La cafeteria del hospital cerraba a las diez, y los camareros ya tenian caras de cansados. Un dia tras otro habia ido conociendo a los de los dos turnos. El de la manana era hosco y el que ahora le habia servido el bocadillo, la cerveza y el cafe se llamaba Rachid y era marroqui. Habia empezado a barrer y a colocar las sillas sobre las mesas libres como una manera indirecta de meterles prisa, asi que Felix le dejo una buena propina a Rachid y se levanto deseando que llegase de nuevo la manana para tomarse un cafe en este mismo sitio.

Recorrio el camino de vuelta. Ascensores, pasillos, salas de espera con alguien viendo la television, mas pasillos. Al llegar a la altura de la 407, oyo un murmullo. Era la voz de Abel que en cuanto vio a Felix se callo. Estaba sentado junto a la cama de Julia, y Felix lo miro intrigado durante unos segundos.

– ?Ocurre algo? -pregunto.

Abel parecio turbarse un poco, lo que alarmo a Felix en algun intrincado lugar de su cabeza.

– No ha habido ningun cambio, ni para bien ni para mal -dijo mirando al suelo-. Bueno, tengo que irme, que pases buena noche.

Felix no dejo de observar a Abel mientras salia. Era la segunda vez que lo pillaba farfullandole en voz baja algo seguramente inconfesable puesto que se callaba en cuanto oia entrar a Felix. Serian secretos o pensamientos que no se atreveria a decirle a nadie que estuviera despierto. Se trataba sin lugar a dudas de un abuso de confianza y sintio ganas de ir a la habitacion de aquel falso Quijote y preguntarle que le habia estado diciendo a su mujer en voz baja durante la hora que el se habia ausentado y antes, durante el rato en que no habian estado en el cuarto ni su suegra ni el, y puede que siempre que no hubiera testigos, pero lo detuvo algo reconfortante que habia en el fondo de este comportamiento, algo que le hacia pensar que iba en la linea correcta con Julia. Y era que si Abel no creia posible que Julia recibiera ningun estimulo externo ?por que le hablaba? Abel aparentaba observar con absoluto escepticismo los intentos de Felix, Angelita e incluso Hortensia por crear emociones en Julia y, sin embargo, le hablaba. Beso a Julia en la frente. Olia muy bien. Le paso la mano por el pelo. Estaba suave, sedoso. No sabia como se las arreglaria Angelita para poder lavarselo, seguramente la ayudaba Hortensia. Hortensia era partidaria de cortarselo, mas que por comodidad seguramente para que su hermosura no les crease melancolia, nostalgia y desesperacion. Nunca hacia comentarios sobre su aspecto, solo sobre su espiritu, un posible espiritu que habia que llamar, alentar y espabilar para que a su vez espabilase el cuerpo material.

– Soy yo, Felix -dijo-. Esta tarde he sonado contigo. He sonado que estabamos en la playa y que de repente huiamos de alguien o de algo y corriamos a refugiarnos, lo que no se es hacia donde corriamos.

Entonces Felix se interrumpio. Habia logrado grabar el sueno en su mente como una fotografia por la que se movian Julia y el corriendo. Hasta ahora en lo que mas habia reparado era en ellos dos, en la palidez de Julia y su cara de susto, en la camisa de cuadros tostados de el y habia pasado por alto el paisaje. La arena estaba un poco fria porque el sol ya se habia puesto y el mar era una masa de agua completamente gris. En la parte opuesta al mar habia alguna palmera, algunos arboles, creia que pinos, y matorrales y en un alto un edificio ensombrecido por la lejania y la poca luz, una luz que mas que de anochecer era de eclipse total.

El cafe le habia despejado tanto que echo de menos tener a mano algun libro y se le ocurrio que tal vez Abel pudiera prestarle uno o alguna revista, aunque no se acordaba con certeza de cual era su habitacion y tendria que buscarla. Le paso la mano por la frente a Julia, apago la luz y entorno la puerta al salir.

Se pregunto si los dias y las noches en la mente de Julia se corresponderian con la luz y oscuridad de la habitacion y si los dias y las horas durarian igual que para los despiertos. Fuera, los corredores y el pequeno mostrador de enfermeria que en este hospital, y quiza tambien en otros, llamaban control, tenian un brillo mareante bajo la luz de los fluorescentes. Casi todas las puertas estaban como la de Julia, medio abiertas, dejando escapar suspiros, toses, penumbra y un ligero olor a antibiotico. Felix pasaba ante ellas despacio esperando descubrir algo que le sonara a Abel. Y lo encontro. Por la puerta entreabierta de la 403 se escapaban pequenos destellos de su voz, casi imperceptibles para otros, pero no para el, en cuyo oido la voz de Abel habia logrado un puesto de primera linea.

Tratandose de cualquier otra persona Felix habria llamado a la puerta o habria carraspeado o dicho algo antes de entrar, pero Abel no se merecia tanto miramiento. Se lo encontro reclinado en el respaldo de la cama con un portafirmas abierto sobre las piernas y hablando por el movil. Tras mirar muy sorprendido a Felix, termino una frase con cierto aire de incomodidad y dejo caer la lengueta del aparato con un chasquido.

– ?Ha ocurrido algo? -pregunto.

El otro paciente roncaba de espalda a ellos y de cara a las persianas bajadas de la ventana, lo que ayudaba a explicar por que -aparte del aburrimiento- se pasaba la vida en la habitacion de Julia. La habitacion 407 en comparacion con esta era un lugar hermoso en que se esperaba un milagro. La luz de la cama de Abel solo le alumbraba a el y dejaba al otro con su mesilla, su suero y su mundo en la oscuridad. No obstante, Felix forzo la voz para darle un tono lo mas bajo posible.

– No, no ha ocurrido nada. He acertado de casualidad con la habitacion.

Abel se ladeo para dejar el movil en la mesilla. Era un ultimo modelo plateado hasta la extenuacion, que uno no esperaba encontrarse en unas manos moribundas. Tambien cerro la carpeta. Era de piel de vacuno marron mate con las mismas iniciales grabadas de las zapatillas. Sobre la butaca se medio resbalaba una bata de seda de rayas granates y negras, que bien se podria poner para ir a la habitacion de Julia o para bajar al bar, pero que tal vez le parecia demasiado senorial para un hospital. ?Quien era este individuo? No le importaba, fue una pregunta mecanica hecha por un cerebro acostumbrado a preguntarse cosas.

– No te preocupes por este -dijo refiriendose a su companero de cuarto-. Lo tienen drogado para que no haga trabajar mucho al corazon. Si hablo en voz baja no es por el sino por las enfermeras, para que no entren pidiendome que descanse y de paso armando jaleo.

Le resultaba curioso que Abel no le invitase a sentarse. Se diria que no le gustaba recibir visitas en sus aposentos como el decia. Seria una de esas personas que prefieren ir a casa de los demas y no al reves. Se cruzo de brazos en un intento clarisimo aunque inconsciente de interponer una barrera entre ellos, de proteger su intimidad y de expresar impaciencia.

– No he traido nada para leer y la noche es larga -dijo Felix mientras miraba a un hombre alto y con traje que entro sin hacer ruido.

?Un medico?, ?un hijo?, preguntas que se forman solas por la costumbre de relacionarlo todo sin que le importase nada de Abel ni nada de nadie aparte de Julia y Tito, que eran las unicas personas de este mundo que podian hacer que la tierra temblase bajo sus pies. El hombre volvio a salir a una senal de Abel con la cabeza.

– Ahi estan los periodicos y unas cuantas revistas. Puedes llevartelos.

Al salir vio que el del traje permanecia apoyado en la pared del pasillo unos metros mas alla y que le observaba de medio lado, con una media ojeada desde un angulo dificil. Por el contrario Felix lo abarco de frente. Pelo rapado segun la corriente imperante, buena preparacion fisica, unos treinta y cinco anos, botas recias de cordones y suela de goma, por eso no se le oyo entrar. Podria ser un hijo de Abel que iba a pasar la noche con el, del mismo modo que Felix la pasaba con Julia. Pero no lo era. Un hijo se comportaria de otra manera, paseando arriba y abajo y no le habria mirado nada o le habria mirado abiertamente, incluso le habria enviado una senal de agrado por ser alguien que tenia relacion con su padre en un lugar donde los lazos humanos adquieren una importancia extraordinaria. Era un guardaespaldas. Vigilaba la puerta. Estaba entrenado para pasar mucho tiempo en un mismo sitio mirando hacia un mismo lugar. Y ademas estaba alli como podria encontrarse en cualquier otra parte, no se le sentia involucrado en el ambiente de enfermedad y debilidad fisica reinantes. Estaba desempenando el trabajo de proteger la vida de Abel de una agresion fisica, no de una agresion patogena si es que se podia decir asi.

La presencia ausente de Julia era tan fuerte que hacia que el resto del mundo se desvaneciera a su alrededor. Incluso Tito se desvanecia un poco porque, por pequeno y desvalido que fuera, jugaba en el equipo de los despiertos. Asi que en cuanto Felix entro en la 407 el mundo del pasillo perdio importancia, ya era pasado. En el fondo todo era pasado y puede que fuera excesivo el esfuerzo y la lucha que entablaba la humanidad por aranar unas decimas de presente. Una batalla casi fantastica que se daba en un margen tan estrecho que apenas existia, que era una ilusion. Que poca cosa era el presente, era igual que verse en el filo de un cristal roto.

Puede que solo Julia viviera el presente porque si se guiaba por sus propios suenos tendria la impresion de que lo que ocurria en un tiempo unico, que no se podia decir que fuera inmovil sino simultaneo e instantaneo.

Aunque el tiempo es relativo y cada uno lo gana o lo pierde a su manera, hay un lugar en que es completamente distinto y donde no parece que exista pasado ni futuro, sino un intenso e infinito presente llamado sueno, y uno sale de ese tiempo profundo, extranado, con sensacion de irrealidad y de lejania. Claro que podria

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