ortodoxo de conseguir el dinero para obtenerla…De la misma manera que dicen que a alguien que va a morir le pasan en un segundo por delante de los ojos los instantes todos de su vida, por los de Hanna pasaron todos los de su futuro: imagino una vida en una carcel espanola, su acabamiento y su muerte. Si aquellos policias venian buscando droga, les bastaria abrir la cajita que habia encima de la mesa, donde guardaba, en su papel de plata, un pedazo de hachis…Sintio algo parecido al alivio. La nuca se le desbloqueo. Quiza penso que era mejor que otros terminaran de una vez lo que ella no habia podido acabar dos veces.
El policia de paisano pregunto si vivia alli Rafael Hervas Martinez.
Al semblante de Hanna afloro una extrana mueca, y pese a que la policia se nego a decirle para que le buscaban, la profesora considero el asunto lo bastante significativo como para tomarse la molestia de llevarle tal recado a su nueva casa.
Poe se sorprendio. No la veia por alli desde el dia en que le ayudo a hacer el traslado de sus cosas, su sufrida pacotilla de marinero y dos cajones de libros. El piso que compartia con Marlowe era insuficiente. La joven y hermosa profesora se habia desmejorado. Como dos lirios se le dibujaban las ojeras, pero eran las manos las que delataban su extremada delgadez.
– Han estado unos policias preguntando por ti. No han dicho que querian. ?Esta todo bien? ?Han venido ya aqui?
Poe se tomo un tiempo antes de contestar. Tener en su casa a Hanna le habia acelerado el pulso. Aquel aspecto enfermizo la hacia mucho mas atractiva, acaso, como una verdadera flor del mal. Estaban sentados en una mesa. La mano de Poe descansaba en la madera. Hanna acerco la suya y la dejo sobre la de Poe, que la sintio posarse como un manto de nieve. Sabia desde hacia mucho la razon por la cual habian tenido que dejar de vivir juntos. Tampoco habian hablado de la vuelta de su marido ni de su recaida en la droga, pero Poe la miro sabiendo y Hanna se sintio perdonada sabiendo que el lo sabia y que por ello mismo no habia que hablar de ello.
– Si, todo esta bien -dijo al cabo de unos minutos Poe.
Hanna estaba inquieta. Tendria que mentirle. Su vida se habia convertido en ese doloroso rosario de trapisondas que es la vida cotidiana de un drogadicto, tanto si reconoce que lo es, como si se halla aun en esa fase en la que, como Hanna, trata de convencerse de que aun esta a tiempo de volverse atras en cuanto asi lo decida.
Miro a Poe con tristeza. Seguia acariciando la mano que el joven no se atrevia a retirar. La misma fuerza que le atraia de ella, parecia repelerle. Solo su corazon permanecia en tierra de nadie, agitado y expectante. El de ella, mortecino, se consumia en recuerdos, como el tallo de esa flor que ya no encuentra fuerza para absorber el agua y con ella la lozania perdida.
– ?Echas de menos aquellos dias, Rafael?
Tambien se tomo unos minutos para responder. Estaban en una habitacion de paredes desnudas, sin mas muebles que el esqueleto de una mesa camilla y dos sillas de madera de pino, recien compradas en el Rastro.
– ?Y tu?
Poe sintio que le flaqueaban las fuerzas, y recordo subitamente el llamazar de su pueblo. No, no queria adentrarse en un tremedal del que no pudiera salir o del que saliera tan maltrecho como habia salido la primera vez, y se tomaba sus precauciones. En cuanto a Hanna, abordo las cosas por su lado mas escarpado.
– Ha sido el hombre del que he estado mas enamorada en mi vida. Teniamos los dos dieciseis anos cuando nos conocimos, y ya luego seguimos juntos todo ese tiempo, la universidad, los mismos amigos, las primeras casas, el primer coche, no nos separabamos ni un minuto.
– Nunca te pedi que me contaras nada cuando viviamos los dos en la Plaza de Oriente -dijo Poe.
– Pero ahora que no, quiero yo. Estabamos juntos desde que nos despertabamos hasta que nos acostabamos. Viajamos por medio mundo y todas las cosas importantes las conocimos a la vez. Tambien lo de la droga. Pero yo me asuste, y lo deje, fue cuando me vine a Espana. Pero seguia enamorada de el. No sabes cuanto. Al principio me costo mucho, fue dolorosisimo. Le deje como en una leproseria, y me remordia la conciencia. Me parecia que no tenia derecho a huir, si el no podia seguirme. Era como dejar a un companero herido atras. Cuando te conoci pense que habia pasado ya todo. Los primeros anos aqui vivi como acorchada. No volvi a salir con nadie, ni siquiera me apetecia, hasta que empece a hacerlo con Jaime. Aquello fue una claudicacion, yo me rendia, estaba harta de estar sola. Contigo fue la primera vez que volvia a sentirme viva. Y todo marchaba bien, de verdad. Pero fue verle de nuevo y no supe lo que me paso. Yo te queria y creia que te iba a querer siempre, pero no contaba con que apareciera en Madrid. Me di cuenta desde el primer momento de que el tambien habia dejado la droga, y no sabes como me alegro eso, pero al vernos sucedio algo muy extrano, como si los dos sintieramos de nuevo nostalgia de aquel infierno. Y lo probamos una vez. Dijimos: no nos despedimos nunca de aquello; vamos a hacer una despedida como Dios manda. No sabiamos que aquello era la nostalgia de la muerte. No me digas como, pero los que estamos en la droga sentimos eso que los demas no sienten. Una nostalgia superior a toda cosa, porque es una nostalgia de algo que en el fondo no conoce nadie. Es la verdadera nostalgia del Paraiso. Y nos parecio maravilloso. Y dijimos: otra segunda vez, la verdadera despedida, lo anterior solo fue un ensayo, y nos pillo desentrenados. La segunda sera la definitiva. Al principio fue solo los fines de semana. Era como un regreso escalonado al Paraiso, y se empezo a borrar todo lo de alrededor, y el Paraiso ya ves en lo que se ha convertido. Las cosas ahora han vuelto a ser horribles, Poe. Y Peter lo sabe y lo se yo.
– Pero ?estas enamorada de el?
Quien ahora meditaba la respuesta era Hanna. Queria ser sincera con alguien, siquiera fuese una vez. Meneo la cabeza.
– Cuando estas enganchado, el unico amor es a tu dosis, ?sabes lo que quiero decir? Es ya como un habito: el, yo, el caballo, aquella habitacion, mi casa, todo ha vuelto a tenirse de cosas que nos son familiares, como una torre de marfil. Y si todo fuese asi siempre, todo estaria en su sitio.
– ?Y lo necesitas todos los dias?
– Desde luego que no…-respondio Hanna con firmeza, como si saliera al paso de una calumnia que la afectaba de manera directa. Luego parecio admitir la realidad, y anadio en el tono bajo de las confidencias y las derrotas-. En el fondo que mas da… Solo los fines de semana… Peter tiene aun su trabajo, pero yo he dejado la Academia.
Poe sabia que le contaba aquello porque el viaje hacia el Paraiso tenia ya parada en todos los apeaderos de la semana, y que iba a pedirle dinero. Pero no dijo nada y Hanna tampoco supo como continuar. Se limito a mirar con ternura a su amigo. Poe noto que volvia a acariciar su mano de una forma mecanica, como acariciamos a un gato o a un perro, mientras pensamos en otra cosa.
– ?Te hace falta dinero? -pregunto Poe subitamente.
Y Hanna dijo no, si, no, bueno, si, algo, sin saber muy bien que estaba diciendo.
Poe entro en una habitacion y salio con unos billetes que puso en el bolso de su amiga, colgado del respaldo de la silla.
Eso hizo que Hanna, que adopto un tono jovial, cambiara bruscamente de conversacion.
– ?Como podeis vivir asi? -pregunto como si fuese en efecto un capitulo distinto de su novela.
Abarco con una rapida mirada las paredes vacias, dos cajas de carton en el suelo con los libros, un par de zapatos que alguien habia abandonado alli a su suerte, el frio terrazo sin alfombra, las ventanas sin cortinas, las paredes recien pintadas sin cuadros, la mesa camilla sin faldas, las sillas sin cojines y la habitacion sin mas muebles que esos tres trastos…
… Y nosotros sin mucho de que hablar.
En esta frase Poe adopto el mismo tono desenvuelto de su amiga.
– No, Poe. A mi manera yo te sigo diciendo muchas cosas, cuando no estoy contigo. Ya se que no sirve de nada, pero a veces me imagino que sigues viviendo alli. Te veo como solias sentarte en el sofa, sin decir nunca nada, callado, tan dulce siempre, en tu rincon, en tu sombra. ?Querrias venir de nuevo conmigo? Me ayudarias a pagar el alquiler. Ahora paso una mala racha. He dejado las clases.
– Ya me lo has dicho.
– ?Vendrias conmigo? -insistio Hanna.
– ?Para que? ?Te ayudaria eso a salir de ese lio? Al principio yo era el hombre mas feliz. Me parecia imposible que algo asi me estuviera ocurriendo a mi. Tu has sido la mujer mas increible con la que he estado jamas. En realidad has sido la primera y la unica -y Poe hizo esta confesion bajando aun mas el tono de voz-. Eres lo mas