al conocer que habia reanudado su relacion con las drogas.

En todo caso Hanna se mostro de acuerdo, acaso aliviada de que esa decision la hubiese tomado por ella el propio Poe, pero el mismo desapego que mostro Hanna le mortifico lo indecible a el; su frialdad le escocio amargamente a ella. ?Que podia hacer el? ?Que podia hacer ella? Los dos, ?que podian hacer ya?

Poe le conto a Marlowe lo que ocurria. Era su mejor amigo en Madrid, acaso el unico de verdad.

Se entendia bien con el, no solo porque fuesen de la misma edad, sino porque era todo lo contrario a el. Y Marlowe acabo protegiendo a Poe como si fuese algo de su sola incumbencia, convencido de que por Madrid no se podia dar un paso a derechas si no se contaba con un buen guia, y eso era el, un experto cicerone y un buen amigo. Marlowe vio en el hecho de que Poe iba a procurarse una nueva guarida la circunstancia favorable para buscar con el un piso, al que poder irse tambien, dejando atras a «sus viejos».

– ?Tu familia esta de acuerdo? -le pregunto Poe.

– Mi vieja esta de acuerdo; mi viejo, no, porque lo que mas le gusta es llevarme la contraria. Pero como en mi casa la que manda es mi vieja, a mi viejo no le quedara mas remedio que tragar.

Marlowe era por constitucion el ser mas feliz de la tierra. Le preocupaba, en este orden, lo siguiente: las mujeres, las armas y las novelas policiacas. El resto giraba de una u otra manera alrededor de este universo, parcialmente desordenado y caotico. Las mujeres estaban tan alejadas de el como Saturno del Sol, con las armas lo mismo tenia apasionados idilios que periodos de indiferencia, y solo en las novelas policiacas encontraba el la compania y la confortacion necesarias; decia que lo que sabia para la vida, lo habia sacado de esas novelas, tanto las cosas que habia que decirles a las mujeres y el modo de conducirse con ellas, como la etica de las pistolas.

A el correspondio, pues, la idea genial, pues asi hay que calificarla, de crear un Crimen Perfecto.

UN CRIMEN PERFECTO, escribio en el encabezamiento de una hoja blanca, ante el resto de los miembros de los ACP.

En todo el tiempo que llevaban reuniendose estos, jamas se habian tropezado, en la realidad, se entiende, con ningun crimen que pudiese ser considerado modelico. Todo lo mas, casos sin resolver, que distaban muy mucho de la perfeccion anhelada que puede convertir un acto espantoso y criminal en algo digno ya que no de admiracion, al menos de estudio.

Lo planteo un jueves del mes de mayo. El revuelo que se armo en la tertulia fue enorme.

– Un Crimen Perfecto; eso es -resumio categorico.

El padre Brown no se mostro en absoluto de acuerdo.

– Las armas las carga el diablo -dijo-. Lo que ha de hacer el hombre justo es pensar por el criminal y atraerle al bien, si se halla en el mal, incluso antes de que lo cometa. Lo que no podemos es llevarle al mal, para ensayar con el una operacion de rescate por afan de lucimiento. No hay nada tan bello y legitimo como hacer el bien ni ciencia tan ardua como saber vivir esta vida de un modo virtuoso y de forma natural.

– Tu siempre te tomas estas cosas a la tremenda, Benigno -intervino Paco Cortes-. Esto no es mas que un juego ?Y en que habias pensado, Marlowe?

– En algo excelso. Algo como el caso Williams.

Se referia al caso del marinero irlandes, escoces segun otros, que cometio los siete brutales asesinatos que exterminaron a dos familias enteras en un arrabal marinero de Londres. Todos en los ACP estaban mas que al corriente de ese caso clasico que habia dado lugar a unas paginas mediocres de De Quincey, quien tuvo el acierto de encontrar para ellas un titulo feliz al que no hace el honor el contenido, El asesinato como una de las bellas artes, y retomadas por P. D. James en La octava victima, obra magistral del genero, donde las haya.

– Algo llamativo -continuo diciendo Marlowe-, pero la idea en realidad es de Poe.

Poe, a quien no le gustaban los primeros planos de la notoriedad, hizo una somera inclinacion de cabeza para dar por buena la atribucion.

– Era solo una idea, aunque yo no llamaria al caso Williams crimenes perfectos se disculpo. Yo solo lo llamaria algo con un buen escenario, como los muelles de Londres en 1811 un crimen en principio gratuito, que no beneficiaba a nadie espectacularidad en su comision, victimas pacificas, escasez de medios para cometerlo, celeridad y un resultado aparatoso en la suma de todos estos factores. A saber, no es un Crimen Perfecto, es solo un crimen clasico.

Sherlock, que escuchaba con atencion, sentencio como a el le gustaba:

– La perfeccion es clasica.

– Puede ser -objeto el amante de la logica, Mason-. Pero lo clasico ya no es posible. Lo que se ha impuesto es lo moderno. Cometer o planear un crimen clasico en 1811 era muy sencillo. Esos asesinatos hoy la policia los habria resuelto en un cuarto de hora, en cuanto hubieran tomado las huellas dactilares.

– Estoy totalmente de acuerdo -corroboro Maigret, que recogio la opinion de Mason como un cumplido al Cuerpo de Policia en general y a su amado Gabinete de Identificacion en particular-. Habria bastado el analisis de la sangre que encontraron en las ropas del asesino para saber si correspondia o no a las de las victimas. Hoy pueden hacerse esos analisis en cualquier parte, por trescientas pesetas y en menos de un cuarto de hora. De haber sucedido esto no habria habido un Crimen Perfecto ni libro clasico. Perfeccion y clasicismo borradas del mapa de un plumazo. Cometer crimenes cuando ni siquiera se sabia nada de las huellas dactilares es una audacia para principiantes. Ahora te llevan una maquina al lugar del crimen y solo por el analisis de aire se sabe si ha estado o no alli cierta persona.

– ?No! -exclamo la credula Miss Marple.

– Es una manera de hablar, mujer -le dijo en un aparte el padre Brown, a quien no le gustaba que se abusara del candor de los inocentes.

– De todos modos -intervino Poe- el numero de asesinatos sin resolver es hoy seguramente el mismo que hace doscientos anos. Los adelantos cientificos sirven de poco, cuando se trata de la perfeccion. En esto es como el arte: hemos llegado a la Luna, pero nadie puede pintar como Velazquez, y andan sueltos tantos asesinos como en tiempo de De Quincey, si acaso no mas, porque hoy hay mucha mas aficion al asunto, y seguramente mas razones para la aficion. La gente tiene una desesperacion que hace doscientos anos no sentia, y si mata mas es porque sufre mas.

– Tengo que intervenir, Poe -dijo el padre Brown-. No puedes justificar de ese modo a los asesinos.

– Yo no justifico nada, padre -se defendio Poe-. Trato unicamente de comprender lo que entendemos todos por un crimen perfecto.

– Y a la perfeccion de un crimen que se halla directamente ligada a la precariedad de los medios para descubrir al asesino, yo no lo llamaria perfeccion -anadio un Marlowe que parecia compenetrado con Poe-. Es mas bien una chapuza. Me referia a fabricar un Crimen Perfecto de 1982 para la policia de 1982 y para los ACP de 1982, un crimen distinguido y cruel.

– ?Hurra! -exclamo Miss Marple, que encontraba en ese proyecto algo muy divertido y excitante.

– Lo decia el filosofo -dijo Cortes con sorna-: «La crueldad en literatura es signo de distincion».

– ?Que filosofo? -pregunto alguien.

– Sam Spade -revelo Cortes-. Porque hablamos de un crimen literario, ?no, Poe?

– Eso no hay ni que preguntarlo, Spade -dijo el padre Brown, a quien no le gustaba que se jugase ni con las cosas santas ni con las que no lo eran en absoluto.

– Bien -intervino Nero, en un momento en que pudo dejar de anotar en su libro de actas las cosas que cada cual iba diciendo.

– Lo primero de todo -dijo de pronto Mike- es elegir bien un escenario. Yo llevo haciendo un inventario de todos los escenarios de crimenes cometidos en Espana desde 1900 en adelante hasta nuestros dias.

Mike Delan era una mujer de edad indeterminada, lo mismo que de sexo. El trabajo le impedia aparecer por los ACP tanto como querria. Podria tener lo mismo cuarenta anos que sesenta, y lo mismo hubiera podido ser mujer que un agregado de embajada. Vestia como un hombre, con traje de chaqueta y corbata, permitiendose incluso la fantasia de unos chalecos floreados muy balzacquianos. Fumaba igualmente en pipa, de boquilla larga y recta, que manejaba como una batuta, y llevaba el pelo corto. Estaba casada con un periodista que hubiera hecho un magnifico Mefistofeles en Fausto, quien la venia a recoger algunas tardes a la puerta del Comercial, como el galanteador de una primadonna de teatro. Mike solia hablar como los novelistas policiacos, lo cual no contribuia en absoluto a que se entendiese lo que decia.

– En primer lugar -dijo frunciendo las cejas en un gesto que se le figuraba de suma astucia y muy novelesco-

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