desbandada a los mas pusilanimes y escrupulosos miembros del Club, la segunda, de la que se enteraron en unos casos por la policia y en otros por llamadas telefonicas angustiadas de los propios ACP, les puso a la mayor parte de estos en tal estado de ansiedad que algunos incluso colgaban el telefono cuando reconocian al otro lado la voz de uno de los viejos amigos, temiendo tener los telefonos intervenidos. Todos desconfiaban de todos, y temieron estar siendo utilizados por la mente de un asesino tan calculador como despiadado, amamantado quien sabe si a sus mismos pechos. El hecho de que Hanna hubiese muerto de sobredosis y a don Luis le hubiesen matado en aquel descampado proximo a un poblado en el que se vendia droga abrio vias de investigacion que tuvieron entretenida a la policia durante muchos meses.

Hubo, no obstante, aspectos sombrios en aquella segunda muerte. Las muertes imprevistas ahogan toda capacidad de maniobra y las cosas hubieron, en muchos casos, de improvisarse.

En principio a Poe no se le detuvo ni se le acuso de nada. Aunque fue la propia policia quien comunico al consulado de Dinamarca la muerte de aquella subdita, con el fin de que se localizase y avisase a la familia, correspondio a Poe recoger y adecentar la casa de Hanna, de la que seguia teniendo una llave y a la que frecuentaba de nuevo en los ultimos tiempos. De hecho no podia decirse que eran novios, palabra excluida de su vocabulario, pero si que eran amantes, o, traducido en el lenguaje policial: que estaban liados. Y como a uno de sus ligues trato la policia a Poe. Porque dio con el paradero de al menos otros dos, de los cuales Poe ni siquiera tenia noticia. Estos, entre otras cosas, proporcionaban dinero a la ex profesora, lo cual, dicho sea de paso, le permitio a la policia insinuar que Hanna ejercia una prostitucion encubierta con la que se costeaba la droga, ya que, despues de abandonar la Academia, no se le conocia otra fuente de ingresos que no fuese esa.

– ?Vivias aqui con ella?

Poe creyo revivir la escena de aquel viejo de la calle del Pez, solo que ahora le tenia a el ya que no como sospechoso, al menos como un testigo privilegiado.

Salio Poe a la terraza, mientras los policias hacian un concienzudo registro de la casa y esperaban a los empleados del Instituto Anatomico Forense. Las plantas de las macetas de la terraza, salvo unos geranios que resistian heroicamente la mengua de riego y de cuidados, llevaban secas meses, quiza el ultimo ano. La tierra seca, la estopa que era todo el vestigio que quedaba de plantas en otro tiempo verdes, los cascotes de algunas macetas, amontonados en un rincon, contrastaban con la magnificencia de la vista.

La pregunta se la hacia un hombre joven, que vestia un traje de pana, con barba y pelos largos.

– ?Viviais juntos?

– No.

– ?Como entraste aqui?

– Con una llave.

– ?Te la habia dado ella?

– Si.

En las novelas policiacas hay siempre alguien que anota todas esas cosas. Aquel policia solo parecia preocupado, mientras le interrogaba, por encontrar un mechero para encender su cigarrillo. Al fin pudo encenderlo y pasar a preguntas de mas calado.

– ?Era tu novia?

– Creo que no.

– Esas cosas se saben. ?Eras su novio?

– No… -pero Poe volvio a su primera respuesta-. Creo que no.

– Bien. ?A que habias venido?

– Me llamo el domingo por la tarde y me pregunto si podia venir a verla.

– ?Eres drogadicto?

– No, senor.

No tenia el policia tantos anos como para que se le diese ese tratamiento tan protocolario, acaso tres o cuatro anos mas s que el.

– ?Sabias que ella lo era?

– Creia que lo habia dejado. O lo estaba dejando. Asi me lo dijo hace poco, cuando volvi con ella. Eso creo.

– Tranquilo, chaval, no pasa nada. No te pongas nervioso.

Poe no estaba nervioso.

La tarde era magnifica. Se acordo Poe de la primera vez que habia estado en aquella terraza. Como entonces, la vision era grandiosa, pero a los policias no parecia impresionarles. Los policias han visto ya de todo como para dejarse impresionar por nada, ni siquiera por el Palacio Real desde aquella atalaya exclusiva. Faltaban unas dos horas para que anocheciese. El cielo se habia llenado de vencejos que pasaban muy cerca de sus cabezas. Abajo, atravesados sobre la acera, esperaban dos coches oficiales, con las senales luminosas propagando su alarma con verdadero escandalo. Habian empezado a agruparse los primeros curiosos.

– ?Y sabias que queria decirte?

– No. A eso venia. A hablar de ello.

Poe miraba al policia con un gesto que le partia la sonrisa en gesto de cansancio y tristeza.

Habian pasado la tarde del sabado juntos Hanna y el. Las cosas no iban mal entre ellos. Se veian de vez en cuando, cada dos o tres semanas. A veces aquello acababa en una acostada, otras no. Hanna le hablaba de volverse a su pais. Poe le hablaba de volverse a su provincia. Se entendian bien, se querian a su modo. Compartian su tristeza. No la llamaban tristeza. Ni siquiera tenian que hablarse. En ocasiones Hanna, como un cumplido, le decia: Hubiera estado bien habernos encontrado antes, ?eh, Poe? Y Poe sonreia. Le decia tambien ella: Rafael, tu no eres de nadie; no cuentas nada, no se sabe lo que te pasa por dentro, lo que estas pensando. Y Poe decia: No pienso nada, no hablo porque no se me ocurre nada que decir, soy como un gato por los tejados. No es verdad, le decia tambien Hanna. A veces yo te he visto hablar con Paco o con Marlowe. Eso es distinto, le decia Poe, porque hablamos de crimenes, de novelas policiacas, y eso es como estar callado, no cuesta hacerlo. Los crimenes son como una partida de ajedrez. No creo que sea muy divertido hablar de ajedrez con el que no sabe de ajedrez, decia Poe. Y anadia: Hanna, tu tampoco dices mucho. No es verdad, protestaba ella. Hanna le contaba cosas, hablaba de volver a dar clases, y lo mismo pensaba en regresar al norte que en perderse para siempre en el sur, en cualquier playa de Marruecos. En cuanto ahorrara algo de dinero. Ese de juntar algo de dinero era su sueno recurrente. Yo en cambio voy a ser siempre esto, trabajare en un banco toda la vida, luego me jubilare, y despues me morire. ?Solo?, le preguntaba Hanna. ?A que te refieres?, preguntaba Poe, ?a si solo hare esto o a si lo hare solo? A eso ultimo, dijo Hanna. Solo, lo hare solo; ?como quieres que arrastre a ninguna mujer a vivir una vida como esa? Nuestras vidas estan marcadas desde el principio, y no es facil torcerlas. Y la mia esta asi, y aun es mejor que las de mis hermanos. Ellos tienen que trabajar doce horas, pero no tienen una vida mejor. Tienen mujeres, maridos, tienen hijos, pero apenas les ven. No creo que tengan vida tampoco. Cuando estan juntos se pasan el dia discutiendo entre ellos, con los chicos. Son tambien infelices, pero ni siquiera lo saben, incluso algunos dias creen ser felices, porque son infelices casi siempre.

De todo eso hablaron ese sabado. Pero, a la policia, ?que le importaba todo eso? No conto nada. Eran ya las once de la noche cuando Hanna se lio un porro delante de Poe. Luego dijo: ?No querras que deje tambien los porros? Ademas muchos medicos los recomiendan.

Escucharon musica y cenaron pasta, que preparo Hanna sobre la marcha.

Que diferente todo de aquella primera vez. La casa, ?cuanto habia cambiado! No solo la terraza. La terraza parecia haberse convertido en un basurero. En el rincon de las macetas rotas, habia tambien una silla vieja que encontro Hanna en un contenedor, entre material de derribo. La habia subido pensando que le serviria, que la compondria, pero habia cambiado de opinion, y alli la habia dejado abandonada, descompuesta, como se la encontro. De haber tenido chimenea habria hecho un buen fuego. Despues de cenar, Poe se marcho. Hanna no hizo nada tampoco por retenerle.

– ?De verdad no sabias que se drogaba?

No es que aquellos policias jovenes quisieran ponerle trampas. Era todo mas sencillo. Ni siquiera se acordaba el policia que esa misma pregunta se la habia hecho antes de que llegara su ayudante. Tampoco le preguntaba mas. Hablaba por hablar con el, por si le podia ayudar en algo, para consolarle. Le dijo tambien, si el comisario quiere, te hara mas preguntas.

– Me dijo que lo habia dejado -matizo Poe.

Siguieron hablando un rato. El policia quiso saber donde vivia, que hacia, que relacion tenia con ella. Cuando

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