despues al juzgado', me dijo por telefono.

Toldra es una poblacion pequena fuera del circuito habitual de los turistas, que cuando las playas eran tierra entre los piratas del mar y la poblacion, habia sido importante por sus mercados de ganado, que todavia conservaba. Si bien habia perdido su lugar preeminente en la region, habia sabido preservarse con dignidad. Habia crecido en torno a un centro vetusto y un tanto sombrio y en sus alrededores, como una corona de progreso, se habian construido hileras de casitas adosadas que se encaramaban por las lomas cercanas y hacian las delicias de sus habitantes. Igual que las habia hecho, tres decadas atras, aquel rascacielos plagado de terrazas diminutas con la apariencia de un inmenso panal de miel, que un banco habia construido dejando al altivo campanario de la iglesia en inferioridad de condiciones.

El abogado Perez Montgui9 tenia su bufete en la calle principal, una calle porticada que habia construido un indiano a principios del siglo Xx. Era un piso oscuro y frio, y en la entrada me recibio una secretaria que trabajaba a la luz de un flexo. 'La estan esperando', dijo.

Durante un cuarto de hora explique a ese caballero pulcramente vestido con traje oscuro y una corbata de minusculos lunares blancos, ondulada por una aguja de oro, la historia que queria que defendiera.

Tenia ojitos de buho, y cuando hablaba para pedirme detalles, sus labios, escondidos tras un bigote negro, apenas se movian. Llevaba el pelo planchado sobre la cabeza como si lo hubiera untado con aceite y al ponerse a tomar notas me di cuenta de que llevaba gemelos de oro a juego con la sortija, el reloj y una pulsera tambien de oro en la otra mano. Apenas me miraba, ni siquiera cuando yo respondia a sus preguntas, escribia lo que yo decia y se quedaba quieto esperando a que continuara. Una vez le hube contado la historia completa, le di el telefono del sargento, la direccion de la comisaria de Gerona, le comunique que al dia siguiente pensaba ausentarme, le deje el telefono y el fax de la universidad y mi movil, aunque apenas lo utilizaba, y el de mi departamento. Y un sobre con la exigua documentacion del caso, que comprendia entre otros papeles la copia de la denuncia, la citacion del juzgado y un texto que yo misma habia redactado contando los pormenores del caso por si se le olvidaba alguna cosa.

'De todos modos, tal vez usted tenga acceso a la comisaria de Gerona, es alli donde me dijo el teniente de la Guardia Civil que enviarian la documentacion, porque el caso se llevaria desde alli.' Y al ver que nada anadia fui yo la que le pregunte: '?Podremos recuperar la sortija?' 'No puedo decirle nada en este momento, antes de hacer una serie de gestiones, pero ya le anticipo que lo mas probable es que el joyero, amparado por la ley, haya partido el brillante en varias piezas y las haya vendido. En cualquier caso, dejeme hacer.' 'Lo que quiero es que haga valer mis derechos en la policia.

Ellos tendrian que haberme avisado, tendrian que haberlo intentado por lo menos. Quiero saber por que no lo han hecho.' 'Si, claro, tiene usted razon, pero ?como se demuestra que no lo han hecho?' 'Nadie me ha llamado.' 'Usted no lo sabe, me ha dicho que estaba en Madrid.' 'Pero no me han enviado ninguna carta, tendrian que saber mi direccion porque Adelita cuando entrego su carnet de identidad al joyero, como el le exigio, dijo que estaba de guarda en mi casa.' 'Si, claro, pero veamos primero lo que dice la policia.' De pronto parecio que habia tenido una iluminacion, porque levanto la mano que sostenia la pluma y como si con ella senalara el punto donde se resumia todo el embrollo, fijo la vista en la misma direccion, y dijo para si pero evidentemente para que lo oyera yo y lo corroborara: 'Asi que le robo una joya su guarda, usted la denuncia, van las dos al juzgado y ahora se queda en su casa, es decir, no la despide. ?Es o no es asi?' 'Si, asi es, pero esto, ?que tiene que ver?' 'De momento, nada, claro, pero tal comportamiento podria provocar ciertas sospechas.' Sonrio fugazmente y, volviendo la vista a su cuaderno, pregunto: '?Que le han dicho los del seguro, si es que tiene asegurada la vivienda y su contenido?' ?El seguro?, ni me habia acordado del seguro, era cierto, tendria que llamar y enviarles una copia de la denuncia. Pero respondi: 'No he llamado todavia, ayer era fiesta.' Y anadi, intrigada: '?Que quiere decir con que podria provocar sospechas?' No respondio a mi pregunta, dijo solamente: 'No deje de comunicarme lo que le digan.' Y levantandose me tendio la mano con solemnidad, y frialdad tambien, debo decirlo.

'Es un caso complicado, pero algo haremos, no se preocupe. Y no deje de informarme de todo cuanto ocurra, por insignificante que le parezca.' Con mi mano todavia en la suya resumi: 'Claro que quiero recuperar la joya, pero mas me importa que se denuncie a la policia por su actuacion en los terminos que usted crea posibles y convenientes, ya que tambien la policia es culpable.

Si se juzga a mi guarda, que se los juzgue tambien a ellos por su desidia. O por su colaboracion.' 'Claro, claro, ya la entiendo', y me lanzo una breve mirada esquinada. Luego me acompano hasta la puerta y antes de que se cerrara tras de mi, se retiro a su despacho.

No podria decir por que, pero aquella visita me habia dejado cierta inquietud. Me habria gustado encontrar a un abogado amable y comprensivo que se hiciera cargo de la situacion y, lo que es mas importante, la compartiera conmigo hasta tal punto que mi desasosiego por todos estos acontecimientos quedaran en sus manos igual que habian quedado los documentos. Yo me habria ido en paz, liberada de preocupaciones, y mi mision, por decirlo asi, habria acabado, no me quedaria mas remedio que una vez en Madrid esperar a que me llamara el amable y eficaz abogado para comunicarme que le habia dicho el joyero, cuando y como habia puesto la denuncia a la policia, si se habia aceptado a tramite y la fecha del juicio.

'Pero dime', me pregunto Gerardo aquella misma tarde por telefono, '?el abogado no te ha pedido que le hicieras poderes para poderte representar, o para poner la denuncia?' 'Pues no, no me ha pedido nada de eso.' 'Bueno, no importa, tal vez primero quiere conocer el asunto y en su momento lo hara. De todos modos, si hay juicio', anadio con ese tono desesperanzado con que siempre hablamos de la justicia, 'si hay juicio sera dentro de anos.

No es que la justicia sea lenta, es que es lentisima.' Nos habiamos reconciliado en parte, porque para una reconciliacion en toda regla habria sido necesario que yo despidiera a Adelita. Y yo no queria ceder, no podia. Al dia siguiente tenia que irme y no habria sabido como solucionar la situacion. Ademas, no me parecia tan mal darle una oportunidad, al fin y al cabo, nunca se habia portado mal conmigo ni mucho menos con mi padre. Bien la merecia, pues, me dije. Asi que deje las cosas como estaban, convencida de que con el tiempo todo volveria a la calma.

Por su parte, Adelita habia adquirido un talante grave como a su entender exigia la situacion, un talante con un punto de humildad, es cierto, pero tambien con una pincelada de dignidad ultrajada, no frente a mi, ni siquiera frente a la policia o el juzgado, sino frente a la vida, al mundo en general, al sol que ilumina el paisaje y a la noche que se cierne sobre el. Caminaba erguida, todo lo erguida que su estrafalaria figura se lo permitia, el delantal mas impoluto que nunca, el pelo recien lavado y la actitud reconcentrada de quien ha decidido no hablar aunque se lo pidan pero al mismo tiempo atenta y un poco ofendida porque nadie lo hace.

Por la tarde, cuando ya habia acabado de recoger mis papeles y de hacer las maletas, la vi atravesar el jardin con su marido en direccion al campo, los dos peinados y arreglados como para ir a un bautizo, cogidos del brazo y caminando al mismo compas y en silencio como hacen las parejas que llevan anos ensayando y practicando este mismo paso. Abri la ventana y me asome.

Como en esa direccion no se podia ir al pueblo, le pregunte: '?Adonde va, Adelita?' Mi voz sonaba nitida en la tarde placida, como si se anticipara a las de las calmas de enero, esa pausa de dulzura y buen tiempo que parece tomarse la naturaleza para arremeter con mayor fuerza los rigores del invierno.

'Vamos a ver a los vecinos de la casa de enfrente, el hijo de Pontus y su mujer, a contarles lo que ha ocurrido.' La mire buscando una explicacion. Se habian detenido sin soltarse del brazo. Ella habia levantado la cabeza hacia mi y sostenia la mirada, esta vez desprovista del asomo de arrogancia que tenia siempre a punto cuando habia de responder, sino con naturalidad, como si buscara en mi la complicidad que la ayudaria en ese incomprensible afan por confesar a sus vecinos el delito que habia cometido.

No respondi y ellos, sabiendo que no habia mas que decir, dignos y al unisono, atravesaron el campo hasta encontrar el camino que llevaba a la casa de Pontus en la ladera de enfrente. Y fue siguiendo sus pasos por el paisaje de invierno cuando, en la misma hondonada donde habia descubierto hacia poco tiempo al hombre del sombrero negro, lo vi de nuevo agazapado bajo la higuera desnuda, envuelto en una capa o un gran abrigo, como un inmenso cuervo que espera silencioso e inmovil a su presa. Pasaron los dos a pocos metros de el, aunque era dificil que lo descubrieran porque entre unos y otros se levantaba un muro de cipreses resecos pero todavia altivos. Sin embargo, me parecio descubrir un asomo de movimiento descompasado en Adelita, que redujo el paso un instante para quedar un poco rezagada y echar entonces una ojeada a un escenario que conocia pero que no podia ver, una esperanza sin ninguna posibilidad.

Y cuando ya subian la cuesta me di cuenta de que al tomar altura, ahora si, ella deberia haberlo visto por encima de los arboles. Y de hecho volvio la cabeza en el instante en que el, el hombre del sombrero negro,

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