querido contarle toda su vida en un segundo, y no ocuparse mas de ella. No era una vida que valiera demasiado.
– Si. No son muchos, bueno, solo tres.
Espero a ver la reaccion de Poe, pero este no movio un solo musculo de la cara.
– En realidad -matizo seria Hanna-, si, tengo uno, una especie de novio.
Se hizo un silencio que ni Poe ni la propia Hanna hubieran interpretado correctamente, porque a los dos empezaba a incomodarles la conversacion, pero ninguno de los dos hubiera querido interrumpirla en ese punto.
– ?Quien es?
Hanna solto una carcajada.
– Ah, los espanoles, siempre tan directos.
Tenia Poe un gesto recurrente, como un tic, cuando no se hallaba comodo: se llevaba la mano al pelo y se lo apartaba de la frente. Fue lo que hizo. No le gusto a Poe aquella comparacion. ?Que tenia que ver el con los espanoles?
– Tu lo conoces -le respondio al fin Hanna.
– ?Yo?
Brillo en los ojos claros de Hanna la oscuridad de la malicia. Poe se dio por vencido.
– Jaime Cortinas -desvelo al fin la joven, abriendo los brazos, como el voila de los magos que ponen ante el asombro del publico un truco de magia.
– ?El director de la academia? Si es un viejo… y esta casado. -La sorpresa de Poe no era fingida. A continuacion se avergonzo de un comentario tan poco cosmopolita.
Hanna se lo tomo a risa. Aquel hombre era un viejo, desde luego. Cincuenta anos, vistos desde los veinte arriscados de Poe, eran lo mas parecido a uno de los viejos y aridos tesos de su pueblo, y en comparacion con los treinta de ella, casi un delito.
Poe era demasiado joven para saber que una confesion como aquella lejos de inquietarle, deberia infundirle animos, porque no era sino el preludio de una ruptura que se le anunciaba como primicia. El pesar que asomo a la mirada de Poe, aligero el humor de la joven.
– No me creo que no tengas novia. Eres muy guapo. Veo como te miran las chicas en clase. Se te rifan con la mirada. No me digas que no te has dado cuenta.
No solo no tenia novia sino que su experiencia al respecto hubiera podido ser declarada zona catastrofica. Ademas el no se habia dado cuenta de que sus companeras de clase le dirigieran no ya la palabra; ni siquiera le miraban, o eso le parecia a el.
– No he tenido mucha suerte en eso -confeso despues de pensarselo un rato.
?No tenia una novia en el pueblo?, insistio Hanna, que llevaba aquella conversacion como si leyese apresuradamente las paginas de un folletin. No, ya le habia dicho que no tenia novia, le dijo Poe. Pero ?se volveria algun dia al pueblo con sus padres? No tenia padre. No, Hanna no tenia que sentirlo. Casi ni el lo sentia. Para el su padre no era mas que unas fotografias borrosas, perpetuas en sus viejos marcos, en el salon de su casa, y las lagrimas de su madre todos los aniversarios de su muerte, o tantas otras veces, cuando se hablaba de el, unas veces si y otras no, no se sabia cuando su madre lloraria por su padre, a veces contaba algo que hacia presagiar el lloro, y no lloraba, y en cambio en otras ocasiones, estaba tan tranquila, y bastaba con que se rozase su nombre, para que la mujer no pudiese contener el llanto. En general su padre era un silencio, mas angustioso aun que las lagrimas. Esos eran parte de sus secretos. De eso no se podia hablar, como murio el padre, cuando, de que modo, lo que ello significo en casa, su madre, sola, embarazada de el, con sus hermanos, teniendo que ponerse a trabajar en lo que le salia, con sus propias manos, sus hermanos dejando los estudios, sacandoles del colegio para buscar cualquier colocacion, tambien en lo primero que les salia, la mayor con dieciseis anos, el otro con trece, sin haber podido terminar la primaria. Y sin que alli, en el pueblo, nadie les socorriera, ni la familia de su padre, ni la de su madre, que vivia en la otra punta de Espana, nadie quiso hacerse cargo ni ayudar, todos se sacudieron la responsabilidad, porque de una y otra parte le culparon a el de ser el unico responsable de todo lo que le habia ocurrido. Porque no era la primera vez. Pero no fue culpa de su padre, y eso lo defenderia Poe si era preciso a golpes con quien sostuviera lo contrario…
Esas eran las cosas de las que no hablaba con nadie, porque a nadie le interesaba saber como sucedieron en realidad. Nadie quiere saber la verdad. Sienten y piensan por aproximaciones, porque la verdad compromete tanto como la realidad. Ni siquiera entre ellos, los de su propia familia, su madre y sus hermanos, querian hablar de ello. Demasiado doloroso, demasiado habian penado ya todos ellos, demasiado dano les habian hecho, asi que nadie queria meter de nuevo el dedo en una herida que estaba aun abierta como el primer dia. Incluso parece que le reprocharan a el algo, cuando le decian, no te puedes figurar como fue aquello, no, no tienes ni idea. Y le dolia que le dijeran aquello porque sucediera antes de su nacimiento, marcado por ello como el que mas.
Habia una foto de su padre enmarcada en casa, el si que era guapo, delgado, con el pelo peinado hacia atras, la boca grande y unos ojos profundos, negros, con una mirada melancolica, la nariz recta, la frente levantada y un hoyuelo en la barbilla. Todo el mundo decia que era guapisimo, como un actor, y lo que todo el mundo decia tambien: como debia de ser tu madre de joven, cuando se conocieron, para que un hombre tan guapo se fijara en ella. Pues igual que el, de «bandera», le contaron que decia su padre de su madre, se lo contaba su madre incluso, envanecida y avergonzada al mismo tiempo, gustosa de recordarlo en una de esas ocasiones que Poe no sabia nunca si se rematarian en risas o en sollozos; si, eran como una pareja de actores de cine. A Poe algunas de las mujeres del pueblo que habian conocido a su padre le decian, tu has salido majo, pero para majo, tu padre. La foto enmarcada no era una foto solo del padre, sino de ambos, madre y padre, la foto de la boda, uno con su traje y en la solapa aquel luto por alguien, por cualquiera, que mas daba, porque en esos anos todos estaban de luto por alguien y los lutos se encadenaban unos con otros, habia muertos por todas partes, de todas las clases, para llevar luto por el que se le antojara. Habia muertos y desgracias donde elegir a gusto. Y su madre con un collar de perlas que fue lo que primero llevo a vender, cuando murio su padre y necesitaron dinero. Y gracias a esa fotografia Poe no olvidaba nunca como habia sido su padre, y en casa no se le dejo de recordar nunca, lo que habia hecho, si tu padre estuviera aqui, tu padre por aqui, tu padre por alla, si tu padre viviera, si tu padre no hubiese ido a Madrid ese dia, se hablaba de esas cosas pero no de lo que sucedio cuando su padre cierto dia de 1960 fue a Madrid y se encontro de casualidad en el Retiro con su amigo Remigio. Fue una casualidad. La policia no creyo nunca que lo fuese, porque cuando se piensa de una determinada manera, no hay azar ninguno, sino que el Mal se larva oscura y enterradamente sin descanso. Asi como la policia y el Bien tienen sus horas de reposo y asueto, que dedican a repararse del trabajo que les cuesta velar por el Orden, y se entregan al sueno, a la familia y a los esparcimientos honestos, el Mal se aprovecha de tales treguas, para desde lo mas soterrado del mundo erosionar sus cimientos y echar abajo ese Orden establecido, que no es otro que la Ley Natural, sustituyendo la libertad verdadera por el libertinaje, etcetera, etcetera, y por eso se lo llevaron detenido, porque la policia no creia nunca por principio lo que dijera alguien con los antecedentes suyos, y mucho menos cuando empezaba defendiendose con la palabra casualidad. No solo vivian en el error, sino que vivian de la mentira. Y en el libertinaje. Y si la verdad puede uno hallarla por casualidad, la mentira no es sino el trabado empeno de muchos anos de empecinada y voluntariosa existencia en el error. Y se recordaba Poe a su madre, llorando por los rincones de la casa, cuando era pequeno, o sobre la maquina de coser, por la noche, cuando cosia, como en una de esas escenas de cine neorrealista que pasaban a veces por la television, que eran comedias de las que hacian llorar. Podia oler incluso la miseria de la casa, un olor a borra y a cebolla. Y se recordaba el en casa de una vecina todo el dia, mientras su madre asistia las casas. Una buena vecina de esas que hay en todas partes, la samaritana que se hacia cargo de el, cuando no habia nadie para atenderlo, con tias y abuelas en el mismo pueblo, pero a cargo de una vecina porque despues de aquello dejaron de hablarles todos, unos apestados, sin poderse ir a ninguna parte, y la vecina mejor que de la familia, su familia desde entonces, le crio con sus propios hijos, sin preguntar si la culpa de todo la habia tenido su padre, o la mala suerte, o esta maldita Espana y la maldita politica, mirando unicamente para que aquella viuda sacara como fuese a sus hijos…
Lo raro es que no lo mataran despues de la guerra. Poe le pedia a su hermana, a su hermano, volvedme a contar lo que padre os contaba. Y ellos le contaban el dia que se los llevo de pesca, o cuando se compro el primer camion, que se fueron los cuatro a merendar a una venta, para festejarlo. Y a su madre le decia, madre, cuentame otra vez donde os conocisteis padre y tu. Y ella, sonadora, recordaba aquella tarde en Valencia, el ano 38, un dia de julio, que se toparon con unos que venian del frente, y se fueron todos a merendar a una taberna