personalmente porque el no se dedicaba a lo penal, pero del que tenia muy buenas referencias.
Anotando el telefono y la direccion estaba aun, cuando Adelita aparecio con la chaqueta y el bolso, diciendome por senas algo que no entendia. Colgue.
'?Que me dice, Adelita?' 'Que me voy al pueblo, a por recetas.' 'Al pueblo a por recetas, y eso, ?que quiere decir?' 'Que el medico, para que no lo molesten tanto, ha fijado un dia para dar recetas.' '?Para dar recetas? ?Que es eso de dar recetas?' 'Pues que vas alli y le pides que te recete lo que necesitas.
Por ejemplo, si quieres pastillas para el estomago, o para el rinon, o inyecciones de lo que sea…, vitaminas, hierro, incluso aspirinas y gasas y eso. Y con la receta vas luego a la farmacia y las pasas por el seguro.' 'No me lo puedo creer. ?Le da una receta de cualquier cosa que le pida?' 'Cualquiera, y no solo yo, todo el mundo. Es un medico muy bueno y muy organizado. Digame si no es un acierto elegir un dia, un solo dia para las recetas. Antes era un desbarajuste, todo el mundo hacia cola, se mezclaban los que querian medicinas con los que iban a visitarse. Ahora, en cambio, en un dia lo arregla todo. Cuando yo trabajaba…' 'Pero eso es ilegal, Adelita.' '?Que va! Que va a ser ilegal.
Si es la Seguridad Social la que lo paga, no la farmacia. No se estafa a nadie, de verdad, senora, creame. No habre sacado yo medicamentos asi para su padre, que en paz descanse, tranquilizantes, pastillas para dormir, de todo, ya le digo, de todo.' 'Y usted ?que medicinas necesita?' 'Bueno, yo le pido para toda la familia. Nos turnamos, ?sabe? Hoy me toca a mi, que voy con las recetas de los demas, la semana que viene a mi cunada, y la otra a mi sobrino.' Adelita se fue a por sus recetas y aquella noche volvio muy tarde. Tanto que, cuando llego, yo ya me habia preparado la cena y estaba mirando la television. Venia, como tantas veces, completamente sofocada.
'Perdone, senora', suspiraba, 'disculpe lo tarde que es. Es que he aprovechado que iba al medico para hacerme una dialisis.' 'Por Dios, Adelita, ?sabe lo que es una dialisis?' Se me habian olvidado sus fantasias. Desde el asunto del robo se habia vuelto mucho mas callada y comedida. Pero aun asi salto, indignada: 'Claro que lo se, tengo la sangre infectada y de vez en cuando…' 'Pero ?sabe lo que esta diciendo? Tendria que estar muy grave para que le hicieran una dialisis, y ademas no podria tenerse en pie, o estar asi como si nada le hubiera ocurrido. Vamos a dejarlo, Adelita.' Y la deje que se fuera con su cesto cargado de medicinas y la sangre recien cambiada.
Tenia el aire ofendido 'por mi falta de confianza', dijo, pero anadio en un tono muy preparado, humilde y despechado a la vez: 'Buenas noches, senora.' Aquella misma noche, cuando ya me habia ido a la habitacion, sono tres veces el telefono y cada vez era una voz de hombre que preguntaba por Dorotea. Tenia el aparato junto a la cama, asi que contestaba yo, pero Adelita desde el supletorio de su casa levantaba tambien el auricular, lo que nunca habria hecho antes si yo estaba en la casa.
Cuando la llamada era para ella, yo no tenia mas que tocar el timbre dos veces, como habiamos acordado hacia anos, y ella descolgaba el telefono y hablaba. Pero aquella noche ella descolgaba sin esperar, aunque un poco mas tarde que yo, y escuchaba como yo decia que alli no habia ninguna Dorotea, que debia de haber un error porque nos estaban llamando continuamente. Pero la tercera vez no me dio tiempo a responder, fue ella la que a gritos debio de asustar al hombre que apenas habia tenido tiempo de preguntar por Dorotea, conminandolo a que no llamara mas, que dejara de molestar, que esta tortura no se podia soportar por mas tiempo y que ella tenia los nervios destrozados.
Oi colgar el telefono del hombre mientras ella, desde el suyo, seguia aullando.
Que dificil resulto todo lo que me propuse durante aquellos pocos dias de vacaciones. El abogado que me habia recomendado Gerardo, en Gerona, tampoco me sirvio de mucho. Despues de escucharme en silencio, miro los papeles que yo llevaba conmigo, me pregunto si queria tomar un cafe que no acepte, y llamo a la secretaria para decirle que no le pasara llamadas de ningun tipo. Y cuando hubo colgado, se desabrocho la americana como para quedarse mas comodo, se echo el pelo hacia atras, me miro fijamente y dijo: 'No me interesa este caso.' El sol entraba por las rendijas de las persianas. El balcon estaba entornado y las voces del mercadillo de la calle llenaron de pronto la habitacion, como si quisieran distraer mi sorpresa y sustituir mi respuesta. El abogado Rius, un hombre mayor y gordo que llevaba un traje marron demasiado apretado para sus carnes y que fumaba un puro que echaba un olor pestilente, sudaba un poco, muy poco, lo suficiente para que la cara se le pusiera brillante. 'Si estuviera en la television -pense-, le pondrian polvo transparente para los brillos.' Tenia los ojos fijos en los mios y yo, tal vez alejada del ambiente por la luz tamizada y de rayas que caia sobre la mesa o por el ruido de la calle, o tal vez aturdida por el alcance que no queria ver en sus palabras, le sostenia la mirada sin la menor intencion de desafio, simplemente porque no tenia la mente en lo que veian mis ojos. Y, sin embargo, podria haber dicho que tenia las pupilas pequenas, por la luz quiza, y que el aro que las rodeaba era del color de las castanas. La piel de la cara, de pronto, habia adquirido tanto detalle como si me hubieran puesto delante una lente de aumento. Venillas, surcos, puntos negros. Toda una orografia grasienta que en la frente se detenia en las cejas, largas y levantadas como finos alambres, y perdian densidad hacia el nacimiento del pelo.
'He dicho, senora, que no me interesa este caso.' Sali de mi ensimismamiento con pereza, tome el bolso que habia dejado en la butaca pareja a la que yo ocupaba y me levante dispuesta a irme. Estaba claro, no queria ocuparse del caso, poco mas habia que anadir. Le tendi la mano en senal de despedida y le dije: '?Puedo saber por que?' Habia recuperado el dominio que tal vez se habia tambaleado con mi silencio. Estaba de pie del otro lado de la mesa y se habia puesto a arreglar unos papeles como para dar la entrevista por terminada, me miro y dijo: 'No me interesa, eso es todo.' Y sostuvo la mirada aun un buen rato como si quisiera decirme con ella, '?pasa algo?' Sali a la calle con mi desconcierto a cuestas.
A veces, cuando se complica la consecucion de un proceso que ha de llevarnos, pensamos, a la solucion de un problema, acabamos olvidando cual es el motivo que nos ha impulsado a actuar e, incapaces de volver al origen, nos debatimos buscando la sustitucion de ese segmento de la maniobra que ha fracasado y que asi, desconectado de su causa primera y de la estrategia de conjunto, nos parece irreal. Asi me sentia yo aquella manana. Obsesionada por el reves de este segundo abogado, razonaba sin tener en cuenta la joya, el robo o la estafa, y mi pensamiento no podia moverse mas que en torno a las dos negativas que habia recibido. Esto es una conspiracion, no puede ser de otro modo. Pero ?de quien?, ?quien me conoce? Nunca he estado en esta ciudad mas que de compras, no he llevado vida social alguna, ni siquiera voy al cine cuando estoy en la casa del molino. Es ahora cuando por primera vez he tenido algun contacto con la gente del lugar, ?que estara ocurriendo, pues? ?Sera contra mi padre, por algo que hizo o que dejo de hacer?
?Contra quien si no? Me sente en un cafe al aire libre aunque el tiempo era ventoso y gris, dispuesta a recapacitar y a tranquilizarme. La catedral se levantaba sobre la ciudad, asomando el campanario sobre los tejados y el frente de colores pardos de las casas de la Juderia junto al rio. Pedi un cortado y una botella de agua. Y de pronto, el desconcierto se convirtio en indignacion y la indignacion en ansia y el ansia en actividad. Fui al interior del cafe en busca de la guia telefonica, 'Paginas amarillas', puntualice. De vuelta a la mesa, me dedique a buscar un despacho de abogados que me pillara mas o menos cerca, para probar suerte. A la media hora subia la escalera de una casa senorial en la calle Maura. En el piso principal llame con el picaporte a una gran puerta de madera, en la que, sobre la mirilla, una placa brillante como el oro reproducia en letras inglesas: 'Rosendo Prats Sisquella y Lucas Prats Gonzalez, abogados.' Despues de hacerme esperar un buen rato, me recibio un jovencito imberbe que debia de haber terminado la carrera el curso anterior y que se presento como Lucas Prats Gonzalez, abogado. Era un chico delgado y rubio, vestido con tejanos, una camisa sin corbata y un jersey amarillo claro, que tenia una sonrisa tranquilizadora y que me escucho incluso con atencion. Cuando acabe, tomo el sobre blanco con los documentos que yo le tendia sin hacerme ni una sola pregunta y dijo que se ocuparia de pasarle el caso a su padre, que seria el quien me llamara y que decidiriamos entre todos la estrategia que habia que seguir.
'Tenga en cuenta que yo me voy dentro de muy pocos dias, porque vivo en Madrid y he venido solamente para las vacaciones de Semana Santa.' 'Hoy es viernes', calculo, 'nosotros trabajamos los tres primeros dias de la semana proxima, la llamaremos en seguida, no se preocupe.' Y me acompano hasta la puerta.
Mas complicado aun se me hacia el trato con Adelita. Se habia vuelto mas callada y escurridiza, excepto en ciertos momentos en que la excitacion la desbordaba, aunque me era dificil saber a que se debia porque no sabia encontrar la razon aparente del cambio, y mantenia el mismo aire levemente ofendido y digno del dia en que llegue, como si en lugar de tenerla en casa despues de lo ocurrido, la hubiera acusado de un delito que no habia cometido. O quiza no fuera este el motivo, quiza esta era su forma de quejarse de que no se le reconocia lo suficiente el trabajo que hacia.