estar asi, contemplando el mar casi sin cambiar de postura hasta esa hora. Y le parecio que flotaba sobre la masa oscura y que estirando los brazos podia cruzarla de lado a lado y que era todo muy facil y que no debia tener miedo en este silencio y esta paz.

Felix

Hasta la noche en que Julia salio a comprar la leche y no regreso, Felix no tuvo una nocion clara de lo que era la sensacion de peligro. Por todos los casos que veia en su trabajo, habia llegado a la conclusion de que muchas personas se salvaban por el azar, el destino, la suerte o como se quiera llamar a una combinacion de circunstancias que nos afectan favorable o desfavorablemente y tambien que algunas se salvaban porque presienten el peligro y logran anticiparse a los acontecimientos unas decimas de segundo. Y tambien que a otras les atrae el peligro. Ahora Felix empezaba a tener miedo, lo que no podia permitirse de ningun modo porque si algo debilitaba y le hacia a uno sentirse inseguro y en manos de fuerzas incontrolables era precisamente el miedo.

Desde nino no habia vuelto a sentir lo que sintio la tarde del cuarto dia. El mundo tenia ahora cuatro dias de antiguedad, el tiempo que llevaba Julia en el hospital. Antes habia un mundo y ahora habia otro aunque a ojos del resto de la gente pareciese el mismo. Como siempre, por la manana fue a recoger a su suegra al apartamento para llevarla al hospital. Y a eso de las once, de vuelta de nuevo en el apartamento, pudo ducharse, desayunar y dormir un rato. Sobre todo, necesitaba estirarse todo lo largo que era sobre el colchon y cerrar los ojos aunque no durmiese. Mientras, oia los aspersores como quien esta viendo una pelicula, porque no pertenecian a su mundo real, nada normal pertenecia a su mundo real. Su mundo real era una isla de la que no se podia salir por muchas vueltas que se dieran. Aunque se intentase y se idearan nuevos caminos, al final todo empezaba y terminaba en Julia y no habia escapatoria.

Al mediodia despues de darle a Tito el pure que habia dejado preparado su suegra, se hizo una tortilla de atun y se la comio frente a la television encendida, pero pensando en Julia, pensando con toda intensidad que mas podia hacer para arrancarla de ese estado. Tal vez traerla al apartamento para estar con ella constantemente. Se tumbo y se quedo de nuevo dormitando. Durmio en profundidad una media hora, mas que durante el tiempo que habia estado en la cama. Lo desperto Tito. Hacia calor en el apartamento. Era el momento en que habia que cerrar las persianas y las cortinas porque el sol se metia por todas las rendijas. Le cambio y penso que donde mejor estarian seria en la orilla de la playa.

Se banaron. Felix tomo a Tito en brazos y lo sumergio varias veces en un agua tan cristalina y verdosa como si el fondo estuviese formado de esmeraldas. Tito movia las piernas de alegria y gritaba. Estaba viviendo, estaba siendo feliz y no lo sabia. Los rayos del sol los traspasaban y los volvian invisibles. El pelo infantilmente rubio de Tito desaparecia entre los reflejos del agua. Todo era demasiado grandioso para ser cierto. Saco a su hijo pisando con dificultad sobre guijarros y lo enrollo con la toalla aterciopelada de peces y medusas que Julia le habia comprado. Le puso el pequeno sombrero que tambien le habia comprado para la playa. A Felix habian empezado a escocerle los ojos en el agua y no paraban de caerle las lagrimas. La puta sal. Vistio a Tito con un panal, una camiseta de tirantes y otra de manga corta. Donde ellos estaban el aire empezaba a correr mas de la cuenta. Era el momento de la retirada. Cuando llegase al hospital, le diria a Angelita que diese al nino por banado, que ningun agua puede ser tan sana como la del mar. Solo le lavaria la cara para que no la tuviese tirante. Ademas, siempre sufria al imaginar a su suegra sacando a Tito de la banera con sus flacos brazos. Siempre sufria imaginando que se le escurria al suelo.

Cuando ya lo habia acomodado en la silla y le habia dado zumo del biberon, se giro hacia el mar y se paso las manos por la cara. Apreto un poco los parpados con los dedos para aliviar el escozor y al volver a abrirlos, la vio.

– Hola tigrecillo -le dijo a Tito.

Era una chica de unos dieciocho anos, tal vez menos. Por su trabajo estaba acostumbrado a calcular la edad con bastante precision. Incluso en la gente que parece mucho mas joven de lo que es hay rasgos a veces imperceptibles para ellos mismos que delatan el paso del tiempo.

– ?Como se llama? -le pregunto a Felix.

– Tito, ?y tu?

– Sandra. ?Es tu hijo esta monada?

Felix asintio. Que suerte tenia Sandra, aun no estaba encerrada en una isla. Era una chica alegre y superficial como todos querrian ser siempre, o al menos un poco mas de tiempo, y en algunos casos se contentarian con haberlo sido por lo menos una vez.

– Vives ahi -dijo Sandra volviendose hacia los apartamentos-. Y yo tambien, soy tu vecina. Te veo entrar y salir con esta preciosidad. Tambien os veo en la piscina. ?A que si, Tito, guapo? Pero tu tienes la cabeza en otro sitio, no ves a nadie.

– Ya -dijo Felix sin querer ser descortes, pero deseando cortar la conversacion.

Por el moreno de la piel, Sandra llevaria alrededor de un mes correteando por la playa. Tenia unas partes mas ennegrecidas que otras porque el sol se le habia ido pegando mientras se banaba o hacia deporte y no tumbada en una hamaca. Los ojos se habian contagiado del color verdoso del mar y resultaban mas bonitos de lo que serian en otra parte y el pelo lo llevaba cortado con unos mechones mas largos que otros. Unos eran rojos, otros rosas y otros negros. Un pequeno alfiler le atravesaba la ceja y un tornillo plateado el labio. En las munecas llevaba atadas cintas que dejaban lineas de piel blanca al descubierto. Debia de ser una punki y seguramente para vestirse usaria botas militares y pantalones rotos y mataria el tiempo hablando con los colegas sentada en el sillin de una moto. La naturaleza y el aire libre no parecian su sitio natural.

– Estamos formando un equipo de voleibol. Manana vamos a jugar un partido, ?te apuntas?

Puede que Felix al ir en banador no aparentase la edad que tenia ni lo clasico y del monton que era. Julia se habia empenado en comprarle uno de esos meybas modernos que arrancan bastante debajo del ombligo y que llegan a las rodillas y ahora ocurria esto. Tampoco llevaba las gafas, hasta que no se secase del todo no pensaba ponerselas. Se paso las manos por el pelo porque con el agua se le habria revuelto, cayeron granos de arena y sal y sintio que con este banador y este pelo estaba siendo otro, alguien que le podria gustar a aquella chica.

Ella dirigio la vista hacia Tito.

– La senora mayor puede cuidarle -dijo ella.

Quiza se habia quedado traspuesto tumbado en la arena y esto era una fantasia provocada por la necesidad de salir de su pequeno y angustioso mundo, y Sandra representaba una vida en que todo era posible. A ella los ojos se le entrecerraban tras la pantalla verdeazulada del aire. De los hombros le salia luz. A su espalda se extendia un desierto de arena con toallas y sombrillas.

– Piensate lo de manana -dijo riendo de tal manera que se le formaban dos pequenos hoyos a los lados de la boca. La nariz era aguilena y la piel se le estiraba y brillaba especialmente en el pabellon-. Necesitamos a dos mas y uno tienes que ser tu.

– Bien, me lo pensare -contesto Felix enrollando la esterilla.

– Espera. Mira como estas de arena. Podrias banarte mientras yo cuido de Tito. Aprovecha mientras estoy con el. ?A que si, terroncito?

La verdad es que le sentaria muy bien meterse en el agua esmeralda y bracear un rato, libre, tranquilo. Cuanto mejor se encontrara de animo mejor podria atender a Julia.

– Venga-dijo ella, sentandose junto al nino. Cogio el biberon con zumo y se lo puso en la boca.

Felix consulto el reloj. Total eran las cinco y cuarto, habia tiempo para banarse, cambiarse de ropa e ir a recoger a su suegra. Echo a correr hacia la orilla, bueno, no a todo correr, a medio correr, no le salia de dentro disfrutar plenamente de los momentos. Tuvo que ir metiendose poco a poco hasta no hacer pie. Le quemaba la frente y los ojos continuaban escociendole. Entre las piernas flotaban algas y minusculos peces. Se zambullo lo mas profundo que pudo y abrio los ojos. No queria pensar en el escozor. Buceo hasta que no pudo mas. Al salir respiro hondo y se puso boca arriba haciendo el muerto. Se dejo llevar. El calor del sol y el frio del agua eran una combinacion perfecta. Luego nado hasta que le parecio que se habia alejado demasiado mar adentro. Asi que comenzo a bracear hacia la orilla, pero el oleaje no le dejaba avanzar. No le importaba, el esfuerzo le venia bien, no tenia ninguna prisa por llegar. Era un pez transparente, un habitante del mar.

Cuando por fin salio, trato de buscar a Tito y a Sandra con la vista, pero se encontraba desorientado. La playa de repente se habia llenado de gente. Parecia que se habian multiplicado los ninos en sus sillitas y las Sandras vagando por alli, hasta que localizo el color teja de los apartamentos asomando detras de otros amarillos que

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