andaba enamorada y lo escuchaba todo a medias, demasiado ocupada en las pasiones turbulentas de mi folletin. La maquina de escribir repiqueteaba todo el dia sin dejarme animo para atender asuntos de rutina.

– Hay un alma en pena en esta casa, pajarito, insistio Elvira.

– ?Donde?

– Se asoma por la pared de atras. Es un espiritu de hombre, seria bueno precaverse, digo yo. Manana mismo compro un liquido contra las animas.

– ?Se lo daras a tomar?

– No, nina, que ideas tienes, es para lavar la casa. Hay que pasarlo por las paredes, los suelos, por todas partes.

– Es mucho trabajo, ?no lo venden en spray?

– No pues, nina, esos modernismos no funcionan con las almas difuntas.

– Yo no he visto nada, abuela…

– Yo si, anda vestido de persona y es moreno como San Martin de Porres, pero no es humano, cuando lo vislumbro la piel se me pone de gallina, pajarito. Ha de ser alguien perdido que busca un camino, tal vez no ha acabado de morirse.

– Tal vez, abuela.

Pero no se trataba de un ectoplasma trashumante, como se supo ese mismo dia cuando el Negro toco el timbre y Elvira, espantada al verlo, cayo sentada al suelo. Lo habia enviado el Comandante Rogelio y rondaba la calle buscandome sin atreverse a preguntar por mi para no llamar la atencion.

– ?Te acuerdas de mi? Nos conocimos en la epoca de la Senora, yo trabajaba en el boliche de la calle Republica. La primera vez que te vi eras una mocosa, se presento.

Inquieta, porque Naranjo nunca habia usado intermediarios y los tiempos no estaban como para confiar en nadie, lo segui hasta una bomba de gasolina en los arrabales de la ciudad. El Comandante Rogelio me aguardaba oculto en un deposito de neumaticos. Necesite varios segundos para adaptarme a la oscuridad y descubrir a ese hombre que tanto habia amado y que ahora me resultaba lejano. No nos habiamos visto en varias semanas y yo no habia tenido oportunidad de contarle los cambios ocurridos en mi vida. Despues de besarnos entre los tambores de combustible y latas de aceite quemado, Huberto me pidio un plano de la fabrica, porque pensaba robar uniformes para vestir de oficiales a varios de sus hombres. Habia decidido introducirse en el Penal de Santa Maria para rescatar a sus companeros y de paso propinar un golpe mortal al Gobierno y una humillacion inolvidable al Ejercito. Sus planes tambalearon cuando le anuncie que no podia colaborar con el, porque habia dejado mi empleo y ya no tenia acceso a las instalaciones del edificio. Tuve la mala idea de contarle la cena en el restaurante con el Coronel Tolomeo Rodriguez. Me di cuenta que se puso furioso, porque empezo a hacerme preguntas muy amables, con una risa burlona que conozco bien. Acordamos vernos el domingo en el Jardin Zoologico.

Esa noche, despues de admirarse a si misma en el capitulo correspondiente de la telenovela, en compania de Elvira, para quien el hecho de verla en dos lugares al mismo tiempo era una prueba mas de su naturaleza celestial, Mimi entro en la habitacion a desearme buenas noches, como siempre hacia, y me sorprendio dibujando lineas en una hoja de papel. Quiso saber de que se trataba.

– ?No te metas en vainas! exclamo aterrada al conocer el proyecto.

– Tengo que hacerlo, Mimi. No podemos seguir ignorando lo que pasa en el pais.

– Si podemos, lo hemos hecho hasta ahora y gracias a eso estamos bien. Ademas aqui a nadie le importa nada de nada, tus guerrilleros no tienen ni la menor oportunidad de triunfar. ?Piensa como empezamos, Eva! Yo tuve la mala suerte de nacer mujer en un cuerpo de hombre, me han perseguido por marica, me han violado, torturado, puesto en prision y mira donde estoy ahora, todo por mi propio merito. ?Y tu? Lo unico que has hecho es trabajar y trabajar, eres bastarda, con una mezcolanza de sangre de todos los colores, sin familia, nadie te educo ni te puso una vacuna o te dio una vitamina.

Pero hemos salido adelante. ?Quieres echarlo todo a perder?

En cierto modo era verdad que para entonces habiamos logrado ajustar algunas cuentas privadas con la vida. Habiamos sido tan pobres, que no conociamos el valor del dinero y se nos escurria de las manos como arena, pero ahora ganabamos suficiente para gastar en ciertos lujos. Nos creiamos ricas. Yo recibi un pago adelantado por el folletin, suma que me parecia fabulosa y me pesaba en el bolsillo. Por su parte, Mimi se consideraba en el mejor periodo de su existencia. Por fin habia logrado el balance perfecto de las pildoras multicolores y se sentia tan bien en su cuerpo, como si hubiera nacido con el. Nada quedaba de su antigua timidez y hasta podia bromear con lo que antes era motivo de bochorno. Ademas de su papel de Alejandra en el serial de television, estaba ensayando el personaje del Caballero de Eon, un travesti del siglo dieciocho, agente secreto, quien paso su existencia sirviendo a los reyes de Francia en atavios de mujer y fue descubierto solo cuando vistieron su cadaver, a los ochenta y dos anos de edad.

Poseia todas las condiciones para interpretarlo y el mas celebre dramaturgo del pais habia escrito la comedia especialmente para ella. Lo que la hacia mas feliz era que creia haber encontrado por fin al hombre senalado por la astrologia, aquel que la acompanaria en sus anos de madurez. Desde que frecuentaba a Aravena habian renacido las ilusiones de su primera juventud; nunca tuvo una relacion asi, el nada le exigia, la colmaba de regalos y lisonjas, la llevaba a los sitios mas concurridos donde todos pudieran admirarla, la cuidaba como un coleccionista de obras de arte. Todo anda bien por primera vez, Eva, no busques lios, me suplico Mimi, pero yo esgrimi los argumentos tantas veces escuchados en boca de Huberto Naranjo y replique que eramos dos seres marginales, condenados a luchar por cada migaja y aunque rompieramos las cadenas que nos ataban desde el dia de nuestra concepcion, aun quedarian los muros de una carcel mayor, no se trataba de modificar las circunstancias personales, sino de cambiar toda la sociedad. Mimi escucho mi discurso hasta el final y cuando hablo lo hizo con su voz de hombre y una determinacion en los gestos que contrastaba con el encaje color salmon de los punos de su bata y los rizos de su melena.

– Todo lo que has dicho es una soberana ingenuidad. En el caso improbable de que tu Naranjo triunfe con su revolucion, estoy segura de que al poco tiempo actuaria con la misma prepotencia de todos los hombres que llegan a tener poder.

– No es cierto. El es diferente. No piensa en si mismo, sino en el pueblo.

– Eso es ahora, porque le sale gratis. Es un profugo metido en la selva, pero habria que verlo si estuviera en el gobierno. Mira, Eva, los hombres como Naranjo no pueden hacer cambios definitivos, solo modifican las reglas, pero se manejan siempre en la misma escala. Autoridad, competencia, codicia, represion, siempre es lo mismo.

– Si el no puede, ?entonces quien?

– Tu y yo, por ejemplo. Hay que cambiar el alma del mundo. Pero en fin, para eso falta mucho y como veo que estas decidida y no puedo dejarte sola, ire contigo al zoologico. Lo que ese imbecil necesita no es un plano de la fabrica de uniformes, sino del Penal de Santa Maria.

La ultima vez que el Comandante Rogelio la habia visto, se llamaba Melecio, tenia los atributos de un hombre normal y trabajaba como profesor de italiano en una academia de idiomas. A pesar de que Mimi aparecia con frecuencia en las paginas de las revistas y en la television, el no la reconocio, porque vivia en otra dimension, alejado por completo de esas frivolidades, pateando viboras en el monte y manejando armas de fuego. Yo le habia hablado a menudo de mi amiga, pero de todos modos el no esperaba ver junto a la jaula de los monos a esa mujer vestida de rojo cuya hermosura lo dejo aturdido y puso patas arriba sus prejuicios al respecto. No, no se trataba de un maricon disfrazado, era una hembra olimpica capaz de cortarle el aliento a un dragon.

Aunque era imposible que Mimi pasara desapercibida, procuramos disimularnos en la multitud, deambulando entre ninos ajenos y echando maiz a las palomas como cualquier familia en su paseo dominical. Al primer intento del Comandante Rogelio de teorizar, ella lo freno con una de aquellas retahilas reservadas para casos extremos. Le dijo claramente que se guardara sus discursos, porque ella no era tan candorosa como yo; que consentia en ayudarlo por esta vez, para librarse de el lo antes posible y con la esperanza de que le dieran un tiro y fuera a parar de cabeza al infierno, para que no siguiera jodiendo la paciencia; pero que no estaba dispuesta a tolerar que ademas la adoctrinara con sus ideas cubanas, que se fuera al carajo, pues bastantes problemas tenia ella sin necesidad de echarse encima esa revolucion ajena, que se habia imaginado, a ella no le interesaban un pepino el marxismo ni ese atado de barbudos revoltosos, lo unico que queria era sobrevivir en paz y ojala lo entendiera porque si no se lo iba a explicar de otra manera. Luego se sento pierna arriba en un banco de cemento a dibujarle un plano con un lapiz de cejas en las tapas de su libreta de cheques.

Вы читаете Eva Luna
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