soniquete ironico de Silvia empezaba a instalarse en su forma de hablar de Antonio).
Cuando trajeron la cuenta, Luis reparo en que el restaurante se habia ido llenando. Pago con tarjeta de credito y, despues de firmar y dejar la propina en metalico, paso primero, abriendose camino entre las mesas repletas de hombres y mujeres cuya unica voz se habia convertido en un murmullo animoso y compacto. Fuera, en las Ramblas, el viento de mar hacia vibrar las hojas de los platanos y sobre la estatua de Colon se cernian unas nubes oscuras que amenazaban lluvia. A la desdentada prostituta de antes se le habian anadido otras de aspecto no menos lamentable: recostadas contra la pared y pintarrajeadas hasta lo grotesco de sus escotes, amedrentaban a los turistas con fellinianas provocaciones. Un vendedor de rosas de tez muy morena hizo el gesto de ofrecer una a Silvia, y Luis, sin pensarlo, la pago y se la entrego con una sonrisa.
– Gracias -dijo, algo desconcertada-, me encantan las rosas.
Silvia habia venido en taxi, por lo que el la acompanaria (una vez consiguiera sacar su coche del cavernoso aparcamiento de enfrente) hasta la misma puerta de su casa. En el trayecto -como para liberarse de conversaciones mas trascendentes- ambos se sintieron comodos hablando de trivialidades; de la lluvia inminente, del trafico de Barcelona, de Valencia.
– ?Que vas a hacer esta tarde? -pregunto Luis, mirandola, cuando el coche se detuvo en un semaforo rojo.
– No lo se; a lo mejor voy al cine, me gustaria distraerme un poco, ?y tu?
– Creo que voy a ir a ver a mi madre -improviso el como alejando una absurda tentacion.
14 de enero de 1996
Andres Miguel Esteve Puig
Facultad de Filologia Clasica
Universidad de Barcelona.
Querido Andres:
Tu secretaria me ha dicho que estaras tres semanas de viaje y que intentara enviarte esta carta -que yo mismo le he entregado en mano- por fax. Veras, el pasado 14 de diciembre te envie un paquete abierto que contenia unas paginas que, como te decia en otra carta adjunta, parecian una novela. Movido por la curiosidad, te confieso ahora que cometi la indiscrecion de leerlas. Tambien te confieso que esta curiosidad se desato en mi al leer en la prensa que el argumento de la novela que gano el pasado premio Gracian correspondia a las partes que, dentro de la novela que te envie, escribe supuestamente Antonio Lopez en forma de diario personal. Pero esta curiosidad de la que te hablo, se convirtio en estupefaccion cuando lei, tambien en la prensa, que Lopez no es un personaje sino la persona real que murio en la noche del premio (ya sabes, este pobre chico, filologo como tu, que no pudo resistir la emocion que le causo saberse ganador). Al leer con ansiedad la novela de este pobre chico, comprobe que, efectivamente, algunas partes de ella estaban en las paginas que te envie. Es decir, que fragmentos del diario que gano el premio forman parte de «nuestra» novela, la que tu tienes o deberias tener ahora. Alli aparecen intercaladas entre unas conversaciones que mantiene el personaje Gilabert con el personaje de su directora literaria. Lo raro es que, en estas conversaciones, Gilabert parece estar creando al personaje de Lopez, como si este hubiera sido tanteado y corregido hasta dar con la persona real, con la que murio en la ceremonia del premio. Para aclarar este dilema, pense en volver a leer «nuestras» paginas, pero como te las envie sin hacer copia, no pude hacerlo. Aqui, en el laboratorio, la vida parece fluir con una desesperante lentitud; el silencio y la rutina rigen la investigacion de las nuevas generaciones -tan ajenas a las efusiones de antes-, por lo que estas cosas que se salen de lo cotidiano, por un lado me estimulan y por otro me inquietan. Tal vez deberiamos dar cuenta a la prensa o a la policia de la existencia de «nuestra» novela (ya sabes la confusion que reino aquella noche sobre la verdadera autoria del ganador, al decir este que no se habia presentado al certamen). He llegado a pensar que todo podria tratarse de un montaje -con crimen incluido- y que ese hombre que murio podria haber sido victima de un complot. No intuyo ahora el sentido de ese incierto complot, pero es posible que las paginas que te envie alberguen alguna pista que nos lleve al verdadero autor de la novela. He hecho algunas investigaciones y he averiguado, por ejemplo, que no existe un editor en Barcelona que se llame Gustavo Horacio Gilabert, lo que me hace pensar que lo que te envie, si era una novela con personajes imaginarios, en la que alguien habria intercalado fragmentos del diario real de Lopez. Como ves, es todo un lio…
Andres, creo que algo muy serio se podria estar cociendo detras de todo esto. Esperando que me digas algo lo antes posible, me despido con un saludo cordial,
Angel Maria
– Yo habia pensado que la secuencia de ideas que le viene a la cabeza a partir de conocer a Teresa fuera eclipsando su proposito inicial de escribir la novela. Su texto se veria asi transformado en otro en el que apenas se habla ya de Gilabert, en el que todo parece orientado a hablar de Teresa y del amor que siente por ella.
–
– Pero no pretendo coherencia en ella. La novela que se propone Lopez es solo un pretexto para que yo pueda escribir su diario, un diario que no ha de ser necesariamente coherente.
– Bueno, pero no esta mal que Lopez sea progresivamente inverosimil.
– Eso no seria un cambio progresivo… En las novelas, normalmente, los personajes mejoran; el personaje no empieza siendo un imbecil y continua siendolo al final: cuando leo una novela asi nunca la publico. Si Lopez deja de hablar de Gilabert para hablar de Teresa podria parecer que Lopez fuera a salvarse por el amor. Como don Juan. Es decir, que Lopez pasaria de ser un imbecil a secas a ser un imbecil enamorado. Por lo tanto hay que evitar estas tentaciones faciles: Lopez carece de grandeza incluso para el amor. Teresa es simplemente un azar favorable, un poco de oxigeno, una ilusion que sirve de lenitivo a una vida desdichada…
– No, porque entonces no podria escribir; entonces, ademas, tendriamos que cambiar totalmente el principio en el que va conduciendo con el coche al premio; entonces, la novela comenzaria con un ciego en una banera al que tienen que afeitar y vestir. [23]
– Seria una metafora demasiado obvia. Por otra parte, Lopez esta ciego para la vida, es incapaz de pensar en algo que no sea el mismo, de tener un proyecto, no consigue salir del reducto de su cuarto donde intenta escribir para apagar las dolorosas punzadas de su mediocridad, encendiendo su «querido ordenador» para salir del «doloroso anonimato» al que se cree condenado. Me gusta, es representativo de mucha gente… En mi vida de editor he conocido muchos Lopez, gente sin destino que se acercaban a mi buscando la palabra verdadera… Pero su falta de talento se hacia evidente a las primeras frases; quiero escribir un libro sobre la mediocridad sin esperanza, sobre la vida en el pozo del eterno anonimato.
– Narciso es un ejemplo claro de mediocridad sin esperanza, el descubrimiento de su belleza, la repentina seguridad que eso le proporciona le aterroriza, sabe que es un mediocre y que no sera capaz de sobrellevar esa carga con dignidad, de continuar su vida sabiendose bello y sin saber que demonios hacer con esa belleza…