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– ?Es culto?
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– Pero, ?como conoce a mujeres dispuestas a financiarle la vida?
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– ?Necesidad?
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– Sin embargo, yo siempre imaginaria a un hombre asi envuelto en una terrible inestabilidad emocional. Esta gente de la noche, como los que se dedican a las relaciones publicas en fiestas y discotecas, o tipos que parecen divertidos y graciosos, esconden luego un aspecto de si mismos algo patetico, ?no?
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– Tambien podriamos grabar conversaciones con un ama de casa y conducir el dialogo de forma que nos contase lo que hace durante el dia, los culebrones que ve, las ventajas y los sorteos que ofrece un detergente, sus excursiones al bingo, la relacion con el marido, sus problemas con la comida y el sexo. Creo que una novela en primera persona sobre una «maruja» seria economicamente rompedora (tendria la posibilidad de atraer la atencion de millones de «marujas», que comprarian una novela que por primera vez habla de ellas). Tal vez sea esa mi segunda novela. Ya me veo cada dia camuflado en el super con un pequeno magnetofono. El lanzamiento podria ser como en una campana electoral, con roulotte, altavoces, carteles propagandisticos reivindicando la identidad del marujismo…
– Departamento de Filologia Clasica, buenos dias.
– ?Podria hablar con el profesor Esteve Puig?
– El profesor estara en Argentina durante tres semanas.
– ?Es usted su secretaria?
– Si. ?Con quien hablo, por favor?
– Soy Angel Maria Gonzalez Villanueva, catedratico de veterinaria. Hace unos dias envie un paquete con una carta al profesor Esteve, ?sabe usted si llego al departamento?
– Si, el profesor lo tiene todo en su mesa de despacho para cuando regrese.
– ?Habria alguna forma de contactar con el profesor?
– El me llama de vez en cuando, si quiere puedo decirle que usted ha llamado y sugerirle que trate de localizarlo. ?Se trata de algo urgente?
– Bueno no, no del todo. Si acaso digale por favor que me llame tan pronto llegue a Barcelona.
– Muy bien, asi lo hare.
– Muchas gracias.
Creo que Silvia y yo en el fondo nos odiamos y que el odio es nuestro verdadero e inconfesable secreto. Los dos compartimos el mismo resentimiento y la misma cobardia que algun dia estallaran. Si me dejara llevar por mis impulsos inmediatos y fuese enteramente sincero conmigo mismo, no dudaria en abandonarla. El problema es que cualquier separacion que no fuera instantanea, que dejara huellas, abogados y nuevos psiquiatras, seria todavia mas horrible que nuestra situacion actual. No soporto ver cada dia la angustia de su insatisfaccion casi tan grande como la mia; esa permanente desazon con la que no deja de mirarme, de culpabilizarme de no se que. Las mujeres que cumplen treinta y cinco anos sin tener hijos se sumergen en una angustia que tiende a crecer con el tiempo. Es como si se les presentara una anticipacion biologica de la muerte, como si el calendario para tener hijos les estuviera marcando un primer fin de la vida. A Silvia, con la operacion de rinon, ese fin la pillo desprevenida. Siempre me acusa con su mirada. Pero, ?que culpa tengo yo de su operacion de rinon? ?Que me deje en paz!; yo solo quiero trabajar tranquilamente en mi novela, yo solo quiero pensar en Gilabert y en tejer una trama para colocarle en una vida que pudiera ser real. Pero lo que llamo alegre e impunemente mi novela, tal vez nunca pase de ser este amasijo de palabras infelices que ahora escribo, esta permanente aproximacion a algo que siempre retrocede, esta forma infructuosa de llenar mis horas vacias, este desquiciante proceso irreversible que me aniquilara hasta hacer de mi un perdedor definitivo.
El ordenador que me mira por el ojo grande de su pantalla luminosa es el gran complice de este reto que he tramado contra mi mismo. Frente a el imagino todas las cosas; algunas las escribo y otras las olvido. El resto del dia me parece invariable, previsible y rutinario. Frente a mi ordenador el mundo cobra un sentido mas intenso y yo me sueno convertido en escritor. Se que mi proposito, por indefinido, por no ser ni siquiera un proposito, puede llevarme a un desinteres todavia mayor por los demas, a una frustracion irreparable o a la locura, pero lo siento dentro de mi como una violenta llamarada que me arrastra, como una enorme bola de fuego que me empuja a seguir. Me rio a carcajadas de mi mismo: en realidad, yo soy el objeto, el sujeto y el primer personaje de mi gran obra…; porque para pensar en Gilabert tengo antes que pensar en mi; tengo antes que confesar a mi ordenador todo lo que me pasa por la cabeza, por el cuerpo, por la piel. Por cierto, la relacion entre el cuerpo y la cabeza plantea ya un problema existencial que yo descubri a los ocho anos seccionando el rabo a una lagartija. Porque, si me cortasen los brazos, seria yo y mis brazos; si me cortasen las piernas, seria yo y mis piernas; pero, si me cortasen la cabeza, ?seria yo y mi cabeza o yo y mi cuerpo? Vivir es imaginar mediante hipotesis tan absurdas como esta lo desconocido en base a lo conocido. Imaginamos la muerte y la poblamos de angeles y demonios que se parecen demasiado a nosotros. Tal vez todo ello sea el resultado inercial del acto primigenio de Dios, que hizo al hombre a su imagen y semejanza, dando continuidad a una infinita cadena de identidades que se imaginan. Me gusta la intimidad que me permite mi ordenador. Escribir en un papel siempre supondria el riesgo de que alguien -como Fatima, la chica marroqui que viene aqui una vez a la semana a limpiar- lo leyera. Mi ordenador retiene todo fielmente en su memoria y solo me lo muestra a mi (a no ser que yo este equivocado y presuponga erroneamente a Fatima como incapaz de acceder a la informacion de mi ordenador). Ese acto introspectivo de escribir lo que se me ocurre sobre Gilabert, ha de fundamentar su personaje, cuya verosimilitud dependera de la capacidad que yo tenga de verme a mi mismo en el. Supongo que ningun escritor deja en realidad de escribir en primera persona. Los personajes, por muy diferentes que sean de el, equivalen solo a un mero desplazamiento de la mirada. Pero la transferencia de mi identidad en la de Gilabert solo deberia manifestarse en una primera fase, pues el sera un viejo editor y yo no soy ni viejo ni editor. Hacer de Gilabert un personaje demasiado parecido a mi podria ser pasto para engordar a psicoanalistas pero no me serviria para darle consistencia. Tengo que hacer un esfuerzo para imaginarme a un hombre de su edad; tal vez fijandome en los viejos que me rodean, hablando con ellos, logre dar con su voz. Gilabert podria tener algo del viejo que un dia me describio una puta cuando le pedi que me hablara del cliente mas extrano que hubiera conocido. Ella, despues de pensarlo, me dijo: «Un viejo venia con unos boligrafos Bic y los tiraba al suelo para que yo, desnuda y calzada con unos tacones altos, los pisara y los rompiera mientras el se masturbaba y me llamaba madre. Un dia comenzo a llamarme cerda y me pidio que le pegara; mas fuerte, mas fuerte, eres una cerda asquerosa, hasta que yo le di y el me respondio y yo le dije que alli habiamos terminado. Despues de aquello no quise subir mas con el a pesar de que me pidio perdon y me dijo que nunca mas volveria a repetirse lo ocurrido. Unas semanas despues lo vi subir con una chica del Big Ben, con la Lourdes, y me conto que seguia haciendo todo eso de los boligrafos y yo le dije que tuviera cuidado, que esos tipos son peligrosos y que nadie sabe si un dia vienen con un cuchillo y despues