se resolvia a dar respuesta a su proposicion, le urgio.
– Decidete, Paco. Ahora estamos a primeros de curso y necesitamos un profesor.
Nunca hubiese pensado Paco Cortes que terminaria en una academia, ensenando espanol a un alumnado pintoresco de japoneses y canadienses en su mayor parte, en la Academia Nueva, escindida de la Academia Gran Via en parte por el enrarecimiento de las relaciones de su director y Hanna, y que esta y otros antiguos profesores de la Gran Via abrieron unas manzanas mas alla, en un piso amplio y destartalado de la calle San Mateo.
Su experiencia como profesor fue positiva, e hizo que se olvidara poco a poco y para siempre de las novelas. Ni necesitaba de las de otros ni sentia nostalgia por las que el mismo habia escrito.
– Deberias haber conservado las tuyas -le dijo Dora-. A la nina de mayor seguramente le hubiera gustado tener las novelas de su padre.
– Pero yo soy un hombre duro -bromeo Paco, fingiendo el mismo aire que hubiese podido adoptar Sam Spade ante el mas violento reves de la fortuna.
Era un hombre nuevo desde que vivia, como lo llamo el, el segundo noviazgo con Dora. Por eso se entiende mal lo que ocurrio dos o tres meses despues con Milagros, Miles.
Pero eso es ir demasiado deprisa en esta narracion. En cambio el noviazgo de Hanna con Poe fue decayendo, hasta convertirse en una relacion de conveniencia, que dejaba rebabas peligrosas y cortantes, que a menudo les herian a ambos.
Dormian juntos, puesto que en aquella casa no habia mas que una cama, pero arbitraron, a instancias de Hanna, uno de esos reglamentos que beneficia mucho mas a uno de los que lo suscriben, en detrimento de los derechos del otro: cada cual era libre para mantener las relaciones que quisiera, si se le presentaban y le convenia, siempre y cuando las acostadas tuviesen lugar fuera de aquella casa y, claro, fuera de aquella cama.
Poe sufrio tales clausulas como imposiciones contra las que no hubiera sabido actuar.
En un primer momento penso que era asi como habian de desarrollarse las cosas en todas las parejas del mundo, por encima de los Pirineos. A menudo las mismas peliculas de las que el aprendia comportamientos cosmopolitas trataban de eso, como aquel detalle de comprarle a Hanna una botella de vino el primer dia que habian quedado citados para cenar. Asi que se vio obligado a aceptar la nueva politica sobre la promiscuidad, porque era aquello o arrastrar de nuevo su vida solitaria por las pensiones de Madrid.
Matriculado al fin Poe en la Universidad, apenas tenian el y ella tiempo para verse.
La manana la consumia el trabajo del banco; unas tardes, las clases y otras, las reuniones de los ACP, que volvieron a celebrarse con la misma regularidad de siempre. Incluso Dora no vio nada malo en que Paco asistiera a ellas, a sabiendas de que por alli podia aparecer Miles.
En cuanto a Poe y a Hanna la convivencia acerco y aproximo sus caracteres, su verdadera naturaleza: ambos eran personas tranquilas y reservadas, les gustaba leer, oir musica, estar en silencio. No teniendo, ademas, mucho que decirse, algo asi era facil de llevar a efecto. En cierto modo les iba bien, no se preguntaban demasiadas cosas de sus vidas privadas, esa libertad de relacion a la que aludia Hanna, y dedicaban los fines de semana a permanecer juntos en su vida rutinaria, sentados en la terraza, frente al teatro magnifico de los atardeceres madrilenos, si hacia bueno, o dentro, leyendo, oyendo musica o en la reposteria, una de las aficiones de Hanna.
Cierto dia esta pregunto:
– Poe, si yo me fuera a otra parte, ?te vendrias conmigo?
– Teniendo en cuenta que ya no tenemos nada que ver, que podemos acostarnos con quien queramos en la misma medida en que cada vez nos acostamos menos tu y yo y que tu cocinas muy bien, no deja de ser una proposicion interesante. ?Te has cansado de Espana? ?Iriamos a Dinamarca?
– No. Te lo preguntaba por preguntar.
Hanna tenia la expresion ausente y triste.
– ?De que trabajaria alli? ?De carpintero?
– Si, es dificil -admitio Hanna, y volvio a hundir los ojos en las paginas del libro que estaba leyendo.
Esa semana habia visto a Peter Kronborg, su ex marido. Estaba en Madrid. La habia telefoneado y se habian visto. Iba de paso. Le aseguro que habia dejado la droga, que trabajaba en una compania alemana y que habia estado cinco dias en Barcelona. Habia venido a Madrid para verla: la compania lo destinaba a Madrid.
Hanna no encontro como decirle a Poe que lo habia visto, que su ex marido iba a vivir en Madrid. Jamas hablaban de su marido, de Dinamarca, de nada que tuviera que ver con su pasado. Poe tampoco lo hacia. Entre ellos no habia familias, ni planes, ni otra cosa que dos personas que ni siquiera se declaraban lo que sentian entre ellos. Vivian juntos, pagaban el alquiler a medias, pasaban sabados y domingos durmiendo o mirando el mundo clasico por el balcon. La vision del Palacio Real les devolvia invariablemente una imagen de su vida mucho mas armoniosa de lo que en realidad era. A veces hacian el amor. Poe no sabia si lo hacian bien o mal, porque no tenia elementos de comparacion. Hanna sabia que no lo hacian demasiado bien, pero tampoco le juzgaba mal por ello. Era una mujer que mostraba bastante indiferencia hacia tales asuntos. Nadie lo hubiese sospechado, viendola tan hermosa. Los dos, templados los primeros y ardientes abrazos, parecian no necesitar de las labores del sexo, pero la visita de Peter fue para Hanna un seismo intimo y devastador.
Empezo a verse en secreto con el. Poe, demasiado joven para el oficio de las sospechas, permanecio ajeno a la aventura de Hanna durante cinco semanas.
Hanna se ausento algunas noches de casa, y acabo haciendolo tambien los fines de semana. A Poe solo le quedo preguntarse, cuando transcurriera el tiempo, si aquella proposicion de Hanna de que cada cual era libre para mantener otras relaciones, se la habia hecho porque habia visto ya a su ex marido, o si todo resulto una pura coincidencia.
Hanna, experimentada en lances parecidos, arbitro sobre la marcha una nueva clausula de la que tampoco se habia hablado antes.
– Dijimos que cada cual era libre para hacer lo que quisiera, y que la nuestra es una relacion libre. Tampoco hablamos de que hubiese ninguna obligacion por parte de nadie para tener que contarle al otro las cosas, si no queria. He conocido a alguien, y a ese alguien tampoco le importa que viva contigo.
Para Poe fue un cataclismo. Quedaba ya muy lejos, evaporada del todo, aquella primera noche, la magia que entre los dos habia brotado, los escasos reditos que ese milagro les habia producido. Parecian haberse marchitado las caricias, los abrazos, la intriga que para los dos significaba la busqueda de placeres comunes que les llevaban indistintamente a aquella cama baja o al antepecho de la terraza, para contemplar los atardeceres espectaculares y renovados.
Despues de pensarselo una semana, Poe llego con una nueva propuesta.
Habia empezado a observar algunas cosas inopinadas en su amiga. Algunos lunes, cosa rarisima en ella, no aparecia por casa, pero mas raro aun: tampoco lo hacia por la academia.
Asi que, cierto dia, despues de una de las tertulias de los ACP, Poe le anuncio a Hanna:
– Estoy pensando en mudarme a otra parte.
Hanna le miro con tristeza, pero no se atrevio a oponerse. No habria tenido argumentos. Se limito a pegarse a el y acariciarle con ternura el pelo.
Incluso Cortes lo adivino.
– A Hanna y a ti os pasa algo.
– Eres un buen detective, Cortes -ironizo Poe, el unico de los ACP que se habia tomado en serio la decision del ex novelista, y le llamaba por su nombre, y no Sam o Spade.
Este le conto como estaban las cosas y Spade le confirmo algunos detalles inquietantes.
– Si, ha dejado de venir a algunas clases. Las suyas, de ingles, se las doy yo. Pero esta creando un mal ambiente entre los alumnos y entre los companeros.
Esa noche, despues de hablar con Paco, aprovecho Poe un momento en el que Hanna y el, como muchas noches, leian antes de apagar la luz, en la cama.
La explosion de colera de la joven fue violentisima. Poe jamas la habia visto de aquella manera. Hanna exigia respeto para su vida privada.
Estaban ya en mayo, pronto se echarian encima los examenes finales y no era cuestion de empezar de nuevo la vieja transhumancia, asi que adelanto su decision de mudarse.
– En cuanto termine los examenes, me buscare otro piso.
A Hanna tambien le quedaria la duda de si Poe tomo la decision de dejar la buhardilla de la Plaza de Oriente