en Palam9s y no viene casi nunca.' 'Pues deme el telefono de Palam9s.' Se saco las gafas y me miro con descaro: 'Es que no se lo puedo dar porque no lo tengo', y siguio con la vista fija en la mia y esa media sonrisita socarrona esperando mi reaccion.

'Bien', dije, 'entonces deme mi dossier, ?no se habra ido a Palam9s con mi dossier? Porque yo lo necesito.' 'Mire, senora', anadio volviendo a su texto, 'yo no tengo mas que decir. Si usted encuentra al senor Perez Montgui9, se lo pide. Yo no se ni donde esta su dossier ni siquiera si se lo podria dar. Estoy sola y tengo mucho trabajo.' '?Puede decirme por lo menos quien se cuida ahora de este bufete?' 'Esto no es un bufete, senora, es una agencia inmobiliaria.' Y anadio con rabia: 'Ahora.' No se oia ninguna voz en el fondo del piso, las puertas estaban abiertas todas, de modo que desde donde estabamos se podia ver el balcon que daba a la calle.

'Y ?me quiere decir a donde tengo que ir a reclamar mis papeles?', le pregunte, apoyandome en su mesa como para dar a entender que tenia todo el tiempo del mundo.

'No lo se. Si viene el senor Perez Montgui9, yo se lo dire y usted no se preocupe que el la llamara. Y ahora dejeme trabajar, por favor.' Ya habia abierto la puerta para irme cuando volvi sobre mis pasos: 'Bien, si en ocho dias no tengo noticias suyas o no he recibido los papeles, ire a la policia, porque…' No pude acabar porque una risita de escepticismo me lo impidio.

Si habia pensado acobardarla, habia conseguido el efecto contrario.

'?Que le ocurre? ?Le hace mucha gracia que llame a la policia?' 'No, no, todo lo contrario', dijo con una sonrisa, 'usted haga lo que tenga que hacer y dejeme trabajar. Adios, cuidado con la puerta al salir, procure que no golpee.' Sali, irritada, y en el primer bar que encontre pedi la guia telefonica. Pero en la lista de usuarios de Palam9s no figuraba ningun Perez Montgui9.

'Te lo dije', me recrimino Gerardo aquella tarde cuando se lo conte por telefono. 'Te dije que este hombre te eludia.' 'Pero ?por que no me dijo que no queria ocuparse del caso? ?No habria sido lo mas natural? Ahora, ?que hago?' 'Esperar un par de dias y, si no tienes noticias, ponerte de acuerdo con el Colegio de Abogados.' 'Es que yo no tengo muchos dias. La mitad de la proxima semana es fiesta y a finales de la otra ya tengo que volver a irme.' 'Hoy es miercoles, espera lo que queda de semana.'

El viernes por la manana, cuando estaba leyendo el periodico, aparecio Jalib, el jardinero, con un sobre en la mano.

'Para ti, senora', dijo.

'?Quien lo ha traido?' 'Un senor en un coche verde.

Dice que es para ti.' 'Gracias. Pero ?no ha dado su nombre? ?No ha dicho de parte de quien?' 'No, solo que es para ti, senora.' El sobre era blanco, sin remitente, tampones ni etiquetas. Lo abri, no habia mas que los papeles que yo le habia dado al abogado y el escrito con mi propia letra con los datos que yo conocia, la direccion del joyero, y la historia de mi visita a la policia de Gerona, y una copia del documento que le habian dado a Adelita en el juzgado. Pero no habia ni carta ni tarjeta.

Me quede desconcertada. ?Que queria decir esta devolucion? Simplemente que el abogado habia renunciado a investigar el destino de la joya como yo le habia sugerido y a denunciar la ineficacia de la policia de Gerona. No me quedaba mas remedio que buscar otro abogado.

Jalib seguia de pie a mi lado.

Era tan amable y tan servicial que no se iria hasta que yo le dijera que no necesitaba nada. Tal vez fue su talante lo que me llevo a hacerle una confidencia, porque algo de confidencia tenia la pregunta: 'Jalib, ?has visto alguna vez a un hombre alto, muy alto, que siempre lleva un sombrero negro y que a veces esta debajo de la higuera que hay cerca de la casa de Pontus, del otro lado del valle? ?Sabes donde digo?' 'Si, lo he visto a menudo, alquilo hace unos meses un cuarto en la parte trasera de la casa y lo tiene de almacen. Si, es alto', y levanto la mano a mas altura que la de su propia cabeza, 'muy alto.' No tuve tiempo de responder.

Adelita, que habia entrado sin que yo me diera cuenta, se hizo un sitio entre Jalib y yo y dijo con precipitacion: 'Yo lo conozco. Es un vendedor de maquinas de coser, yo le compre la mia. Ha alquilado el cobertizo y un antiguo corral detras de la casa de Pontus, que utiliza de almacen.' Si, ya se que lo conoce, podria haberle respondido, porque recordaba muy bien aquellas veces; hacia mas de un ano que Gerardo y yo los habiamos visto juntos cuando volviamos de dar un paseo, y cuando habian hablado en la calle frente al juzgado y luego en la tienda de periodicos, o por la tarde de aquel mismo dia, cuando ella y su marido se iban a la casa de los vecinos, como los llamaban, para contarles lo que habia sucedido. Pero no le dije nada porque incluso a mi me sorprendio la detallada memoria de sus encuentros.

'Ah', respondi.

Y ella continuo: 'Desde que ha muerto Pontus, el dueno, ?se acuerda de Pontus?, en la casa no vive mas que la mujer, que esta muy enferma, y su hermano, que ya tiene bastante con cuidar de los campos, asi que ya no tienen animales. Se llama Jeronimo.' '?Quien, el hermano?' 'No, que va, el hombre ese por el que pregunta usted. ?Jeronimo!' 'Ah', repeti.

'?Por que lo pregunta?', quiso saber ella, inquieta. '?Cuando lo ha visto?' 'Lo vi cuando llegue, la otra noche; estaba oscureciendo y el estaba junto a la higuera de la casa de enfrente, quieto. Y me llamo la atencion, esto es todo.' 'Es que a veces va despues del trabajo al cobertizo para hacer sus cuentas y luego se queda un rato a tomar el fresco' dijo, mas tranquila.

Por prudencia tenia que callar, pero no pude contenerme: '?A tomar el fresco? ?Que fresco, Adelita? Si lo que tenemos es frio.' 'Bueno', balbuceo, 'quiero decir que a veces se queda alli antes de irse a cenar. A lo mejor le gusta estar al aire libre un rato.' Habia recuperado la seguridad y me miraba fijamente a los ojos, imperturbable.

Sono el telefono y se fue a toda prisa. Hable todavia con Jalib unos minutos sobre el coche verde que habia traido el sobre, y cuando se fue, entro Adelita, sofocada.

'?Es para mi?', pregunte.

'Era para mi, senora, era mi hermano.' '?Le ha ocurrido algo grave?' 'No, nada grave. Nada.'

Aquella misma tarde, cuando hable por telefono con Gerardo, le pedi que me ayudara a encontrar a un abogado que quisiera hacerse cargo de mi caso.

'Por cierto, ?todo anda bien por ahi?', interrumpio en un momento la conversacion. '?Que tal esta tu protegida?' Me impaciente: '?Como quieres que ande? Todo anda bien, y aunque fuera mal, ?como podria saberlo? Todo tiene un perfecto aire de normalidad.' Y, sin embargo, me habia inquietado la zozobra de Adelita cuando habia vuelto de la llamada del telefono, o mas aun, cuando a la hora de comer habia vuelto a sonar, lo habia cogido yo, habia oido una voz de hombre preguntando por Dorotea y ella, desde el telefono supletorio de su casa, habia descolgado y lo habia oido. Lo sabia porque a los pocos minutos se habia presentado de nuevo, sofocada y casi llorosa, denunciando una conspiracion que nos amenazaba y nos tenia en vilo con tanta Dorotea.

'No paran, todo el dia con que si esta Dorotea, que si ha llegado Dorotea. Yo estoy muy asustada porque esto quiere decir que alguien nos quiere mal. O ?no podria ser tambien que llamaran, y si no contesta nadie, saben que tienen el camino libre para venir a robar?' 'Adelita, no sea exagerada.

Sera que han cambiado el numero de telefono y la gente no lo sabe aun.' '?Que les han cambiado de telefono? Pero si por lo menos desde la muerte de su padre, que en paz descanse, nos estan llamando.' 'Calmese, Adelita, no es para tanto.' Y no parecia que fuera para tanto, una llamada insistente preguntando por Dorotea no tenia por que querer decir otra cosa que lo que yo habia supuesto. Pero ella estuvo durante mas de un cuarto de hora quejandose y hablando de Dorotea, de los hombres, los hombres, dijo en mas de una ocasion que no paraban de llamar preguntando por ella. Tampoco de esto le hable a Gerardo. No se por que.

'Quiero decir, si te ha desaparecido alguna otra cosa', seguia el.

'No, creo que no, por lo menos no me he dado cuenta. Ademas, la caja esta cerrada.' Tampoco le hable del hombre del sombrero, que habia vuelto a ver aquella misma manana un par de veces acarreando cajas hacia un punto tras la casa que yo no podia ver. Nunca le habia hablado de el.

Gerardo se habia ocupado de llamar a su abogado en Barcelona que, segun el mismo reconocia, no habia entendido la actuacion del senor Montgui9. De todos modos, la justifico diciendo que tal vez no habia tenido el exito que esperaba en Toldra y se habia ido a Palam9s o quiza habia reconvertido su despacho en una empresa de construccion que debia de parecerle mas provechosa. Tal vez era la empresa de algun familiar. En realidad no tenia importancia, habia dicho. Y le habia dado el nombre y la direccion de un abogado de Gerona que no conocia

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