que complicaba el caso, le contrario aun mas, porque queria acabar cuanto antes y marcharse a su casa, de modo que dio por concluidas diligencias y preguntorios, ordeno que se llevaran detenido al sobrino, echo a todo el mundo de alli y declaro secreta la instruccion del sumario.

La brigada volvio andando a la comisaria. Bien porque esta se encontrara a unas manzanas de distancia, bien porque esa tarde especial todo andaba desquiciado, debieron conducir al detenido, esposado, entre dos guardias, a pie, por aquellas calles viejas, iluminadas con farolas exhaustas y lampiones isabelinos. La escena, de otros tiempos, contribuyo sin duda a que las personas que presenciaron la marcha de aquel cortejo siniestro sacaran conclusiones erroneas y creyeran que habia empezado lo que Sherlock habia vaticinado con tanto pesar: ni siquiera habian esperado a medianoche para las primeras sacas y paseos.

Maigret, sensible a las alarmas sociales, ordeno a los policias armados que apretaran el paso y que marcharan con mas recato por una acera y no por mitad de la calle.

– Has sido tu -concluyo uno de los inspectores, uno joven tambien, alto, indiferente al drama-. Esta bien claro. No hay mas que verte para saber que eres un tio raro. Vas a cantar de plano. Los locos sois los que mejor cantais, os gustan los auditorios.

– Se os coge por tontos, mas que por malos -abundo su companero, mientras ofrecia con buena camaraderia un cigarrillo al reo, que se lo llevo con las manos esposadas a la boca.

– Aqui hay caso -dictamino Maigret-. Tu, Poe, que piensas.

Poe, por respeto al hombre que llevaban detenido, no se atrevio a abrir la boca. El detenido aguantaba con paciencia las imputaciones de los policias.

– ?Que nombre es ese? -pregunto el inspector alto a Poe.

Este no respondio.

– Venga -insistio Maigret-. Alguna teoria tendras.

El muchacho se detuvo y dejo que el corchete de guardias, los inspectores y el detenido se adelantara unos pasos.

– ?A veces no hay gente que se suicida con una bolsa de basura? -pregunto timidamente Poe-. A lo mejor esto es un suicidio.

– Pero aqui no habia ninguna bolsa de plastico -objeto Maigret.

Le producia lastima aquel hombre que llevaban preso, pero no se atrevio a confesar un sentimiento tan ingenuo.

– Chaval, tu no tienes ni idea -respondio el alto, que alcanzo a oir su hipotesis.

Maigret y Poe, que cargaba con la maleta, se retrasaron unos metros mas, para evitar nuevas intromisiones.

– Lo que tendria que hacer Spade es olvidarse de todo eso de la agencia, dejar de escribir novelas americanas, y ocuparse de lo nuestro. ?Que tienen los americanos que no tengamos nosotros? Este va a ser un caso interesante y Spade podria contarlo como nadie -dijo el policia-. Si se tiene una muerte, y muerte la tenemos, y se tiene un asesino, y asesino lo tenemos, tenemos una vida y una muerte, y con eso, ?para que se quiere mas? Las novelas hablan todas de lo mismo, una muerte y una vida. Si las novelas empiezan por una vida y acaban en una muerte, es literaria. Si la novela empieza por una muerte y acaba contando una vida, es policiaca. Las dos son buenas.

– No se -dijo Poe, con esa costumbre de empezar siempre con un no, para no contrariar a nadie. Quiza haya sido el sobrino. Podria ser el sobrino, aunque lo dudo. En ese caso habria demostrado que es mas pobre hombre de lo que parece. El es el unico heredero. Pero ?heredero de que? Cuatro tinas, dos trajes viejos, una cartilla de ahorros y un piso en el que olia a puerros. Si lo hubiera matado el, no se le habria pasado por alto que el seria el principal sospechoso. De modo que no hay movil manifiesto. Ademas el viejo tenia ya ochenta y dos anos y un aspecto no precisamente saludable. Podria haberle asesinado en un arrebato, si hubiera vivido con el, pero no se veian apenas. Todo el mundo ha confirmado ademas que era un hombre tranquilo, afable, educado. Un bendito En la casa no habia muestras de violencia. Como crimen, con ese detalle de los zapatos y la bufanda tan colocados por el asesino para despistar a la policia, es un crimen de novela. Pero la vida no esta hecha de novelas, sino al reves, las novelas estan hechas a partir de la vida. Por eso la mitad de las novelas de las que hablamos en los ACP son tan malas. Para mi la clave de esta muerte esta en el pasado de ese hombre. Habria que investigar cual ha sido su vida. Esta es una historia que empieza en una vida y acaba en una muerte. No es de las que empieza en una muerte, aunque lo parezca. En la gente que muere tan vieja y de modo tan dramatico y misterioso, la clave de lo que es esta en su pasado. En un noventa y nueve por ciento. Me parece. No puede explicarse nada si nos limitamos a buscar una causa para cada efecto, porque cada efecto es consecuencia de muchas causas, y todas ellas tienen detras otras muchas causas de muchos otros efectos. A todo ello le llamamos el pasado.

Maigret le miro desconcertado.

– ?A que pasado te refieres?

Poe le contesto encogiendose de hombros.

La noche era fria y la luz de los faroles parecia soldarse a su alrededor con el halon moribundo. Se diria incluso que pese a que las calles estaban vacias, tambien lo estaban las casas, la mayor parte de cuyas ventanas, a oscuras, certificaban el color del miedo.

Llegaron a la comisaria de la calle de la Luna a las diez de la noche, y para entonces la borrachera de don Luis, multiplicada por el efecto de los antibioticos, habia alcanzado cotas inimaginables. Su despacho se le habia llenado de personajes pintorescos, hombres en su totalidad y en numero no inferior a diez y con la siguiente caracteristica: o eran muy jovenes o de la edad del propio don Luis, y aun mayores. Todos ellos bien vestidos, los mas viejos con la camisa azul debajo de sus abrigos. Unos se mordian las unas, otros miraban el televisor portatil del que antes habian disfrutado los guardias, y otros confeccionaban y discutian unas listas en las que por orden de prelacion se minutaban las actuaciones inminentes, especificadas en detenciones, escarmientos ejemplares y ocupaciones de diferentes locales sindicales y politicos. Reinaba alli una mezcla de euforia, escalofrio historico, delirio de grandeza y sed de venganza y revancha. Y si cuando la muerte de Franco algunos lo habian celebrado descorchando champan, en esa noche feliz aquellos extranos habian llenado la comisaria de botellas de conac patriotico, mas aconsejable para resistir una noche como la que en principio se les ponia a todos por delante.

Diez minutos en aquel ambiente habrian sido suficientes para convencer a cualquiera de que la intentona habia sido ya un rotundo exito, de que el rey estaba al frente de ella y de que solo habia que esperar a la autoridad militar que iba de nuevo a meter en cintura al pais.

Nadie reparo en la entrada de Poe, Maigret y los companeros de la brigada, pero a Poe no se le paso por alto aquel contubernio batutado por un don Luis que amenazaba con liarse a tiros hasta que todos los enemigos de Espana salieran corriendo como conejos.

Dejaron al detenido en un calabozo, solo. En el de al lado aguardaban dos mujeres, manualistas, acusadas de ejercer su oficio en las aceras de la Gran Via, sentadas en un banco.

El panorama desanimo a Poe, que se despidio de su amigo:

– Me voy a la pension.

Poe se quedo solo en un pasillo. Volvio sobre sus pasos, abrio el calabozo donde esperaban las descuideras, y les ordeno:

– Salgan, vayanse a casa.

Las mujeres, delante, salieron, y nadie las detuvo en la puerta. Ni siquiera supieron que tenian que darle las gracias.

Ya en la calle, Poe se llego hasta la cateferia en la que algunas noches se tomaba un sandwich de queso y un descafeinado para cenar, pero la encontro cerrada, al igual que todas las demas de la Gran Via y los cines. Uno de ellos apagaba en ese instante las luminarias de las carteleras y dejaba frente a la taquilla a tres desavisados, locos o inconscientes espectadores que debian de considerar compatibles el septimo arte y los golpes de Estado. Desde una cabina de telefonos Poe llamo a Hanna, como habia hecho esa tarde antes de ir a la tertulia, pero nadie descolgo el telefono. Le habria gustado pasar esa noche con ella.

Era una mujer enigmatica, pero la queria. Telefoneo luego a su madre. Tampoco pudo hablar con ella. Las lineas nacionales estaban colapsadas. Hubiera querido tranquilizarla. Era una de las personas a las que la guerra habia destruido la vida. Habia pensado decirle que todo estaba en orden en Madrid y que el se encontraba bien, en compania de unos amigos. En ese momento diviso unas tanquetas de la policia y unos jeeps militares circulando en direccion a Cibeles. ?De donde los amigos?, imagino que le preguntaria. Del banco, mama, le hubiera mentido.

Вы читаете Los amigos del crimen perfecto
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату