experimenta una relacion con determinado orden planetario de acuerdo a la configuracion basica que lleva asociada a si misma desde el dia en que aspiro su primer aliento de vida, ?entiendes? recito Mimi de un tiron, sin tomar aire.

– Perfectamente, le asegure y a partir de ese momento no hemos tenido jamas un problema, porque cuando todo lo demas falla, nos comunicamos en el lenguaje de los astros.

9

Las hijas de Burgel y Rupert quedaron embarazadas en la misma epoca, sufrieron juntas las molestias propias de la gestacion, engordaron como un par de ninfas renacentistas y dieron a luz a sus primogenitos con pocos dias de diferencia. Los abuelos exhalaron un hondo suspiro de alivio porque las criaturas nacieron sin taras aparentes, y celebraron el acontecimiento con un fastuoso bautizo doble en el cual gastaron buena parte de sus ahorros. Las madres no pudieron atribuir la paternidad de sus hijos a Rolf Carle, como tal vez deseaban secretamente, porque los recien nacidos olian a cera y porque hacia mas de un ano que no tenian el gusto de dar brincos con el, no por falta de buena disposicion de las partes, sino porque los maridos resultaron bastante mas avispados de lo imaginado y no les dieron muchas oportunidades de encontrarse a solas. En cada una de las esporadicas visitas de Rolf a la Colonia, sus tios y las dos matronas lo agobiaban de mimos y los fabricantes de velas lo colmaban de ruidosas atenciones, pero no le quitaban los ojos de encima, de modo que las acrobacias eroticas pasaron a un segundo plano por razones de fuerza mayor. Sin embargo, de vez en cuando los tres primos lograban escabullirse a un bosque de pinos o a algun cuarto vacio de la pension y reir juntos durante un rato recordando los viejos tiempos.

Con el paso de los anos las dos mujeres tuvieron otros hijos y se acomodaron en su papel de esposas, pero no perdieron la frescura que enamoro a Rolf Carle cuando las vio por primera vez. La mayor siguio siendo alegre y juguetona, empleaba un vocabulario de corsario y era capaz de beber cinco jarras de cerveza sin perder la compostura. La menor mantuvo esa delicada coqueteria que la hacia tan seductora, a pesar de que ya no tenia la belleza frutal de su adolescencia. Las dos preservaron el olor de canela, clavo de olor, vainilla y limon, cuya sola evocacion lograba poner fuego en el alma de Rolf, como le habia ocurrido a veces a miles de kilometros de distancia, despertandolo en la mitad de la noche con el presentimiento de que ellas tambien estaban sonando con el.

Por su parte Burgel y Rupert envejecieron criando perros y estremeciendo la digestion de los turistas con sus extraordinarias recetas culinarias, siguieron peleando por nimiedades y amandose con buen humor, cada dia mas encantadores. La convivencia a lo largo de los anos borro sus diferencias y con el tiempo fueron igualandose en cuerpo y alma hasta parecer gemelos. Para divertir a los nietos a veces ella se pegaba con engrudo un bigotazo de lana y se ponia la ropa de su marido y el se colocaba un sosten relleno con trapos y una falda de su mujer, creando una festiva confusion en los ninos. El reglamento de la pension se suavizo y muchas parejas furtivas viajaban hasta la Colonia para pasar una noche en esa casa, porque los tios sabian que el amor es bueno para conservar la madera y a su edad ellos ya no tenian el mismo ardor de antes, a pesar de las enormes porciones de guiso afrodisiaco que consumian. Acogian a los enamorados con simpatia, sin hacer preguntas sobre su situacion legal, les daban las mejores habitaciones y les servian suculentos desayunos, agradecidos porque esos escarceos prohibidos contribuian al buen estado del artesonado y de los muebles.

En ese tiempo la situacion politica se estabilizo, despues que el Gobierno sofoco el intento golpista y logro controlar la cronica tendencia a la subversion de algunos militares. El petroleo siguio manando de la tierra como un inacabable torrente de riqueza, adormeciendo las conciencias y postergando todos los problemas para un manana hipotetico.

Mientras tanto Rolf Carle se habia convertido en una celebridad andariega. Realizo varios documentales que dieron prestigio a su nombre mas alla de las fronteras nacionales. Habia andado por todos los continentes y para entonces hablaba cuatro idiomas. El senor Aravena, promovido a director de la Televisora Nacional desde la caida de la dictadura, lo enviaba en busca de noticias a las fuentes de origen, porque era partidario de los programas dinamicos y atrevidos. Lo consideraba el mejor cineasta de su equipo y en secreto Rolf estaba de acuerdo con el. Los cables de las agencias de prensa tuercen la verdad, hijo, es preferible ver los acontecimientos con los propios ojos, decia Aravena. Asi es como Carle filmo catastrofes, guerras, secuestros, juicios, coronaciones de reyes, reuniones de altos dignatarios y otros hechos que lo mantuvieron alejado del pais. En algunos momentos, cuando se encontraba hundido hasta las rodillas en un lodazal del Vietnam o esperando durante dias en una trinchera del desierto, medio desmayado de sed, con la camara al hombro y la muerte a la espalda, el recuerdo de la Colonia le devolvia la sonrisa. Para el, esa aldea de cuentos encaramada en un cerro perdido de America constituia un refugio seguro donde su espiritu podia siempre encontrar la paz. Alli regresaba cuando se sentia agobiado por las atrocidades del mundo, para echarse bajo los arboles a mirar el cielo, revolcarse en el suelo con sus sobrinos y con los perros, sentarse por las noches en la cocina a observar a su tia revolviendo las ollas y a su tio ajustando los mecanismos de un reloj. Alli daba rienda suelta a su vanidad deslumbrando a la familia con sus aventuras. Solo ante ellos se atrevia a practicar inocentes pedanterias, porque en el fondo se sabia perdonado de antemano.

La indole de su trabajo le habia impedido formar un hogar, como le reclamaba su tia Burgel cada vez con mas insistencia. Ya no se enamoraba con la facilidad de los veinte anos y empezaba a resignarse a la idea de la soledad, convencido de que le seria muy dificil encontrar la mujer ideal, aunque jamas se pregunto si el cumpliria los requisitos exigidos por ella, en el caso improbable de que ese ser perfecto apareciera en su camino. Tuvo un par de amores que acabaron frustrados, algunas amigas leales en distintas ciudades que le daban la bienvenida con el mayor carino si atinaba a pasar por alli, y suficientes conquistas para alimentar su propia estima, pero ya no se entusiasmaba con relaciones pasajeras y desde el primer beso comenzaba a despedirse. Se habia transformado en un hombre fibroso, piel y musculos tensos, con los ojos atentos rodeados de arrugas finas, bronceado y pecoso. Sus experiencias en la primera linea de tantos hechos violentos no lograron endurecerlo, todavia era vulnerable a las emociones de la adolescencia, aun sucumbia ante la ternura y lo perseguian de vez en cuando las mismas pesadillas, mezcladas, es cierto, con algunos suenos felices de muslos rosados y cachorros de perros. Era tenaz, inquieto, incansable. Sonreia con frecuencia y lo hacia con tal sinceridad, que ganaba amigos en todas partes. Cuando estaba detras de la camara se olvidaba de si mismo, interesado solamente en captar la imagen, aun a costa de cualquier riesgo.

Una tarde de septiembre me encontre con Huberto Naranjo en una esquina. El rondaba por alli observando de lejos una fabrica de uniformes militares. Habia bajado a la capital para conseguir armas y botas, ?que puede hacer un hombre sin botas en la montana? y de paso convencer a sus jefes sobre la necesidad de cambiar de estrategia, porque sus muchachos eran diezmados por el Ejercito. Llevaba la barba afeitada y el pelo corto, vestia un traje de ciudad y cargaba un discreto maletin en la mano. En nada se parecia a los afiches ofreciendo recompensa por la captura de un barbudo con boina negra, que desde los muros miraba desafiante a los transeuntes. La prudencia mas elemental indicaba que asi se estrellara de frente con su propia madre, debia continuar su camino como si no la viera, pero yo surgi ante el de sorpresa, tal vez en ese momento sus defensas estaban bajas. Dijo que me vio cruzar la calle y por los ojos me reconocio de inmediato, a pesar de que casi nada mas quedaba de la criatura que el dejo en casa de la Senora varios anos atras para que se la cuidaran como si fuera su hermana. Estiro la mano y me tomo por un brazo. Me volvi sobresaltada y el murmuro mi nombre. Trate de recordar donde lo habia visto antes, pero ese hombre con aspecto de funcionario publico, a pesar de la piel quemada por la intemperie, en nada se parecia al adolescente de copete engominado y botas de tacon con remaches plateados que fuera el heroe de mi infancia y protagonista de mis primeras fantasias amorosas. Entonces el cometio el segundo error.

– Soy Huberto Naranjo…

Le tendi la mano porque no se me ocurrio otra forma de saludarlo y los dos nos sonrojamos. Nos quedamos en la esquina mirandonos atonitos, teniamos mas de siete anos para contarnos, pero no sabiamos por donde empezar. Senti una caliente languidez en las rodillas y el corazon a punto de explotar, me volvio de golpe la pasion olvidada en tanta ausencia, crei que lo habia amado sin tregua y en treinta segundos me enamore de nuevo. Huberto Naranjo llevaba largo tiempo sin mujer. Mas tarde supe que esa privacion de afecto y de sexo era

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