encontraba todas las noches en casa, no tenia novias, me queria. Pero a los siete meses comprendi que nunca iba a poder sacarte de mi vida. Pensaba en ti, y se me deshacian los huesos, me temblaban las piernas, no sabia lo que me ocurria cada vez que venias a traerme la paga del mes. Cuando le besaba a el tenia que andarme con cuidado para que no fuese tu nombre el que se me escapara de los labios, y asi con todo. Hasta que el no pudo mas, y tuvo que dejarme a mi por las mismas razones que yo te habia dejado a ti.

Habia empezado Dora a llorar, pero aquellas lagrimas se derramaban sin dramatismo, sin exigencias, ni ofensoras ni ofendidas. No era mas que la savia desbordada de un arbol al que habia herido en otro tiempo el filo de un hacha demasiado afilada.

– No, Paco. He esperado que vinieras a mi y me dijeras algo. No si yo te queria, si seguia queriendote. Lo que tienes que preguntarte es otra cosa, es si tu me has querido alguna vez, si has sabido algo de amor en todos estos anos, conmigo, con la nina, con las otras mujeres, si eres capaz de amar algo o a alguien que no sean tus pobres novelas y tus estupidos ACP.

– Llevo seis meses sin ver a nadie, ni siquiera a los ACP -empezo excusandose Paco, sin saber como iba a continuar. Se le paso por la cabeza que era asi como le sucedia en las novelas. Empezaba un dialogo y luego el solo se iba colocando en la trama. Pero no queria que aquello se le fuese a estropear una vez mas por no saber donde llegaba la literatura y donde empezaba la vida.

– Y, aunque suene patetico -siguio diciendo-, quiero cambiar, pero no se como. Se como no quiero ser, pero no se en que quiero convertirme. En todo este tiempo he pensado mucho en las cosas que me sucedian, lo de las mujeres, lo de salir y todo lo demas. Cuando estas cerca de lo peor del hombre, eso acaba por afectarte, es como una mancha. La gente planea crimenes horribles por intereses mezquinos. Unos por celos, otros por dinero, otros por venganza. Al final, cuando sales de todo eso, solo quieres oxigenarte un poco, y te crees que encontraras el aire que te faltaba con unas, con otras, bebiendo con los amigos. Pero cuando uno se hace dano a si mismo no sabe por que es. No es por dinero ni por celos ni por venganza. Sencillamente, no lo sabe. Y eso aun le hace mas dano todavia.

– Si, Paco, pero en la vida no todos son criminales, no todos son policias que tratan de coger a los criminales. Esto no es un juego para que se diviertan bibliotecarias solteronas o los que van en un tren o los que no pueden dormir por la noche. Hay muchas mas cosas. Si tu hubieras separado tu trabajo de tu vida, no creo que me hubiese importado. Pero lo has mezclado todo. Creias que el detective es el que al final se va una noche con la guapa, y luego cada cual por su lado. Yo te dije, vete con ellas, con alguna, pero dejame a mi con mi vida real. Y tu me decias, son historias de una noche, no tienen importancia. Y yo te dije, tienen importancia porque las noches que les has dado a todas las demas son un universo entero de vidas, y la mia ya no tiene luz propia, porque tu se la apagaste, pero es en la que vivo yo, y ni tu ni nadie teneis derecho a convertirla en un monton de cenizas frias.

– No llores, por favor Dora, me rompes el alma.

– Paco, tu me las has roto hace mucho tiempo, y por eso se me van todas las lagrimas por todas partes. ?Cuantas veces me has visto llorar? Yo antes jamas lloraba. Me fui de mi casa sin una lagrima. Ahora no hago otra cosa. Tengo el alma como una jarra hecha pedazos. Querias que te esperara en casa para cuando llegases agotado de tus fantaseos, y consolar al duro detective que iba a buscar en la vida argumentos para las novelas. Me llegaste a decir eso: que eras novelista y que los novelistas no son como todo el mundo, que ellos tienen licencia para ligar como el agente 007 tiene licencia para matar.

– Eh, Dora, yo nunca dije eso -protesto con amargura Paco.

– La frase quiza no, pero en la practica era lo mismo. Tu creias que las novelas se buscaban en la vida. Yo no entiendo mucho de esto, pero mas bien es al reves: es la vida la que busca las novelas, la que se las encuentra. Y si no, vale mas que lo dejes, porque acabaras en un manicomio con todos esos que se creen Napoleon. Solo que tu has acabado creyendote Sam Spade, el gran Sam Spade. ?Que diferencia hay entre tu y el Napoleon que va con un embudo en la cabeza?

– Para mi se han acabado las novelas, Dora.

– ?Como lo sabes?

– ?Como supiste tu que lo nuestro se habia terminado?

– O sea, no lo sabes. Yo creia que lo nuestro se habia acabado para siempre, pero aqui estamos ahora, hablando de cosas pasadas, porque no han pasado, y por enesima vez, como al principio.

– Yo te digo que no volvere a escribir novelas. Nadie lo cree, menos yo. Para mi es el final. Me he acabado. Quiero llevar la vida de alguien de carne y hueso. Se terminaron los Madisson, los Peter O'Connor, y Sam Spade ha muerto tambien, y todas esas tertulias. Te quiero a ti y a la nina. Ya no habra mas crimenes perfectos. Quiza no veas a un hombre nuevo desde el primer dia, pero si a uno distinto, que trata de resucitar de mis cenizas…

– Pero que no sean las mias -le interrumpio Dora.

– A mi edad la novedad es ya cosa poco probable -concluyo Paco.

Sonrio Dora con escepticismo. Aquella sonrisa la volvio luminosa. Era una mujer alta, un poco mas que Paco. A veces decia con nostalgia, me habria gustado ser bailarina, pero tan alta, ?quien me iba a recibir en brazos? Y se sonreia de su recuerdo, cuando lo tenia. Cada vez menos. Aquello le quedaba ya muy lejos. De todos modos su padre se nego a que tomase clases de baile, y acabo resignada trabajando en una gestoria, cuando dejo la carrera de economicas, al conocer a Paco. Y eso tampoco se lo perdonaba don Luis, que hubiese interrumpido sus estudios por un golfo como el escritor.

– ?Vas a reprocharme que dejaste de estudiar por mi culpa?

– Nunca lo hice y nunca lo hare. Sabes que no me gustaba la carrera. Y ni siquiera me costo ponerme a trabajar. Por ti, en parte. Siempre te dije que no me importaba que viviesemos de mi sueldo, si querias buscar otra cosa. Pero tambien encontrabas eso humillante.

Paco Cortes nego sin conviccion con un gesto vago.

– ?Y lo seguirias diciendo ahora?

– Ahora solo quiero que la nina viva en una casa que no sea un infierno como en la que vivi yo, que sea feliz ella, que sea mas libre para hacer las cosas y que no tenga que arrastrar toda su vida las heridas que tu y yo tenemos en el cuerpo, que parece que nunca se van a cerrar. Eso es lo unico que puedo decirte ahora. Todo lo demas me da igual.

Eran las tres de la manana y siguieron hablando hasta el alba.

Cuando la claridad rosada lavo los cristales del balcon, Dora acaricio la mano de Paco:

– Desde que eramos novios no habiamos hablado tanto.

Paco trabo sus dedos con los de aquella mano que le devolvia a tactos olvidados y queridos, y tras aquella larga conversacion se acordaron tres importantes cuestiones: Francisco Cortes y Adoracion Alvarez volvian a la vida en comun, no comunicarian nada de esto a don Luis hasta que fuese inevitable, y Paco Cortes buscaria un trabajo. ?Cual? Cualquier cosa, incluso la correccion de pruebas escolasticas.

Los ACP se movilizaron para conseguir trabajo a su amigo Cortes.

Vivieron su vuelta como la de Enrique IV a la corte de los mendigos.

El revuelo que se armo en El Comercial cuando Cortes aparecio fue general. Todos anhelaban un porvenir glorioso para la agrupacion. Tomas y Abundio, camareros, le participaron que la primera consumicion de esa tarde corria, para el, a cuenta de la casa. Lo recibieron todos con la fanfarria que se le reserva a un explorador que ha escapado de las garras de la muerte. Al mismo tiempo nadie se atrevia a preguntarle por todas las cosas que habian sucedido, por miedo a herir susceptibilidades o reabrir heridas, mal cicatrizadas aun. Lo importante era que Sam Spade habia regresado.

– Sam, no te puedes figurar lo muerto que estaba esto sin ti -dijo Miles, la que nunca decia nada.

Paco Cortes, que estaba alli para despedirse, no se atrevio a desenganarla. Spade habia muerto, y nadie queria aceptarlo.

Miles le observaba con arrobo, pero algo debio de adivinar, porque apenas llevaba media hora se levanto y se marcho sin dejar tras de si otra estela que la de su perfume a tabaco rubio y a «Delire» de Dior.

Sherlock cargo su pipa como en las mejores ocasiones, dispuesto a emprender la mas larga y feliz travesia de su vida.

Maigret fue tambien uno de los que mas celebro la vuelta de su amigo. Esa tarde traia ademas de la comisaria de la calle de la Luna una noticia sensacional, relacionada con su jefe.

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