven, y Perry Mason, mucho mayor, con unos ojos de vulpeja que contrastan con su aspecto inofensivo, de gastronomo frances.

En la mirada de Marlowe se apreciaba cierta desfachatez, simpatica desde luego, pero tambien un fondo de desdicha. ?Que lector, incluso de novelas del oeste o de detectives, no es desdichado? Y tampoco era tan insolente como Mason creia. Era lo que se dice un tipo bromista.

Poe llevaba entonces un corte de pelo que podria calificarse de ominoso, con unas patillas largas que ya parecian pasadas de moda. Estaba muy delgado. Quiza tuviese razon su madre, sosteniendo que en Madrid no se comia bien.

Ese dia la tertulia era atipica. Ya no sabian de que hablar pero tampoco querian marcharse a casa. En los plenos de los ACP el tiempo se les hacia corto para comentar los ultimos adelantos de la criminologia o los casos mas interesantes, dejando fuera de lugar cualquier conato de privacidad. Sin embargo ese dia no tenian nada que preguntarse, y quiza por eso Marlowe, que decia proteger, en tanto que forastero, a Poe, le pregunto por Hanna.

– Hanna debe de estar asustada con todo esto que pasa aqui. Tendriamos que llamarla para tranquilizarla. Poe se quedo mirando a su amigo, pero no movio un solo musculo de la cara. Siempre era dificil saber en que estaba pensando.

De su amiga Hanna no hay ficha, lo cual quiere decir, con toda probabilidad, que jamas formo parte de los ACP. Pero si figura en una foto de grupo, de las que se conservan algunas.

Parece, en efecto, una mujer muy guapa, delgada, con una expresion de dulzura general. En esa foto tiene el pelo lacio, largo, de color rubio, casi blanco, como el oro blanco, como la avena vana que crece en las cunetas en agosto, y los ojos azules o verdes, dificil saberlo.

– Si me permites decirlo -dijo Marlowe dirigiendose a Poe en un tono que solo podia querer decir que iba a soltarlo, quisieran o no escucharle-, Hanna es una preciosidad.

Sono la galanteria como una restitucion a la tesoreria de las Verdades Universales.

– De veras -insistio Marlowe por si no habia quedado claro.

En la foto Hanna lleva un jersey blanco de cuello de cisne. Un cisne.

No se sabe de quien partio la idea de confeccionar esas fichas.

Son las mismas que usaba entonces la policia. Donde iba el escudo, en el mismo rincon superior izquierdo, va sobrepuesto el anagrama de los propios ACP. En algunas ese papel se ha despegado y asoma el aguila imperial, que quiere levantar el vuelo con el yugo y las flechas en las garras. El anagrama de los ACP representa un laberinto, una circunferencia con intrincados viales. Se parece a uno de esos ideogramas que se ven en los letreros de los restaurantes chinos. Son como unos cuantos caminos interrumpidos, imposibles y enganosos que no desembocan en ninguna parte, sino que acaban en el mismo punto del que se parte. Resulta notorio que estaba ideado y realizado de una manera significativa y seguramente por el mismo Spade, porque muchas de sus novelas parten de la misma hipotesis: no solo el criminal regresa al lugar del crimen, sino que el crimen le deja en el mismo lugar en el que se cometio, o peor, en el mismo lugar donde estaba antes de cometerlo, dispuesto a cometerlo de nuevo.

POR fin Thomas les echo de alli con mala cara, mientras los otros dos camareros, sin chaquetilla, vestidos de calle, esperaban que aquello concluyese.

– Vamos a cerrar, en Sevilla y en Valencia van a sacar los tanques a la calle. En Valladolid tambien. Y en Madrid unos dicen que ya esta en camino la Division Brunete, y nosotros nos vamos a casa.

Transmitido de esa manera, con la boca seca y la lengua pastosa, parecia que todas esas cosas tenian la misma importancia. La discusion sobre las caracteristicas de la novela negra que distinguen un Crimen Perfecto de uno que no lo es, asunto tan peliagudo como el de la belleza inmarcesible de Hanna, quedo, pues, aparcada para mas sosegado capitulo.

Se levantaron los cuatro amigos.

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