prohibicion de mencionar los atentados y el pais solo se enteraba por rumores, por algunas hojas impresas en maquinas domesticas, por las radios clandestinas. Los jovenes procuraron movilizar a las masas de distintas maneras, pero su ardor revolucionario se estrellaba contra las caras impavidas o las cuchufletas del publico. La ilusion de la riqueza petrolera cubria todo con un manto de indiferencia. Huberto Naranjo se impacientaba. En las reuniones oyo hablar de la montana, alla estaban los mejores hombres, las armas, la semilla de la revolucion. Viva el pueblo, muera el imperialismo, gritaban, decian, susurraban palabras, palabras, miles de palabras, buenas y malas palabras, la guerrilla tenia mas palabras que balas. Naranjo no era orador, no sabia usar todas esas ardientes palabras, pero pronto se perfilo en el un criterio politico y aunque no podia teorizar como un ideologo, lograba conmover con el impetu de su coraje. Tenia punos duros y fama de valiente, por ello consiguio finalmente que lo enviaran al frente.

Partio una tarde sin despedirse de nadie y sin dar explicaciones a sus amigos de La Peste, de quienes se habia distanciado desde que comenzaron sus nuevas inquietudes. El unico que supo su paradero fue el Negro, pero no lo habria dicho ni muerto. A los pocos dias en la montana, Huberto Naranjo comprendio que todo lo experimentado hasta entonces era una tonteria, que habia llegado la hora de probar en serio su caracter. La guerrilla no era un ejercito en la sombra, como creia, sino grupos de quince o veinte muchachos diseminados por los desfiladeros, no muchos en total, apenas suficientes para tener esperanzas. En que me he metido, estos son unos locos, fue su primer pensamiento, en seguida descartado porque tenia su meta muy clara: habia que ganar. El hecho de ser tan pocos los obligaba a sacrificarse mas. Lo primero fue el dolor. Marcha forzada con treinta kilos de pertrechos a la espalda y un arma en la mano, arma sagrada que no debia mojarse ni astillarse, que no podia soltar ni un solo instante, caminar, agacharse, subir y bajar en fila, callado, sin comida ni agua, hasta que los musculos de todo el cuerpo eran un solo inmenso y absoluto gemido, hasta que la piel de las manos se le levantaba como globos llenos de un liquido turbio, hasta que las picaduras de los bichos le impedian abrir los ojos y los pies le sangraban, destrozados dentro de las botas. Subir y subir mas, dolor y mas dolor. Luego el silencio. En ese paisaje verde e impenetrable, adquirio el sentido del silencio, aprendio a moverse como la brisa; alli un suspiro, un roce de la mochila o del arma sonaba como un campanazo y podia costar la vida.

El enemigo estaba muy cerca. Paciencia para esperar inmovil durante horas. Disimula el miedo, Naranjo, no vayas a contagiar a los demas, resiste el hambre, todos tenemos hambre, aguanta la sed, todos tenemos sed. Siempre empapado, incomodo, sucio, adolorido, atormentado por el frio de la noche y el calor atroz del mediodia, por el lodo, la lluvia, los zancudos y los chinches, por las heridas supuradas, desgarros y calambres. Al comienzo se sentia perdido, no veia por donde andaba ni donde golpeaba con el machete, abajo hierbas, maleza, ramas, piedras, rastrojos, arriba las copas de los arboles tan tupidas que no se vislumbraba la luz del sol; pero despues la mirada se le hizo de tigre y aprendio a ubicarse. Dejo de sonreir, su cara se torno dura, la piel color de tierra, la mirada seca. La soledad era peor que el hambre. Lo acosaba un deseo apremiante de sentir el contacto de otra persona, acariciar a alguien, estar con una mujer, pero alli todos eran hombres, no se tocaban jamas, cada uno encerrado en su propio cuerpo, en su pasado, en sus miedos e ilusiones. A veces llegaba alguna companera y todos ansiaban poner la cabeza en su regazo, pero eso tampoco era posible.

Huberto Naranjo se fue mutando en otro animal de la espesura, solo instinto, reflejos, impulsos, puros nervios, huesos, musculos, piel, ceno fruncido, mandibula apretada, vientre firme. El machete y el fusil se le pegaron en las manos, prolongaciones naturales de sus brazos. Se le afino el oido y se le aguzo la vista, siempre alerta, aun cuando dormia. Desarrollo una tenacidad sin limites, pelear hasta la muerte, hasta vencer, no hay alternativa, vamos a sonar y cumplir los suenos, sonar o morir, adelante. Se olvido de si mismo. Por fuera era de piedra, pero con el paso de los meses algo elemental se ablando y se partio en su interior y de adentro surgio un fruto nuevo. El primer sintoma fue la compasion, desconocida para el, que jamas la habia recibido de nadie ni habia tenido ocasion de practicarla. Algo tibio crecia detras de la dureza y del silencio, algo asi como un afecto ilimitado por los demas, algo que lo sorprendio mas que ningun otro de los cambios sufridos hasta entonces. Empezo amando a sus camaradas, queria dar la vida por ellos, sentia un deseo poderoso de abrazarlos y decirles te quiero, hermano. Luego ese sentimiento se extendio hasta abarcar a toda la multitud anonima del pueblo y comprendio entonces que la rabia se le habia dado vuelta.

En esa epoca lo conocio Rolf Carle y le basto intercambiar tres frases para comprender que estaba ante un hombre excepcional. Tuvo la corazonada de que sus destinos se cruzarian muchas veces, pero la descarto de inmediato. Evitaba caer en las trampas de la intuicion.

8

Un par de anos despues de la partida de Kamal, el estado de Zulema se habia estabilizado en la melancolia, recupero el apetito y dormia como antes, pero nada provocaba en ella el menor interes, se le iban las horas inmovil en su sillon de mimbre observando el patio, ausente de este mundo. Mis historias y las novelas de la radio eran lo unico que lograba encender un chispazo en sus ojos, aunque no estoy segura de que las comprendiera, porque no parecia haber recuperado la memoria del espanol. Riad Halabi instalo un aparato de television, pero como ella lo ignoro y de todos modos las imagenes llegaban con tantas interferencias como si fueran mensajes de otros planetas, decidio llevarlo a la tienda para que al menos lo aprovecharan los vecinos y los clientes. Mi patrona ya no recordaba a Kamal ni lamentaba la perdida del amor, simplemente se instalo en la indolencia para la cual siempre tuvo vocacion.

Su enfermedad le sirvio para huir de las pequenas responsabilidades fastidiosas de su casa, de su matrimonio, de si misma. La tristeza y el aburrimiento le resultaban mas soportables que el esfuerzo de una existencia normal. Tal vez en esa epoca comenzo a rondarla la idea de la muerte, como un estado superior de pereza, en el cual no tendria que mover la sangre en sus venas o el aire en sus pulmones, el descanso seria total, no pensar, no sentir, no ser. Su marido la llevo en la camioneta al hospital regional, a tres horas de camino de Agua Santa, donde le hicieron algunos examenes, le dieron pildoras para la melancolia y dijeron que en la capital podrian curarla con descargas electricas, metodo que a el le resulto inaceptable.

– El dia que vuelva a mirarse al espejo, estara curada, decia yo y colocaba a mi patrona delante de un espejo grande para resucitarle la coqueteria. ?Se acuerda que blanca tenia antes la piel, Zulema? ?Quiere que le maquille los ojos? Pero el cristal solo reflejaba el contorno incierto de una medusa de mar.

Nos acostumbramos a la idea de que Zulema era una especie de planta enorme y delicada, reanudamos las rutinas de la casa y de La Perla de Oriente y volvi a mis clases con la maestra Ines. Cuando comence apenas era capaz de leer dos silabas pegadas y tenia una trabajosa caligrafia de parvulo, sin embargo mi ignorancia no resultaba excepcional, la mayoria en ese pueblo era analfabeta. Debes estudiar para que despues puedas mantenerte por ti misma, hija, no es bueno depender de un marido, acuerdate que quien paga manda, me decia Riad Halabi. Me puse obsesiva con el estudio, me fascinaban la historia, las letras y la geografia. La senorita Ines no habia salido jamas de Agua Santa, pero tenia mapas desplegados en los muros de su casa y por las tardes me comentaba las noticias de la radio, senalando los puntos ignotos donde sucedia cada acontecimiento. Valiendome de una enciclopedia y de los conocimientos de mi maestra, yo viajaba por el mundo. En cambio resulte nula para los numeros. Si no aprendes a multiplicar, ?como te puedo confiar la tienda? reclamaba el turco.

Yo no le hacia mucho caso, preocupada solo de lograr el mayor dominio posible de las palabras. Leia el diccionario con pasion y podia pasar horas buscando rimas, averiguando antonimos y resolviendo crucigramas. Al acercarme a los diecisiete anos mi cuerpo alcanzo su tamano definitivo y mi rostro adquirio la expresion que me acompanaria hasta hoy. Entonces deje de examinarme en el espejo para compararme con las mujeres perfectas del cine y las revistas y decidi que era bella por la simple razon de que tenia ganas de serlo. No le di un segundo pensamiento a ese asunto. Usaba el cabello largo atado en una cola a la espalda, vestidos de algodon que yo misma me cosia y alpargatas de lona. Algunos jovenes del pueblo o los choferes de los camiones, que se detenian a beber una cerveza, me decian cosas, pero Riad Halabi los espantaba como un padre celoso.

– Ninguno de estos patanes sirve para ti, mi nina. Vamos a buscarte un marido con buena situacion, que te respete y te quiera.

– Zulema me necesita y aqui soy feliz. ?Para que me voy a casar?

– Las mujeres tienen que casarse, porque si no estan incompletas, se secan por dentro, se les enferma la sangre; pero tu puedes esperar un poco, todavia eres joven. Tienes que prepararte para el futuro. ?Por que no estudias para secretaria? Mientras yo viva no te faltara nada, pero nunca se sabe, es mejor tener un oficio.

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