limpia y ordenada que cualquiera de los cubiles en los que suelen vivir los detectives de las peliculas de serie b, con botellas de whisky Dyc y de vodka nacional vacias por todos lados, ceniceros llenos, periodicos mal doblados por el sueno y noveluchas tiradas en los rincones.
El proyecto de la agencia habia sido arrumbado para siempre, por descabellado, al segundo dia de haberlo concebido. Comerse el orgullo con Espeja el viejo tampoco le sirvio de nada, porque este, cuando le telefoneo una semana despues de su trifulca, el 3 de marzo, no ceso de insultarle y exigirle la devolucion inmediata de un prestamo que Cortes ya no pensaba devolverle.
Por iniciativa de Mason resolvieron entonces actuar contra el viejo editor, pero la situacion que afloro no pudo resultar mas calamitosa. Con los contratos en la mano, Espeja el viejo tenia los derechos de todas sus novelas, lo cual queria decir que las tenia como quien dice a perpetuidad, ya que mientras siguieran editandose o hubiera en almacenes un numero de ejemplares superior al diez por ciento del total de la edicion, los derechos permanecian en manos de su editor, y como Paco Cortes sospechaba que Espeja el viejo hacia de todas ellas reimpresiones fraudulentas, iba a ser imposible arrebatarselas y venderselas a otro editor.
El padre Brown, moviendo hilos largos y sutiles como los del laberinto, le busco en la Biblioteca de Autores Cristianos trabajo de corrector de pruebas.
Agradecio enormemente Paco Cortes a su amigo Benigno el cura las gestiones, y despues de meterse entre pecho y espalda un voluminoso tratado sobre las virtudes teologales de un benemerito padre dominico, excuso persistir en aquella labor encaminada a poner en claro peliagudas cuestiones, mucho mas complejas que las de cualquier avisado detective.
Todos conocian tambien la negativa de Cortes a escribir novelas de nueva planta, pero lo que no sabia nadie, ni siquiera Mason, es que en tres o cuatro ocasiones se habia puesto a la tarea, dejando como resultado el rastro penoso de tres novelas que no habian pasado de la pagina doce.
Habia que reconocer, y asi lo reconocia el, que el manantial se habia secado. Pero si Sam Spade tiraba a sagaz, Paco Cortes era orgulloso, y no comunico a nadie el origen de aquella depresion: se sentia acabado, porque lo estaba.
Cierta tarde llego Maigret a la tertulia con noticias no menos tranquilizadoras.
– El suegro de Paco -informo- se lo quiere llevar por delante. Me ha encargado que si le veia aqui le diera un recado. Le he dicho que hace seis meses que nadie le ve. No lo creyo. Piensa que le guardamos las espaldas y que le tenemos por un Dios, cuando, ha dicho, no es mas que un sinverguenza, un vividor y un golfo que lleva sin pasarle la pension a su hija los dos ultimos meses. Y…
La comision mediadora de los ACP volvio a la carga en una segunda, tercera, cuarta intentona.
En esa cuarta visita, que efectuaron Mason y el padre Brown, sin Nero, les sorprendio lo que vieron en el salon. Las ocho estanterias que llenaban una pared entera, del suelo al techo, habian sido vaciadas. Eran la viva imagen de la decadencia y la precariedad. Eso solo podia querer decir una cosa: su magnifica biblioteca de novelas policiacas, acabalada con tanto esfuerzo, asi como todos los libros auxiliares de que se habia servido para escribir las suyas, guias, mapas, diccionarios, lexicones de argot y demas, seguramente uno de los acopios mas completos que pudieran imaginarse en Espana sobre asuntos criminosos, habia emprendido el camino sin retorno a la libreria de viejo.
Para el padre Brown y para Mason, que se habian abastecido en ella tantas veces, fue un gran disgusto y la prueba de la gravedad de la situacion. Si el manantial de Paco Cortes se habia secado, el pozo del que ellos habian bebido todos esos anos tambien se habia vaciado de repente.
– ?Dios mio, Paco! ?Que ha sucedido aqui?
Habia corrido el padre Brown hacia las estanterias vacias con los brazos abiertos, como si tratara de contener la huida de alguno de los libros, si acaso se hubiese quedado rezagado o escondido en las costuras.
– No te apures, Benigno. Cuando quieras una novela, yo te la contare. Estan todas aqui -y un sarcastico Paco Cortes se golpeo la cabeza con el dedo indice con tanta fuerza, que Mason y el padre Brown se miraron de una manera significatica: su amigo se estaba volviendo loco.
Le miraron a los ojos. Los tenia Paco Cortes desorbitados bajo unas cejas circunflejas, y estaba perdiendo el pelo. Los que le quedaban, largos e hirsutos, se le alborotaban.
Conociendo a su amigo, que tenia por aquellos libros no ya amor, sino una devocion de idolatra, la decision de venderlos les dio la medida real de las estrecheces por las que debia de estar atravesando.
– Deberias pasarte por El Comercial, eso te distraeria -le aconsejo dulcemente el padre Brown.
– No, Benigno, para mi todo eso ha terminado. Le he perdido el gusto a la logica. La vida no tiene nada de logica ni aritmetica. Que se lo pregunten a Poirot.
El gato, que se habia refugiado en su regazo, pego un brinco y desaparecio de su vista como la biblioteca.
– Pero ?los libros? -dijo el Vicario Supremo de la Logica en esa reunion de amigos.
– Modesto, los libros son otra cosa. Los libros si tienen logica, si son buenos. Volvere a comprarlos y volvere a escribirlos.
Cortes se quedo un momento pensativo, y anadio:
– Los comprare cuando vuelva a escribirlos.
– Me lo temia -dijo el padre Brown mirando a Mason, con ese tono bromista que se emplea con los enfermos graves para que no puedan ni siquiera sospechar la gravedad de su dolencia-. No hay un criminal que no filosofe. Y yo anadiria que menos aun un novelista de novelas policiacas. Y, si me permites citar al verdadero Spade, cuanto mas ruin es el rufian, mas chachara sabe. O esta otra: vete a tus funerales antes de compadecerte de ti mismo. La vida esta en todas partes, lo mismo que Dios, Paco.
– Benigno, te agradezco el esfuerzo y el detalle, pero es mejor dejar a Dios aparte. Ya sabes lo que pienso de tu idolatrado padre Brown: las cosas que sabe, las sabe antes de que hayan ocurrido, porque Chesterton se las sopla al oido, pero aqui no hay nadie que nos diga lo que tenemos que hacer ni lo que ocurrira manana. Claro que para vosotros los curas detectives todo es un juego, hasta la salvacion. Pero me temo que es todo menos divertido: aqui no se salva nadie.
Benigno era un cura paciente, desoyo aquella blasfemia y sonrio.
– Os lo agradezco de veras, Lorenzo, Modesto, Benigno.
Paco ni siquiera llamaba ya a sus companeros con el nombre de guerra.
Antes de marcharse Mason le transmitio el recado de su suegro que Maigret le habia dado antes de marcharse. Paco se quedo mirando a los amigos sin decir nada. Les ofrecio, si querian, una copa. No, ellos no querian. Paco busco un vaso limpio, no lo encontro, y en uno en el que quedaban los restos aguados de un whisky usado, vertio las postrimerias de una botella de vodka.
Los amigos le vieron beberse aquel mejunje sin decir nada.
El padre Brown considero obligado aleccionarlo, pero una sonrisa amarga de Cortes le detuvo.
Salio la comitiva de casa de Paco Cortes con gran consternacion. El padre Brown, que no creia en los milagros, solo confiaba en uno que hiciese reaccionar a su amigo y le sacara del hoyo en el que habia caido.
Regreso la comision a la tertulia con las manos vacias y los animos por los suelos. Pusieron al tanto de la situacion al resto. Las reuniones languidecian. La presencia de Milagros, Miles, que no dejo de asistir a ellas, ponia una nota luctuosa o cuando menos premonitoria: parecia la viuda que recordaba en todo instante que el alma de aquella tertulia habia dejado de asistir a sus reuniones y volaba cada vez mas suelta por las regiones del eter.
Miles fue a verle, se lo llevo a su casa, una casa lujosa, amplia, con una vieja criada que tenia a su senora en palmitas, y alli vivieron juntos ella y Sam Spade una semana, pero tampoco aquello dio resultado.
– No te lo tomes a mal, Miles. Debe de ser la bebida. Ya no valgo ni como amante.
– No me importa -le dijo la mujer-. Quedate conmigo.
Paco prefirio su covacha de Espartinas.
La consigna mas repetida de los ACP se convirtio en un «hay que hacer algo».Traducida sonaba a: «Salvemos a Spade».
Pero o Spade se salvaba a si mismo o ningun otro podria socorrerlo.
Y eso fue lo que hizo el propio Cortes. Poner termino a su degradacion. Llego a la conclusion de haber pasado, en seis meses, de la adolescencia a la vejez. Decidio ir a ver a su padre.
A nadie hablaba Cortes de su familia. En realidad era un hombre que no hablaba de si mismo. Por eso, tal vez, se habia hecho novelista tan joven. Para no tener que contarle nada a nadie. Preferia que hablasen por el