Mimi. Los que antes fueron doscientos metros dedicados a vicios moderados, se habian convertido en un laberinto de plastico y neon, un centro de hoteles, bares, cafetines y burdeles de toda indole.

Alli se encontraban tambien el Teatro de la Opera, el mejor restaurante frances de la ciudad, el Seminario y varios edificios residenciales, porque en la capital, como en el resto del territorio, todo estaba revuelto. En los mismos barrios se codeaban las mansiones senoriales con los ranchos miserables y cada vez que los nuevos ricos intentaban instalarse en una urbanizacion exclusiva, a la vuelta del ano se encontraban rodeados por las chabolas de los nuevos pobres. Esa democracia urbanistica se extendia a otros aspectos de la vida nacional y asi es como a veces resultaba dificil establecer la diferencia entre un ministro y su chofer, porque ambos parecian de la misma extraccion social, usaban trajes similares y se trataban con un desparpajo que a simple vista podia confundirse con malos modales, pero en el fondo era un solido sentido de la propia dignidad.

– Me gusta este pais, dijo una vez Riad Halabi, sentado en la cocina de la maestra Ines. Ricos y pobres, negros y blancos, una sola clase, un solo pueblo. Cada uno se siente dueno del suelo que pisa, ni jerarquias, ni protocolos, nadie supera a otro por nacimiento o por fortuna. Yo vengo de un lugar muy diferente, en mi tierra hay muchas castas y reglas, el hombre nace y muere siempre en el mismo lugar.

– Que no lo enganen las apariencias, Riad, le rebatio la maestra Ines. Este pais es como una torta de milhojas.

– Si, pero cualquiera puede subir o bajar, puede ser millonario, presidente o mendigo, segun sea su esfuerzo, su suerte o los designios de Ala.

– ?Cuando se ha visto un indio rico? ?o un negro metido a general o banquero?

La maestra tenia razon, pero nadie admitia que la raza tuviera algo que ver en el asunto, pues todos se vanagloriaban de ser pardos. Los inmigrantes llegados de todas partes del planeta tambien se igualaron sin prejuicios y al cabo de un par de generaciones ni los chinos podian afirmar que fueran asiaticos puros. Solo la antigua oligarquia proveniente de epocas anteriores a la Independencia se distinguia por el tipo y el color, pero entre ellos eso no se mencionaba jamas, habria sido una imperdonable falta de tacto en una sociedad aparentemente orgullosa de la sangre mixta. A pesar de su historia de colonizacion, caudillos y tiranos, era la tierra prometida la tierra de la libertad, como decia Riad Halabi.

– Aqui el dinero, la belleza o el talento abren todas las puertas, me explico Mimi.

Me faltan los dos primeros, pero creo que mi afan por contar historias es un regalo del cielo… En realidad no estaba segura de que eso tuviera alguna aplicacion practica, hasta entonces solo me habia servido para darle un poco de color a la vida y escapar a otros mundos cuando la realidad me resultaba intolerable; contar cuentos me parecia un oficio sobrepasado por los progresos de la radio, la television y el cine, pensaba que todo lo transmitido por ondas o proyectado en una pantalla era veridico, en cambio mis narraciones eran casi siempre un cumulo de mentiras, que ni yo misma sabia de donde sacaba.

– Si eso te gusta, no debes trabajar en otra cosa.

– Nadie paga por oir cuentos, Mimi, y yo tengo que ganarme la vida.

– Tal vez encuentres alguien que pague por eso. No hay apuro, mientras estes conmigo no te faltara nada.

– No pienso ser una carga para ti. Riad Halabi me decia que la libertad empieza por la independencia economica.

– Pronto te daras cuenta de que la carga soy yo. Te necesito mucho mas que tu a mi, soy una mujer muy sola.

Me quede con ella esa noche, la siguiente y la otra, y asi durante varios anos, en los cuales me arranque del pecho el amor imposible por Riad Halabi, acabe de hacerme mujer y aprendi a conducir el timon de mi existencia, no siempre en la forma mas elegante, es cierto, pero hay que tener en cuenta que me ha tocado navegar en aguas revueltas.

Tantas veces me habian dicho que era una desgracia nacer mujer, que tuve alguna dificultad en comprender el esfuerzo de Melecio por convertirse en una. Yo no veia la ventaja por parte alguna, pero el deseaba serlo y para ello estaba dispuesto a sufrir toda clase de tormentos. Bajo la direccion de un medico especializado en esas metamorfosis, ingeria hormonas capaces de transformar a un elefante en ave migratoria, se elimino los vellos con pinchazos electricos, se coloco mamas y nalgas de silicona y se inyecto parafina donde considero necesario. El resultado es turbador, por decir lo menos. Desnuda es una amazona de senos esplendidos y piel de nino, cuyo vientre culmina en unos atributos masculinos bastante atrofiados, pero aun visibles.

– Me falta una operacion. La Senora averiguo que en Los Angeles hacen milagros, pueden convertirme en una mujer de verdad, pero eso todavia esta en experimentacion y ademas cuesta una fortuna, me dijo Mimi.

Para ella el sexo es lo menos interesante de la feminidad, otras cosas la atraen, vestidos, perfumes, telas, adornos, cosmeticos. Goza con el roce de las medias al cruzar las piernas, con el ruido apenas perceptible de su ropa interior, con la caricia de su melena sobre los hombros. En esa epoca anoraba un companero para cuidarlo y servirlo, alguien que la protegiera y le ofreciera un carino durable, pero no habia tenido suerte. Se hallaba suspendida en un limbo androgino. Confundiendola con un travesti, algunos se le aproximaban, pero ella no aceptaba esas relaciones equivocas, se consideraba mujer y buscaba hombres viriles; sin embargo estos no se atrevian a salir con ella, aunque se sintieran fascinados por su belleza, no fueran a tacharlos de maricones. No faltaron quienes la sedujeron y la enamoraron para averiguar como era desnuda y como hacia el amor, les resultaba excitante abrazar a ese monstruo admirable. Si un amante entraba en su vida, toda la casa giraba en torno a el, ella se transformaba en una esclava dispuesta a complacerlo en las mas atrevidas quimeras, para hacerse perdonar el hecho irrefutable de no ser una hembra completa. En esas ocasiones, cuando se doblegaba y se hundia en la sumision, yo intentaba defenderla de su propia locura, razonar con ella, salir al paso de esa pasion peligrosa.

Tienes celos, dejame en paz, se irritaba Mimi. Casi siempre el escogido correspondia al estilo castigador de chulo fornido, quien durante unas cuantas semanas la explotaba, alteraba el equilibrio de la casa, dejaba en el aire los rastros de su paso y causaba tanto trastorno que me ponia de pesimo humor y a menudo amenace con trasladarme a otro lado. Pero finalmente la parte mas sana de Mimi se rebelaba, lograba sobreponerse y expulsar a su victimario. A veces la ruptura se producia con violencia, en otras oportunidades era el quien, satisfecha la curiosidad, se cansaba y se iba, entonces ella caia en la cama enferma de despecho. Por un tiempo, hasta que se enamoraba de nuevo, las dos volviamos a las rutinas normales. Yo vigilaba las hormonas, los somniferos y las vitaminas de Mimi y ella se ocupaba de mi educacion, clases de ingles, cursos para manejar, libros, recogia historias por la calle para traermelas de regalo. El sufrimiento, la humillacion, el miedo y la enfermedad la habian marcado profundamente y hecho trizas la ilusion del mundo de cristal donde hubiera deseado vivir. Ya no era una ingenua, aunque aparentaba serlo como parte de sus artificios de seduccion; sin embargo, ningun dolor, ninguna violencia, han conseguido destruir su esencia mas intima.

Creo que yo tampoco era muy afortunada en el amor, aunque no faltaban hombres a mi alrededor. De vez en cuando yo sucumbia a alguna pasion absoluta que me remecia hasta los huesos. En ese caso no esperaba que el otro diera el primer paso, tomaba la iniciativa intentando recrear en cada abrazo la dicha compartida con Riad Halabi, pero eso no daba buen resultado. Varios escaparon, tal vez un poco asustados de mi atrevimiento, despues me denigraban en sus conversaciones con los amigos. Me sentia libre, estaba segura de que no podia quedar embarazada.

– Tienes que ir al medico, insistia Mimi.

– No te preocupes, estoy sana. Todo se arreglara cuando deje de sonar con Zulema.

Mimi coleccionaba cajas de porcelana, animales de peluche, munecas y cojines bordados por ella en sus ratos de ocio. Su cocina parecia una vitrina de aparatos domesticos y los usaba todos, porque le gustaba cocinar, aunque era vegetariana y se alimentaba como un conejo. Consideraba la carne un veneno mortal, otra de las numerosas ensenanzas del Maharishi, cuyo retrato presidia la sala y cuya filosofia guiaba su vida. Era un abuelo sonriente de ojos acuosos, un sabio que habia recibido iluminacion divina a traves de las matematicas. Sus calculos le habian demostrado que el universo -y con mayor razon sus criaturas- estaba gobernado por el poder de los numeros, principios de conocimiento cosmogonico desde Pitagoras hasta nuestros dias. Fue el primero en poner la ciencia de los numeros al servicio de la futurologia. En cierta ocasion fue invitado por el Gobierno para consultarlo sobre asuntos de Estado y Mimi se encontraba entre la muchedumbre que lo recibio en el aeropuerto. Antes de verlo desaparecer en la limusina oficial, pudo tocar el borde de su tunica.

– El hombre y la mujer, no hay diferencia en este caso, son modelos del universo a escala reducida, por lo tanto todo acontecer en el plano astral esta acompanado de manifestaciones a nivel humano y cada persona

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