para que seas un hombre bueno, te besa tu mama. Rolf, en cambio, le escribia con frecuencia, llenando muchas hojas por ambos lados para contarle sus lecturas, porque despues de describir la aldea y la familia de sus tios, no habia mas que decir, tenia la impresion de que nunca le sucedia nada digno de ser anotado en una carta y preferia sorprender a su madre con largas parrafadas filosoficas inspiradas por los libros. Tambien le enviaba fotografias que tomaba con una vieja camara de su tio, registrando asi las variaciones de la naturaleza, las expresiones de la gente, los pequenos acontecimientos, los detalles que a simple vista pasaban desapercibidos. Esa correspondencia significaba mucho para el, no solo porque mantenia viva la presencia de su madre, sino porque descubrio cuanto le gustaba observar el mundo y retenerlo en imagenes.
Las primas de Rolf Carle eran requeridas en amores por un par de pretendientes, que descendian en linea directa de los fundadores de la Colonia, duenos de la unica industria de velas de fantasia, cuya produccion se vendia en todo el pais y mas alla de las fronteras. La fabrica todavia existe y es tanto su prestigio, que en ocasion de la visita del Papa, cuando el Gobierno mando hacer un cirio de siete metros de largo y dos de diametro para mantenerlo encendido en la Catedral, no solo pudieron moldearlo a la perfeccion, decorarlo con escenas de la pasion y aromatizarlo con extracto de pino, sino que tambien fueron capaces de trasladarlo en un camion desde la montana hasta la capital bajo un sol de plomo, sin que perdiera su forma de obelisco, su olor de Navidad ni su tono de marfil antiguo. La conversacion de los dos jovenes giraba en torno a los moldes, colores y perfumes de las velas. A veces resultaban algo aburridos, pero ambos eran guapos, bastante prosperos y estaban impregnados por dentro y por fuera con el aroma de la cera de abejas y de las esencias. Eran los mejores partidos de la Colonia y todas las muchachas buscaban pretextos para ir a comprar velas con sus mas vaporosos vestidos, pero Rupert habia sembrado la duda en sus hijas de que toda esa gente, nacida por generaciones de las mismas familias, tenia la sangre aguada y podia producir vastagos fallados. En franca oposicion a las teorias sobre las razas puras, creia que de las mezclas salen los mejores ejemplares y para probarlo cruzo sus perros finos con bastardos callejeros. Obtuvo bestias lamentables de impredecibles pelajes y tamanos, que nadie quiso comprar, pero que resultaron mucho mas inteligentes que sus congeneres con pedigree, como se vio cuando aprendieron a caminar sobre una cuerda floja y bailar vals sobre las patas traseras. Es mejor buscar novios fuera, decia, desafiando a su amada Burgel, quien no queria oir hablar de esa posibilidad; la idea de ver a sus ninas desposadas con varones morenos y con un vaiven de rumba en las caderas, le parecia una horrible desgracia. No seas obtusa, Burgel. Obtuso eres tu, ?quieres tener nietos mulatos? Los nativos de este pais no son rubios, mujer, pero tampoco son todos negros. Para zanjar la discusion ambos suspiraban con el nombre de Rolf Carle en los labios lamentando no disponer de dos sobrinos como el, uno para cada hija, porque si bien existia un parentesco sanguineo y el antecedente del retardo mental de Katharina, podria jurar que Rolf no era portador de genes deficientes. Lo consideraban el yerno perfecto, trabajador, educado, culto, con buenos modales, mas no se podia pedir. Su juventud excesiva constituia por el momento su unica falla, pero todo el mundo se cura de eso.
Las primas tardaron bastante en ponerse a tono con las aspiraciones de sus padres, porque eran doncellas inocentes, pero cuando se despabilaron dejaron muy atras los preceptos de modestia y recato en que habian sido criadas. Percibieron el incendio en los ojos de Rolf Carle, lo vieron entrar como una sombra en su habitacion para hurgar furtivamente en sus vestidos y lo interpretaron como sintomas de amor. Hablaron del asunto entre ellas, contemplando la posibilidad de amarse platonicamente entre los tres, pero al verlo con el torso desnudo, el pelo de cobre revuelto por la brisa, sudando con las herramientas del campo o de la carpinteria, fueron cambiando de parecer y llegaron a la feliz conclusion de que Dios habia inventado dos sexos con un proposito evidente. Eran de caracter alegre y estaban acostumbradas a compartir el cuarto, el bano, la ropa y casi todo lo demas, de modo que no vieron malicia alguna en repartirse tambien al amante. Por otra parte, les resultaba facil deducir el excelente estado fisico del muchacho cuyas fuerzas y buena voluntad alcanzaban para cumplir las pesadas faenas exigidas por el tio Rupert y, estaban seguras sobrarian para retozar con ellas. Sin embargo, la cosa no era tan simple. Los habitantes del pueblo carecian de amplitud de criterio para entender una relacion triangular y hasta su padre, a pesar de sus alardes de modernismo, nunca la toleraria. De la madre ni hablar, era capaz de coger un cuchillo y clavarselo al sobrino en la parte mas vulnerable.
Pronto Rolf Carle noto un cambio en la actitud de las jovenes. Lo atosigaban con los trozos mas grandes de carne asada, le echaban una montana de crema batida a su postre, cuchicheaban a su espalda, se alborotaban cuando el las sorprendia observandolo, lo tocaban al pasar, siempre en forma casual, pero con tal carga erotica en cada uno de esos roces, que ni un anacoreta hubiera permanecido impasible. Hasta entonces el las rondaba con prudencia y disimulo para no faltar a las normas de cortesia ni enfrentar la posibilidad de un rechazo, que habria herido de muerte su propia estima, pero poco a poco empezo a mirarlas con audacia, largamente, porque no queria tomar una decision precipitada. ?Cual escoger? Las dos le resultaban encantadoras con sus piernotas robustas, sus senos apretados, sus ojos de aguamarina y esa piel de infante. La mayor era mas divertida, pero tambien lo seducia la suave coqueteria de la menor. El pobre Rolf se debatio en tremendas dudas hasta que las muchachas se cansaron de esperar su iniciativa y se lanzaron en un ataque frontal. Lo atraparon en la huerta de las fresas, le hicieron una zancadilla para mandarlo al suelo y se le fueron encima para hacerle cosquillas, pulverizando su mania de tomarse en serio y sublevando su lujuria. Hicieron saltar los botones de su pantalon, le arrancaron los zapatos, le rompieron la camisa y metieron sus manos de ninfas traviesas por donde el nunca imagino que alguien lo exploraria. A partir de ese dia Rolf Carle abandono la lectura, descuido a los cachorros, se olvido de los relojes cucu, de escribirle a su madre y hasta de su propio nombre. Andaba en trance, con los instintos encendidos y la mente ofuscada. De lunes a jueves, cuando no habia visitantes en la casa, disminuia el ritmo de trabajo domestico y los tres jovenes disponian de algunas horas de libertad, que aprovechaban para perderse en los cuartos de los huespedes, vacios en esos dias de la semana. Pretextos no faltaban: airear los edredones, limpiar los cristales de las ventanas, fumigar las cucarachas, encerar la madera de los muebles, cambiar las sabanas. Las muchachas habian heredado de sus padres sentido de equidad y de organizacion, mientras una se quedaba en el corredor vigilando para dar la voz de alarma si alguien se aproximaba, la otra se encerraba en el cuarto con Rolf. Respetaban los turnos rigurosamente, pero por fortuna el joven no se entero de ese detalle humillante. ?Que hacian cuando estaban a solas? Nada nuevo, los mismos juegos de primos que la humanidad conoce desde hace seis mil anos. Lo interesante comenzo cuando decidieron juntarse por las noches los tres en la misma cama, tranquilizados por los ronquidos de Rupert y Burgel en la habitacion contigua. Los padres dormian con la puerta abierta para vigilar a sus hijas y eso permitia a las hijas vigilar a los padres. Rolf Carle era tan inexperto como sus dos companeras, pero desde el primer encuentro tomo precauciones para no prenarlas y puso en los juegos de alcoba todo el entusiasmo y la inventiva necesarios para suplir su ignorancia amatoria. Su energia era alimentada sin tregua por el formidable regalo de sus primas, abiertas, tibias, frutales, siempre sofocadas de risa y bien dispuestas. Ademas, el hecho de hacerlo en el mayor silencio, aterrados por los crujidos de la cama, arropados bajo las sabanas, envueltos en el calor y el olor compartidos era un incentivo que ponia fuego en sus corazones. Estaban en la edad precisa para hacer el amor incansablemente. Mientras las muchachas florecian con una vitalidad estival, los ojos cada vez mas azules, la piel mas luminosa y la sonrisa mas feliz, Rolf olvidaba los latinajos, andaba tropezando con los muebles y durmiendose de pie, servia la mesa de los turistas medio sonambulo, con las rodillas temblorosas y la mirada difusa. Este nino esta trabajando mucho, Burgel, lo veo palido, hay que darle vitaminas, decia Rupert, sin sospechar que a sus espaldas el sobrino devoraba grandes porciones del famoso guiso afrodisiaco de su tia, para que no le fallaran los musculos a la hora de ponerlos a prueba. Los tres primos descubrieron juntos los requisitos para despegar y en algunas oportunidades llegaron incluso a volar muy alto. El muchacho se resigno a la idea de que sus companeras tenian mayor capacidad de goce y podian repetir sus hazanas varias veces en la misma sesion, de modo que para mantener su prestigio incolume y no defraudarlas aprendio a dosificar sus fuerzas y su placer con tecnicas improvisadas. Anos despues supo que los mismos metodos se empleaban en la China desde los tiempos de Confucio y concluyo que no hay nada nuevo bajo el sol, como decia su tio Rupert cada vez que leia el periodico. Algunas noches los tres amantes eran tan felices, que olvidaban despedirse y se dormian en un nudo de miembros entrelazados, el joven perdido en una montana blanda y fragante, arrullado por los suenos de sus primas. Despertaban con los primeros cantos del gallo, justo a tiempo para saltar cada uno a su cama antes de que los padres los sorprendieran en tan deliciosa falta. Al principio las hermanas tuvieron la idea de rifarse al infatigable Rolf Carle lanzando una moneda al aire, pero durante esos memorables combates descubrieron que estaban unidas a el por un sentimiento jugueton y festivo, totalmente inadecuado para establecer las bases de un matrimonio respetable. Ellas, mujeres practicas, consideraron mas conveniente desposar a los aromaticos fabricantes de velas, conservando a su primo de amante y convirtiendolo, en lo posible, en padre de sus hijos, evitando asi el riesgo del aburrimiento, aunque