– Una media hora, tal vez menos.

Felix penso que media hora hablando era mucho tiempo y tambien Abel, que debia de tener en cuenta el hecho de que le hubiesen oido, pero no podia acortar ni alargar el tiempo. Felix permanecio de pie al lado de Tito esperando algo. Por fortuna, Abel comprendio que ese algo consistia en que se marchara.

– Bien, me marcho. Si me necesitais, ya sabeis donde encontrarme, no me ire muy lejos -dijo riendose y despues de reirse, tosio.

La tos lo acompano por el pasillo.

– Soy yo, Felix -le dijo a Julia cogiendole la mano.

La tenia fria. Tal vez sonaba que hacia frio o que se estaba banando en el mar. Asi que se le ocurrio decirle que hoy la playa estaba esplendida y el agua tan transparente que si uno miraba hacia abajo podia verse las piernas y, en el fondo, las algas. Noto que se relajaba y tambien el, y dudo si decirle que esa misma tarde habia conocido a una chica llamada Sandra muy simpatica, atolondrada y exasperante, que habia sido muy carinosa con Tito. No se lo dijo.

Tampoco le dijo nada a Angelita cuando regreso de la cafeteria.

Nunca lograba descansar bien en el hospital, pero esta noche en particular apenas podia dormir. Tras un breve sueno de media hora en el sillon, una enfermera lo desperto con la brusquedad que les sirve para mantenerse ellas mismas activas, y al marcharse la respiracion de Julia se hizo mas fuerte como si estuviera esforzandose para despertar tambien ella. Felix se agito mucho, seguramente quiso pensar que ya habia llegado el fin y que la tortura terminaba. Asi que le cogio la mano y se la apreto.

– Venga, sal ya de ahi -le dijo-. ?Ven aqui! Te estoy cogiendo de la mano y te traigo aqui.

Se notaba que Julia hacia un esfuerzo tremendo. En medio de la oscuridad del cuarto su respiracion era cada vez mas rapida y solto un gemido. Puede que en el sueno llorase o estuviera trepando a algun lado o corriendo y no pudiera mas.

– Es muy facil. Es mucho mas facil de lo que crees porque estoy aqui, a tu lado. Estamos en el mismo sitio, en la misma habitacion, pero no lo sabes, solo tienes que intentar saberlo, decirte a ti misma que estas conmigo, sentir mi mano, oir mi voz y olvidar todo lo demas, todo lo que tengas alrededor, a las personas con las que estes. Nada de eso es real. En cuanto sepas que nada de eso es real, volveras aqui, a la vida verdadera.

Tal vez en Tucson, esa clinica de la que le habia hablado el doctor Romano, este estado lo habrian aprovechado al maximo, dispondrian de tecnicas muy especializadas, sabrian cuando era el momento idoneo para hacer saltar al paciente a la vigilia, incluso le ayudarian aplicandole electrodos. ?Y si estaban perdiendo una oportunidad unica?

Le hundio los dedos hasta la raiz del pelo y se los paso por el cuero cabelludo. Luego le cogio la mata de pelo con las dos manos y tiro un poco de el, sin hacerle dano, lo suficiente para que lo sintiera, solo para hacerle reaccionar.

La respiracion se le agito aun mas y movio la cabeza. ?O se la habia movido el mismo? Aunque trataba de no sugestionarse, no era imposible que cayera en la trampa de sus propios deseos. Le solto el pelo un poco pesaroso por lo que habia hecho porque sospechaba que no habia sido una experiencia agradable. ?Y si una mano invisible le tirara a el del pelo por muy suavemente que lo hiciera? Como minimo le asustaria. No sabria quien hacia aquello porque no lo veria a no ser que en su sueno atribuyese esta accion a alguien conocido. Pero la realidad era que sobre lo que ocurria en esta habitacion Julia estaba ciega. Y sobre lo que ocurria en su mente era imposible hacerse una idea.

– No tengas miedo -le dijo-. Soy yo, Felix. Solo intento que vuelvas con nosotros, pero desde aqui doy palos de ciego, no puedo meterme en tu cabeza, asi que eres tu la que debe encontrar la forma de saltar a este lado. Por muchos peligros que creas que corres estas a salvo y segura. No olvides que no te puede pasar nada malo.

Dudo si contarle que habia sufrido un accidente, pero al instante se arrepintio de haberlo considerado siquiera. Seria una manera de hacerle percibir hechos negativos, de enviarle senales de peligro. Asi que prefirio permanecer en silencio con su mano en la suya. Por el ventanal hermeticamente cerrado que iba de parte a parte de la pared, entraba la noche, entre cuyas estrellas se agigantaba la cama con Julia tumbada.

Julia

A las once ya estaba cansada de contemplar la noche inmensa y misteriosa. Necesitaba el contacto de otros seres humanos, ver a gente a quien contarle lo que le ocurria. Uno no puede empezar a estar solo de repente, en unos dias. Incluso los que cometen un crimen llega un momento en que deben de sentir el impulso de contarlo, de compartir con otros lo que han hecho. Y tambien Julia echaba de menos una cara humana frente a la suya a la que mirar y que la mirase. Seguramente solo los humanos quieren que los demas sepan que existen.

Por supuesto no pensaba pagar la entrada. Pensaba esperar junto al coche a que empezara el verdadero barullo para entrar, cuando de pronto vio a Marcus, el tipo de la primera noche. El corazon le dio un vuelco porque lo conocia, era su conocido mas antiguo desde que salio de casa sin poder ya regresar a ella. Y el haber bailado con el, el haber estado tan cerca, lo hacia doblemente reconocible. Era la persona con la que mas intimidad habia tenido desde que salio del apartamento.

Llevaba pantalones negros y una camisa tambien negra de manga por el codo. Tampoco hoy estaba hablando con nadie. Debia de estar bordeando los cuarenta y tenia algo muy masculino y probablemente lo que llaman magnetismo animal. Y en el fondo, en algun milimetro de su mente ahora le halagaba que la otra noche se hubiera fijado en ella y que no la dejase marchar. Sin embargo, en este momento ni siquiera la miro. O mejor dicho, su mirada, aunque la tenia de frente y no habia nada mas interesante por alli, paso de largo. Seguramente la veria como ella se habia visto en el video del supermercado. Aun asi se atrevio a dar unos pasos hacia el.

Le llego el mismo suave olor a lavanda mezclada con algo de ginebra de la primera vez. Le llego el gris oscurecido por la noche de sus ojos. A decir verdad tenia la cara quiza un poco pequena para ser un hombre y por eso los ojos se apreciaban mas.

– Hola -le dijo recogiendose el pelo rebelde y encrespado con la mano-. Nos conocimos hace unas noches. Soy la que tenia que hacer una llamada urgente por el movil.

El observaba el movimiento del parking sin comprender.

– Bailamos y yo de repente sali corriendo y desapareci.

El se llevo un vaso que le colgaba de la mano izquierda a los labios.

– ?Y por que hiciste eso?

Julia tardo unos segundos en encontrar la respuesta mas conveniente.

– Estaba desesperada, muy desesperada. Llegue aqui por necesidad y por casualidad.

La mirada de el seguia sin reparar apenas en ella, ahora parecia lanzada al vacio de la noche. Julia se volvio por si el objeto de su interes estaba detras de ella, pero solo encontro oscuridad. Y espontaneamente le surgio una pregunta.

– ?Esperas a alguien?

Esto por fin llamo ligeramente la atencion de Marcus.

– Tal vez, ?y tu?

– Creo que si.

La duda de Julia le hizo cierta gracia.

– ?Solo lo crees?

– La verdad -dijo Julia-. No se si el se acordara de nuestra cita. Nos citamos por casualidad, de pasada,

fue de esas cosas que unos dicen por decir y que otros se toman en serio.

Todo habia cambiado tanto desde la otra noche en la discoteca. De la oscuridad salio una rafaga de brisa que le enfrio el sudor. Se paso las manos por la frente y las sienes. La noche era un rato caliente y otro fria. Sintio el aro del anillo en la cara.

Podria haberlo dudado, pero no, estaba segura de que era el desconocido al que dejo plantado, aunque ahora se comportara de manera indiferente. Ya no la deseaba, ni siquiera le gustaba, ni siquiera se fijaba en ella. Daba la impresion de no recordar nada de aquella noche. Parecia que el mundo de este desconocido empezase y terminara con la puesta y salida del sol cada dia. No la estaba escuchando. Tenia la vista clavada en el interior de la discoteca. Escudrinaba entre las sombras hasta que como atendiendo un impulso fue hacia la puerta con paso rapido y entro. Julia lo siguio para que el portero pensara que iban juntos. Necesitaba ir al bano y preferia hacerlo antes de que llegara Oscar si es que llegaba, porque puede que le hubiese surgido otra cosa y ya no le apeteciera

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