asomaban tras paredes blancas y la posicion respecto a ellos de su hijo y la desconocida en cuyas manos lo habia dejado. Pero seguia sin verlos. Miro el reloj. Hacia solo veinte minutos que se habia metido en el agua, aunque alli habia perdido la nocion del tiempo y le habia dado la impresion de que era mucho mas. Le parecio reconocer a una pareja que ya estaba tumbada en las hamacas cuando llegaron Tito y el a eso de las cuatro, pero se encontraban tan ensimismados bronceandose que era inutil preguntarles nada.

Muy bien, se dijo para no desanimarse, tarde o temprano dare con ellos. Recorria la playa a grandes zancadas, aminoraba cuando avistaba un nino o una chica de las caracteristicas de Sandra y lanzaba la mirada contra los pequenos campamentos esparcidos por la arena por si reconocia la toalla de peces y medusas de Tito. Pero ?hasta donde pretendia llegar? La playa era muy larga, podria tardar mas de una hora en recorrerla. Volvio sobre sus pasos con la esperanza de encontrarlos donde los habia dejado, de que antes, por esas cosas inexplicables que pasan, no los hubiese visto. Regreso corriendo todo lo rapido que la arena le permitia. Con la diferencia de que ahora descubrio una cucharilla brillando semienterrada. Era la cucharilla con la que le habia dado el yogur a Tito, no habia la menor duda. Asi que debia ir a los apartamentos y hablar con alguien, preguntar por la chica y pedir prestado un movil para llamar a la policia.

La arena, cuanto mas alejada de la orilla mas quemaba, pero el asfalto era peor, le abrasaba los pies. ?Como se le habia ocurrido dejar a Tito con una desconocida?, debia de estar realmente mal para perder asi el sentido comun y la nocion de lo que esta y no esta bien. Tito era su hijo, un hijo pequeno, indefenso con el que cualquiera podria hacer lo que quisiera. Era lo que mas queria en el mundo y lo habia abandonado con cualquiera para darse un chapuzon en el mar. ?Tan vital era darse un bano? Habia llegado a un punto en que se sorprendia a si mismo. No tenia llave para entrar, la habia dejado en la bolsa de osos, y tuvo que esperar a que saliese alguien. Se habia fiado de Sandra, no habia sabido leer bien en su cara. Los hoyos junto a la boca y los piercings lo habian despistado. Le habia confundido su espontaneidad. La chica miraba a los ojos y no trataba de ocultar ninguna parte de su cuerpo, no se cruzaba de brazos ni creaba barreras de ningun tipo entre ellos, inspiraba confianza, pero tal vez el sol le habia impedido percibir la micromusculatura de la cara, la que se esconde tras la musculatura mas evidente, por ejemplo la que se contrae alrededor de los ojos cuando uno se rie de verdad y no finge. Hasta ahi no habia llegado, ni siquiera habia pensado en ello. Se habia dejado arrastrar por la novedad y cabia la posibilidad de que le hubiese enganado.

Despacho con rapidez varios pasadizos y salto sobre las palas y los cubos de unos ninos para poder toparse con la piscina. Eran las seis y media y el momento de mayor barullo en la urbanizacion, la transicion entre la siesta y la hora de la cena, que para los extranjeros empezaba a las ocho. A esa hora, como si alguien diese una palmada, los veraneantes aparecian vestidos y arreglados con prendas claras que oscurecian mas la bronceada piel, y hasta los mas feos resultaban guapos, y hasta los mas cascados, sanos. Todo el mundo participaba de un aspecto saludable que se extendia por todas partes. Los ninos se estaban lanzando a la piscina de las formas mas extravagantes posibles y el agua estallaba en el aire. Sombreando el cesped habia diversos arboles de los que Felix solamente podia identificar por su nombre el sauce lloron. Abuelas, madres jovenes, padres de cuarenta anos con aire ausente, adolescentes haciendo tiempo para que llegara la noche.

Se paro en seco. Tras las languidas ramas del sauce vio la bolsa de osos colgando de la silla y a su lado a Tito en los brazos de Sandra. En un brazo, mejor dicho, porque con la otra mano fumaba y la alargaba lejos de Tito lo mas que podia, pero la direccion del viento lanzaba el humo hacia el. Y todo esto ocurria fuera de Julia, en otro universo distinto al suyo en que ella no sabia absolutamente nada de Sandra.

La voz de Felix sono dura, era imposible que sonara de otra manera.

– Os he estado buscando.

Sandra no dijo nada, mantuvo el aire risueno de la cara como pudo, los hoyuelos se le alisaron y los ojos se oscurecieron un poco. Era la musculatura externa la que aguantaba el tipo, la interna se habia desmoronado.

– ?Por que lo has hecho? -dijo apretando las mandibulas de una manera que el sabia que era desproporcionada, pero que por primera vez no podia controlar y quiza cuando pudiese controlarla ya fuese tarde y hubiese dicho algo irreparable.

– Pero ?es que no me oiste? -replico ella.

Felix nego con la cabeza, era mejor tener la boca cerrada. Notaba el peso del sol y la sal en los hombros. Tito lo miraba alegremente, aun no le afectaba que su padre estuviera enfadado.

Resultaba que nada mas sentarse junto a Tito el viento empezo a meterles arena en los ojos, y no era plan, sobre todo por el nino, asi que cuando Felix iba hacia el agua Sandra le grito que se llevaba a Tito a la piscina de los apartamentos. Creia que le habia oido, le parecio ver un gesto de la mano afirmativo.

De todos modos, no parecia amedrentada porque tuvo serenidad para reparar en los pies desnudos de Felix. ?No habia visto las chanclas? Se las habia dejado alli, pero claro, la arena las habria cubierto.

Felix le quito al nino de encima, lo puso en la silla y echo un vistazo alrededor por si se dejaban algo. Ella continuo en la misma postura, con el brazo del cigarrillo estirado.

– En el futuro cuando nos veas aqui, en la playa o donde sea, mantente alejada de nosotros.

Ahora si que a Sandra le cambio la expresion, solo se le ocurrio dar una calada y mientras la daba la silla de Tito traqueteo por los adoquines rosas.

Fue a este ultimo minuto al que no paro de darle vueltas Felix en la cabeza mientras le preparaba la papilla de frutas a Tito; mientras se la daba, le cambiaba y le pasaba la esponja por la cara y la cabeza y mientras se duchaba rapidamente y respiraba aliviado porque su hijo estuviese sano y a salvo aunque hoy Angelita debiera regresar mas tarde al apartamento. No le contaria nada, no valia la pena alarmarla con hechos que no habian ocurrido en realidad. Los unicos hechos que importaban eran los que cambiaban las cosas. Ahora que se habia apaciguado, la frase que le dijo a Sandra le parecia brutal.

En el trayecto al hospital no le hablo a Tito como solia hacer, lo sento y le puso el cinturon de seguridad mecanicamente sin pensar en lo que hacia porque su comportamiento con Sandra le reconcomia. Se habia dejado llevar por un impulso primitivo, el impulso de desahogarse. En el momento en que los vio a Tito y a ella comprendio que a la chica no la habia guiado ninguna mala intencion, sin embargo, el no quiso relajarse, no quiso sentirse aliviado porque habia algo mas profundo que solo le concernia a el. Si se trataba con un poco de objetividad a si mismo, lo que tenia era un gran sentimiento de culpa porque habia estado disfrutando como pocas veces del agua y de la vida mientras se banaba y porque habia sido feliz. Se habia comportado como un energumeno puesto que Sandra no sabia nada de lo que ocurria. Supondria que estaba divorciado y que pasaba las vacaciones con su hijo y su madre. Supondria que todo el mundo que esta en una playa tendria ganas de pasarlo bien, y supondria que en el fondo le estaba haciendo un favor arrancandole de su monotonia, y puede que acertase. Asi que, si tenia tiempo y ganas y si el remordimiento persistia despues de ver a Julia, buscaria la manera de disculparse.

Como siempre que entraba en el hospital, le dio la impresion de que las puertas se cerraban tras el hermeticamente, lo que tampoco le importaba mucho porque era el unico sitio en que no pensaba en el hospital.

Y como siempre, recorrio el pasillo y al llegar al cuarto de Julia le parecio oir una voz. El instinto le dijo que debia detenerse. Era la voz de Abel, que como el humo buscaba la salida. Llegaban palabras y sonidos sueltos igual que si se escapasen de un confesionario. Debia de estar solo el porque nadie le interrumpia, ni se oia ningun ruido mas. A Felix le desagrado que, aunque dormida, un desconocido le estuviese hablando en susurros, que de alguna manera estuviera asaltando su intimidad por el oido. Si de verdad Julia era capaz de escuchar, no podria hacer nada por no enterarse de lo que este hombre le contaba, y seguramente lo que le contaba no podia decirse en voz alta, porque entonces hablaria en voz alta, a no ser que le diese pudor que alguien pensara que hablarle a Julia era como estar hablando solo.

De pronto Abel se callo, habia escuchado un pequeno grito de alegria de Tito. Felix entro con el en brazos. Abel estaba sentado en el sillon junto a la cama y hacia que miraba al suelo para darse tiempo a reaccionar. En Julia no se apreciaba aparentemente ninguna alteracion, pero los ojos expertos de Felix captaron la tension de la frente y de las manos. ?Que habria salido por esos labios demasiado rojos? No se atrevio a preguntarselo porque no sabia si la agresividad que se le habia despertado con el asunto de Sandra ya estaba superada. Tal vez si empezaba a increpar a Abel no pudiera controlarse. Abel levanto la vista y mostro su rostro quijotesco.

– Tu suegra ha bajado a tomarse algo a la cafeteria, se sentia un poco mareada. Los enfermos soportamos bien este ambiente, pero para los que venis de la calle es muy agresivo.

– ?Cuanto tiempo hace que ha bajado? -pregunto Felix dejando a Tito sobre la cama vacia. Ya no se molestaba en traer el capazo para este pequeno rato, solo un biberon con agua y el chupete.

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