carpinteria con sus canes reproductores y catorce cachorros recien nacidos, a destrozar metodicamente todos los relojes cucu para los turistas. Sus primas tenian los ojos hinchados por el llanto. Las dos mozas se habian casado con los fabricantes de velas, sumando a su olor natural de canela, clavo de olor, vainilla y limon el aroma delicioso de la cera de abejas. Vivian en la misma calle de la casa paterna, compartiendo el dia entre sus pulcros hogares y el trabajo con sus padres, ayudandolos en el hotel, el gallinero y la cria de perros. Nadie percibio el entusiasmo de Rolf Carle por su nueva maquina filmadora ni quiso oir, como otras veces, el recuento minucioso de sus actividades o de los disturbios politicos en la Universidad. La disputa habia alterado tanto el animo de aquel pacifico hogar, que ese fin de semana no pudo pellizcar a sus primas, porque las dos andaban con cara de duelo y no demostraron ningun entusiasmo por airear los edredones en los cuartos vacios. El domingo por la noche Rolf regreso a la capital con la castidad en ascuas, con la misma ropa sucia de la semana anterior, sin la provision de galletas y embutidos que habitualmente su tia le ponia en la maleta y con la incomoda sensacion de que una perra moscovita podia ser mas importante que el a los ojos de su familia.
El lunes por la manana se encontro con el senor Aravena, para desayunar juntos en un cafetin en la esquina del periodico.
– Olvidate de ese animal y de los lios de tus tios, muchacho, van a suceder acontecimientos muy importantes, le dijo su protector ante el plato suculento con el cual comenzaba a vivir cada dia.
– ?De que habla?
– Habra un plebiscito dentro de un par de meses. Esta todo arreglado, el General piensa gobernar otros cinco anos.
– Eso no es ninguna novedad.
– Esta vez le va a salir el tiro por la culata, Rolf.
De acuerdo a lo previsto, poco antes de Navidad se efectuo el referendum apoyado por una campana publicitaria que sofoco al pais con ruido, afiches, desfiles militares e inauguraciones de monumentos patrioticos. Rolf Carle decidio hacer su trabajo con cuidado y, dentro de lo posible con algo de humildad, empezando por el principio y por abajo. Con anticipacion tomo el pulso de la situacion, rondando las oficinas electorales, hablando con oficiales de las Fuerzas Armadas, obreros y estudiantes. El dia senalado las calles fueron ocupadas por el Ejercito y la Guardia, pero se veia muy poca gente en los centros electorales, parecia un domingo de provincia. El General resulto vencedor por la aplastante mayoria del ochenta por ciento, pero el fraude fue tan impudico, que en vez del efecto buscado cayo en el ridiculo. Carle llevaba varias semanas fisgoneando y poseia mucha informacion, que entrego a Aravena con petulancia de novato, aventurando de paso complicados pronosticos politicos. El otro lo escucho con aire burlon.
– No le des tantas vueltas, Rolf. La verdad es simple: mientras el General era temido y odiado pudo sujetar las riendas del gobierno, pero apenas se convirtio en motivo de mofa, el poder comenzo a escurrirse de sus manos. Sera derrocado antes de un mes.
Tantos anos de tirania no habian acabado con la oposicion, algunos sindicatos funcionaban en la sombra, los partidos politicos habian sobrevivido fuera de la ley y los estudiantes no dejaban pasar un dia sin manifestar su descontento. Aravena sostenia que las masas nunca habian determinado el curso de los acontecimientos en el pais, sino un punado de atrevidos dirigentes. La caida de la dictadura, pensaba el, se daria por un consenso de las elites, y el pueblo, acostumbrado a un sistema de caudillos, seguiria por el camino que le senalaran. Consideraba fundamental el papel de la Iglesia catolica, porque si bien nadie respetaba los Diez Mandamientos y los hombres alardeaban de ateos, como otra expresion de machismo, esta seguia ejerciendo un enorme poder.
– Hay que hablar con los curas, sugirio.
– Ya lo hice. Un sector esta soliviantando a los obreros y a la clase media, dicen que los obispos van a acusar al Gobierno por la corrupcion y los metodos represivos. Mi tia Burgel fue a confesarse despues de la discusion que tuvo con su marido y el cura se abrio la sotana y le paso un fajo de panfletos para repartir en la Colonia.
– ?Que mas has oido?
– Los partidos de oposicion han firmado un pacto, por fin se han unido todos.
– Entonces este es el momento de meter una cuna en las Fuerzas Armadas para dividirlas y sublevarlas. Todo esta a punto, mi olfato no falla, dijo Aravena, encendiendo uno de sus fuertes habanos.
A partir de ese dia, Rolf Carle no se conformo con registrar los acontecimientos, sino que aprovecho sus contactos para ayudar a la causa de la rebelion y al hacerlo pudo medir la fuerza moral de la oposicion, que lograba sembrar desconcierto entre los mismos soldados. Los estudiantes ocuparon los liceos y las facultades, tomaron rehenes, asaltaron una radio y llamaron al pueblo a lanzarse a la calle. Salio el Ejercito con las ordenes precisas de dejar un sembradero de muertos, pero en pocos dias se habia propagado el descontento entre muchos oficiales y la tropa recibia instrucciones contradictorias. Entre ellos tambien comenzaban a soplar los vientos de la conspiracion. El Hombre de la Gardenia reacciono atestando sus sotanos con nuevos prisioneros, a los cuales el mismo atendio, sin desordenar su elegante peinado de galan; pero sus metodos brutales tampoco pudieron evitar el deterioro del poder. En las semanas siguientes el pais se hizo ingobernable. Por todas partes iba la gente hablando, libres por fin del miedo que les cerrara la boca durante tantos anos. Las mujeres acarreaban armas bajo las faldas, los escolares salian de noche a pintar los muros y hasta el mismo Rolf se encontro una manana con una bolsa cargada de dinamita camino de la Universidad, donde lo esperaba una muchacha muy bella. Se prendo de ella al primer vistazo, pero fue una pasion sin futuro porque ella recibio la bolsa sin darle las gracias, se alejo con los explosivos a cuestas y el no volvio a saber de ella nunca mas.
Se declaro una huelga total, cerraron las tiendas y las escuelas, los medicos no atendieron a los enfermos, los sacerdotes clausuraron los templos y los muertos se quedaron sin sepelio. Las calles se veian vacias y por la noche nadie encendio luces, como si de pronto se hubiera acabado la civilizacion. Todo el mundo se quedo con el aliento suspendido, esperando, esperando.
El Hombre de la Gardenia partio en un avion privado a vivir un exilio de lujo en Europa, donde todavia esta, muy viejo pero siempre elegante, escribiendo sus memorias para acomodar el pasado. El mismo dia escapo el ministro del sillon de felpa obispal, llevandose una buena cantidad en lingotes de oro. No fueron los unicos. En pocas horas huyeron por aire, tierra y mar muchos que tenian la conciencia intranquila. La huelga no alcanzo a durar tres dias. Cuatro capitanes se pusieron de acuerdo con los partidos politicos de la oposicion, sublevaron a sus subalternos y atraidos por la conspiracion, pronto se sumaron los demas regimientos. Cayo el Gobierno y el General, bien pertrechado de fondos, salio con su familia y sus colaboradores mas cercanos en un avion militar puesto a su disposicion por la Embajada de los Estados Unidos. Una multitud de hombres, mujeres y ninos, cubiertos con el polvo de la victoria, entro en la mansion del dictador y se lanzo a la piscina, dejando el agua como sopa, al son del jazz tocado por un negro en el piano de cola blanco que decoraba la terraza.
El pueblo ataco el cuartel de la Seguridad. Los guardias dispararon con ametralladoras, pero la multitud logro romper las puertas y entrar en el edificio, matando a cuantos de ellos encontraron a su paso. Los torturadores que se salvaron porque no estaban alli en ese momento, debieron esconderse durante meses para evitar ser linchados en la calle. Hubo asaltos a las tiendas y a las residencias de los extranjeros acusados de haberse enriquecido con la politica inmigratoria del General. Rompieron las vitrinas de las licorerias y las botellas salieron a la calle, pasando de boca en boca para celebrar el fin de la dictadura.
Rolf Carle no durmio en tres dias filmando los sucesos en medio de un estrepito de muchedumbre enardecida, de cornetas de automoviles, bailes callejeros y borracheras indiscriminadas. Trabajaba como en suenos, con tan poca conciencia de si mismo que olvido el miedo y fue el unico que se atrevio a entrar con una maquina de cine en el edificio de la Seguridad, para captar desde la primera fila el amontonamiento de muertos y heridos, los agentes despedazados y los prisioneros liberados de los sotanos malignos del Hombre de la Gardenia. Se introdujo tambien en la mansion del General y vio a la multitud destrozar el mobiliario, rajar a navajazos la coleccion de cuadros y arrastrar por la calle los abrigos de chinchilla y los vestidos bordados de lentejuelas de la primera dama, y estuvo presente tambien en el Palacio cuando se improviso la Junta de Gobierno, compuesta por oficiales sublevados y civiles prominentes. Aravena lo felicito por su trabajo y le dio el ultimo empujon recomendandolo en la television, donde sus audaces reportajes lo convirtieron en la figura mas celebre del noticiario.
Los partidos politicos reunidos en conclave echaron las bases de un entendimiento, porque la experiencia les habia ensenado que si actuaban como canibales los unicos favorecidos volverian a ser los militares. Los dirigentes exiliados demoraron unos dias en regresar, instalarse y empezar a desenredar la madeja del poder. Entretanto la derecha economica y la oligarquia, sumadas a la rebelion en el ultimo instante se movieron hacia el Palacio con rapidez y en pocas horas se apoderaron de los cargos vitales, repartiendoselos con tal astucia que cuando el nuevo presidente ocupo su sitio, comprendio que la unica forma de gobernar era transando con ellos.