alguna aparicion divina. Ella se volvio y me hizo un gesto amistoso.

– ?A ti tambien te agarro el bochinche? pregunto la magnifica desconocida con una voz subterranea, acercandose para sentarse a mi lado. Hay disturbios por todas partes, dicen que los estudiantes se atrincheraron en la Universidad y se han alzado unos regimientos, este pais es un despelote, asi no nos va a durar mucho la democracia.

La observe asombrada, detallando sus huesos de animal de carrera, sus largos dedos finos, sus ojos dramaticos, la linea clasica de la nariz y el menton y tuve la impresion de haberla conocido antes o, al menos, de haberla presentido. Ella me miro tambien, con una sonrisa dudosa en sus labios pintados.

– Yo te he visto alguna vez…

– Creo que yo tambien.

– ?No eres la nina que contaba cuentos… Eva Luna?

– Si…

– ?No me reconoces? Soy yo, Melecio.

– No puede ser… ?que te paso?

– ?Sabes lo que es la reencarnacion? Es como volver a nacer. Digamos que estoy reencarnada.

Palpe sus brazos desnudos, sus pulseras de marfil, un rizo de su cabello, con la emocion renovada de encontrarme ante un personaje surgido de mi propia imaginacion. Melecio, Melecio, me salio de adentro con toda la carga de buenos recuerdos reservada para esa criatura desde los tiempos de la Senora. Vi lagrimas negras de maquillaje descender lentamente por ese rostro perfecto, la atraje para abrazarla, primero con timidez y luego con incontenible alegria, Melecio, Eva, Melecio…

– No me llames asi, ahora mi nombre es Mimi.

– Me gusta, te queda bien.

– ?Como hemos cambiado las dos! No me mires asi, no soy un marica, soy un transexual.

– ?Un que?

– Yo naci hombre por equivocacion, pero ahora soy mujer.

– ?Como lo hiciste?

– Con dolor. Siempre supe que yo no era como los demas, pero fue en la carcel donde tome la decision de torcerle la mano a la naturaleza; parece un milagro habernos encontrado… y justo en una iglesia. Hace como veinte anos que no entraba en una iglesia, se rio Mimi secandose las ultimas lagrimas.

Melecio fue detenido durante la Revuelta de las Putas, ese memorable jaleo publico que el mismo inicio con su desafortunada carta al Ministro del Interior respecto a los sobornos de la policia. Allanaron el cabaret donde trabajaba y sin darle tiempo de ponerse ropa de calle, se lo llevaron con su bikini de perlas y diamantes de mentira, con su cola de avestruz rosada, su peluca rubia y sus sandalias plateadas. Su aparicion en el cuartel produjo una tormenta de risotadas e insultos, le dieron una golpiza fenomenal y lo metieron cuarenta horas en la celda de los presos mas peligrosos. Despues se lo entregaron a un psiquiatra, que estaba experimentando una cura para la homosexualidad mediante la persuasion emetica. Durante seis dias y seis noches, este lo sometio a una serie de drogas hasta dejarlo medio muerto, mientras le presentaba fotografias de atletas, bailarines y modelos masculinos, con la certeza de provocarle un reflejo condicionado de repulsion hacia los de su mismo sexo. Al sexto dia Melecio, una persona de caracter habitualmente pacifico, perdio la paciencia, salto al cuello del medico, comenzo a morderlo como una hiena y si no se lo quitan a tiempo lo estrangula con sus propias manos. Dedujeron que habia desarrollado repulsion hacia el psiquiatra, entonces lo calificaron de incurable, y lo enviaron a Santa Maria, donde iban a parar los delincuentes sin esperanza de juicio y los presos politicos que sobrevivian a los interrogatorios. Creado en la dictadura del Benefactor y modernizado con nuevas rejas y celdas en la del General, el Penal tenia capacidad para trescientos internos, pero alli se hacinaban mas de mil quinientos. Melecio fue trasladado en un avion militar a un pueblo fantasma, prospero en los tiempos de la fiebre aurifera y agonico desde el auge del petroleo. De alli lo llevaron amarrado como un animal, primero en una camioneta y luego en una lancha, hasta el infierno donde pasaria el resto de su existencia. A la primera mirada comprendio la proporcion de su desdicha. Una pared de poco mas de metro y medio de altura y de alli para arriba barrotes, detras los presos mirando hacia el verde inmutable de la vegetacion y el agua amarilla del rio. Libertad, libertad, estallaron en suplicas cuando se acerco el vehiculo del Teniente Rodriguez, quien acompanaba a la nueva hornada de detenidos para realizar su inspeccion trimestral. Se abrieron las pesadas puertas metalicas y penetraron hasta el ultimo circulo, donde fueron recibidos por una muchedumbre aullante. A Melecio lo condujeron directamente al pabellon de los homosexuales; alli los guardias lo ofrecieron en remate entre los delincuentes veteranos. Tuvo suerte, dentro de todo, porque lo dejaron en El Haren, donde cincuenta privilegiados disponian de un sector independiente y estaban organizados para sobrevivir.

– En esa epoca yo no habia oido hablar del Maharishi y no tenia ninguna ayuda espiritual, dijo Mimi temblorosa ante esos recuerdos, sacando de su cartera una estampa en colores, donde aparecia un barbudo con tunica de profeta rodeado de simbolos astrales. Me salve de la locura porque sabia que la Senora no me abandonaria, ?te acuerdas de ella? Es una amiga leal, no descanso hasta rescatarme, paso meses untandole la mano a los jueces, movilizando a sus contactos en el Gobierno y hasta hablo con el General en persona para sacarme de alli.

Cuando salio de Santa Maria, un ano despues, Melecio no era ni sombra de la persona que habia sido. El paludismo y el hambre le habian quitado veinte kilos, una infeccion al recto lo obligaba a caminar encorvado como un anciano y la experiencia de la violencia habia roto el dique de sus emociones, pasaba del llanto a la risa histerica sin ninguna transicion. Salio en libertad sin creer lo que le estaba sucediendo, convencido de que era un truco para acusarlo de intento de fuga y dispararle por la espalda, pero se hallaba tan debilitado que se resigno a su suerte. Lo cruzaron en lancha por el rio y luego lo llevaron en un automovil hasta el pueblo fantasma. Bajate, maricon, lo empujaron, cayo de rodillas sobre el polvo ambarino y alli quedo esperando el tiro de muerte, pero nada de eso ocurrio. Oyo el motor del coche alejandose, levanto la vista y se encontro delante de la Senora, quien en el primer momento no lo reconocio. Lo estaba aguardando con una avioneta alquilada y se lo llevo en vuelo directo a una clinica de la capital. Durante aquel ano ella habia juntado dinero con el trafico de prostitutas por via maritima y lo puso todo a disposicion de Melecio.

– Gracias a ella estoy viva, me conto Mimi. Tuvo que irse del pais. Si no fuera por mi mamma, me conseguiria un pasaporte con mi nuevo nombre de mujer y partiria a vivir con ella.

La Senora no habia emigrado por su voluntad, sino huyendo de la justicia, obligada por el escandalo de las veinticinco muchachas muertas, localizadas en un barco rumbo a Curazao. Yo lo habia escuchado hacia un par de anos por la radio en la casa de Riad Halabi y todavia recordaba el caso, pero nunca pense que se trataba de la dama del enorme fundillo en cuyo hogar me dejo Huberto Naranjo. Los cadaveres eran de dominicanas y trinitarias embarcadas de contrabando en una cava hermetica, en la cual el aire alcanzaba para doce horas. Por confusion burocratica permanecieron encerradas dos dias en las bodegas de carga del barco. Antes de partir, las mujeres recibian un pago en dolares y la promesa de un buen trabajo. Esa parte del negocio correspondia a la Senora y ella la llevaba a cabo con honestidad, pero al llegar a los puertos de destino, les confiscaban los documentos y las depositaban en lupanares de infima categoria, donde se encontraban atrapadas en una telarana de amenazas y deudas. La Senora, acusada de dirigir la red de comercio de pelanduscas por las islas del Caribe, estuvo a punto de ir a parar con sus huesos a la carcel, pero nuevamente amigos poderosos la ayudaron y provista de documentos falsos pudo desaparecer a tiempo. Durante un par de anos vivio de sus rentas, tratando de no llamar la atencion, pero su espiritu creativo necesitaba una valvula de escape y acabo montando un negocio de adminiculos sadomasoquistas, con tan buen resultado, que de los cuatro puntos cardinales le hacian pedidos para sus cinturones de castidad para varones, sus latigos de siete colas, sus collares de perro para uso humano y tantos otros instrumentos de humillacion.

– Pronto sera de noche, es mejor que nos vayamos, dijo Mimi. ?Donde vives?

– Por el momento en un hotel. Acabo de llegar, pase estos anos en Agua Santa, en un pueblo perdido.

– Ven a vivir conmigo, yo estoy sola.

– Creo que debo buscar mi propio camino.

– La soledad no es buena para nadie. Vamos a mi casa y una vez que pase este jaleo ves lo que mas te conviene, dijo Mimi retocandose el maquillaje ante un espejo de bolsillo, algo alterada por las vicisitudes de ese dia.

Cerca de la calle Republica, al alcance de los faroles amarillos y las lamparas rojas, estaba el apartamento de

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