eso.' '?Como que no diga eso?' Y sin hacer caso de su llanto que se habia desbordado otra vez, ni de las lagrimas que le corrian bajo las manos, ni de las veces que se sono con estruendo y se seco, ni de sus ruidos guturales y nasales, continue: 'Me roba una sortija, la vende, me niega que lo haya hecho, mea hace ir a la policia de Gerona, me hace hablar cien veces con el comisario o el comandante o el sargento, ?yo que se! Y ahora me dice que no le diga que me ha robado. ?Que ha hecho, pues, sino robarme?' Me habia enfurecido, me parecia injusto que no reconociera su culpa, esto es lo que me decia para justificar mi alteracion, pero sabia que lo que mas me enojaba era haber caido en una trampa, haber hablado, tenerle y demostrarle pena, casi complicidad, y encontrarme ahora en una situacion que podia volverse en mi contra o de la que por lo menos no sabria como salir.

Porque ella pensaria, 'ni siquiera me deja hablar, todo ha de ser como dice ella, no le importan los motivos por los que lo he hecho, no me deja ni explicarlos'. Y al mismo tiempo otra voz me rebatia, 'pero ?que mas te dan a ti sus motivos?, ?por que tienes tu que saberlos?, ?es que quieres saberlos? ?Que te importa esta mujer por buena relacion que hayais tenido durante todos estos anos? Te has portado bien con ella, ?no? No tiene queja, ella misma lo ha dicho.' Pero, al mismo tiempo, me daba cuenta de forma tan clara y precisa, como si el pensamiento hubiera tomado el cuerpo de una aparicion, que nunca le habia demostrado mas que agradecimiento, incluso admiracion por su eficacia, nunca otra cosa, nunca afecto. De hecho, ?le tenia afecto?, ?se lo habia tenido alguna vez?

Esta reflexion me dejo pasmada.

Y mientras ella lloraba amargamente mi incomprension, arranque de nuevo el coche con prisa ahora por llegar a casa y acabar con una escena que me habia alterado y me habia dejado una extrana y dolorosa sensacion de inseguridad e intranquilidad. Necesito distanciarme del problema, quiero alejarme de todo esto, decidi. Pero no habia pasado un kilometro cuando ella, todavia gimiendo y suspirando y secandose las lagrimas con esac fuerza inusitada que siempre le dejaba los parpados enrojecidos, dijo, grito casi, como para estar segura de que ni el ruido del motor ni mi propia ausencia podrian evitar que la oyera: 'Detenga otra vez el coche, por favor, aun no he empezado a hablar.' Con un frenazo que por poco nos estampa contra el cristal, lo detuve de nuevo en el arcen sin preocuparme por la hilera de coches que me seguia. Debe de ser la una y media, pense, todos se van a comer.

Y me parecia que aquel paisaje cubierto de escarcha de las ocho de la manana cuando me asome a la ventana, poco antes de salir para el juzgado, pertenecia a un mundo lejano que ya no volveria. Entonces estaba aun a tiempo, pense, ahora en cambio… ?A tiempo de que?

?Dios Santo!, que acabe pronto esta historia. La voz me salio mucho mas irritada de lo que en realidad estaba: 'Esta bien, digame lo que tenga que decirme y acabemos de una vez.' Y al mismo tiempo pensaba, ya has vuelto a equivocarte, que mas te da lo que tenga que decirte. Dile que se vaya, acaba con todo esto, con ella, con sus llantos, con sus robos, acaba con todo de una vez.

Pero ya la estaba escuchando, y no habian pasado cinco minutos aun cuando mirandola como si nunca la hubiera visto, fascinada por lo que me estaba contando, descubri ese destello dificil de calificar que tanto me habia llamado la atencion cuando la habia conocido, cuatro anos antes. Parecia otra persona.

Hablaba ahora con calma, y su rostro se habia cubierto con un tinte de dulzura que casi nunca le habia visto. Dulzura, humildad, y comprension consigo misma, con sus fallos, decia, y con el mundo entero, ese lugar lleno de gentes que sufren, que viven como pueden luchando por subsistir, por llevar una vida mejor que la que les ha tocado en suerte al nacer y mas digna tambien, un lugar desconocidoe por los ricos, los famosos, los que salen en los periodicos…

'Tambien los pobres salen en los periodicos', la interrumpi.

No hizo caso de mis palabras.

'…de los que mandan y de los que cuentan, de los que ademas de ricos son guapos, inteligentes, de los que no tienen problemas para encontrar trabajo, de los que compran en sus tiendas objetos mas caros y mucho mas bellos que los que nosotros encontramos en las nuestras. Un lugar que esta por debajo del mundo de esos famosos, esos ricos, y de todos los que los rodean, un lugar que no se ve pero que ellos aprovechan aunque renieguen de el. Ellos hacen las leyes, detienen a los que no las cumplen y los juzgan, pero no saben lo que hacen ni por que lo hacen, no entienden nada porque, de hecho, no saben nada. Nuestro mundo es un mundo distinto que se rige por normas muy alejadas de la realidad de ustedes. Yo pertenezco a este mundo y usted ha nacido en el de mas arriba, en el que se ve, lo se porque he vivido en su casa desde hace casi cinco anos y veo la diferencia que hay con la mia, entre la vida de usted y la de los mios y, por mas que yo le contara, usted nunca sabria lo que nos ocurre ni por que actuamos como actuamos, ni por que nos queremos y nos odiamos, ni que nos lleva a transgredir las leyes que ustedes hacen, porque usted lo mira con sus ojos, que no tienen la capacidad de ver mas alla de lo que se lee en los periodicos, de lo que deciden los politicos, los economistas, los empresarios, los que mandan. ?Ha pensado alguna vez de que vivimos los que no podemos vivir del dinero? Tambien nosotros tenemos derecho a cantar nuestra cancion. ?Se acuerda de lo que decia siempre su padre?' ?Que bien se expresa!, pense.

?De donde habra sacado esta teoria? ?No pertenecera a un partido politico, a un sindicato o algo asi? ?O a una secta?

Continuaba:g 'Yo no se lo voy a explicar porque usted, que es profesora, tendria que saberlo, y si no lo sabe no serviria de mucho lo que yo le dijera. Pero si quiero que me oiga ahora, dejeme hablar, dejeme que le cuente.' Volvia a llorar, habia desaparecido aquella patina de candor que habia descubierto un momento antes, y con ella la logica del discurso se habia desvanecido.

Volvia a ser la Adelita tan amiga de hablar de si misma, tan abocada a representar toda clase de escenas.

Desconcertada aun por esos cambios, le dije: 'Hable, pues. La escucho.' Y hablo. Pero lo que tenia que decirme no respondia a las expectativas que habia creado ni estaba a la altura de la teoria de los dos mundos que a mi, tengo que confesarlo, me dio que pensar, aunque me parecia exagerado que no nos enteraramos de lo que ocurria en el de ellos. Pero me sorprendio cuando, tras enumerar de nuevo las dificultades con que se encontraba en su propia casa, con esos chicos que apenas trabajaban, con un marido en el paro y con sus deseos de llevar una vida mejor, se quito la chaqueta, se levanto el jersey y me mostro unos grandes moratones al lado izquierdo de su inmenso torax que me dejaron pasmada.

'?Como se lo ha hecho, Adelita? ?Que le ha pasado?' Y tras la lente de sus lagrimas que fluian ahora suavemente de los ojos irritados, fijos en los mios, dijo: 'Es mi marido, senora, es mi marido, que me ha pegado.' 'Pero ?cuando?' 'Fue hace un par de dias. No porque sea mala persona, sino porque llego borracho, y cuando bebe no sabe como se pone.' 'Pero sus hijos son ya mayores, ?no la defendieron?' 'Mis hijos no estaban, senora y yo aguante sola todos los golpes.' Lo que faltaba.

Habiamos llegado al camino que parte de la carretera y asciende por el valle hasta llegar a la casa. Aquel paisaje de invierno me parecio entonces suave y sedante, con sus encinas y los campos recien abonados, con los chopos altivos sin hojas que se arremolinaban en el torrente, con la columna de humo del monton de abrojos que ardian con lentitud frente a la primera masia, con los almendros junto al camino y la tierra oscura por las lluvias del invierno y con las escasas nubes suspendidas en el cielo como un decorado. Al paisaje le da igual lo que ocurra, el paisaje sigue en pie hasta que lo destruye la mano del hombre, pero, si escapa a ella, permanece impavido frente a nuestras angustias y dolores, el y su inmutable devenir. Incluso la muerte le es indiferente. Podria morir yo ahora mismo y el paisaje no se inmutaria, ni un leve temblor en las hojas de los arboles, ni una nota falsa en el trino de los vencejos, ni un sobresalto en el dulce movimiento de las nubes.

Al salir del coche, Adelita me siguio con su pan envuelto en papel de seda tostado y entro conmigo en la casa. Yo me sente en el salon, inquieta, pensando en como se iba a desarrollar la siguiente escena, porque de hecho todavia no habiamos hablado de la cuestion mas que dando rodeos, es decir, no habiamos mencionado el despido. Yo tenia que despedirla, era evidente. No iba a tener en mi casa a una persona que habia abierto la caja y se habia llevado una sortija. Y tenia que decirselo. Pero al mismo tiempo tendria que ir al pueblo y comenzar a buscar una nueva guarda que se quedara en la casa. No podia cerrarla sin mas y dejarla sola de noche. En los ultimos tiempos se habian producido infinidad de robos en las casas de los alrededores, sobre todo en las que, como la mia, estaban apartadas y lejos de los pueblos. Ademas, tendria que ir a Gerona para que la policia me diera la direccion del joyero y vera si recuperaba la joya, o ir a un abogado que lo hiciera en mi nombre. Y al cabo de dos dias tendria que comenzar a pensar en irme.

Aquella noche era la ultima del ano. Manana seria el primer dia de otro que llamamos nuevo. Dios mio, primero de ano y yo casi sin enterarme, y las clases a punto de comenzar. Tres, cuatro meses, lejos de casa y

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