lo ultimo que yo hubiese querido hacer, acabar con la vida de tu suegro.

Paco se habia distraido mientras su amigo le hablaba.

– Eso no quiere decir que no acabaras con el. Pero si tu no lo hiciste, ?por que lo hizo Marlowe?

– Te digo lo de antes. Paco: ?lo preguntas porque lo sabes o lo dices para que yo te lo confirme? A tu suegro le mataron las circunstancias, como las circunstancias mataron a mi padre. Nadie pago por el asesinato de mi padre y nadie debe pagar por la muerte de tu suegro. Te repito que es a eso a lo que se le llama justicia poetica.

– No me convence nada eso, Poe. Siempre pueden encontrarse razones para matar a alguien, a poco que se busquen.

– No seas sofista. Durante muchos anos me imaginaba que algun dia me encontraria con el asesino de mi padre. Me obsesiono. Entre los catorce y los dieciocho anos no pensaba en otra cosa. Me despertaba cada noche con la misma pesadilla. Para mi no era mas que un nombre repetido a todas horas en casa, en voz baja, por los rincones: don Luis Alvarez, el «Escobajo». No tenia rostro. Mi madre estaba aterrada de que a alguno de nosotros le sucediera algo parecido a lo que le paso a mi padre, asi que dejamos incluso de hablar de el. Pero el jamas se fue de alli. En los suenos tu suegro no era mas que el espiritu del mal encarnado en un nombre. Me encontraba con el, yo con un arma en la mano y el delante, le decia, soy el hijo de Domiciano Hervas. Y el decia, no se quien es ese Domiciano, dejame en paz. No se acordaba de nada. Ya has visto tu ahora que nadie se acuerda de nada de lo que ocurrio no hace ni siquiera diez anos. Pero ahi tienes a mi madre, y como ella a muchas otras personas con el problema contrario: no pueden olvidar. Lo que no darian por olvidar. Les han robado la inocencia, y les hacen sentirse culpables. Es monstruoso. Mi madre ha pensado mil veces lo que hubiera ocurrido si mi padre no hubiese ido ese dia a Madrid. No se habria encontrado con su amigo, y no habria pasado nada. Durante anos sonaba cada noche con que me lo encontraba, pero jamas pense que me tropezaria con el en la realidad. Para mi no era parte mas que de una ficcion siniestra. Y en suenos le decia quien era y lo que habia hecho con mi padre, hasta tenerlo de rodillas pidiendome perdon, pidiendole perdon a mi madre, a mis hermanos, suplicando clemencia. Y al ir a disparar, me despertaba. Cuando salio todo aquello del 23 F y vi su nombre en el periodico y supe que era el, me hubiera alegrado si lo hubiesen detenido y juzgado y me hubiera dado igual que lo hubiesen condenado por lo reciente, teniendo pendiente tanto de lo pasado, como a la gente le dio igual que Al Capone fuese a la carcel por no pagar impuestos y no por sus crimenes. Tenias que haberlo visto esa noche. Pero hasta en eso tuvo suerte. Hubiera sido sencillo haberlo matado. Tenia a mano hasta una pistola, y cien, como sabes, si hubiese querido. Pero no quise. Nunca lo he querido, y ahora que ha sucedido, no me alegro de que haya muerto, pero tampoco me apena que lo este. Me da igual que me creas o no. Solo te digo una cosa: tu suegro no merecia ni siquiera saber por que moria.

Aquellas palabras le recordaban tanto las de Marlowe, que la hipotesis de que lo habian hecho juntos cobro de nuevo fuerza.

– ?No es verdad que ya estabas matriculado cuando nos contaste aquel cuento de la universidad? ?No planeaste acercarte a los ACP, en el Comercial, para hacerte amigo de Maigret y poder entrar en la comisaria y ver de cerca a mi suegro?

– Es un honor que me haces, Paco, creyendome tan inteligente. Pero te repito lo que Dora te ha dicho cien veces. Hazle caso a ella, ya que de mi no te fias: esto no es una novela policiaca. No es mas que la vida, y la vida raramente tiene brillo. En cuanto a la universidad, fue una tonteria deciros aquello. Fue lo primero que se me ocurrio. Estaba alli por Hanna. La vi un dia, la segui, entre en la academia y me apunte a sus clases. Pero eso no lo podia contar. Ni siquiera se lo conte a ella entonces. Me da igual que me creas o no. Te lo vuelvo a decir: tu suegro no merecia saber ni siquiera por que lo mataron.

– Y lo supo, ?verdad? Y tu lo sabes tambien -afirmo Paco.

– Si, y tu, Paco: por todos sus crimenes. Algunos de nuestros militares y policias no fueron mejores en muchos casos que los nazis, pero viven tranquilos con su empleo o sus pensiones, porque se han sellado unos pactos ?En nombre de quien? ?En nombre de la transicion pacifica? ?Me lo han preguntado a mi, a mi madre, se lo han preguntado a mi padre? De acuerdo. Nadie pide que se los mate, ni siquiera que se los condene. Las victimas se conformarian con que los juzgaran. Pero nadie les va a juzgar, y es entonces cuando la vida trata de compensar las asimetrias con muertes como la de tu suegro, que nunca se resolveran, pero en la que algunos veran algo armonico.

– Pero hasta los comunistas han dicho que habia que poner un punto final.

– ?Le han preguntado a los comunistas muertos, a los comunistas que se tiraron en la carcel treinta anos, a los que se suicidaron en las escolleras del puerto de Alicante, cuando estaban entrando los italianos? Nadie quiere que maten a los asesinos, a los torturadores, a los complices. Ni siquiera llevarles a una carcel como llevaron a Hess, aunque se lo merecerian. Pero la unica manera de que no olvidemos sus crimenes, es que podamos juzgarlos a la luz de los hechos. Te recuerdo que a tu suegro le dieron a titulo postumo la medalla al merito policial. ?Merito de que? Y a mi padre, ?que le han dado? Mi madre ni siquiera tuvo derecho a una pension. Pero ?sabes lo que paso cuando le di la noticia a mi madre de que habian matado a ese cabron? Se me quedo mirando y no dijo nada. Nunca le conte que le habia conocido, que le habia visto en la comisaria de la calle de la Luna. No lo sabe ni lo sabra, pase lo que pase, Paco; prometemelo.

Paco se limito a asentir, para no interrumpirle.

– Pero ella no dijo nada -continuo Poe-. Se sento y no abrio la boca. Tampoco a mis hermanos. Me conoces. Sabes que no me gusta hablar. Pero a mi madre tuve que decirselo, cuando le mataron, y mi madre se sento, cogio una foto de mi padre que tiene siempre puesta en la mesita del comedor, y con la foto entre las manos empezo a llorar. No se lo que se le pasaria por la cabeza en ese momento. No se por que, ni me digas como, pero supe que aquellas lagrimas tambien le comprendian a tu suegro, y eso era injusto. Me puse furioso. Le grite que dejara de llorar, porque esa era una buena noticia. Y me dijo que la unica buena noticia seria que mi padre no hubiese muerto, y lo sentia, porque a lo mejor aquel hombre dejaba una mujer como ella, y unos hijos. Mi madre me acababa de dar una leccion, y comprendi por que habian perdido la guerra. Porque nunca se hubieran puesto a la altura de los criminales. O sea, que tu suegro se fue al otro mundo incluso con el perdon de sus victimas, y eso le hacia todavia mas mezquino. Deja que las cosas se queden como estaban.

– Quiza, pero todos los crimenes tienen que tener un asesino, y este tambien. Es lo unico que he aprendido de todos estos anos.

– No, Paco. El asesinato de un asesino puede alegrarnos, pero no beneficia a nadie, como tampoco el mundo es mejor por una rata menos.

Esperaban el tren de Madrid. Paco Cortes se quedaba sin resolver el unico caso real que habia tenido entre manos. En las novelas, lo sabia, todo sucede mucho mas facilmente. En la suya propia, aquella que ni siquiera estaba reconociendo como novela, todo quedaba a medio terminar. Se marchaba de alli con el convencimiento de que Poe habia matado a su suegro de una u otra manera, solo o con la ayuda de Marlowe, solo o induciendo al asesinato a su amigo el relojero. Pero supo tambien que nunca podria probarlo.

– Es curioso que todo esto me ocurra a mi, Rafael…

Paco Spade, el gran Sam Spade, volvia a llamar a Poe por su nombre de pila.

– ?Que?

– Es curioso -repitio el ex novelista-, porque en las novelas policiacas todo adquiere una apariencia de realidad, pero lo que sucede en ellas tiene el mismo valor moral que lo que sucede en un tablero de ajedrez, donde los peones, segun en que posicion, pueden valer lo que una reina, y los reyes pueden llegar a comportarse como autenticos peones. Solo los caballos parecen estar en su sitio. Y esto es lo que has estado haciendo conmigo todo el dia, dando saltos de caballo de un lado para otro.

Poe sonrio a su amigo. Los altavoces anunciaron que el tren que esperaban entraria de un momento a otro en el anden.

– Se cometen crimenes por alguna de estas tres razones, Poe: por amor, por dinero o por poder. Raramente mata nadie por honor, y mucho menos por justicia poetica, como tu la has llamado, y cuando esto ocurre, estamos ante un romantico, no ante un asesino. No se. Lo que he sacado en claro de este dia es que jamas actuaria contra ti.

– Paco, te lo agradezco -dijo Poe con una gran tristeza-: pero yo no soy un romantico, tampoco soy un asesino y acaso nunca sabremos como ocurrio. Si hubiese sido un asesinato y lo hubiese cometido yo, lo habria hecho por amor. Amor a la vida, como el medico que extirpa un cancer. Pero no lo cometi. La vida es muy generosa con nosotros, y como en las pesadillas, nos despierta siempre en el preciso momento en que el horror

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