Me condujo a una habitacion mas amplia y, cuando se retiro, me detuve a observar la decoracion. Sobre una mesa camilla habia una figura de porcelana de un mal gusto parecido al que irradiaban unas cortinas de tonos anaranjados y verdes. Un cuadro reproducia un ambiente bucolico en el que bailaban querubines al lado de un manantial liliaceo y cristalino. Era cursi hasta lo irritante. Imagine al pintor de ese cuadro pintando durante toda su vida cientos de horteradas parecidas, que luego reposarian en paredes de lugares tan horribles como aquel. En las marisquerias baratas y en los prostibulos es donde he visto las estridencias cromaticas mas vomitivas, las combinaciones mas incompatibles, los barroquismos mas disparatados y mareantes. Sobre un alegre sillon de color verde loro, me llamo la atencion otro cuadro que representaba algo que crei reconocer. Era el escudo forjado por Vulcano que admira Eneas en el canto VIII de la Eneida. Alli estaba el circulo de brillantes delfines argenteos barriendo las aguas con sus colas, el mar holgado de las naos herradas y la naumaquia de Accio. Tambien, encaramado en la alta popa, bajo un cielo negro custodiado por la estrella de su padre, Augusto Cesar parecia un banista de la Costa del Azahar, y los penates que se dirigen a la nao principal, un colegio de subnormales subiendo a un autocar. En tierra, un Agripa parecido a Pinocho no mostraba en absoluto su soberbia insignia de la victoria: la brillante frente cenida de espolones con la corona naval, era mas bien un sombrero de fin de ano en un hotel de carretera de Nevada. Por su parte, Antonio, que retorna vencedor de los pueblos de la Aurora y del litoral bermejo, era alli un irreconocible monigote fallero.

Cuando estaba imaginando al piadoso Eneas frente a esa desgracia del arte, una joven entro en la salita, se acerco, me beso en la mejilla y me dijo: «Hola, soy Katia». Luego fueron pasando otras que hicieron lo mismo que la anterior. Entre las cuatro primeras, Ursula me parecio con diferencia la mas atractiva. Intente retener su nombre, hasta que paso a competir con la ultima de todas, con Amaya. Me esforce en comparar a Ursula con Amaya, pero sus caras y sus curvas se superponian y ya no era capaz de decidirme por una de las dos.

– ?Que? ?Que le ha parecido? -dijo la mujer insinuando una leve sonrisa de complicidad.

– Dudo entre Ursula y Amaya. ?Podria volver a verlas un momento a las dos?

– Bueno, pero luego no se me vaya.

– No… Ah, una pregunta -me apresure a anadir senalando el presunto escudo de Vulcano-: ?Sabe usted donde compraron ese cuadro?

– Me lo regalo un cliente que murio el ano pasado, pobrecito; un cliente que estuvo viniendo aqui mas de quince anos, todas las semanas. Era profesor de literatura en un colegio. Muy buena persona.

Sonrei al pensar en la posibilidad de que yo tambien me convirtiese en un cliente asiduo del local y que terminase incluso aportando un cuadrito que diera paso a una larga saga de profesores de literatura puteros. Al volver a pasar, Ursula me parecio mas joven y sensual que la otra. Tambien mas inocente. Comunique mi decision final a la madame y en pocos segundos reaparecio la chica. Con una sonrisa, me indico que la siguiera. Atravesamos un pasillo en el que volvian a danar la vista otras tantas pinturas que, sobre el estridente papel de la pared, producian un efecto directamente psicodelico.

En las puertas cerradas que dejabamos a los lados, se escucharon unas risas y luego unos exagerados y comerciales jadeos femeninos. Por fin llegamos a una habitacion cuyas paredes eran espejos. Multiplicada incontables veces, vi a la muchacha cerrando la puerta y desnudandose.

– Ven que te lave. Estas muy serio, ?como te llamas?

Le respondi con el nombre completo del personaje de mi novela y luego me gire para observar su reaccion.

– ?Gustavo Horacio Gilabert? Suena bien. ?Como esta el agua? ?Caliente? Espera, ?asi esta mejor?… ?Y a que te dedicas, Gustavo Horacio?

– Soy novelista -respondi con subita seguridad en mi mismo.

– ?Ah, si?… Pues yo soy estudiante, hago filosofia.

– ?En la universidad?

– Si, en la Pompeu Fabra, estoy en tercero. Yo queria estudiar para relaciones publicas, porque soy muy buena tratando con la gente, ?sabes?, pero en la selectividad exigian una nota muy alta y yo solo saque un 5,6. Entonces cogi filosofia que, aunque no me gusta, al menos es un titulo.

Me parecio un poco increible que aquella joven pizpireta estuviese cursando el tercer curso de filosofia. Senti una cierta curiosidad por examinarla.

– Y ?vas a clase?

– Bueno, a primero si que iba, por las mananas, pero luego empece a trabajar en esto todo el dia y ahora ya solo voy a los examenes. Apruebo con los apuntes que me dejan.

– A ver -le dije con absurda autoridad profesoral-, dime tres obras de Platon.

– Ah, me quieres examinar, ?eh?… Pues… Platon es el de la caverna, el que escribio El banquete, La metafisica

– No, esa ultima es de Aristoteles -corregi, no sin algo de vanidad.

– Ah, si, es verdad, es del otro, de Aristoteles, pero lo sabia, ha sido un despiste, en el examen lo puse bien, te lo prometo… Platon tambien escribio El principe, ?verdad?

– No, eso tambien es de otro.

Me dio una toalla pequena y me dijo que la esperara en la cama.

– Asi que escribes novelas -murmuro sobre el sonido del agua-, y ?te las publican y todo? A lo mejor eres un escritor famoso y yo aqui como una idiota sin saberlo.

– Si, soy bastante famoso.

– Pues ahora que lo dices, tu cara me suena. ?Has salido alguna vez en la television?

– Si, muchas veces.

– Y las novelas, ?te las inventas?

– No, casi todo lo saco de la realidad.

Cuando volvio me fije en sus pechos perfectamente dibujados hacia arriba, como los cuernos de un toro. Su sonrisa era muy ingenua, y sus ademanes transmitian una extrana sensacion que oscilaba entre la inocencia y la perversion aprendida. Tanto su pelo, que con soltura se ajustaba a uno y otro lado de las orejas, como sus facciones y su piel, le conferian un cierto aire exotico. Ello me hizo pensar un instante en la nina Chole y, animado por el mismo impulso del marques de Bradomin, asi sus voluptuosos senos con mis manos doctorales y me dispuse a consagrar el sacrificio.

– ?Te importa que me fume un canuto? -le dije mientras se acomodaba en mis bajos.

– No, pero espera a que abra un poco la ventana, porque luego viene la jefa y se enfada conmigo.

El abigarrado pasillo esta repleto de libros hasta el techo. [22] Son colecciones obsoletas que al editor le gusta conservar perfectamente colocadas por temas y autores. Solo un exiguo espacio al final de las estanterias de hierro deja ver unas fotos colgadas en la pared, que reproducen rancios retratos de Kafka, Poe y Joyce. Un joven de barba muy oscura y gafas de anchos lentes descuelga el auricular y marca un numero en un telefono que apenas sobresale entre los innumerables libros amontonados y las cajas.

– ?Puedo hablar con Gustavo Horacio Gilabert?

Le dicen que espere un momento y que no cuelgue. Ese tiempo es aprovechado por otro joven menudo que aparece sacando la cabeza detras de una puerta del pasillo.

– Dile que tendra las galeradas la semana que viene, y de paso -aqui baja la voz y pone cara de pillo- preguntale cuantos Lopez y Gilabert hay en su maldita novela.

El joven de barba oscura se lleva el dedo indice a los labios pidiendole que se calle.

– ?Senor Gilabert? Hola, buenas tardes, soy Laureano Vinas de aqui de Galaxia; le llamo porque ya estamos componiendo las galeradas y dudamos de algunas cosas… Si, por ejemplo, en las conversaciones que el personaje de Gilabert mantiene con la directora literaria, podriamos poner una de las voces en cursiva para destacarla de la otra o tal vez…

– Si, me parece bien, porque como solo aparece la conversacion y no hay un narrador que permita diferenciar, hay que pensar en algo que clarifique. La cursiva esta bien, mejor que la negrita, aunque tambien podriamos escribir sus nombres enteros al principio y luego sus iniciales, como en una entrevista de prensa.

– Bueno, si, esta seria otra posibilidad, pero yo creo que tratandose de una novela es preferible marcar una voz en cursiva y dejar la otra en redonda. ?No?

– Me parece bien, dejemos la cursiva… Ah, otra cosa, ?habeis resuelto el tema de la portada?

Вы читаете Quien
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату